Como cada domingo, despedimos en la playa a los barcos que salen del puerto. Yo paseo por la orilla, meto los pies en el agua y juego a bailar con la espuma. Los niños saltan y se rebozan en la arena.
Cuando sale un barco nos juntamos los tres en el lugar donde las olas toman el camino de vuelta, y agitamos fuerte los brazos hacia los lados. Depende de la época del año que haya gente en cubierta y que nos devuelvan el saludo. En otoño siempre nos contestan, excepto cuando llueve. Bajo nuestro paraguas transparente saludamos hacia arriba a las gotas que chocan contra el plástico. Los barcos callan.