Una
marcha para salvar a Moyano... y podría ser. En un país de individuos
rejuntados que forman una sociedad sin darse cuenta, sólo interesan las
acciones individuales. Así piensa el que recela de todo, desconfía de todo y se
asusta con todo. Camioneros hace una marcha contra el ajuste, el techo para las
paritarias, los despidos... ¿Pasan estas cosas o no pasan?
Moyano
convence a una parte del movimiento obrero para que lo salve de la justicia
haciendo una marcha contra el gobierno. Bueno, aparecen más datos. El
movimiento obrero estaría compuesto por un montón de moyanos con cosas para
ocultar. Pero no todo el movimiento obrero... fijáte en los dirigentes que
quieren seguir dándole cuerda a las políticas del gobierno, como la reforma
previsional, la laboral. Darle más tiempo de aguante, porque el tiempo que tiene
vence en el 2019, según dijeron los votos. Resulta que Moyano también le dio
parte de ese tiempo de aguante. ¿Enloqueció de golpe porque hay causas en la
justicia que lo involucran? ¿O son los famosos tiempos sindicales para el tire
y afloje que no dan para más?
Moyano
tiene una trayectoria que tuvo momentos buenos desde aquel Movimiento de los
Trabajadores Argentinos plantándosele al peronismo de Menem que saqueó el país.
Fue el que le revoleó la Banelco a la Alianza y se vieron los trapos sucios de
los que venían a purificar la política. También le puso (no lo hizo solo)
plazas extraordinarias a Néstor y también a Cristina, pero a favor. Y un día se
reviró. El movimiento obrero mayoritariamente no le hizo de coro en esa
oportunidad. Como sabés se partió, porque muchos dirigentes y dirigidos tenían
muchísimos motivos para bancar el peronismo nacional y popular de la famosa
"década ganada".
Y
ahí vamos. El movimiento obrero es un conjunto gigantesco de dirigentes y
bases, sindicalizados y no, que acuerdan con sus dirigentes a veces y a veces
no. Y lo dicen, en el lugar que corresponde y cuando no los escuchan, también
en la calle.
El
secretario general de los bancarios, Palazzo, dijo que la marcha del 21 de
febrero es en defensa propia, no en defensa de Moyano. Y tiene razón. Porque a
esta altura de las cosas, es difícil ignorar que el proyecto político liberal
viene por el trabajo argentino. Un mundo sin sindicatos, sin paritarias, sin
reclamos, que se base solamente en la iniciativa privada y el esfuerzo
individual; son las premisas que manejan los que privilegian el
"mérito" sobre los derechos.
Un
aparte (como siempre): cuando despuntaba el movimiento obrero y se iba
consolidando, allá por los principios del siglo XX, las patronales ante lo
inevitable de tener que negociar con trabajadores organizados en sindicatos, lo
hacían muchas veces a escondidas de las corporaciones que los agrupaban, pero
siempre, a la hora de acordar había una cláusula que se negaban a firmar. Era
la que reconocía al sindicato como representante legítimo de los trabajadores
inmersos en el conflicto que se pretendía solucionar. Eso no lo quisieron
nunca, pero lo tuvieron que hacer aún antes de que los laburantes corearan la
marchita.
Ahora
tampoco lo quieren. Saben de sobra que la organización obrera (lo que equivale
a decir de todos los trabajadores) es la única defensa frente al Capital. O sea
frente a ellos. Y mirá que el movimiento obrero tuvo de todo, buenos y
horribles dirigentes, heroicos, mártires, y también atorrantes y traidores. La
prensa seria siempre se fijó en eso, es decir en los atorrantes y los
traidores.
En
los peores momentos -de esos que tuvimos demasiado- a la larga, siempre les fue
mejor a los que estaban organizados. Por eso es que siempre se trató de romper
la unidad, de meter cizaña en las organizaciones sindicales. Cosa de patrones.
Sobran
motivos hoy para hacer que la marcha famosa sea multitudinaria. El ataque a los
derechos laborales y otros derechos sociales es enorme, como nunca en
democracia. Porque todo alguna vez ocurre, y esta vez, las patronales que son
Gobierno ven claramente que pueden avanzar sobre esa parte de la riqueza
generada por todos y que se llegó a repartir en mitades. Una mitad para los que
trabajan, y toda esa parentela de excluidos que arrastramos desde que el
neoliberalismo fue ganando la batalla cultural (porque la guita ya la tenían).
Muchos
de nosotros marchamos con la CGT de Moyano, para reclamar y también para festejar.
Muchos criticamos a Moyano por sus posiciones políticas, cuando sentimos que no
acompañaban al movimiento nacional. Son las cosas que pasan cuando el famoso
movimiento obrero organizado piensa que tiene algo que decir sobre la política,
aparte de defender los intereses profesionales de cada gremio. Debe ser por esa
costumbre que consagró el peronismo.
Cuando
se lucha, cuando se marcha, cuando se hace un paro, lo bueno es que seamos
muchos y que se note la unidad que se logra en esos momentos. Porque la unidad
no es un bien establecido, va y viene. Como los dirigentes. No habría que darle
más vueltas a este asunto de si Moyano y blablablá, pero hay que hacerlo porque
es por ese hueco que se meten los que desean un mundo sin derechos para los que
trabajan.
Los
dueños de todo no nos van a decir con qué dirigentes vamos a marchar. Eso
siempre ha sido cosa nuestra.
Nos
vemos el 21.