martes, 11 de julio de 2017

EN QUIEBRA


“Uno de cada cuatro despidos del segundo trimestre del año se debió al cierre de empresas. La proporción es aún mayor en el caso de la industria, donde la relación entre cesantías y cierres sube a uno cada tres casos.”

Esta es la conclusión que se extrae del Informe presentado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), utilizando fuentes sindicales, noticias periodísticas y datos de los organismos del Estado (Sistema Integrado Previsional Argentino –SIPA- y la Encuesta de Indicadores Laborales –EIL-, mediciones publicadas por el Ministerio de Trabajo. Pero vayamos a los datos y a la reflexión:

 (…) “El informe advierte que ‘hasta el momento, los despidos no habían estado relacionados directamente con el cierre de la empresa en sí, sino con procesos de ajuste’. Desde comienzos del año, se vienen sumando 3700 nuevos trabajadores afectados por mes.”(…) “lo que se observa en este segundo trimestre de 2017 es un incremento sensible de la pérdida de puestos de trabajo a raíz de cierres de plantas o empresas.”

(…) “…, la hipótesis es que el cambio en la tendencia responde a que se ha agotado ‘una primera etapa en la que las empresas intentan ajustarse, despiden personal eventual, cortan horas extras, reducen algunas tareas en términos de cantidad de personal’, y hemos llegado a un punto en que finalmente la decisión que queda es cerrar. ‘Hay una diferenciación por tamaño, que está relacionada con el hecho de que en las empresas de mayor porte la política de cierre tiene que ver con mejorar la rentabilidad, en cambio en empresas de menos de 200 trabajadores el cierre está relacionado con una crisis terminal’, …”

Y el ciclo se da así: “… a una oleada de despidos industriales sigue otra de despidos de los servicios, como consecuencia de la reducción del consumo interno. En el mismo sentido, así como la onda expansiva iniciada por los despidos industriales golpea en los trabajadores de servicios, ambas afectan a los trabajadores informales, una franja que es especialmente vulnerable por estar integrada por los empleados en negro, que carecen de protección legal.”

Son casos concretos que se filtran en los noticieros, en medio de un sinfín de huevadas: “Nuevas suspensiones en Alpargatas y despidos en Dass, Puma y Globito son algunos de los casos…” (…) “En la producción de alimentos y bebidas el cierre de Pepsico, líder en el mercado de snacks con su marca Lays, dejó sin empleo a 600 personas…” (…) “Los petroleros continúan en crisis. Los despidos de Atucha están directamente vinculados a la política de Cambiemos para el sector energético. En autopartes huybo 500 nuevos cesanteados y suspendidos, al igual que en las químicas, que sufrieron 450 bajas por despidos y suspensiones (Carboclor, Colorín, Lanxess y Resimax). Sumaron también despidos las industrias ferroviaria, láctea, curtiembres, frutihortícola, gráfica, calzado, frigorífico, madera y muebles, envases y embalajes, pesca industrial, laboratorio, materiales de construcción y plástico. Entre los servicios, el comercio concentró casi el 70 por ciento de los despidos y suspensiones. Carrefour, Disco y Walmart son algunos de los reseñados.”

La cuestión es que…  “En el acumulado desde diciembre de 2015, desde que asumió la presidencia Mauricio Macri, el CEPA totaliza 264.143 despidos y suspensiones brutos (76.526 del sector público y 187.617 del privado).” Esos vendrían a ser los únicos brotes verdes que se registran, lo demás es lisa y llanamente un country poblado de mentiras. Cambiemos.

¿Se trata de un caso más de Errorismo de Estado? Claramente no. Sin obviar la incompetencia y falta de cintura política, lo que registra el Informe es el resultado de decisiones políticas concretas de un gobierno que pretende demoler un esquema de productivismo-superávit fiscal-mercado interno para instaurar (o reinstaurar) otro de validación financiera-reprimarización productiva-mercado externo. El empleo entonces, es un “costo” variable, sujeto al juego de la tasa de ganancia y a los requerimientos y dictados de los centros internacionales de poder económico. No hay gente detrás de las cifras de Cambiemos, se trata sólo de si resulta eficaz con el objetivo o no. Y tanta gente trabajando, evidentemente no. 

El empleo es parte de la pesada herencia del gobierno populista, ese que entendía que por cada fulano sin trabajo había consecuencias generacionales, tragedias personales, representaciones que aguardan socialmente para explotar.

Sucede que al gobierno anterior, la gente le importaba.

* Lo entrecomillado y en negrita viene de: “Después del ajuste, los despidos por quiebra”, Página 12 del 10-07-2017, págs. 2 y 3.

viernes, 7 de julio de 2017

"...DE LOS TRABAJADORES, Y AL QUE NO LE GUSTA..."

En la foto, Omar Plaini –secretario general del gremio de Canillitas y diputado nacional- agradece emocionado la presencia y apoyo de un nutrido contingente de militantes y dirigentes de ATE Capital Federal, en la puerta de su sindicato. Fue en esta semana.

Plaini -además miembro importante del consejo directivo de la CGT- fue, como se sabe, suspendido en sus funciones sindicales, allanada la sede del gremio, intervenido el mismo y ocupado con fuerzas de Gendarmería. Todo a cuento de una vieja causa por supuestas irregularidades en una elección de 2013, que fuera desestimada por la Suprema Corte, y que ahora –casualmente tras el apoyo del sindicalista a la lista Unidad Ciudadana de CFK- es resucitada por un juez que hace gala de la separación de poderes al uso nostro del neoliberalismo Cambiemos.  Como excusa, una verdadera berretada. Como método recuerda en algo al asalto de los comandos civiles en el ’55 para destruir el sindicalismo peronista (y el peronismo, objetivo fundamental de ese momento y de este también).

No extraña la solidaridad inmediata de un gremio que revista en las filas de la CTA (ATE) con un alto dirigente de la CGT. La solidaridad es entre organizaciones de trabajadores cuando es agredido uno de sus miembros, uno de sus dirigentes. Allí no hay diferencias, o si las hubiere, se diluyen porque el que agrede es el enemigo de los trabajadores y agrede tratando de tener injerencia en la vida sindical. Hace tiempo, el movimiento obrero organizado obró de similar manera (defendiéndose) cuando otro gobierno de la democracia hizo el intento de intervenir pretextando la democratización de los sindicatos, a los que entendía como corporaciones. Fue la fallida ley Mucci.

En este caso, como en otros (llevamos ya cuatro intervenciones a sindicatos en este mandato presidencial), el apoyo y la solidaridad nada tienen que ver con intentar la impunidad ante iniciativas judiciales, por más dudosas que éstas sean. Los trabajadores defendemos y protegemos nuestras organizaciones. Lo bueno o lo malo del funcionamiento de los sindicatos debe ser cuidado o modificado por los trabajadores organizados y hay toda una rica historia que lo demuestra. Uno sabe –vaya que sabe- que los sindicatos tienen sus cosas: burócratas, traidores, chorros, y también representantes dignísmos de bases reales que muchas veces están a la cabeza de sus gremios porque allí los han llevado sus compañeros. Entonces, no vamos a caer en la tentación gorila de zamarrear dirigentes porque lo señala algún estamento del Estado (y menos aún, cuando ese Estado está representando cabalmente al Capital).

Hay historia pegada en este celo… camadas de anarcos inmigrantes y criollos, socialistas cabezones, los “sindicalistas revolucionarios” y también los comunistas obreros, que nos han legado el mandato de la independencia, de creer en nuestras organizaciones. Y después, el peronismo, bancado a morir el 17 de octubre por dirigentes y laburantes que se hacían peronistas en el mismo momento que inventaban el Movimiento, fue la forma de construir una identidad de trabajadores junto al Estado, con el Estado a favor, pero nunca desde el Estado. 

Ahora el panorama se complicó. A los despidos ocurridos desde la inauguración de este gobierno neoliberal (y conservador) en el Estado (¿recuerdan lo de la “grasa militante”?) se sucedieron –y siguen en una nueva ofensiva- muchísimos despidos en empresas privadas, suspensiones, y cierre de miles de PyMES. Pero eso es la periferia del cambio de modelo por uno de especulación, primarización y endeudamiento. El objetivo es el mercado laboral, bajar el “costo argentino” que tanto les molesta, terminar con la mala costumbre de las paritarias y modificar a la baja los convenios colectivos. Naturalizar la flexibilización laboral y terminar con derechos adquiridos. Se preparan para esta contienda del Capital contra el Trabajo; los envalentona tener votos para estas cosas, algo que no había ocurrido antes con la derecha…

Muchas veces uno dijo que el peor sindicato resultaba ser más beneficioso que el mejor patrón. Tal vez exageraba –todos pueden contar casos que desmientan lo afirmado- pero no en el fondo de la cuestión. En épocas de apuro –como ésta- es mejor tener laburo que perderlo, estar en blanco que a la deriva, tener el carné del sindicato que ahorrarse el aporte como un pelotudo. Es momento de andar juntitos, con la menor cantidad posible de diferencias, porque la voracidad obscena de esta gente no tiene límites. Quisieran vernos arreglando salario y condiciones de trabajo puesto por puesto, escritorio por escritorio o mejor, aceptando lo que ellos digan y punto. Hacer de cuenta que estamos en 1942 otra vez.

Por eso no es raro escuchar frente a la puerta de Canillitas el “¡Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode!”, seguido por el “Borombombóm, borombombóm, los sindicatos son de Perón!”. Cantaban los mismos, no eran consignas antagónicas.




sábado, 1 de julio de 2017

EL HONESTISMO

“Lo único que me importa es que sean honestos”… Viene a ser: decir la verdad, no robar, no engañar. Y pará de contar; se me da que no sirve así solo para un proyecto de país pero mucha gente está convencida de que si. Y así votaron (y muchos, así votarán aún). Y si bien siempre te dicen que se trata de un valor que va más allá de toda circunstancia (específicamente, más allá de banderías e ideologías políticas), la vara de la honestidad mide preferentemente procesos populares. Allí se encuentran los casos de corrupción a patadas y se fantasea como sólo pueden fantasear los que nunca serán, se fantasea mucho y sin conocimiento de causa ni de efecto. 

De nada vale agregar que para ser un buen político hay que tener en cuenta otros factores, como una escala de valores que tiene que ver con la ideología, el conocimiento del pueblo (y la pertenencia al), el sentido de los equilibrios sociales necesarios y la consiguiente predisposición para negociar con otros desde lo que es propio, por un decir. Pero no, con que no meta la mano en la lata, yastá. Tan simple.

Difícilmente encuentre esta triste gente deshonestos entre empresarios, o en medio de negociaciones internacionales relativas a la toma de créditos (deuda externa, que le dicen), o coimas ofrecidas/pagadas por empresas. Difícilmente se encuentre la corrupción en el corazón y cerebro del sistema, se los descubre mucho más abajo y en su periferia. Y si no se lo puede ignorar, se confunde lo que es estructural con lo que es moralmente reprochable. Si de golpe se les dice a los incautos que muchas grandes empresas tienen manejos corruptos, o que es corrupto gran parte del Poder Judicial, abrirán grandes los ojos y asomará una sombra de temor que rápidamente contra-atacará con la sospecha de que estamos intentando cubrir a tal o cual ex-funcionario (de los gobiernos K). Hasta dudar de los poderosos suena peligroso, como si éstos pudieran saber al instante que se duda, y apareciera la posibilidad del castigo. El enemigo está adentro, enroscadito en el alma haciendo lo suyo.

Hace mucho tiempo, la honestidad en los trabajadores fue uno de esos valores que los distinguía y hacía más clara y honrosa la lucha por las reivindicaciones históricas. Así lo pensaba el viejo anarquismo, el socialismo y el comunismo cuando guiaban a la clase obrera. Sabían, no obstante, que la moral burguesa exigía la honestidad en los subordinados como prerrequisito de sometimiento a las leyes de hierro del Capital y también, como resguardo al sabotaje posible y al robo por resentimiento. Domesticar al laburante ha sido siempre la meta del capitalismo. Más tarde descubrirían el “consenso”. El peronismo tomó la posta y elevó la premisa del trabajador honesto y honrado como valor en la construcción de una cultura del trabajo que, si bien no se proponía como alternativa al Capital, rivalizaba en autenticidad ética y, en el fondo, disputaba el poder. Ya no se trataba de ser premiados, bien mirados, considerados por el patrón, era porque los de abajo resultaron moralmente superiores a los de arriba.

Pero las cosas se mezclaron y guerra mediática de exposición prolongada de por medio, henos aquí buscando atorrantes sólo entre nosotros, sólo entre políticos, sólo entre peronistas… sólo en el gobierno anterior.

La derecha ha sido constitutivamente deshonesta y esencialmente corrupta desde el vamos. Saltó sobre el país al saqueo, presentándolo como la formación del Estado Nacional, y así siguió. La historia es conocida para muchos, confundida para el resto. Como se sabe, el ojo del amo engorda el ganado y es por eso que a esta población que vota flotando, que no toma partido porque considera que eso es ser “independiente”, que puede votar a uno y al contrario en dos elecciones consecutivas, a todos esos el amo los sigue de cerca. Y les dice que lo más importante es ser honestos y no llegar a político para robar del Estado. Y el bobo, con la boca llena de alpiste, practica alborozado el honestismo. Se ve bueno, se ve lindo.

Uno no va a negar la posibilidad del choreo (aún la casi certeza en algún caso) y tampoco darlo por sentado sin ninguna prueba, sólo porque lo dicen mucho en la tele. El caso no es ese, sino no caer tan repetidamente en la trampa de los que ganan siempre y no se candidatean a nada (será porque los electivos son “cargos menores”).

Se trata de ver más allá de las anteojeras pseudo éticas, de la moralina (tan burguesa), que son importantes los procesos nacionales y populares y los gobiernos que los ponen en marcha –como es el caso del período 2003-2015- para la recuperación del país (vea si no lo de la reconversión vía quita, reprogramación de plazos y pago efectivo de la deuda externa), mantenimiento del superávit fiscal, dinamización y crecimiento del mercado interno, recuperación salarial y aumento del salario indirecto, protección de sectores vulnerados y no alcanzados por la economía formal (ahí va la Asignación Universal por Hijo), reindustrialización progresiva y recuperación de científicos formados en el país. Podría seguir con cosas que muchos saben (y algunos se niegan a creer, pese a haberlo disfrutado); baste decir que para eso son los gobiernos populares (no diga populista, por favor).

Ser honesto es de buena gente, pero el honestismo es cosa de pelotudos.