La CGT se constituyó
el 27 de setiembre de 1930; trece años antes de que el Coronel Perón se hiciera
cargo de la Secretaría de Trabajo y Previsión (el antiguo Departamento Nacional
del Trabajo de los conservadores, que el radicalismo había intentado
empoderar).
Las primeras
reivindicaciones que planteó la nueva central se relacionaban con la libertad
de doscientos veinticinco presos gremiales y la conmutación de la pena de
muerte impuesta por un tribunal militar a tres choferes que se habían tiroteado
con la policía. Además reclamaban el levantamiento del estado de sitio y la
realización de obras públicas para disminuir la desocupación. De todas maneras,
no pudieron evitar la deportación de ciento cincuenta trabajadores -casi todos
a la Italia
fascista- por imperio de la Ley
de Defensa Social (una ley de Residencia potenciada).
La reclamada unidad
sindical llegó por la fusión de la Confederación
Obrera Argentina (COA, socialista) y la Unión Sindical Argentina (USA,
sindicalista revolucionaria) y fue votada 43.487 afiliados de ambas organizaciones.
En esos tiempos, los obreros organizados no eran más del 15% de la masa laboral
existente (desde 1936 la CGT
agrupará entre un 62 y un 75% de los trabajadores, y estallará la afiliación
masiva durante el primer peronismo).
Los obreros
ocupados en la industria manufacturera aumentarán un 51% entre 1935 y 1941.
En este movimiento
obrero, sólo los ferroviarios agrupaban a la mayor cantidad de trabajadores de
su sector (más del 80%). Tres sindicatos del transporte (Unión Ferroviaria, La Fraternidad y la Unión Tranviaria) controlaban
en 1939 el 40% de los delegados al congreso de la CGT. Aliados con el sector
terciario (Confederación General de Empleados de Comercio –CGEC-, Asociación de
Trabajadores del Estado –ATE- y UOEM) se aseguraban la mayoría en los cuerpos
directivos de la central. La disputa sería siempre por el control de
Ferroviarios, en ese momento bajo la conducción de la tendencia "sindicalista".
Ya que estamos,
hablemos un poco de esta gente... los "Sindicalistas", una escisión
de trabajadores del Partido Socialista de principios del siglo XX que ganó la
conducción de la Federación Obrera Regional Argentina (fundada por Anarquistas)
en 1915, lo que resultó en la división de la antigua central en FORA del V°
Congreso (la que continuó anarquista) y FORA del IX Congreso (la que dirigieron
los "Sindicalistas Revolucionarios"). Las ideas de los "sindicalistas
revolucionarios" fueron hegemónicas en el movimiento obrero (salvo para
los sindicatos por oficio que dirigían los anarquistas) y por lo tanto
influyeron en las dos grandes facciones que se funden en 1930 (tanto la COA
como la USA eran ideológicamente sindicalistas revolucionarias, una más
orgánica con el Partido Socialista y la otra independiente absolutamente).
Los dirigentes y
cuadros obreros del momento que se reconocían "sindicalistas
revolucionarios" ponían el acento en el sindicato como organización
fundamental de la sociedad, que daría pie a una nueva sociedad. El sindicato lo
era todo, la organización que agrupaba a los trabajadores en tanto tales sin
las divisiones "artificiales" que proponía la política. Desconfiaban
de políticos, policías, jueces, funcionarios, militares. Solo un trabajador
podía ser un compañero, y si era del sindicato tanto mejor. Creían en la acción
directa y que había que dar un paso después del otro, hoy se diría que se
movían tácticamente sin mayores preocupaciones por coberturas ideológicas. El
lenguaje era el acostumbrado... "revolucionarios" se dice, pero a la
hora de los bifes sabían negociar con cualquiera que quisiera negociar. En 1916
lo pudieron hacer con un Presidente que solía llamarlos y recibirlos en la
Rosada, don Hipólito Yrigoyen. Y pese a que se ha dicho mucho, no se casaron
con él ni con el radicalismo... al menos no por mucho tiempo.
La CGT de los
treinta fue muy criticada por seguidista del general Uriburu (el del golpe),
por rosquear con el general Justo (su "democrático" sucesor y gran
esperanza blanca del liberalismo), y seguramente fue cierto. Fueron los
primeros "sabios y prudentes" de los que hablaría otro general en una
plaza colmada un 1° de mayo en muy otras y remotamente abismales
circunstancias. Fueron el movimiento obrero que había entendido que sus hijos
también serían trabajadores porque el ascenso social no se daba en la tierra de
promisión, eso era para los patrones. Entonces, quisieron el paraíso en la
tierra, mejorar condiciones de trabajo, de contratación, seguridad laboral,
asistencia médica y social, y salarios. Quisieron Convenios Colectivos que las
patronales respetasen. Nunca quisieron al Estado husmeando en las
organizaciones gremiales, pero no le hicieron un asco cuando el Estado se
acercó fuera con elenco radical o conservador.
Los
"sindicalistas revolucionarios" puros se irían eclipsando, perderían
la dirección de la Unión Ferroviaria y resucitarían decadentemente la vieja
sigla USA en el treinta y siete. Sin embargo, su estela sería larga...
Socialistas y comunistas se harían cargo de la central obrera casi en seguida y
casi en seguida habría dos CGT. Todo eso antes del peronismo, y vamos a
decirlo, el peronismo se hará con estos tipos, muchos de los cuales habían sido
y se sabían "sindicalistas revolucionarios".
Hicieron la CGT.
Hay que saberlo y recordarlos porque algo deben tener que ver con todos
nosotros.
Porque la historia
del movimiento obrero es, indisolublemente, nuestra historia.