lunes, 31 de octubre de 2016

Noviembre

El mes de Noviembre empieza con el día de todos los Santos, sigue el día de difuntos y es quizá por eso, que nos recogemos un poco. Pero ahora con esa fiesta de disfraces terroríficos, es cuando de verdad sentimos miedo o algo peor, asco. No me gusta ver esas caras que se ponen con maquillaje que da verdadero pavor mirarlos.
Bueno, como la cosa va de sustos, yo no me quedo atrás en ese tema y para la noche, que dicen los jóvenes, de los muertos vivientes, yo me decido por los fantasmas, pero por fantasmas verdaderos, o eso es lo que cuentan las crónicas, allá va:

Esta anécdota si que la he vivido yo, no iba sola, lo hacía con una buena amiga mía que habíamos decidido ir a visitar el museo Reina Sofía.
De esto hace ya lo menos un año, desde entonces no hemos vuelto ni a pasar por la puerta.
Ya dentro del museo, más que mirar, íbamos charlando, las dos mayores sabíamos que aquello había sido lo que se llamaba entonces, el Hospital General, allí operaron a mi madre de apendicitis y también íbamos a consultas externas. Mi amiga lo corroboraba y seguíamos cotilleando...
Dando vueltas y más vueltas, no nos dimos cuenta de que donde nosotras nos encontrábamos no había nadie, subimos por unas escaleras de piedra muy antiguas, llegamos al primer piso y seguíamos sin ver a nadie. Por aquel sitio olía a alcohol y a cosa rara, nos asustamos y bajamos a la velocidad que nos daban nuestras cansadas piernas. Seguimos andando por aquellos corredores hasta que llegamos a uno que estaba alicatado de azulejos blancos y, en ese momento nosotras estábamos blancas como la pared.
Al intentar darnos la vuelta, nos dimos de cara con un sacerdote joven, con sotana. Mi amiga le preguntó: -Padre, sería tan amable de indicarnos la salida? Muy amablemente nos acompañó a una puerta, la abrió y nos hizo una seña para que pasáramos, le dimos las gracias y salimos.
Estábamos tan nerviosas que se nos quitó la gana de seguir con la visita y nos fuimos a la salida.
Cerca del control había varios guardias de seguridad, entre ellos divisé a un vecino que trabaja allí, nos saludamos y haciéndome un poco la graciosa, le conté que nos habíamos perdido y gracias a un sacerdote habíamos salido. Entonces, él llama a sus colegas y les dice riéndose:- Eh, chicos, mis vecinas han visto a Ataulfo. Nosotras no sabíamos que decir, acto seguido nos cuentan la historia.
Según ellos y varias gentes que lo habían visto, se trataba de un sacerdote que fue torturado durante la guerra civil (1936-1939), y al que los mismos guardas del museo le pusieron el nombre de Ataulfo.
Mi amiga y yo nos miramos y notamos que hasta el colorete que nos habíamos puesto, nos había desaparecido. Pero aquí no queda la cosa, nos contaron que cuando hicieron la remodelación del edificio aparecieron tres monjas momificadas enterradas en la capilla del hospital, las cuales están ahora enterradas justo donde nosotras teníamos los pies. Estábamos en la puerta principal del museo.
Dijimos adiós a los mables guardas jurados y, salimos, no corriendo, sino volando.
Si alguno de vosotros, viene o ya ha estado en este museo...que sepa lo que pisa o ha pisado.

Otra historia, leyenda y lo que sea, prometo que en aquella época, yo aún no había nacido, aunque faltaba poco.
Se dice que una noche de principios del siglo XVII, el abad de la Basílica de Guadalupe (Cáceres) España, vio que entraba un hombre de elegante apariencia que le solicitó la confesión, por lo que el abad pidió a unos familiares que iban a cenar con él que le esperaran unos minutos. Después de un rato, el abad salió con el rostro pálido, y cerró las puertas, por lo que sus familiares se extrañaron y le preguntaron por qué cerraba si el hombre elegante aún no había salido, sin embargo, el abad se negó a contestar y los apuró a dejar el lugar.
Ya en casa de los familiares, uno de los sobrinos le preguntó qué había pasado, el Abad llevó su mano derecha hacia su oído , haciendo notar que se le dificultaba escuchar. Después de que el sobrino le hiciera nuevamente la misma pregunta, el Abad respondió que el hombre que había estado en la Basílica horas antes...era un muerto que había venido de ultratumba para confesarse, y que después de escuchar la confesión tenía dificultad para escuchar por el oído derecho.
El Abad nunca pudo contar lo que le había dicho el misterioso personaje, guardando el secreto de confesión, y quedó sordo del oído derecho para siempre.

La curiosidad me corroe...¡¡¡Cuánto daría yo por saber lo que le dijo!!!

No cuento más historias por hoy el mes de Noviembre es muy largo y no sea que no pueda alguien dormir esta noche...

lunes, 24 de octubre de 2016

Mas sobre el Padre Ángel

El padre Ángel ha transformado la iglesia madrileña de San Antón en un centro social, abierto las 24 horas del día. Es el único de este tipo en toda España y seguro que en todo el mundo. Ofrece desde asistencia sanitaria y psicológica a confesionarios adaptados a personas con movilidad reducida, una máquina dispensadora de agua bendita, otra de alimentos no perecederos, conciertos de órgano, imposición de manos y unción de los enfermos, cepillos abiertos para depositar y recoger donaciones, pantallas de televisión en las que ofrecen conexiones en directo con el Vaticano o el arzobispado de Madrid, entrada libre de animales al templo y un largo listado de servicios que no acaba aquí.
Todos los que atienden en esta iglesia tan especial son voluntarios, desde sacerdotes jubilados -hay un total de 15-, 4 religiosas y unas 70 personas de apoyo. Los voluntarios son muy necesarios pues se reciben más de 450 visitas al día.

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Le decimos que es curioso ver animales de compañía en una iglesia y nos responde:
"Sí, aquí dejamos entrar a los perros con sus dueños y todos los años, el día de San Antón, patrono de los animales, los bendecimos".
Nos damos cuenta de que algunos entran solamente a utilizar los urinarios, dice el padre Ángel:
-Vienen porque no tienen otro sitio donde hacerlo. En los bares les exigen consumir para utilizar los servicios, y no tienen para pagar ni un café. Mejor que lo hagan aquí que en una esquina.
También hay dispensadores de agua bendita, al preguntarle que hace la gente con ella, nos dice:
-Una costumbre cristiana, es santiguarse con esta agua al entrar en una iglesia, según la tradición cristiana, perdona los pecados veniales o las faltas leves. Mira daño no hace...Yo en ese momento cogí una botella, la llené para embadurnarme cuando llegara a casa. El padre Ángel nos dijo que era potable...por si acaso.
En esta iglesia se recibe igual  a drogadictos, homosexuales o gente enferma, hacen caso al Papa Francisco cuando ha dejado muy claro que, " tenemos que bendecir a todos".
Nos damos cuenta que los cepillos están abiertos, ¿No es un riesgo?, le preguntamos y nos contesta.
-En esta iglesia decimos que cada uno deje lo que pueda y coja lo que necesite del cepillo. Y nadie ha robado nada. La gente es bondadosa y generosa.
El sacerdote reconoce.

-He cumplido un gran sueño con esta iglesia, porque desde que me ordené sacerdote quise tener un templo abierto todo el día en el centro de Madrid. Por aquí han pasado reyes, obispos, cardenales, presidentes, grandes actores, y todos han alabado nuestro trabajo. Es una iglesia en la que pobres y ricos comparten.




En las fotos veréis a nuestro admirado y querido padre Ángel con sus niños en el comedor.
Otra, para si alguno no le habéis visto con ropa talar, para que veáis que guapo está, y la otra, conmigo, aunque fue este verano, en las últimas no me gusto, y es que ya no salgo bien en ninguna...

lunes, 17 de octubre de 2016

Cosas que dan miedo

En todas partes hay fantasmas, fantasmitas y fantasmones. Yo hoy quiero hacer que alguien pase miedo y que mejor que hablar de fantasmas. Para los que creen que hay, para los que no y para muchos que saben que haberlos, haylos.
Están en varios sitios, en la calle, en las casas, en castillos...pero yo hoy he encontrado fantasmas en el metro.
De momento en Madrid y Barcelona, ya investigaré más:
Empezaré por la Capital:
A raíz de lo que ocurrió en Madrid aquel mal día de marzo del 2011, concretamente en la estación de Atocha, mucho se ha escrito y se ha contado y si me apuro un poco, he vivido.
Este caso lo contó una mujer:
Soy enfermera y un sábado que estuve de guardia toda la noche terminé mi turno a las ocho de la mañana del domingo, como siempre cogí el tren de cercanías el cual tenía que hacer transbordo en Atocha.
Cuando iba subiendo las escaleras metálicas, en la paralela a la mía subía un hombre de mediana edad vestido con un jersey color burdeos y un pantalón negro, era calvo y me miraba, por ese motivo me fijé más en él.
Cuando se acabó la escalera al final del tramo, me doy cuenta de que la escalera donde iba el hombre subiendo, ¡¡¡era la de bajada y, él había subido!!!
Me doy la vuelta para ver donde estaba y...Ya no le vi más. Por curiosidad y como un domingo a esa hora estaba la estación vacía, miré a todos los lados y nada, no le volví a ver.
Al día de hoy no se me ha olvidado ni su rostro, ni la ropa que llevaba puesta.

No dudo en absoluto de la veracidad de lo que nos contó esta mujer.
También en la estación de Tirso de Molina, que bien la conocen los madrileños hay sus más y sus menos.
Resulta que cuando se construía el metro en 1921, los obreros se toparon con el osario del Monasterio de la Merced, este Monasterio estaba en aquellos tiempos en el campo, pero como el progreso se extendía y el metro era algo muy bueno para Madrid, hicieron lo que hoy diríamos expropiar terrenos y bien que expropiaron pues arrasaron con cementerios, Monasterios y todo lo que pillaron por delante.
 Como iba diciendo, los obreros se toparon con dichos restos y no se les ocurrido nada mejor que coger los esqueletos, amontonarlos en los andenes y pusieron las baldosas que nosotros pisamos día tras día.
Durante la excavación del túnel los obreros contaban historias sobre gritos desgarradores de auxilio que venían del interior de la tierra.
Los vecinos hablan aún hoy del "fantasma de los obreros", un ente que se paseaba durante la construcción del metro por los túneles y muchos madrileños de a pie, confiesan haber oído gritos de socorro desde el interior del negro túnel mientras esperaban la llegada del metro, siempre a horas intempestivas.
Yo como muchos madrileños he ido varias veces a esta estación pero...desde que me enteré de este suceso...no he vuelto. También es verdad que no tengo porque ir por ese sector.

Y ahora voy con el metro de Barcelona, aquí no se libra nadie:
Hay una estación en el metro de Barcelona en la cual no quieren estar los jefes de estación, en otras palabras, nadie quiere trabajar allí.
El temor viene de una serie de suicidios en un corto espacio de tiempo, concretamente cuatro personas perdieron la vida en los railes en un mes, este dato (secreto, por otra parte), no supone el final de la historia.
Diversos jefes de estación que no se conocían entre si, dieron parte de haber presenciado en los monitores de tv. personas paseando por los andenes de una forma errática y aparentemente despreocupada, aunque...el último tren había pasado hacía mucho tiempo y la estación estaba cerrada al público.
Por este motivo, hay tortas de empleados que no quieren trabajar en dicha estación. Pero aquí no termina la cosa ya que en cierta ocasión un pasajero se acercó al jefe de estación y le preguntó con un extraño tono de voz, cuando iba a ser inaugurada la línea dos...Había sido inaugurada hacía siete años antes.
El jefe de estación salió corriendo y todavía lo están buscando.
De momento no voy a ir a Barcelona, no por falta de ganas, pero si por casualidad a algún barcelonés le interesa saber de que estacón hablo, lo digo...:
Es la estación de Rocafort, (L I )

lunes, 10 de octubre de 2016

Los Ángeles Custodios



Un año más hemos celebrado Los Ángeles Custodios Patronos de la Policía Nacional, no se si también son de la Policía Municipal, pues aunque mi padre era Brigada de este cuerpo nunca celebró patrón alguno, si lo hacía mi suegro, capitán de la Guardia Civil que como todos sabemos es la Virgen del Pilar. En los años que estuvo mi padre en activo no había festejos, ni siquiera libraban un día, sólo tenían un mes de vacaciones en el verano. Me parece muy bien que ahora tengan días de asueto, pero siento pena porque ni mi padre, ni sus compañeros tuvieron ese privilegio.
Fui invitada, como en años anteriores, por mi amigo Víctor (policía) compañero de la parroquia de La Santa Cruz.
Para hablar de Víctor hay que hacerlo en mayúsculas pero como él es muy modesto me limitaré a contar como vivimos este día.
Fue muy hermoso ver tantos uniformes, Policía Nacional, Guardia Civil, Marinos de carrera y algún que otro Municipal. También estaban autoridades civiles, Alcaldes de Coslada y San Fernando de Henares .  Eche de menos a Don Raúl López, ex alcalde de Colada al que respeto.
Ayudar a Víctor es un placer. Él organiza todo y además muy bien y siempre nos hace algún encargo:
En años anteriores mi cometido era pasar el cestillo para recoger limosnas, cosa que me ponía un poco nerviosa de ver que en el cestillo iba poco dinerillo para las iglesias que están poco menos que en números rojos.
 
Este año respiré un poco cuando me dijo que leyera el Salmo, esto ya me gustó un poco más. Lo hice acompañada por una policía joven y muy guapa que leyó la lectura, lo hizo muy bien y las dos salimos airosas.
La ceremonia organizada, como ya digo antes por Víctor, salió, como todos los años muy bien. Llegó al momento más emocionante cuando todos puestos en pie y recordando a los compañeros caídos, cantamos la "Muerte no es el final". Mientras por el pasillo central, dos policías, masculino y femenino, llevaban una corona de laurel con la bandera española, que depositaron en el Altar mayor. ¡¡¡Emocionante!!!
Terminada la ceremonia, todos nos fuimos a tomar un aperitivo, invitados por el Jefe Superior de Policía. Allí, todos unidos en hermandad con una copita de vino, dimos por finalizado el acto hasta el año que viene si Dios quiere. Seguro que querrá.
Si no es mucho pedir, me gustaría contar alguna anécdota de policías, empezando por mi padre:
Podría decir muchas cosas de su bondad, pero sólo os cuento esto que tiene un poco de gracia.
Un día que iba hacia su servicio en la Alcaldía de Chamberí, iba por la acera cuando le cayó un montón de basura encima. Lo inmediato, miró hacia arriba y vio a una señora que cerraba la ventana y se metía corriendo. Lógicamente subió, apenas llegó al descansillo le estaba esperando un hombre...decía: – Pase señor guardia que la mato, la mato, la mato.
Para resumir os diré que, no la mató, el buen hombre le pidió disculpas a mi padre y al no aceptar “una copita” por que iba de servicio, le invitó a un café y casi se hicieron amigos. La que peor se lo tomó fue mi madre que tuvo que limpiar el capote y le decía: -Por lo menos te lo podían haber llevado al tinte...
Otra anécdota preciosa es, aquella que un día de Nochebuena un grupo de policías que estaban de servicio llamó una niña pidiendo ayuda porque su amiguita Clara se había perdido en el parque y con el frio se pondría malita.
Cuando llegaron a la casa, vieron a la niña en la puerta, llamaron y salió la mamá la cual pidió disculpas y les dijo que, lo que había perdido la niña era su muñeca y que irían al día siguiente a buscarla. La mamá y la niña entraron en casa y los policías siguieron a su servicio.
Ya eran más de las 11 de la noche, cuando mandaron a los niños a dormir. Cuando la mamá entró a darle un beso a su hija, vio que tenía en sus brazos la muñeca por la que tanto había llorado. Levantó el visillo del cuarto de la niña y vio una pareja vestida de azul caminando hacia el coche Z que les estaba esperando.
Esta historia verdadera la he resumido, pero no me importaría escribirla en otra ocasión toda entera.
Como no hay dos sin tres, voy con la tercera, otro policía...VÍCTOR.
No puedo decir todo lo que se de él, pero si que todo el que le conoce, le quiere. Sus compañeros, sus amigos, los que estamos todos los domingos en la Parroquia en la misa, los sacerdotes y hasta el mismo Obispo de Alcalá...ahí es “ná ”.
Este hombre que lleva a un mendigo a cenar el día de Nochebuena a su mesa, que le da, además de la comida, ropa limpia y cama caliente... (claro que siempre donde hay un gran hombre, hay una gran mujer), porque no me diréis que un día tan señalado, aparece tu marido con un pobre bajo el brazo, sucio y tu con la mesa puesta, como la ponemos esos días, con el mejor mantel, la mejor vajilla...
No digo más cosas de él ni de su esposa, Manoli, porque me va a regañar, pero asumo todo lo que digo y, puedo contar más.
No se a quien ni donde van dirigidas estas letras, pues me ha encargado Víctor un resumen de la fiesta, lo hago por la Policía, los curas, la Guardia civil y todas las fuerzas armadas y especialmente...por mi querido amigo,  VÍCTOR.
 
Las fotografías me las ha mandado Víctor. Todos los años es el que organiza esta fiesta.
 

lunes, 3 de octubre de 2016

La fuerza del amor

Siempre se ha dicho que hay amores que matan pero nunca se dicen los amores buenos, los que ni matan ni hacen daño. Yo creo que, aunque digamos muchas cosas de los quereres, los hay casi siempre buenos. Hoy he visto a un policía llorar por un compañero...bueno esto ya lo contaré otro día, hoy vamos con dos casos de amor bueno:
Amor al maestro.

Un profesor universitario propuso a sus alumnos de sociología que hicieran un trabajo en los suburbios de la ciudad con el fin de recoger las historias de 200 jóvenes. La propuesta que les hizo incluía una previsión de cómo creían que sería el futuro de esos muchachos. Sin excepción, todos los estudiantes coincidieron en su pronóstico: ninguno tenía la más mínima probabilidad de éxito.
Transcurrieron 25 años y aquel estudio cayó en manos de otro profesor que decidió encargar a sus alumnos un seguimiento del proyecto para ver cómo era actualmente la vida de aquellos muchachos crecidos en un ambiente tan poco estimulante. Para sorpresa de todos, de los 180 individuos aún localizables, 170 no sólo habían estudiado una carrera universitaria, sino que destacaban entre los mejores abogados, médicos y hombres de negocios. El profesor quiso ir al fondo de la cuestión y encargó que les entrevistasen para conocer la clave de su éxito. Todos coincidieron en su respuesta:> tuve una maestra...<
Cuando finalmente lograron localizarla, la anciana aún muy lúcida, les desveló su secreto para salvar a aquellos niños: > Es muy sencillo. Yo los amaba <.

Esa es la clave: si haces las cosas con amor, lograrás sacar lo mejor de las personas.

Otro caso muy distinto, pero con mucho amor:

Eran sólo las 8.30 de la mañana, pero aquel anciano, de unos 80 años, había llegado el primero a la consulta del hospital para que le quitasen los puntos de una herida que se había hecho en la mano. Hasta las 9 no empezaban las visitas, pero el doctor lo vio tan impaciente que le hizo pasar para atenderle e intentar tranquilizarlo. Comprobó que la herida estaba bien cicatrizada y preparó todo para hacerle la cura. -No se preocupe, no es nada grave, en pocos días, apenas quedará marca, le comentó.
-No es eso lo que me tiene alterado. Sólo quiero acabar pronto para ir al geriátrico a desayunar con mi mujer, le explicó el señor mayor.
El doctor se preocupó también por la salud de ella y el anciano le respondió:
-Padece Alzheimer y hace tiempo que ya no sabe quien soy.
-¿Y usted sigue yendo cada mañana, aunque ella ya no le reconoce?, continuo el médico. A lo que el anciano, cogiéndole la mano y sonriéndole, contestó:
-Verá, aunque ella no sabe quien soy yo, yo aún sé perfectamente quién es ella.
Mientras intentaba contener las lágrimas por la emoción, el médico pensó: Ése es el amor que quiero yo para mi vida.

El amor verdadero que nunca deja de existir y que se entrega a cambio de nada.
¡¡Es muy hermoso amar!!