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viernes, 29 de abril de 2011
Pobre perro viejo
Te perdiste ya de grande
No tenés adónde ir
La gente no te mira
Vos buscás entre las piernas
Una mano que te quiera
Que proteja
Que alimente
No sabés cruzar las calles
Eso es mortal
Un nene te acaricia y vos
Lo festejás
Pero la madre teme que los sigas
y enfila a cualquier parte
Hasta perderte
¡Pobre perro viejo!
Dejame curarte las heridas
Que te cuide
Porque yo estoy tan perdido
Como vos
No tenés adónde ir
La gente no te mira
Vos buscás entre las piernas
Una mano que te quiera
Que proteja
Que alimente
No sabés cruzar las calles
Eso es mortal
Un nene te acaricia y vos
Lo festejás
Pero la madre teme que los sigas
y enfila a cualquier parte
Hasta perderte
¡Pobre perro viejo!
Dejame curarte las heridas
Que te cuide
Porque yo estoy tan perdido
Como vos
jueves, 17 de junio de 2010
Los perros de Pavlov
Pavlov es el nombre de uno de los asistentes convocados por algún dios inseguro que quiere encontrar leyes universales en el mar de nuestra incertidumbre.
Que no se nos haga agua la boca la próxima vez que toque la campana Pavlov, así su preocupado jefe entiende que la conducta humana es imprevisible, incluso para los dioses como él.
Iván Pavlov
Que no se nos haga agua la boca la próxima vez que toque la campana Pavlov, así su preocupado jefe entiende que la conducta humana es imprevisible, incluso para los dioses como él.
Iván Pavlov
martes, 18 de mayo de 2010
Perro viejo
Estaba en la puerta de un garage. Cadera ladeada, caminaba con mucha dificultad buscando una buena forma para echarse. Parecía que custodiaba la entrada desde siempre. Me quedé un rato observándolo y luego me acerqué para tomarle una foto. No pudo ser. Con un gruñido terrible me demostró que seguía siendo un duro. Sus feroces ojos cansados me dijeron:
No te confíes. Aún puedo hacerte daño.
Le hice caso, por supuesto, y me fui sin la foto.
No te confíes. Aún puedo hacerte daño.
Le hice caso, por supuesto, y me fui sin la foto.
viernes, 20 de noviembre de 2009
2 x 1 desde algún lugar de Buenos Aires al que llamaremos "N"
El malentendido
El tipo dijo "a"
Y una entendió "b"
Otro interpretó "x" y dijo ¡sexista!
Aquella sospechó "h" y lanzó ¡cobarde!
- Pero...¿qué pasa con todos? ¡si yo dije "A"! (gritó)
La primera entendió "zzz" y se durmió
El Psico Otro desentrañó "abcdefg" pero le erró
Aquella imaginó una barriobajera "ñ" y se alejó.
- Yo entendí "a"...dijo Alma Bonita
El tipo la invitó a "o" y ella aceptó
Ahora son gemelos corazones doble "l"
Una ordenó un "shhhhh" lleno de envidia
Otro supuso libidinosas triples "x"
Y aquella se plantó en "H"
triste y muda
Al tipo no le importó
Es que él y Alma Bonita sólo piensan en ser "2"
Y eso, puede entenderlo cualquiera
El perro
Soñé con un gran perro que en dos saltos
Trepaba a un árbol y en la copa
Arriba de las hojas
Asomaba la cabeza y reía.
Quise tomarle una foto pero
-no sé por qué-
No podía.
El perro me observó desde lo alto
Seguía riendo
Y bajó en dos trancos
Luego se fue por sus dominios
Ahí desperté y junto a mí
Mi gata me miraba, celosa.
El tipo dijo "a"
Y una entendió "b"
Otro interpretó "x" y dijo ¡sexista!
Aquella sospechó "h" y lanzó ¡cobarde!
- Pero...¿qué pasa con todos? ¡si yo dije "A"! (gritó)
La primera entendió "zzz" y se durmió
El Psico Otro desentrañó "abcdefg" pero le erró
Aquella imaginó una barriobajera "ñ" y se alejó.
- Yo entendí "a"...dijo Alma Bonita
El tipo la invitó a "o" y ella aceptó
Ahora son gemelos corazones doble "l"
Una ordenó un "shhhhh" lleno de envidia
Otro supuso libidinosas triples "x"
Y aquella se plantó en "H"
triste y muda
Al tipo no le importó
Es que él y Alma Bonita sólo piensan en ser "2"
Y eso, puede entenderlo cualquiera
El perro
Soñé con un gran perro que en dos saltos
Trepaba a un árbol y en la copa
Arriba de las hojas
Asomaba la cabeza y reía.
Quise tomarle una foto pero
-no sé por qué-
No podía.
El perro me observó desde lo alto
Seguía riendo
Y bajó en dos trancos
Luego se fue por sus dominios
Ahí desperté y junto a mí
Mi gata me miraba, celosa.
jueves, 5 de febrero de 2009
Los perros
Hoy venía por el parque y al ver a las dos “clases” juntas por primera vez, me cayó la ficha. Creo que los perros callejeros, cuando tienen dueño, son más felices que los perros de departamento. No se trata que éstos sean de raza y aquellos no, porque las procedencias no respetan los destinos: un perro caro puede terminar en la calle y uno mestizo en el superpiso de Recoleta. Me refiero a la actitud, a la mirada, a la alegría. Creo que el que es llevado por el paseaperros no sabe bien si es un perro, un juguete o un adorno. Encima en Buenos Aires muchas veces los tienen en sitios que no son acordes con su tamaño. Comen bien y duermen bajo techo, pero ven a su dueño dos horas por día y casi no pueden correr.
Los otros pasan frío y por ahí no comen tan fino, pero saben que tienen una misión. O varias: cuidar a su dueño cuando duerme, darle calor (pasar las noches en las calles de la gran ciudad siempre es peligroso); vigilar las pocas cosas del jefe cuando se va; acompañarlo en la búsqueda de cartones y cualquier trasto que se pueda vender. Mientras hace alguna de estas cosas también puede darse una vueltita solo, por ahí. Y siempre sabe regresar, claro.
Con esto no quiero hacer una apología de la miseria. Lo que digo es que me gusta que a los perros no les interese el CC.VV. de sus dueños, sino que prefieran a los que además de quererlos, respetan su esencia. Por eso, cuando veo al perro del cartonero no me dejo engañar por la tristeza de su dueño. Sé que él es mucho más que una “mascota”: es el que le cuida las espaldas. El compañero, agradecido y leal hasta el final. Y ese perro es más feliz que el cuzquito de la señora del 4 “A”. A mí me parece, bah.
Los otros pasan frío y por ahí no comen tan fino, pero saben que tienen una misión. O varias: cuidar a su dueño cuando duerme, darle calor (pasar las noches en las calles de la gran ciudad siempre es peligroso); vigilar las pocas cosas del jefe cuando se va; acompañarlo en la búsqueda de cartones y cualquier trasto que se pueda vender. Mientras hace alguna de estas cosas también puede darse una vueltita solo, por ahí. Y siempre sabe regresar, claro.
Con esto no quiero hacer una apología de la miseria. Lo que digo es que me gusta que a los perros no les interese el CC.VV. de sus dueños, sino que prefieran a los que además de quererlos, respetan su esencia. Por eso, cuando veo al perro del cartonero no me dejo engañar por la tristeza de su dueño. Sé que él es mucho más que una “mascota”: es el que le cuida las espaldas. El compañero, agradecido y leal hasta el final. Y ese perro es más feliz que el cuzquito de la señora del 4 “A”. A mí me parece, bah.
martes, 18 de noviembre de 2008
Un notario, un perro y un mediodía nublado
Música: La libertad
Almorzaba hoy en San Isidro, adonde fui por cuestiones de trabajo, y que como queda algo alejado de Buenos Aires tiene la tranquilidad de los barrios.
Aunque estaba nublado elegí una mesa en la vereda arbolada y pedí un poco de asado y vino, es decir algo así como la mismísima naturaleza argentina.
Estaba solo y hojeé el diario. El lugar aparecía despoblado, hasta que llegaron dos parejas que se ubicaron al lado mío.
No quise, pero uno de los hombres hablaba alto. Entonces, además de oírlo le escuché contar que no sólo él era escribano, sino que también lo era su padre, como también lo fue su abuelo, e incluso sus tíos abuelos.
Imposible no observarlo. Era un muchacho, no más de treinta años, aunque parecía de cuarenta. Tampoco fue posible no advertir que lo contaba con falso orgullo, que quería en realidad esconder cierta tristeza. No tengo nada contra ninguna profesión. A cada uno la vida, o nosotros mismos, nos pone en lugares insospechados, y cada ocupación es valiosa para la comunidad. Eso vale para todos los trabajos, incluso los menos glamorosos.
Lo que no me gusta es cuando alguien no puede elegir, como me parecía era este caso: si tu papá tiene el mismo trabajo que vos, O.K. Pero si además lo tiene tu abuelo y tus tíos abuelos, me parece que hay algo que no funciona bien. Que no elegiste. Mc Cain por ejemplo, que es nieto de militares… ¡y todos se llaman John!
Mientras pensaba en esas cosas llegó mi comida. La verdad que la carne estaba algo dura. En ese momento se acercó un perro, ya que como se ve en la foto (es el verdadero restaurante) estaba en la vereda. El tipo parecía de raza, pero al rato de observarlo, me di cuenta que era callejero, que ningún dueño lo esperaba. Le di un pedazo de carne, y contentísimo, se quedó haciendo guardia.
Le dije que le iba a dar más con la condición de que se fuera después, porque no quería que me siguiera. Bueno, no se lo dije exactamente así, que tampoco estoy loco. Fue apenas un murmullo. Me miró a los ojos, y no me contestó nada, claro.
La mesa del notario dedicó una mirada al tipo que hablaba con el perro, y siguieron hablando de negocios imposibles.
Después del primer pedazo, le di otro, y luego otro. Al final, comimos mitad del plato cada uno. Cuando terminó, me movió la cola. Lo acaricié un poco, y les juro que me sonrió. Después de eso se fue sin volver la vista atrás.
Eso es lo que sucedió este extraño mediodía de escribanos y perros que lo entienden todo.
Lamenté no llevar la cámara, pero podría decirse que era parecido a éste.
miércoles, 13 de agosto de 2008
El homeless no estaba y el perro se enojó...
martes, 12 de agosto de 2008
La Catedral del hombre que desmintió su suicidio
La Argentina está loca. Me refiero al país. Pero en realidad siempre estuvo loca. A comienzos del siglo pasado éramos potencia mundial. No sé si el cuarto o quinto país del mundo, pero que éramos "top ten" no había ninguna duda. Era un destino de oro venir aquí. Aunque luego, bueno, el reparto de la riqueza no fuera muy justo que digamos. Pero Argentina se construyó en esa época. Se compraban los planos hechos de edificios que a las familias ricas les gustaba de Europa, se traía también al arquitecto, a los materiales (que venían en los barcos vacíos, luego de descargar nuestras riquezas naturales) Y así se edificó nuestra ciudad. Las bóvedas de los cementerios también se “importaban”.
Pero Argentina siempre estuvo loca. A la vuelta de mi casa está la Catedral. No, no es una iglesia, pero todo el mundo la llama así. Es una dependencia de la Facultad de Ingeniería. Aunque cuando se la construyó se pensó para la Facultad de Derecho.
Se hizo un concurso y lo ganó un arquitecto uruguayo llamado Arturo Prins. Su proyecto era un edificio estilo Luis XIV, pero las autoridades universitarias decidieron sobre la marcha cambiar ese estilo por uno gótico, y le encargaron al uruguayo llevar adelante el nuevo proyecto, aunque el primero ya estaba en marcha. Año 1.912.
Empieza a reformarlo constantemente: cambia planos, cambia construcciones. Entonces el costo se dispara. La universidad no tiene dinero, y el hombre comienza a trabajar en forma interrumpida, según llegaran los fondos. En 1.925 se lo inaugura parcialmente. El edificio pensado para una manzana entera termina reducido a la mitad.
Se decide trasladar la facultad de Derecho a otro sitio. Sigue el problema de dinero, por eso es que se resuelve habilitarlo con la fachada exterior sin terminar. Pasan veinticinco años. La obra sigue a medio terminar, y empiezan a rumorearse graves errores de cálculo.
En 1.938 se paraliza definitivamente la obra. Se rumorea que el ingeniero –que estuvo siempre al pie del cañón- se suicidó, angustiado por esos errores de cálculo, o por no haber podido terminar su obra. Pero un amigo lo encuentra por la calle y le relata el trascendido. El ingeniero Prins suelta una carcajada y lo tranquiliza. Le dice que no se ha suicidado, y que podría hacerlo por muchos motivos, pero nunca lo haría por no haber podido terminar una obra.
La universidad despide al ingeniero, le rescinde su contrato. Prins muere definitivamente en 1.939.
¿Cómo quedó el edificio? Sin revestimiento exterior, y por sus formas es un megapalomar. Pero tiene lineas delicadas, estilo gótico o neogótico, unas puertas y vitraux fantásticos, y una magnífica escalera central. Damas y caballeros. Con ustedes, la catedral a medio hacer, que está a la vuelta de mi casa.
Esta casa está a dos cuadras y también la construyó Prins, como vivienda para el personal de la universidad. Y sí está terminada.
Pero Argentina siempre estuvo loca. A la vuelta de mi casa está la Catedral. No, no es una iglesia, pero todo el mundo la llama así. Es una dependencia de la Facultad de Ingeniería. Aunque cuando se la construyó se pensó para la Facultad de Derecho.
Se hizo un concurso y lo ganó un arquitecto uruguayo llamado Arturo Prins. Su proyecto era un edificio estilo Luis XIV, pero las autoridades universitarias decidieron sobre la marcha cambiar ese estilo por uno gótico, y le encargaron al uruguayo llevar adelante el nuevo proyecto, aunque el primero ya estaba en marcha. Año 1.912.
Empieza a reformarlo constantemente: cambia planos, cambia construcciones. Entonces el costo se dispara. La universidad no tiene dinero, y el hombre comienza a trabajar en forma interrumpida, según llegaran los fondos. En 1.925 se lo inaugura parcialmente. El edificio pensado para una manzana entera termina reducido a la mitad.
Se decide trasladar la facultad de Derecho a otro sitio. Sigue el problema de dinero, por eso es que se resuelve habilitarlo con la fachada exterior sin terminar. Pasan veinticinco años. La obra sigue a medio terminar, y empiezan a rumorearse graves errores de cálculo.
En 1.938 se paraliza definitivamente la obra. Se rumorea que el ingeniero –que estuvo siempre al pie del cañón- se suicidó, angustiado por esos errores de cálculo, o por no haber podido terminar su obra. Pero un amigo lo encuentra por la calle y le relata el trascendido. El ingeniero Prins suelta una carcajada y lo tranquiliza. Le dice que no se ha suicidado, y que podría hacerlo por muchos motivos, pero nunca lo haría por no haber podido terminar una obra.
La universidad despide al ingeniero, le rescinde su contrato. Prins muere definitivamente en 1.939.
¿Cómo quedó el edificio? Sin revestimiento exterior, y por sus formas es un megapalomar. Pero tiene lineas delicadas, estilo gótico o neogótico, unas puertas y vitraux fantásticos, y una magnífica escalera central. Damas y caballeros. Con ustedes, la catedral a medio hacer, que está a la vuelta de mi casa.
Homeless viviendo en el lateral de la Catedral. Su perro fiel desconfía de este cronista, y en segundos saldrá a ladrarle y echarlo, lo que por supuesto logró. Adivinan qué es ese techo azul? Sí!! A casi cien años de iniciado, el edificio está en...obras
Esta casa está a dos cuadras y también la construyó Prins, como vivienda para el personal de la universidad. Y sí está terminada.
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