domingo, 29 de noviembre de 2020

"zapatos" y "paraguas"...

  




¿Eres el paraguas bajo el que te cobijas cuando llueve. Los zapatos que calzas? ¿El traje de los domingos, a diferencia del pijama que usas por las noches? ¿Eres la máscara con la que cubres tu rostro en carnaval?

¿Eres la máscara tras la que te identificas y ocultas día a día en tu vida?

¡Es claro que dirás que no! Pero no todos afirmarán lo mismo… Hay muchos que ya saben que si bien hollan desde siempre los caminos de Palestina (sinónimo del mundo tal cual lo percibimos), ¡no son!

Lo que tú creas de ti mismo, respetable, no es la razón de este escrito hoy. Sino el hecho de cómo se percibe a los demás… Cómo se reacciona ante ellos. A sus acciones, palabras, sentimientos, etc.

Cuando alguien hace algo que no gusta, se tiende a considerarlo como negativo, desfavorable, no apto para la convivencia y por ello repudiable. Cuando no reo de castigo. Otros pensarán de ti lo mismo. ¡Y así va el mundo!

En el eterno juego del pin pon. Pelota va pelota viene. Apariencia va apariencia viene de vuelta. Nacimiento, tránsito y partida. Y vuelta a empezar… Y así desde la noche de los tiempos.

En medio… Las interminables justificaciones, por llamarlo de alguna manera, que, individualmente o en conjunto, nos damos unos a otros para explicar qué hacemos aquí!

No es mi intención, líbreme Dios, desmontar el entramado que cada quien habrá construido de sí mismo y circunstancias para sobrevivir en este caminar… hacia sí mismo. Un sí mismo oculto tras capas y capas de creencias, algunas ignorancias, ideas, filosofías, religiones, etc.

¡Cuál cebollas! Y como ellas, cuando se va quitando capa tras capa, al final no hay nada especial. Solo TÚ. El gran desconocido durante esta travesía.

¡Cuando la gota que crees ser desaparece, aparece el Océano que ya eres!

No se trata de que no reacciones, humanamente hablando, con desagrado y señalamiento a quienes destacan por sus acciones no adecuadas. Claro que no. Sigue con tu rol, con tu papel en esta sociedad, mundo, etc. Hoy no podrías hacer otra cosa.

¡La clave hacia el despertar, el encuentro con uno mismo, es ser consciente de que hagas lo que hagas, lo que te afecte de los otros (en cierta manera tú mismo), sus máscaras, sus acciones, puede ¡¡no ser real!!

La sencillez de este detalle, consciencia más allá de las apariencias que te provoca el mundo, que no siempre es fácil de aplicar, es la semilla que, no pareciendo hoy casi nada, irá fructificando instante a instante.

¿Mis capas de cebolla? ¡Ayer interminables! ¡Hoy ya no llevo la cuenta! ¡La vida fluye a su ritmo!  



sábado, 14 de noviembre de 2020

Uno vuelve siempre a los viejos sitios...



...donde amó la vida.

Y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas queridas.

(...)

En la luz mayor de este mediodía.

Donde encontrarás con el pan al sol las cosas queridas.

_______________._______________

"Canción de las simples cosas".

Canción extraída del blog de nuestro común amigo Joaquín. http://paisajesquerretornan.blogspot.com/


¡Feliz fin de semana! ¿La vida?... ¡Para vivirla!

domingo, 8 de noviembre de 2020

Son tú mismo...

 


Si quieres que los geranios que florecen en primavera en tu jardín, macetas en el balcón, etc., sigan haciéndolo, tendrás que cuidarlos.

Y si alguno se seca, se va, cosa natural con las plantas, deberás sustituirlo si, realmente, quieres que sigan floreciendo en tu vida.

Y que cada vez van quedando menos… amigos.”

Estas palabras pronunciadas recientemente por un amigo, ciertas en parte, son parecidas a las que sostenía mi padre no hace mucho. Cumplidos los cien años en Febrero, se fue en Marzo.

Decía que puesto que él seguía cumpliendo años, y otros amigos no, se iba quedando sin ellos. Y era cierto. Aquellas personas que compartieron años con él, desde la niñez en adelante, quienes se dejaron huella mutuamente, muchos de ellos partían antes… ¡Ley de vida!

Y sin embargo si quieres realmente “conservar” amigos, tendrás que jugar a sustituirlos.

La vida no es un kleenex con el que enjugar lágrimas por el propio proceso natural de ella misma…

(Desde que le oí la frase, y hace años ya, voy dejando semillas de mí en la mayoría de los/las amigas de mi hija y nietas. Y cuando le comenté, riendo, esto a una de ellas, dijo que nunca había caído en cuenta, pero que desde ese día tomaba nota. Y me consta que no lo olvidará.)

A diferencia de quienes van cuidando que el número de amigos no crezca…, los cuentan con los dedos de una mano, pues consideran que amigos amigos hay pocos, los demás solo conocidos, reconozco que amigos hago/tengo a miles de miles… Pues donde quiera que vaya, comparta una sonrisa, estreche una mano o cruce una mirada amable, ¡amigos!

Amigos por doquier. ¡Ábrete a ellos! Ni van a pedirte dinero ni que les cedas habitación en tu casa.

¡¡Son tú mismo… un poco más allá!!

domingo, 1 de noviembre de 2020

¿Soledad?... ¡No gracias!

 


Quienes escribís poesía, poetas o no, sabéis que en ocasiones se emplean las estaciones del año como símbolos de etapas o tramos de vida… vivida.

Primavera como juventud… Verano como plenitud o época central… Otoño como época encantadora en sus muchas variantes… Colores en la naturaleza, siega, almacenamiento de la cosecha, descanso… Creatividad. ¡Actividad!, etc.

Ya la cuarta estación, siendo real también y representando sus propias características, tramos y circunstancias, no la voy a definir. ¡No estoy ahí! Y sí, nací en el 48!

Viene esta reflexión a cuento a que también en las relaciones sociales puede suceder algo parecido a las estaciones. Primera, segunda, tercera etapa y… ¡adiós! (Adiós a las personas, en ciertas situaciones, no otra cosa).

Cierto que todas ellas, las etapas, no tienen que tener el mismo tiempo que las cronológicas. Ya que algunas se alargan o acortan por variados motivos. Pero sí que eso del “otoño” y ¡adiós! suele darse…

Y no cabría llorar por ello. Y menos con las edades nuestras…, en las que esos “otoños” suelen coincidir con los nuestros propios. Encantadores sin duda. Pero ya faltos de metas huecas, de ayeres trascendidos y, ¡con nuevas metas en el devenir inmediato!

No caben pues, no deberían caber, remilgos si un amigo/amiga, e incluso familiares, gente conocida, te plantea cuestiones, propuestas, deseos, de cambiar, probar más bien, aspectos tal vez limitados de/en tu vida.

¿Cuáles?… Poner cada uno nombre a lo que os han podido sugerir, con el mayor respeto y aprecio, y también con atrevimiento y valentía. ¡Naturalidad! Y por supuesto lo que vosotros mismos querríais/necesitáis de otros.

Pero que no ha sido expuesto con la soltura y claridad que, tal vez, la cosa requiriese. Le pongo nombre porque mi explicación anterior pudiese quedar algo poco clara.

La soledad! La soledad de esas personas, no todas desde luego, que ven/viven sus vidas sin compartirlas con nadie… Más allá de ese habitual parecer… Pero que les gustaría, necesitan, hacerlo con alguien.

¡Quién esté libre… tire la primera piedra!

Y no me refiero a quienes en su soledad actual, mantenida, se encuentran cómodos. Sino a esa otra impuesta por la vida, y sobre todo por las limitaciones emocionales, cuando no simplemente sociales, de “el qué dirán”, “qué pareceré”, etc., que la sociedad impone!

No se trata de prender fuego a las naves o puentes para forzar un “avance”, sin retroceso, que muchos no sabrían conjugar, es más bien, y dentro de las necesidades emocionales, afectivas, de cada quien, saber compartir espacios, tiempos, lugares, preferencias o deseos que, ayer estaban presentes en sus vidas de manera natural.

¡Invita a alguien a tomar café un sábado por la tarde en tu casa! Y queda con él/ella para el paseo del domingo. Otro día quedar ambos para comer en la casa de uno de vosotros. E ir al cine más tarde. Poco después, el cenar juntos en casa surgirá de manera natural… A partir de ahí, creo, ya no sería necesario ir llevándoos de la mano…

Respetad vuestros propios espacios, libertad, independencia, pero compartid lo que ambos deseéis.

No forcéis nada. Y si entre esas etapas tiene que trascurrir tiempo, ¡ni preocupar! Disfrutad de los logros conseguidos.

¡Son bendiciones al alcance de la mano!… De quienes tienen la capacidad de abrirlas para recibir.