Entre las mujeres suele suceder que las que parecen más declaradamente sexy y femeninas, sean con frecuencia las que menos responden a cualquier aproximación directa y personal. Birwhistell establece una diferencia bastante fácil de observar en prácticamente cualquier reunión. La mujer sexual puede empezar la noche apartada a un lado y con aspecto poco interesante; pero cuando habla con un hombre que le gusta, todo su rostro y hasta la postura de su cuerpo cambia. El hombre que llegue a percibid este hecho podrá sentir que, de alguna manera misteriosa, él le ha hecho hermosa.La mujer sexy, por otra parte, es la que lleva grandes escotes y está rodeada de hombres. Pero los hombres que la rodean están allí porque, en realidad, no les gustan las mujeres y consideran que ése es el lugar más seguro de la reunión. La mujer sexy está tan ocupada emitiendo la señal de <<soy una mujer... soy una mujer... soy una mujer...>> que no exige nada del hombre que está a su lado, excepto su total atención; está tan enfrascada en el desempeño de su papel, que no tiene ningún interés real en sus compañeros. En el fondo es una figura trágica. Probablemente de pequeña aprendió a ser una niñita dulce y condescendiente, para agradar a sus padres, que gozaban luciéndose con ella; al mismo tiempo esto le enseñó que con frecuencia las personas se tratan mutuamente como posesiones. A medida que creció, comenzaron a abordarla hombres que en el fondo no gustaban de las mujeres. Usaban su compañía simplemente para probar su hombría, haciendo de ella lo que las feministas llaman un objeto sexual. Al final se transforma en una mujer frágil y crispada, que presenta una imagen muy simple se sí misma y ofrece una mercancía muy simple. Puede que incluso diga <<A los hombres sólo les interesa una cosa...>> Pero en realidad es ella la que no tiene nada más que ofrecer. Nunca aprendió a responder o comunicarse con otro ser humano.
La comunicación no verbal - Flora Davis
Hace un par de días que estoy leyendo este libro, que nos recomendaron en clase. Y hasta el momento me está encantando, porque habla de cosas que parecen pasar desapercibidas en nuestro día a día y de las cuales, sin embargo, somos plenamente conscientes sin saberlo.
Ayer, en el metro, me llamó especialmente la atención este fragmento. No sólo porque siempre he pensado que la identidad de género en las culturas, cómo se contruye la personalidad y cómo aprendemos a ser quienes ¿debemos? ser en la sociedad es algo muy interesante, sino porque precisamente estos días ha estado en boquilla de todos -y más en la carrera- un anuncio que recientemente se ha empezado a emitir en televisión.
Como veis, se trata del anuncio de Qé! Crack, muy criticado aunque también bastante defendido a la vez (sólo basta con mirar los comentarios en el vídeo colgado del canal de la marca de Youtube).
Para empezar, aclarar que no, no me gusta. Me parece horrible, si debo ser franca. Adaptar tendencias de Internet como el "Ola k ase" a un público juvenil al cual va dirigido el producto y que usa estas tendencias, vale. Pero la broma que surge de la confusión lingüística no me parece aceptable. En clase nos enseñan que recurrir a tópicos -sobre todo estereotipos de género- es algo que se utiliza demasiado a menudo, aunque se debería cambiar. Nos enseñan sociología y antropología, comunicación, nos enseñan a pensar y juzgar. Pero después enciendes el televisor y ves estas cosas. De hecho, si fuera un producto dirigido a un público más adulto, quizás pasaría más desapercibido, sería menos criticado.
Lo que a mí, y creo que a la mayoría de gente no le hace gracia, es enviar un mensaje tan confuso y sexista a un público que debe estar entre los 10 y los 16 años, cuando todavía los niños están aprendiendo a "ser chicos", y las niñas a "ser chicas". No me parece bien que supuestamente enseñemos a los niños a "ser respetuosos con las niñas" y a las niñas a que "deben ser respetadas por los niños" cuando después aparecen anuncios así en televisión, que acaban lanzando mensajes totalmente opuestos a los que supuestamente enseñamos. De todas maneras, ¿por qué enseñar a los pequeños antes a ser respetados por los demás o a respetar a los demás en vez de primero demostrarles que a quien más deben respetar es a sí mismos? En mi opinión, es ahí donde surge el problema. Si alguien sabe respetarse desde el principio, desde siempre, sabrá que de la misma manera el resto merece el mismo trato.
¿Qué relación tiene esto con el libro de Flora Davis? En La comunicación no verbal, Flora Davis dice una verdad enorme. Hoy en día no juzgamos a un niño por jugar con muñecas quizás, pero tampoco lo animamos a hacerlo. En cambio, sí que lo animamos a jugar con la pelota. A lo que me vengo a referir, es que todos, absolutamente todos y cada uno de nosotros, enseñamos a los más pequeños a ser lo que se supone que deben ser. Decimos estar en el siglo XXI, decimos ser modernos y abiertos de mente, y sin embargo, todavía tenemos muchos prejuicios calcados en nuestra mente, tatuados en nuestros pensamientos, impidiéndonos juzgar objetivamente cada acción, cada movimiento, cada elemento de esta sociedad...