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jueves, 5 de marzo de 2015

De negros y Economía


La humanidad se divide en dos grandes grupos: los que saludan efusivamente a los negros que venden pañuelos en los semáforos y de vez en cuando les dan una propina, y los que están hartos de ellos y suben la ventanilla cuando el coche se aproxima a la luz en rojo. Bien pensado hay un tercer grupo, que a escala global es el más numeroso: el de los mismos negros que venden los pañuelos. Para aclarar la metáfora (en realidad se trata de una sinédcoque, pero no quiero que me acusen de pedante), cámbiese negro por persona de color (blanco, negro, marrón, amarillo...); es decir, persona a secas, y cámbiese que venden pañuelos en los semáforos por que se buscan la vida como pueden, y en muchos casos no la encuentran (la vida), por lo que acaban muriendo jóvenes (de hambre, de enfermedades que se habrían evitado con una simple vacuna...). Es la vieja cuestión de siempre entre los que tienen las habichuelas resueltas y los que tratan de apañárserlas. A los primeros les suele molestar tener por vecinos a los segundos, mientras que éstos si pueden se tiran al palo y ven una jauja donde otros pelean cada día a dentelladas en sus cuellos blancos para ganar no el pan, sino una cesta de oro donde situarlo. Acabo de leer en un periódico inglés de internet unas declaraciones de todo un director del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en que anuncia 'The Best Economic News In Human History'. ¡Ja! ¿Y cuál es la maravillosa nueva? Pues el progreso tecnológico, cómo no habíamos caído antes, que elevará el nivel de vida de todos y cada uno de los habitantes de la Tierra. La escasez, pues, no será ya un problema gracias a esta revolución tecnológica que deja en pañales a la industrial. ¡Pobre ciencia económica, condenada a los libros de historia! No hay nada como sacar frases de un contexto para reírse de una persona importante y hacer titulares. Algo habrá de verdad en todo ello, es cierto, pero me temo que el "para quién" producir seguirá siendo la pregunta no resuelta por la venerable Economía, empecinada en el qué y el cómo. Los negros seguirán vendiendo pañuelos en los semáforos, y los que no llegaron a jauja pasarán miseria, si no hambre, y guerras, y crueles enfermedades. Algo hemos avanzado, pero ellos (los "negros") van caminando hacia atrás.

domingo, 8 de febrero de 2015

Aunque la eternidad no exista


Porque todo lo que reluce es humo, y nuestra dicha está en capear los temporales, engendrar hijos para quererlos, aunque la eternidad no exista, vivir sin miedo y desoír los cantos de sirena de una fe que sólo vive en los corazones atribulados. ¿Por qué no echar en cara las mentiras a quienes a duras penas nos toleran, tachándonos de infieles? La Tierra es un lugar extraño, como los seres que la habitan, que han conseguido explicar muchos misterios insondables. Es lícito ir más allá, pero también peligroso y estéril. La palabra Dios jamás debió inventarse.

jueves, 17 de octubre de 2013

Apuntes (188): Realidad incierta


Hay una dulzura inconfesable en recrearse en la muerte cuando se tiene lejos.

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Nadie ha vuelto del reino de Hades, jamás. Eurídice no soportó la luz del sol, se había despeñado al abismo antes de que Orfeo mirara hacia atrás.

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La palabra “siempre” está vacía de sentido, tanto como “nunca”.

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El gran drama del hombre contemporáneo es encarar la vida como si no hubiese un fin; medir el tiempo no por días, sino por años; hacer planes de eternidad sin creer en los dioses.

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Al fin estamos solos, ésa es la gran verdad.

lunes, 19 de agosto de 2013

Todas las noches


Todas las noches llaman a mi puerta, pero yo ya no quiero verlos. Me amparo en el silencio, y lo que un día fueron risas resuenan como aullidos en el cráneo de los amantes muertos. Entonces aprieto los labios, y cierro fuerte los párpados hasta que el gris se vuelve tiniebla, y mis dedos empujan por dentro los oídos, pero todo es vano: un resplandor de muerte penetra poco a poco en todo mi ser, y ya no me abandona hasta el amanecer. El día es un pánico creciente a la visita ineludible, y ya no sé cuándo han llegado y cuándo temo que ya están aquí; el sufrimiento es el mismo. Tendré que dejarles entrar, quizás mañana, no puedo resistir muchas más noches. Y sé que entonces habrá llegado el fin, la voz de los amigos del pasado recorrerá mi estancia; todos los himnos, todos los libros, las horas vomitadas de la juventud. Seré arrastrado por la inmundicia acumulada hacia un destino incierto, negro y pavoroso.

miércoles, 5 de junio de 2013

Mi verdad sobre la verdad


Desconfía de los que ven todo claro, de los dueños de la verdad. Porque la verdad no tiene dueño, como no lo tiene el aire que respiramos. Nadie posee la razón sobre nada, pero tampoco todo es relativo, ni en el punto medio está la virtud: sencillamente hay múltiples visiones, unas más compartidas que otras, unas más respetables que otras, pero todas ciertas para quien las experimenta. El único límite válido está en la ética y la moral, y éstas cambian con el tiempo y el lugar. Es lo único con lo que contamos para reivindicar una verdad no revelada (la revelada, más que verdad es tiranía).

miércoles, 15 de mayo de 2013

Apuntes (186): Wine and roses


Unos grados de más, el viaje del sol que se demora, un minuto de silencio bajo los árboles, y al fin desaparecen las insoportables y tediosas brumas del invierno.

                                        ~

El mes más cruel es siempre el más feliz.

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No hay días de vino y rosas sin borracheras ni espinas, pero eso pertenece al futuro.

                                        ~

La musa es ciega y sorda, pero posee una belleza irreal y tiene una voz maravillosa que nos hace cosquillas en el estómago.

                                        ~

No hay peligro mayor ni más cierto que la muerte. Seamos, pues, valientes y disfrutemos cuanto podamos. 

                                        ~

La verborrea del mirlo llena de rumores los jardines.


sábado, 11 de mayo de 2013

Del Tiempo


El Tiempo es nuestro amo. Nos aupamos a él al nacer y ya es imposible descabalgar. Es una cárcel implacable que nos conduce a la muerte, y a cada instante van subiendo en su lomo nuevos pasajeros que nos acompañarán en nuestro destino antes o después, con los que compartimos cabalgadura y sabemos unos de otros mediante un invento llamado historia. Quiero pensar que el Tiempo, nuestro Tiempo, no es único, y existen multitud de caballos alados que recorren caminos paralelos, gentes con historias diversas cuyos caminos nunca se cruzan, y que pueblan con una cuarta dimensión un mundo multiplicado hasta el infinito. Un mundo inconmensurable, múltiple de hombres y otros seres, de cosas que giran en espacios y tiempos innúmeros. Y aun así creemos, con razón, que somos algo... 

sábado, 16 de febrero de 2013

Apuntes (185): Nuestro Dickens particular


Los días caen como esos frutos que nadie se ocupa de recoger, y las ramas del árbol de la vida se van quedando desnudas. Pronto han de florecer engendrando más vida, y lo que era un suelo lleno de fruta podrida se convertirá en una alfombra de flores. Allí, en el suelo, se escribe nuestra historia. Cuando caiga el árbol hará mucho tiempo que faltemos de nuestra casa. Quién sabe, quizá hayamos emigrado a otros árboles, o a otro suelo, o a otras estrellas lejanas.

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Galdós es un maestro, nuestro Dickens particular. Los Episodios Nacionales son, junto al Quijote, los hitos de la novela española. Allí Galdós se agranda, se ve libre de tiranías de estilo o de género, y nos lleva de la mano en un viaje apasionante por la España del XIX. Una lectura actual, yo diría que imprescindible; la huella de un pueblo orgulloso del que hoy apenas quedan unos rescoldos.

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Así como a Dickens se le acusa de un excesivo sentimentalismo, se puede achacar a Galdós cierta grandilocuencia en los discursos de los personajes, pero lo que se pierde en realismo se gana en lucidez de pensamiento.

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Cuanto más estudio la Economía más perplejo me quedo ante esa ciencia imprecisa e ingrata, que no resuelve nada, y que adolece de un utilitarismo claramente destructivo.

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No es cruel abril, ni el tiempo que pasa, ni los animales, ni los hombres. Lo cruel es la distancia, y las ilusiones nunca del todo apagadas.

martes, 25 de diciembre de 2012

Christmas Truce



Es Navidad, un año más, el día en que quien es feliz comparte la alegría que le inunda y el infeliz ve amplificada su desdicha. Lo de menos es que haya nacido un Salvador, porque todo aquel que no sea un idólatra sabe que eso nunca sucedió, ni sucederá, y por otra parte no hay nada de lo que tengamos que salvarnos. Lo realmente importante son los buenos deseos, que incluso obraron el milagro de una tregua en Ypres en 1914, con trincheras decoradas a los sones del Stille Nacht. Hace días que mi espíritu se encuentra en la habitación de un hospital donde reposa quien fue una vez mi mejor amigo. Hubo Navidades mejores, y sin duda las habrá. No hay sitio para la queja, ni para el reproche. Seguimos escribiendo, un año más, aunque sea tarde. A veces hay tan poco que decir, y tanto que callar, que es mejor mirar hacia delante hasta que el sueño desvanezca los últimos atisbos de realidad.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Apuntes (184): Moscas


Hay demasiada gente, demasiadas moscas, demasiada ropa puesta a secar en las colmenas. No puede ser verdad tanta mentira; la vida triunfará, y volverán los tiempos de dejar escapar el agua entre las manos.

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Otra desventaja del libro electrónico: aún no llevo dos años con mi ridáider y ya me están poniendo los dientes largos con los modelos nuevos de Kindle. Supongo que pasaré por caja. El negocio sigue del mismo tamaño, pero se traslada del contenido al continente.

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El retrato que hace Brenan de la España de finales del XIX y principios del XX en El laberinto español es ameno, vívido y atractivo. Seguramente hay actualmente estudios más rigurosos de esa época, e incluso más imparciales, pero a quién le importa la imparcialidad en la Historia.

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Días oscuros y lluviosos en Alájar, de nieblas bajas y colores verdes brillantes en los pocos instantes de luz. Ayer caminábamos hacia la iglesia oyendo las campanas doblar a muerto. Nos topamos con el cortejo fúnebre a medio camino, pero no se observaba gran tristeza en los rostros. Curiosamente era un duelo sereno, y la lluvia persistente no causaba esa sensación de agobio, de angustia, tan frecuente en estos casos. O quizá era tan sólo mi sensación individual, que no tiene por qué coincidir con el sentir de los que me rodean: tan acostumbrados estamos a ponernos en el centro de la creación que hacemos girar el mundo en torno a nuestro ánimo.

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Las moscas se resisten a abandonar su corta temporada de existencia, y revolotean atontadas por la casa dedicándose a su incesante y absurda labor de procreación, búsqueda de un alimento fácil y muerte bajo un matamoscas de color azul o, aún más terrible, en las fauces de la planta carnívora que nos hemos traído de Sevilla.

viernes, 10 de agosto de 2012

Apuntes (174): Un jazmín de más


La diferencia entre el perfume y la pestilencia es un jazmín de más.

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El silencio es una masa amorfa que se mueve, avanza, retrocede, ora se contrae, ora se expande, y cada vez se encuentra en estado salvaje en menos espacios del planeta. Hoy debemos conformarnos con un silencio domesticado, artificial, preso entre cuatro paredes, que se escapa en cuanto puede por una mínima rendija inesperada.

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Lo peor que le puede pasar a un loco es que sepa que está loco.

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Entre escribir y vivir, me quedo con leer.

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Al creador le mueve siempre la vanidad.

martes, 24 de julio de 2012

Del espacio, el tiempo y el destino


El hombre habita un espacio; al menos eso nos indican nuestros sentidos. El espacio que habitamos es la referencia más evidente que tenemos del discurrir de nuestra vida, y está formado por una porción más o menos grande del planeta Tierra, con una diversidad asombrosa, aunque por lo general nos movemos en un tramo muy reducido, incluso hoy en día con las posibilidades de viajar rápidamente. Sabemos también que hay otros espacios fuera de nuestro planeta, en el Universo, en forma de estrellas, otros planetas, satélites, galaxias, agujeros negros… Poco a poco y gracias a la ciencia vamos conociendo la amplitud y características del espacio universal, pero estamos muy lejos de habitarlo, si es que alguna vez lo haremos. Pero no quería hablar hoy tanto del espacio como del tiempo, esa otra dimensión presente en nuestra vida y a la que no se le suele prestar la debida atención. Muchos, sin reflexionar lo suficiente, piensan que el tiempo nos atraviesa, como si fuera algo que “pasa”, y deja su huella implacable sobre nosotros. Sin embargo, ello no es así: el tiempo es una dimensión más, igual que la dimensión espacial, pero con una función distinta en nuestra vida. Imaginemos una larga cinta transportadora de las que hay en los aeropuertos. Esa cinta sería el tiempo, y nosotros los pasajeros que transporta. En el inicio de la cinta van subiendo pasajeros, que serían los seres humanos que nacen. Supongamos que junto a la cinta hay unas marcas de longitud, de modo que cada metro recorrido supone un año de vida, y en el momento de la muerte se abre un agujero negro a los pies del viajero, que lo engulle. Así, un hombre que muriera a los 70 años vería cómo a los 70 m de recorrido de la cinta un agujero negro se abriría a sus pies, y si una mujer que nació exactamente el mismo día que él llega a los 100 años el agujero se le abriría a los 100 metros. Esta magnitud temporal tiene también una particularidad, y es que los que se van incorporando a la cinta (los que van naciendo) tienen noticia de lo acontecido a muchas personas que murieron antes que ellos. Por ejemplo, el agujero que se tragó a Napoleón se abrió hace casi doscientos años; es decir, se puede vislumbrar aún, abierto, a 200 metros, y nosotros sabemos lo que ocurrió a Napoleón en su viaje, y las consecuencias que tuvo. Como la cinta es infinita, se puede vislumbrar más lejos, a kilómetros (cada kilómetro es un milenio), pero la información que tenemos de fenómenos lejanos se va haciendo más escasa. Tenemos, pues, una cinta en donde vamos subidos (el tiempo), y un paisaje que rodea a esa cinta (el espacio), pero de ningún modo nos debemos mantener quietos mientras viajamos, sino que circulamos por ese espacio, donde nos relacionamos con otros seres, aunque vayan por delante y por detrás de la cinta. Lo que nunca podremos hacer es alcanzar a averiguar qué sucede no más allá de la cinta, que al fin y al cabo es un tiempo abarcable, sino por debajo de la cinta, dentro del agujero negro que se abre una sola vez para cada uno de nosotros. Y tampoco sabemos nada de otro “momento” no menos tenebroso e inquietante: lo que acontece antes de subirnos en la cinta, antes de nuestro nacimiento. La cinta va avanzando implacable, infinita, pero en su origen aparece por debajo una cinta nueva donde se suben los recién nacidos. ¿De dónde viene esa cinta? ¿Hay alguien ahí? ¿Está conectado de algún modo ese origen con los agujeros negros de la muerte?

Con nuestra razón, que es la única herramienta que nos ha sido concedida, podemos saber dónde estamos, cuándo nacemos, cuántos años han transcurrido desde que nacimos. A partir de ahí surgen todas nuestras ciencias; surge el arte, se desentrañan los misterios de la vida. Pero siempre quedarán otros misterios a donde no podremos acceder; unos lugares a los que el hombre siempre ha viajado con su imaginación, o con sus creencias especulativas. Hay una enorme región que está más allá de cien metros de cinta, un infinito aterrador que no sólo acecha tras nuestra muerte, sino que se cierra amenazante justo cuando nacemos a la vida. Es la “no vida”. Precisamente ahí es donde está nuestro destino.

martes, 1 de mayo de 2012

Vilano


Hace unos días, al levantarme sentí algo que no había conocido desde que abrí este blog hace tres años y medio: no me apetecía escribir una entrada, ni comprobar los comentarios de entradas anteriores, ni responderlos. Una especie de vacío literario lleva acechándome un tiempo, y no tiene que ver con esa falta de inspiración que suele aducirse como excusa para no escribir: yo lo he hecho contra viento y marea, he sacado poemas risueños desde la pena, y versos negros escritos con despreocupación; quien me conoce lo sabe. Es algo distinto, cuyas causas no deben ser expuestas en un diario abierto, y que están relacionadas con mi condición de diletante a mi pesar, un deambular sin rumbo por un mundo asombrosamente extenso, inabarcable, que se escapa a cada línea, se dispersa como un vilano de primavera, el mismo que me hace escribir estas líneas que no conducen a ningún sitio, tan sólo me reafirman en la decisión de seguir escribiendo mientras viva, y no justificar mis actos más allá de unos pocos momentos en que siento la necesidad de escribir en alto para oírme bien, más allá del ruido de mi mente, sin dirigirme a nadie ni tampoco esperar respuesta de nadie.

martes, 24 de abril de 2012

Ideas manzanilleras


Iba yo el domingo caminando por el Real de la Feria de Sevilla -oficialmente comienza el lunes por la noche, pero eso no se lo cree ni el Tío Pepe- cuando, en vez de estar a lo que tenía que estar, me puse a elucubrar con las chorradas a las que me suele conducir el caletre, y parece ser que estaba inspirado, pues me salió un aforismo agudísimo, o al menos así me lo parecía, sin que por supuesto hubieran influido en su pretendida brillantez los mejunjes que los amigotes te obligan a beber en estos días. Traté de memorizarlo para anotarlo al llegar a casa, que tampoco era plan sacar una libreta y mancharla de albero, y seguí a lo mío: arrolito, caseta, nada de baile por supuesto, y calle del infierno con coches locos, noria y gusano loco incluidos, a 20 euros el pelotazo por atracción, teniendo en cuenta que hay que multiplicar por seis. Conseguimos escapar de ese averno inundado de decibelios a una hora prudente, llegamos a casa, baños, cenas, niños a la cama, relax, y es entonces cuando me acuerdo de mi genialidad de la mañana. Me siento delante del ordenador, abro con mimo el procesador como si fuera un pliego de papel verjurado... Blank page syndrom! Un mojón pa mí, no me acordaba ni de qué palabras contenía; sólo estaba seguro de que era bueno, de eso no puede sacarme nadie, ni el señor Alvear, ni la señora Argüeso. Como las cosas están así, y para no desperdiciar la idea, no me queda más remedio que filosofar.

Cuando uno tiene una idea de tal magnitud y trascendencia caben varias posibilidades, a saber: que se te olvide y pase al limbo de las ideas perdidas; que te acuerdes, la anotes y se quede para ti y la eternidad (lo que dure el soporte donde se anotó), o que la anotes y la publiques, mismamente en un blog como éste, que aunque no mucha gente alguno que otro lo lee. En ese caso la idea se difunde, la mayoría de las veces se olvida, pero en algunos casos se transmite y se deforma, hasta llegar a ser ese chiste malo que todo el mundo conoce pero nadie sabe quién inventó. Pues bien, yo afirmo, y tampoco se me ha caído el pelo que me queda, que da exactamente igual el destino de esa idea nacida de la vanidad: ni seguramente será tan brillante, ni a nadie le va a importar un pimiento, ni va a arreglar el mundo ni lo va a estropear: las ideas no son ni peligrosas ni beneficiosas, ni calan en la gente como algunos pretenden hacernos creer. Sin Aristóteles y Platón el mundo sería parecido al que tenemos, si no igual, y la Revolución Francesa fue un acto de voluntad, la idea de igualdad y fraternidad nos la quisieron vender luego. ¿Que no estáis de acuerdo con mi tesis? Pues consideradla como una idea y os habré convencido.

P.S. Y aunque no viene a cuento, hoy me han llamado para firmar en la Feria del Libro de Sevilla mis libros de Blogueína y Duérmeme Papi, el 17 de mayo a las 20:30 h. La última vez que fui con otros libros firmé cinco ejemplares en dos horas, y como eran amigos míos se los regalé. En fin, supongo que hay que pasar por estos trances...

jueves, 19 de abril de 2012

Apuntes (160): Pensamientos encadenados


Es un buen ejercicio encadenar pensamientos: la dificultad que supone encontrar el hilo de uno nuevo se resuelve anudándola con el colofón brillante del pensamiento anterior.

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Y al hilo de esto he notado que los pensamientos encadenados van formando una escalera que lleva a ninguna parte, porque se trunca en el peldaño en que el pensador abandona la penosa subida para descansar del esfuerzo, y al volver ya no podrá retomar el camino.

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La escalera sin fin de Penrose es una alegoría de nuestro caminar por el mundo, donde nunca llegaremos a nada nuevo: vagamos por caminos trillados creyendo que hemos descubierto algo, que la técnica y el arte nos han lanzado a una dimensión desconocida, cuando antes o después volvemos a la Tierra, nuestra única y verdadera madre.

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Son muchos los que piensan que el mito de la madre Tierra es una falacia, que el hombre es un ser superior y no puede venir de algo inerte, sino que fue creado por Dios, que a su vez creó la Tierra y todas las criaturas que la pueblan, pero yo, con lo único que poseo, que es el entendimiento, sé que eso no es verdad. Porque Dios nunca se ha dejado ver y en el mundo sólo he visto hombres, piedras, plantas, animales… todos viviendo en la Tierra, de donde nace la vida, y no de ese Dios que sólo existe en la incierta fe de los creyentes. Una fe que no hay modo de probar porque es sobrenatural, pero que por eso mismo no puede definirse ni estudiarse salvo en el campo de le especulación, como se especula con la nigromancia o el espiritismo.

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Hasta que no vea un espíritu no creeré en él. Hasta que no vea a Dios con mis propios poderes no creeré en él, y sé que esto no sucederá mientras viva. Cuando yo muera surgirá un ente nuevo que vivirá, o no, pero en cualquier caso tendrá una entidad, si es que con nuestras limitaciones podemos abarcar este término.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Timo bisiesto


Curiosa fecha, el 29 de febrero. Un día postizo que nos endilga el calendario gregoriano chispas más o menos cada cuatro años (hay también una historia cabalística en torno a los años finiseculares). Disfrutamos, pues, de un año de 366 días, pero a la hora de la verdad todo se calcula en torno a la más normal cifra de 365, incluida mi nómina de febrero, me cago en los muertos del Papa Gregorio –con perdón-, que trabajo un día más para cobrar lo mismo. Lo de disfrutar, pues, lo dejamos en cuarentena, pero podemos quedarnos con la parte positiva: me han aparecido como por arte de birlibirloque veinticuatro horas nuevas para escribir chorradas como ésta, para dormir, para vivir y para muchos otros “ir” con desigual fortuna y reparto entre todos ellos. Y todo hecho así, de tapadillo, con la sensación de que esta jornada es de balde, como mi trabajo. Definitivamente, se trata de un día a la remanguillé, que difícilmente se recordará en el futuro; es más, desaparecerá de los anales de la historia, como los cumpleaños de aquellos afortunados que vinieron a nacer un 29 de febrero. Hoy mismo dedica google un doodle, dubidubidubidubidú, a Rossini, que nació un 29 de febrero de 1792, así que de vivir, y si no me fallan mis cálculos, habría cumplido el hombre unas 52 primaveras, o falsos umbrales primaverales, para no faltar a la verdad. Un chavalillo, vamos.

Dejémoslo, pues, en que estos días extraños y taimados son en el fondo una promesa de juventud, una ilusión evanescente que atrapa con su halo a unos pocos afortunados: a saber, parados con la vida resuelta y con cuatro veces menos años en el calendario que en el DNI.

lunes, 13 de febrero de 2012

Apuntes (153): Sopor invernal


Es agotador el esfuerzo de dejar pasar las horas; parece que las llevamos a cuestas por el camino de la vida. Sin embargo, si conseguimos montarnos en ellas a horcajadas avanzamos más rápido y más felices, ligeros como un peregrino sin equipaje.

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Lo malo de leer las primeras obras de Cela es que se imagina uno al personaje, que cae gordo, al menos a mí. En Viaje a la Alcarria no he podido dejar de pensar en ese joven escritor de 30 años, con 40 kilos menos de como lo recordamos, seco, irónico, escritor del régimen franquista que camufla su nulo compromiso social con una ironía no exenta de mala fondinga.

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Las naranjas pasadas saben a flores.

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Con polémicas como la que ha desatado la sentencia del juez Garzón se pone de manifiesto lo dividido que está este país. Las posturas son irreconciliables, y se centran más en el odio o la idolatría del sujeto que en el fondo del asunto, que a fin de cuentas ya se ha ventilado en otras sentencias no tan llamativas.

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No sé por qué dicen que el frío es estimulante, si no hay nada que paralice más. A esto le llamo yo sopor invernal.

martes, 24 de enero de 2012

Apuntes (152): Es tiempo de ilusiones


La facilidad para encontrar instantes de felicidad dentro de los momentos malos es un don inapreciable. Hay seres que han nacido con el estigma del sufrimiento, y vivirán largas horas atormentados a su pesar, mientras que otros a los que acontecen las desgracias más terribles pasarán sobre ellas de puntillas, parando a contemplar el paisaje mientras comen un bocadillo para reponer fuerzas.


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Cuando vienen tiempos malos hay que buscar las ilusiones que fuimos perdiendo en los días de abundancia.

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Me animaría a leer algo más de Chesterton si no fuera porque me encuentro su nombre hasta en la sopa.

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No se puede sacar mucho en limpio de la Filosofía, y el trabajo de excavar en ella es duro y largo. Sin embargo, son muchos los sabios que han caminado por esa senda. Sabios por su profundo conocimiento, que contemplan despreocupados muchos otros no tan sabios, pero tocados por la gracia de la sabiduría.

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Es bueno Dickens, muy bueno, pero esa forma de publicar por entregas para el gran público le hace tener un aire de telenovela decimonónica con lagrimeo incluido.

domingo, 22 de enero de 2012

Existiéndome


Mientras soy, me voy existiendo, y nadie me saque de esta certeza tan clara; es lo más que puedo decir de mí, de mi vida, y a veces tengo incluso la sensación de que me existo en los demás, y que es su reflejo el que me permite contemplar esta verdad de una manera nítida, con unos ojos que no son míos pero que sin embargo me existen, como les existiría yo a ellos si es que tuvieran algo que existir. Una vez dicho esto, me sigo existiendo en la escritura para convencer a alguien, a algo, acaso a mi reflejo, de la existencia de mi existencia, que avanza a duras penas atravesando un vacío que no existe, pero que se siente negro y gélido. Ese vacío es lo que hay al otro lado del existirse: es la no existencia, donde no hay seres vivos, ni muertos, porque al no existirse no hay seres, sino ánimas atormentadas por no poder siquiera alzar un dedo señalando al infinito.

sábado, 31 de diciembre de 2011

Apuntes (146): The last post of the year


Ayer tuve un reencuentro entrañable, inolvidable: después de dos largas semanas de espera durante las cuáles no pude dejar de pensar en él un solo momento, a las ocho de la tarde sonó el timbre de mi casa en Alájar y al abrir, -¡oh maravilla!- me encontré con mi vecino Manolo que portaba en sus brazos el ridáider perdido. Lo cogí con mimo, me lo llevé al corazón y examiné con cuidado todos sus ángulos. El pobre está un poco perjudicado, ha perdido una de sus esquinas, tiene algunos rayones en el marco, pero, lo más importante, funciona como el primer día. Me he prometido a mí mismo no volver a separame de él, tenerlo siempre a la vista y no depositarlo en ningún lugar extraño. Así se lo he dicho, y un pequeño parpadeo en la pantalla me ha hecho ver que me entendía, que comprendía mi angustia y me perdonaba por un descuido tan grave que pudo dar al traste con nuestro matrimonio.

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Hay días luminosos en que uno cree en la eternidad, y otros oscuros donde esa eternidad también es cierta, pero pesa como un cielo negro hecho de plomo.


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Estos apuntes se van fabricando con esfuerzo, sin la espontaneidad que tengo escribiendo otras cosas. Me tengo que parar a pensar en lo que escribo, y eso me hace temer que no es honesto, no es real. En cualquier caso aquí están, como un testimonio no sé muy bien de qué, una amalgama entre mi vida, mis recuerdos, mis lecturas y, sobre todo, mis pensamientos cada vez más sofisticados, cada vez más fingidos, cada vez más ciertos.

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El leño grande de la chimenea aún tiene un rescoldo cuando bajo muy de mañana con el sueño pegado en los ojos, pero ese olor a humo me despierta y me hace sentir vivo, porque es un olor de la naturaleza, y así se han despertado durante milenios los hombres, antes de que se encauzara una energía que fabrica el calor como si fuera un milagro. Un aparato vomitando aire caliente sin que haya detrás nada que lo explique no se puede comparar a un leño ardiendo en el hogar; se nota en la paz que se siente al acercarnos.

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Y por último, dada la fecha en la que estamos, y a sabiendas de que es una gran mariconada hacer estas cosas por Internet, y una mariconada aún más grande hacerlo en otro idioma, teniendo en cuenta que ésta es mi última entrada del año, en que hemos compartido dichas y desdichas, demonios escondidos, pajas mentales, lágrimas escondidas de risa y de menos risa, canciones, poemas y alguna que otra cornada medio en broma medio en serio, va por ustedes:


Die Andurrialer Blogischer und ich wünschen Ihnen:

"Prosit Neujahr!"