Feliz 2025
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*Q*ueridos amigos, os deseo que tengáis un feliz 2025 y que todo os vaya
mejor de lo que podáis imaginar.
Y salud, sobre todo, buena salud.
¡Cuánto...
Hace 3 horas
El cuaderno de José Miguel Ridao
Es un efecto tremendo oír cantar al lado de uno. Conforme estoy sentado detrás del bastidor, los cantantes vienen a veces y desde allí cantan lo que en el teatro llaman canciones internas. Los veo de abajo arriba, con sus trajes de seda, cantando y mirando al director de orquesta a través de una rendija en la decoración. La voz vibra de tal manera que se ven todas las carnes del cantante bailotear y quedarse temblando en las notas agudas. Hay dos excepciones: Titta Ruffo y Massini Pieralli. Cuando cantan no vibran ellos, vibra todo lo que hay al lado de ellos. Vibro yo y si pongo una mano en la madera de la armadura de la decoración, también la madera está vibrando. Les sale y les entra el aire en el pecho como en un fuelle de fragua, y es sólo la garganta lo que suena. Al lado de ellos, se les mira la boca y no se oye salir de ella ningún sonido, pero después suena todo, así que se les ve articular las palabras con los labios, con la lengua y con los dientes y quien las pronuncia es el escenario, la decoración, los telares, la orquesta, el público, la sala, el teatro todo, hasta la luz de la batería parece que suena. Esto lo llaman en el teatro emisión de voz.
Cuando hay función regia a veces viene el rey a verlos y entonces la rotonda se llena de policías que miran de mala manera a todo el mundo y de militares en traje de gala que vienen detrás del rey. A Anselmi, como es muy elegante, le alegran mucho estas visitas, pero a Titta Ruffo, que dicen fue carretero, le enfadan. Una noche llegaron los policías y empezaron todos a decir: «¡Que viene el rey!». Echaron a todo el mundo, menos a las coristas y a las visitas que eran duques o cosa así y tenían sombrero de copa. Y todos se quedaron muy callados esperando la llegada del rey. Conque, va Titta Ruffo y con el vozarrón que tiene y la puerta del cuarto abierta empieza a cantar:
- ¡Mierda! ¡Miieerda! ¡Miieerda! ¡Mierdaaaa!
Nadie se atrevía a decirle nada y él venga a cantar todo lo fuerte que podía. Al rey no le debió de gustar, porque después el comisario regio que tiene el teatro le preguntó si no podía cantar otra cosa.
- Sabe usted -le dijo Titta Ruffo-, es una palabra que va muy bien para ensayar la voz. Tiene el mi, el re y el la.
Y desde entonces, antes de salir a cantar llenaba de «mierdas» todos los pasillos del Real. Cuantos más sombreros de copa había, más «mierdas» soltaba.
FuribondoEse pedazo de Zacarías:
dell'Assiria il re s'avanza;
par ch'ei sfidi intero il mondo
nella fiera sua baldanza!
Come notte a sol fulgente,
come polve in preda al vento,
sparirai nel gran cimento,
dio di Belo menzogner.
Tu, d'Abramo Iddio possente,
a pugnar con noi discendi;
ne' tuoi servi un soffio accendi
che sia morte allo stranier
No, Pagliaccio non son!Todos hemos sido alguna vez Canio, llenos de ira, terribles en la ejecución de nuestra venganza, pero en el último momento apartamos el cuchillo y bajamos los ojos. A eso se le llama civilización.
Se il viso é pallido
é di vergogna e smania di vendetta!