He terminado de leer Iluminaciones en la sombra, el diario póstumo de Alejandro Sawa. Me ha sorprendido la brillantez del estilo y la profundidad de sus pensamientos. En cuanto a la crónica de su tiempo, se me antoja aburrida, con todos esos políticos desfilando por el siglo XIX español en un caos de siglas. Conservadores, liberales, pseudorevolucionarios... en el fondo son todos lo mismo: unos animales políticos ávidos de poder y corruptos desde que lo tocan.
Se le nota a Sawa el orgullo de los años pasados en Francia, donde se codeó con la flor y nata del simbolismo. Su amistad con Verlaine iluminó las muchas sombras que tuvo su vida de mísero bohemio.~
Al fin y al cabo la literatura no es más que un juego intelectual en el que se afanan los escritores y con el que se solazan los lectores. Conviene no darle más importancia de la que tiene; la realidad está fuera de los libros (tengo la sensación de que acabo de contradecir alguna afirmación mía anterior, pero eso también forma parte del juego) .
~
Anda Miguel contando que su padre es poeta, y claro, ha despertado el lógico interés entre sus profesoras. Una de ellas le ha preguntado -atención al detalle- que cómo me gano la vida, y él ha dicho que soy profesor. "¿Profesor de qué?" dice la profesora, y él no se acuerda. Al llegar a casa me lo pregunta, y yo le digo que de Economía, pero al día siguiente me lo viene preguntando otra vez; es incapaz de memorizar esa palabra.
~
Ya no quedan tenores como Mario del Monaco o Franco Corelli, que asombraban a mediados del siglo XX con su arte, su apostura, su virilidad y su voz tonante, poderosa, hermosa como el trueno.~
Creo que me ha pasado un poco con el bueno de Pavarotti.