Señoras y señores, me ofrezco
para hacerles de guía en el parque de atracciones de la realidad. Bienvenidos,
pues, a los espectáculos más amenos y sorprendentes, a los números de los
mejores acróbatas, a las chuscadas de los payasos… Pasen y vean.
Aquí,
en esta caseta, por ejemplo, tenemos al Ilusionista Antipactista, que les
ofrecerá su número más pasmoso: el de hacerles creer que con una minoría
parlamentaria se puede gobernar igual que con una mayoría absoluta, sin pactar
con nadie a diestra ni –mucho menos- a siniestra, gracias a unas artes mágicas
que aprendió en un país secreto en el que la democracia no se basa en los
números. A veces el truco le sale mal, por la dificultad que conlleva, pero no
se preocupen, porque si bien es cierto que no les devolverán el importe de la
entrada, les obsequiarán con una repetición electoral prácticamente gratuita,
ya que sus costes los pagarán a prorrata todos los ciudadanos del país, sean
partidarios o no del ilusionismo, hasta que aprendan a votar lo que deben.
Aquí,
en este barracón de estilo neogótico, tenemos al President Estelado, suplente
del President Esfumado, aquel a quien tantos momentos estelares debemos en su
rol artístico de hipnotizador de multitudes, hasta que optó por hipnotizarse a
sí mismo y se dedicó a comportarse como Napoleón en Elba, aunque fijando su
residencia en Waterloo. (Los caprichos, en fin, de los artistas.) Pues bien, el
President Estelado, vicario del President Esfumado en la futura Tierra
Prometida, les contará, a la luz de un candelabro, un cuento de terror patriótico,
materia en la que es consumado artífice. No sé, les contará por ejemplo la escalofriante
leyenda de aquellos catalanes pacifistas que fabricaron explosivos pacifistas
con fines pacifistas, hasta que el Estado invasor, en su papel de brujo
maligno, hizo creer al mundo, mediante maniobras policiales escabrosas, que
aquellos catalanes –cuando, según demostrará muy pronto la ciencia, todo
catalán lleva el pacifismo en el ADN- pretendían ejercer el terrorismo en
nombre de sus afanes independentistas, fenómeno que, como bien sabemos, no ha
ocurrido jamás en ningún lugar del mundo desde que se tienen noticias
históricas.
Aquí,
bajo esta carpa, pueden admirar al Increíble Hombre Peonza, que aparece en el
centro de un escenario, bajo un foco cenital, para, segundos después, aparecer,
teletransportado, en el centro derecha, en la derecha centrista, en el centro descentrado,
en la izquierda de la extrema derecha, en el centro de la extrema derecha o en
la simple derecha de la derecha, según el día.
Y
muchas atracciones más de las pueden disfrutar a lo grande, pues hay donde
elegir: la
Alcaldesa Equilibrista, reina indiscutible de la ambigüedad;
el Voxero Campeador, la
Portavoz Oracular, etc.
Y que siga el
espectáculo.
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