Catequesis FETV

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8.

La formación de los catequistas

“Cualquier actividad pastoral que no cuente para su realización con personas


verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligro su calidad… La educada
formación de los catequistas no puede ser descuidada a favor de la renovación de
los textos y de una mejor organización de la catequesis”.

131. La formación es un proceso permanente que, bajo la guía del Espíritu y en el


seno vivo de la comunidad cristiana, ayuda al bautizado a tomar forma, es decir a
desvelar su identidad más profunda que es la de ser hijo de Dios en íntima
comunión con los demás hermanos. La acción formativa actúa a modo de
transformación de la persona, que interioriza existencialmente el mensaje
evangélico, para que este se convierta en luz y en orientación de su vida y de su
misión eclesial. Se trata de un proceso que al tener lugar en lo más íntimo del
catequista, incide profundamente en su libertad y no puede reducirse únicamente
a la instrucción, a la exhortación moral o a la actualización de técnicas pastorales.
La formación, que se apoya también de las capacidades humanas, es ante todo
una sabia tarea de apertura al Espíritu de Dios que, a través de la disponibilidad
de los sujetos y de la preocupación materna de la comunidad, conforma a los
bautizados con Jesucristo, modelando en sus corazones su rostro de Hijo (cf. Gál
4, 19), enviado por el Padre para anunciar el mensaje de salvación a los pobres
(cf. Lc 4, 18).

132. Ante todo, la formación tiene como finalidad hacer que los ca- tequistas
tomen conciencia, como bautizados, para ser verdaderos discípulos misioneros,
es decir, sujetos activos de la evangelización. Esto les permite sentirse
capacitados por la Iglesia para comunicar el Evangelio y para acompañar y educar
en la fe. La formación de los catequistas, por tanto, ayuda a desarrollar las
competencias necesarias para comunicar la fe y acompañar el crecimiento de los
hermanos. La finalidad cristocéntrica de la catequesis configura toda la formación
de los catequistas y les prepara para animar un itinerario catequístico de tal
manera que quede resaltada la centralidad de Jesucristo en la historia de la
salvación.

El catequista es más importante que los instrumentos de catequesis:

 Ningún método, ningún catecismo supera al catequista. Lo de la fe se


transmite sobre todo por contacto, por contagio, por la presencia cercada
de los creyentes.
 El catequista tiene una fuerza, creatividad, acción personal que está por
encima de todo método o instrumento de catequesis
 La primera catequesis que da la comunidad cristiana es ella misma, la
primera catequesis que imparte el catequista es él mismo como persona y
como creyente.
 Un objetivo final que consiste en que el catequista sea capaz de ser
autor personalizado de la catequesis que imparte, y no solamente
repetidor de un libro.
 El misterio del catequista está llamado a cuidar más la elección y la
formación de los candidatos (personalización de la fe, experiencias de vida
comunitarias, motivaciones para ser catequistas)

141. Al insistir tanto en el compromiso de madurez humana y cristiana del


catequista, la Iglesia manifiesta su clara voluntad de velar de manera decidida
para que, en el desarrollo de su misión, se garantice a toda per- sona,
especialmente a los menores y personas vulnerables, una absoluta protección
contra cualquier tipo de abuso.

Para que estos casos, en todas sus formas, no ocurran más, se necesita una
continua y profunda conversión de los corazones, acompañada de acciones
concretas y eficaces que involucren a todos en la Iglesia, de modo que la santidad
personal y el compromiso moral contribuyan a promover la plena credibilidad del
anuncio evangélico y la eficacia de la misión de la Iglesia85.

142. En razón de su servicio, el catequista desempeña un papel en relación con


aquellos a los que acompaña en la fe, y es percibido por ellos como persona de
referencia que ejerce una cierta forma de auto- ridad. Es necesario que esta tarea
se viva con el más absoluto respeto a la conciencia y a la persona de los demás
para evitar cualquier tipo de abuso, ya sea de poder, de conciencia, económico o
sexual. En el transcurso de la formación, en diálogo honesto con el guía espiritual,
se ayudará a los catequistas a ejercitarse correctamente en un estilo de vivir su
autoridad únicamente como un servicio a los hermanos y hermanas. Además, para
no traicionar la confianza de las personas que les han sido encomendadas, deben
saber distinguir entre el foro externo y el foro interno y aprender a tener un gran
respeto por la sagrada libertad del otro, sin violarla ni manipularla en modo alguno.

144. Por eso el catequista necesita conocer:

 — las grandes etapas de la Historia de la salvación: Antiguo Testamento,


Nuevo Testamento e Historia de la Iglesia, a la luz del Misterio pascual de
Jesucristo;
 — los núcleos esenciales del mensaje y de la experiencia cristiana: el
Símbolo de la fe, la liturgia y los sacramentos, la vida moral y la oración;
 — los principales elementos del Magisterio de la Iglesia respecto al
anuncio del Evangelio y de la catequesis.

145. Sin embargo, al presentar el mensaje hay que tener cuidado en la forma de
hacerlo para que realmente pueda ser acogido y asumido. Para esto es necesario
armonizar:
2. a. el carácter sintético y kerigmático, de modo que los diversos ele- mentos
de la fe se presenten de forma unificada y orgánica, con capacidad de
interpelar a la experiencia humana; la calidad narrativa de los relatos
bíblicos, que «comporta un acer- camiento a las Escrituras en la fe y en la
Tradición de la Iglesia, de modo que se perciban esas palabras como vivas
(...) para que todo fiel reconozca que también su existencia personal
pertenece a esta misma historia»86;
3. un estilo catequístico de los contenidos teológicos, que valora las
condiciones de vida de las personas;
4. un conocimiento de tipo apologético, que muestre que la fe no se opone a
la razón y que resalte las verdades desde una correcta an- tropología,
iluminada por la razón natural. Se subraya la impor- tancia de los
preambula fidei para «desarrollar un nuevo discurso sobre la credibilidad,
una apologética original que ayude a crear las disposiciones para que el
Evangelio sea escuchado por todos»87.

147. Algunos criterios para orientar el uso de las ciencias humanas en la


formación de los catequistas (cf. DGC, n. 243).

 — el respeto de la autonomía de las ciencias: «la Iglesia afirma la


autonomía legítima de la cultura humana, y especialmente la de las
ciencias» (GS, n. 59);
 — el discernimiento y la valoración de las diferentes teorías psico- lógicas,
sociológicas y pedagógicas para saber apreciar su valor y reconocer sus
límites;
 — las aportaciones de las ciencias humanas son asumidas desde la
perspectiva de la fe y desde la antropología cristiana.

Estar formado no significa haber adquirido un cúmulo de


conocimientos de una vez para siempre. Estar formado habría que
entenderlo como estar capacitado inicialmente para recorrer un
camino de maduración personal. Para ser protagonista de una
formación continua y comunitaria en relación con la cultura, con los
destinatarios y con el núcleo fundamental de lo que constituye la
comunidad cristiana.

La formación de catequistas responderá mejor a las exigencias del momento


presente: «Es necesario que los obreros del Evangelio aprendan a descubrir las
posibilidades abiertas a su acción en una situación nueva y diversa» (DGC 102).

La acción catequizadora, en consecuencia, con los diferentes aspectos que lleva


consigo (objetivos básicos, coordinación con otras acciones evangelizadoras,
sectores o ámbitos a privilegiar, distribución de agentes, formación de los mismos,
instrumentos a utilizar...), se proyecta desde las necesidades de la Iglesia
particular.

Por eso, el Concilio Vaticano II pide al obispo que promueva la formación de


catequistas en su diócesis: «Procuren que los catequistas se preparen
debidamente para este menester» (CD 14). Esta recomendación queda recogida
en el Código de Derecho Canónico que dice: «Cuiden los Ordinarios del lugar de
que los catequistas se preparen debidamente para cumplir bien su tarea» (c. 780).

Desde la óptica más amplia de la Iglesia particular se podrán determinar mejor las
modalidades de formación más adecuadas, el lugar o lugares más idóneos para
impartirla, el tipo de catequistas especializados que conviene fomentar, los
formadores que se necesitan, los instrumentos más idóneos, lo que debe ser
realizado en las parroquias y comunidades y lo que supera ese marco... y, en
general, el contenido y método de fondo de dicha formación.

Es muy importante no limitarse —como ocurre a menudo— a la sola preparación para unas tareas. Sería
síntoma de una formación interesada, en la que se utilizaría a los catequistas sólo para alcanzar unas metas
exteriores a ellos. La iglesia, por el contrario, tiene que desear formar a sus catequistas ante todo por ellos
mismos, para que se realicen más plenamente como personas y como cristianos en la tarea catequizadora.
En este sentido, la formación del catequista laico no difiere de la del sacerdote o del religioso o religiosa, a
quienes se prepara para ser en la Iglesia y no sólo para desarrollar una tarea. Se asemeja, también, a la de
aquellas otras actividades civiles cuyo ejercicio exige una madurez, aparte de los conocimientos necesarios
(psicólogos, educadores, los propios padres...).

Es esa madurez humana y cristiana del catequista la que, en último término, va a ser
decisiva en la catequización:

Su personalidad adquirirá —entre otras cualidades— rasgos de padre y de madre (cf. 65) para
amar desinteresadamente al catequizando y desear su crecimiento e independización
progresivos.

La madurez de su fe, por otra parte, le capacitará para dar testimonio de la Buena Nueva: «El hombre
contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan o, si escucha a los que
enseñan es porque dan testimonio» (EN 41).

Por eso, la formación deberá hacer crecer al catequista no sólo como pedagogo, sino también como persona
y como creyente.

"AHORA LOS LLAMO AMIGOS" (Jn. 15, 15b)


https://www.mercaba.org/FICHAS/buenanuevas/dios_nos_llama_a_ser_catequistas.htm

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