Cancer de Prostata
Cancer de Prostata
Cancer de Prostata
Factores de riesgo
El cáncer de próstata no se puede prevenir de manera segura, pero existen
medidas que permiten disminuir el riesgo de padecerlo.
Recordemos que un Factor de Riesgo es cualquier característica o circunstancia detectable de
una persona o grupo de personas que se asocia con la probabilidad de estar especialmente
expuesta a desarrollar o padecer un proceso mórbido, sus características se asocian a un
cierto tipo de daño a la salud.
Sig. Diapo
el consumo de alimentos:
Entre los factores alimentarios ∕ nutricionales que podrían influir en su aparición
figuran el aporte calórico total (que se ve reflejado en el índice de masa corporal), la
+, la carne cocinada, los micronutrientes y las vitaminas (carotenoides, retinoides,
vitaminas C, D y E), consumo de frutas y verduras, minerales (calcio, selenio) y
fitoestrógenos (isoflavonoides, flavonoides, lignanos).
Los factores alimentarios o nutricionales son importantes ya que algunos autores
sugieren que la obesidad juega un papel en el desarrollo del CAP, debido a que se
cree que la resistencia a la insulina producida por la obesidad lleva a una elevación
de esta hormona, la cual, por su capacidad anabólica, podría generar desarrollo de
cáncer o su progresión.
Se cree que los obesos tienen menos probabilidad de tener el antígeno específico
prostático (PSA) elevado y por consiguiente menos probabilidad de realización
de biopsia y de diagnosticar CAP; esto, junto a las asociaciones con los niveles
circulantes de hormonas metabólicas y sexuales, lleva a que se sugiera a la obesidad
como un factor de riesgo para CAP agresivo.
Dado que la mayoría de los estudios publicados hasta ahora son análisis de casos y controles,
todavía predominan las preguntas sobre los datos científicos contrastados para responderlas.
Sig. Diapo
GENETICAMENTE
1. Síndrome de cáncer hereditario de mama y de ovario (hereditary breast and
ovarian cancer, HBOC). El HBOC (en inglés) está asociado con mutaciones de
reparación del ADN en los genes BRCA1 y/o BRCA2.
El HBOC está asociado, con más frecuencia, con un mayor riesgo de cáncer de mama
y de ovario en mujeres.
Sin embargo, los hombres con HBOC también tienen un mayor riesgo de desarrollar
cáncer de mama (en inglés) y una forma más agresiva de cáncer de próstata.
1. La sigla BRCA corresponde a “cáncer de mama” (BReast CAncer).
Se considera que las mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2 provocan solo un
pequeño porcentaje de los casos de cáncer de próstata familiar.
Los hombres que presentan estas mutaciones deben considerar la posibilidad de
realizarse exámenes de detección a una edad más joven.
Los análisis genéticos pueden solo ser adecuados en el caso de las familias con
cáncer de próstata que también tengan HBOC.
Muchas de las investigaciones han centrado su atención en el gen BRCA2 (Breast
Cancer susceptibility protein type 2), el cual presenta un patrón de herencia
autosómica dominante con una dominancia incompleta. Este gen codifica para una
proteína del mismo nombre, cuya función es actuar como centro reclutando proteínas
reguladoras para reparar las rupturas de doble cadena por recombinación homóloga;
además, facilita la reparación de cadenas simples al promover la formación del
complejo RAD51-ssDNA (cadena simple de DNA) 22.
A lo largo de la historia, el gen BRCA2 se ha relacionado con el cáncer de mama; sin
embargo, hallazgos recientes indican que este puede jugar un papel importante en el
CAP.
No se ha logrado identificar con certeza el mecanismo por el cual sus mutaciones
predisponen al desarrollo del CAP, aunque por su función se deduce que
alteraciones y mutaciones de este predisponen a una menor reparación de los
daños del genoma, lo cual podría resultar en alteraciones del ciclo celular y, por
consiguiente, en una mayor proliferación celular.
Por lo general, los pacientes con mutaciones del gen BRCA2 presentan mayor
incidencia de CAP 23, estadios más avanzados (T3-T4), fenotipos más agresivos y
menor sobrevida a pesar de recibir un tratamiento local con intento curativo similar
1. Se han encontrado alteraciones en genes supresores como el p53 y el PTEN,
los cuales se relacionan con aumento de la incidencia y progresión y
agresividad del CAP.
Entre otros genes alterados se ha encontrado
Oncogén RAS, EIF3S3, BCL2 (anti-apoptosis), EGFR, FGFR2c, ERBB2, BRCA 2,
MET, además de algunas mutaciones en el cromosoma 1 (riesgo CAP familiar) y 8
(cáncer esporádico).
Asimismo, se han evidenciado polimorfismos genéticos en algunas enzimas como: 5
alfa reductasa, mayor en raza negra; receptor de vitamina D (VDR), el cual ha sido
reconocido como un factor protector, aunque en pacientes de raza negra se disminuye
e incrementa el riesgo de CAP; receptor androgénico (AR), el cual aumenta el riesgo
de CAP familiar, y telomerasa, un factor para cáncer esporádico.
Otros cambios genéticos. Otros genes que pueden conllevar un mayor riesgo de
desarrollar cáncer de próstata incluyen HPC1, HPC2, HPCX y CAPB, ATM y FANCA.
Sin embargo, se ha demostrado directamente que ninguno de ellos provoca cáncer de
próstata o son específicos de esta enfermedad. Se encuentran en curso
investigaciones para identificar genes asociados con un mayor riesgo de cáncer de
próstata, y los investigadores están constantemente obteniendo más información
acerca de cómo los cambios genéticos específicos pueden influir en el desarrollo del
cáncer de próstata. En la actualidad, no hay ninguna prueba genética disponible para
determinar la probabilidad de un hombre de desarrollar cáncer de próstata.
Se ha mencionado que el síndrome metabólico puede ser causa de cáncer de
próstata sin que haya sido relacionado de forma directa; sin embargo, esto varía de
acuerdo con la región geográfica.
Diagnóstico
El cáncer de próstata se sospecha sobre la base de:
Sig. Diapo
9. La PET ∕ TC con 18F o 11C tiene una buena especificidad para la detección
de metástasis en los ganglios linfáticos, pero con una sensibilidad baja a
moderada que va desde 10 hasta 73%. La PET con 18F o PET ∕ TC tiene una
sensibilidad superior a la gammagrafía ósea. Sin embargo, el costo-efectividad
de la sustitución de la gammagrafía ósea convencional por la PET 18F o colina
queda por evaluarse.
Sig. Diapo
Hormonoterapia
Las células prostáticas dependen de los andrógenos para estimular su crecimiento,
función y proliferación.
La testosterona, aunque no es oncógena, es esencial para el crecimiento y la
perpetuación de las células tumorales.
Los testículos son el origen de la mayor parte de los andrógenos, de modo que tan
solo 5-10% (androstenediona, dihidroepiandrosterona y sulfato de
dihidroepiandrosterona) deriva de la biosíntesis suprarrenal.
Cuando las células prostáticas son privadas de la estimulación androgénica, sufren
apoptosis (muerte celular programada).
Cualquier tratamiento que acabe por provocar una supresión de la actividad
androgénica se denomina tratamiento de privación androgénica.
La privación androgénica puede lograrse mediante :
1. supresión de la secreción de andrógenos testiculares mediante
castración quirúrgica o médica;
Enfermedad sistémica
La radioterapia es muy efectiva para controlar el dolor causado por las metástasis
óseas. Su efecto resulta en un control rápido y duradero del mismo, así como en la
disminución en la ingesta de analgésicos.
Para los pacientes con enfermedad extensa y dolor, se ha usado la radioterapia
hemicorporal o la administración sistémica de radioisótopos, como el cloruro de
estroncio 89 y el samario 153.
La orquiectomía quirúrgica suele producir un control sintomático rápido e importante,
que se mide de manera objetiva por la caída de los niveles del APE. Esto se debe a
que en los testículos se produce 95% de la testosterona y 80% del tumor de la
próstata es dependiente de los andrógenos.
Una alternativa es el bloqueo androgénico farmacológico con agonistas de LHRH
(leuprolida, goserelina, buserelina, triptorelina), con lo cual se bloquea la testosterona
de origen testicular, y la adición de un antiandrógeno para bloquear la testosterona de
las suprarrenales.
De manera inicial, los análogos de la LHRH producen una elevación de los niveles de
testosterona (“efecto llamarada”), por lo que se recomienda iniciar con el
antiandrógeno por dos semanas y luego administrar el análogo para evitar
complicaciones como el aumento del dolor o la compresión medular.
Con el bloqueo androgénico completo no se ha demostrado un incremento significativo
de la supervivencia, pero nadie cuestiona sus efectos benéficos en la calidad de vida.
El control de la enfermedad metastásica con bloqueo androgénico total es exitoso en
80% de los pacientes en un periodo de 18 a 24 meses.
Después de ese tiempo, hasta 40% de los pacientes escapa a la supresión
androgénica con elevaciones del APE y síntomas clínicos.
Sig. Diapo
Seguimiento
Después de intento curativo.