Artículo 109954 1 10 20181011
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A
licia ya estaba harta de vivir –Ah, ah, ah, ah… niña. Estás di-
en ese mundo absurdo. La ciendo un sinsentido. Siempre lo extra-
oruga sabia y fumadora, las ño es maravilloso.
flores parlanchinas, el conejo con su –Y lo maravilloso es extraño. En
chistera y sus prisas infundadas, la loca ese momento el Sombrerero arrojaba
hora del té con el Sombrerero. Y esa bruja una taza de té a la cabeza de la rata
insufrible de la Reina de Corazones y su que se encontraba tranquilamente
sonsonete de “…que le corten la cabe- mordisqueando un panecillo mientras
za…”, ya la tenían al borde de la locura, esperaba a que su té se enfriara.
al borde del aburrimiento, al borde de… –¡Ves! Eso que hiciste es extraño–
al borde de… bueno, al borde del borde, y señaló a la rata que seguía mordis-
o como sea. Ya hasta empezaba a actuar queando su panecillo como si nada hu-
y a hablar como los habitantes de ese biera sucedido.
mundo desquiciado. ¡Volver a su mundo! –¡Y maravilloso, niña! De lo contra-
Era el principal anhelo de Alicia. rio para qué carajos quiere la cabeza esa
rata– y mostraba una amplia sonrisa a
–Pero lo absurdo es lo más normal Alicia, como para sacarla de quicio.
en el mundo, niña–, le decía el Sombre- –¡Eres imposible, Sombrerero!–.
rero mientras tomaba una refrescante Alicia movió la cabeza y suspiró
taza de té. profundamente. –Este mundo está
–¡En tu mundo! ¡Querrás decir en bien loco, Sombrerero–; en el acto
tu mundo! Sombrerero. Acá todo es ab- que decía esto, Alicia apoyaba can-
surdo. Todo es tan confuso. ¡La gente sinamente su barbilla en uno de sus
que vive acá no entiende que vive en brazos.
un mundo absurdo!–, tomó aire y conti- –¿Y qué cosa es la locura, Alicia?…
nuó, –¡En un mundo maravillosamente o ¿qué es estar cuerdo?–, preguntó el
extraño!–, dijo esto Alicia arrugando la Sombrerero, sin dejar de tomar el hu-
naricilla en un gesto de aburrimiento. meante té.
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–¡Vuelve la burra al trigo! –dijo Ali- –¡No entiendo! ¡Usted me deja per-
cia entre dientes. pleja! Pero, en fín, me estaba diciendo
que ya tiene la respuesta de cuándo se
Se devuelve Alicia, resignada, a terminará el puente–.
seguir su camino, cuando observa al –Sí, claro, ¡lo tengo! ¡lo tengo! ¡El
hombrecillo del plano dando brincos gobierno se pondrá feliz con mi servi-
de la alegría. Gritaba y cantaba. Se cio! –volvió a la energía el hombrecillo
le acerca. olvidando la discusión del ascua.
–Entonces ¿cuándo terminará el
–¿Por qué la alegría, señor?–. puente según sus cálculos?–.
–¡Pues porque logré conocer la res- –El puente se concluirá, se concluirá
puesta sobre el término de este puente! cuando se termine! ¡Cuando se termine!
Que alegría. Hurra, yuppi–. ¡Es muy lógico!–. Observó a Alicia, que
–¡Cuál es la respuesta!–. apenas pestañeaba de la impresión que
le dio la respuesta. –Cuando se termi-
El hombrecillo puso cara docta. Se ne el puente, entonces se concluirá. ¿No
quitó el casco y de manera solemne em- lo entiendes? ¡Es muy lógico! –volvió a
pezó un discurso sobre cálculos y más mirarla con gesto de éxito. –Cuando se
cálculos. Que la raíz cuadrada del largo concluya el puente; entonces, se termi-
del puente dividido por el volumen de nará su construcción–.
los cimientos multiplicado por las ve-
ces que se mueve la rama del árbol que Alicia, no le dijo nada, lo miró con
está a cien metros de la estructura, da una profunda mirada, y siguió con lá-
que el puente… Toma aire, y continúa: grimas y desconsuelo… (No perdón,
eso es de “Los motivos del lobo” de Da-
–El resultado es que el puente se río). Alicia siguió caminando, caminan-
concluirá, se concluirá… es que estoy do, resignada a hacerse viejecita en ese
tan emocionado, niña, que no me puedo país de locos. Llegó a una ciudad igual-
contener, pues tengo ganas de llorar de mente atestada de vehículos. Motos, bi-
la emoción–. cicletas, camiones, buses, automóviles,
–Bueno, no llore, usted, pues me todos a un tiempo querían pasar por
tiene en ascuas–. una intersección pero no lo lograban.
–¡Mentira! ¡No te estoy queman- Estaban detenidos. La gente se hacía
do por ninguna parte! ¡Eres una niña vieja en el vehículo. La gente por las
embustera!–. Se le quedó mirando con aceras caminaba por esa congestiona-
una mezcla de preocupación, enojo y de da ciudad. Era gente sonámbula, como
extrañeza. –Cualquiera que oye lo que en trance. Todos observando sus celu-
dices pensará que este humilde servi- lares, llamando, poniendo mensajes,
dor tiene un ascua con el que te quema! en fín trataban de caminar al tiempo
–le espetó el hombrecillo con un mal di- que leían abstraídos en la pantalla de
simulado gesto de temor. los teléfonos. En los parques, la gente
sentada en los poyos no hablaba entre
El hombrecillo seguía mirando con ellos, sino que siempre con el celular
preocupación a Alicia y negaba a cada por amigo. Lo peor es que hasta los
rato que la estuviera quemando. conductores no veían por donde metían
PERALDO. Alicia en el país de las maravillas. Poesías Desesperadas 529
el vehículo, lo que les importaba era entendía que cada vez se convencía
usar constantemente su celular. ¡Era del absurdo de esa sociedad tan pero
una locura! El colmo fue una jovencita tan extraña. Al oír a las pantallas se
que por ir distraída usando su celular les acercó
se cayó en un hueco y quedó el celular –Hola, pantallas. Las oí sin que-
en el aire el tiempo suficiente para que rer lo que estaban comentando entre
un raterillo lo apañara y saliera cami- ustedes. Me parece tan extraño que la
nando despreocupadamente abstraído gente se comporte de esa manera –las
en la pantalla del teléfono, al punto observó con resignación.
que Alicia pensó si el síndrome ese era –¿Y tú? ¿Por qué no estás en la fies-
contagioso. ¡Qué terror! ta de las compras, como toda esa turba
de locos y locas? Es que no tienes dine-
En otro sitio de la atestada ciudad, ro –la observó con cierta malicia una de
la gente corría a comprar, comprar; sa- las pantallas.
lían de las tiendas cargadas con cajas, –En realidad, estoy perdida. Llegué
para enrumbar hacia las casas de em- a este país por accidente siguiendo a un
peño a pignorar lo que ya habían com- conejo a través de una gran madrigue-
prado, porque se quedaban sin efectivo ra–. Alicia se cayó por un momento y
para seguir en la fiesta comercial. luego sin dejar hablar a las pantallas les
preguntó: –¿Saben qué país es este?–.
–Señor, señor. Disculpe, pero qué es
lo que ocurre? La gente está como loca!–. Entonces, una de las pantallas se
–No me molestes, niña, que voy a volvió a la otra y comentó a media voz:
prisa porque me ganan la pantalla pla- –Qué miedo, una loca, se ve que esta-
na que está en el Almacén El Garrota- mos pal gato. Mejor no le hagas caso,
zo, y aún tengo que ir a la casa de em- mujer, que te puede quebrar de un gol-
peño a dejar esta pantalla que acabo de pe –y se quedó callada viendo para otra
comprar. ¿En qué país vives? ¡No sabés dirección.
que hoy y mañana son los días de colo- Alicia siguió caminando contem-
res! ¡Todo está a mitad de precio!–. Sa- plando con admiración lo que veía a
lió disparado para meterse al almacén cada paso que daba.
a pelearse las gangas que otras perso- Caminando, caminando, llegó a
nas también se disputaban. una carretera que era cruzada por una
–¡Sí, viste mujer! El hombresucho línea férrea. A ambos lados de la ca-
ese que me compró me va a llevar a la rretera se levantaban sendos cucuru-
casa de empeño, pues no tiene dinero. chos de chatarra. En la cima de uno de
Es tan estúpido –le decía una panta- ellos, aún se podía ver un vehículo todo
lla plana a otra que la oía con mucha arrugado en donde una de las llantas
atención. todavía giraba y del vehículo salía con
–Igual me pasó a mí. La mujer que dificultad un hombre todo golpeado.
me compró se enteró que se quedó sin Mejor no preguntó. No había recorrido
recursos, “harina” dijo ella; entonces, cincuenta metros cuando oyó la pitore-
se fue para la casa a empeñar unas jo- ta del tren que anunciaba su cercanía
yas para, agárrate, para seguir com- al cruce. A ella siempre le gustaron
prando… ¡No es una manía!–. Alicia los trenes, se volvió para verlo pasar,
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pero cuál fue su sorpresa que la calle –¿Mula? ¿Culpa de una mula? –Ali-
otrora vacía, lucía un embotellamiento cia no salía de su extrañeza.
espantoso, al punto de que el tren pasó –Sí, niña, de la tontoneca de la
llevándose dos vehículos que se insta- mulilla que tienen en el instituto de
laron justamente sobre la vía férrea. caminos para trazar las rutas de las
Ambos salieron volando y quedaron carreteras –mientras el hombre se ins-
sobre los cucuruchos de chatarra. La peccionaba las uñas despreocupado.
gente empezó a protestar que el tren –¿Tienen una mula que les traza
no tiene cuidado, que otra vez chocó los caminos? –preguntaba Alicia, en el
con los vehículos que intentaban pasar colmo de la consternación.
por un cruce de tren que no tiene seña- –Sí. ¿Cuál es la sorpresa? Así es
lización, que el tren no pitó anuncian- como debe hacerse, ¿o no?–. Se que-
do su fatídica presencia. En fin, mejor daba hilvanando la idea y proseguía.
Alicia siguió caminando, hasta llegar –Siempre que es menester la construc-
a la esquina que al doblarla, apareció ción de un camino se suelta una mula
como teletransportada a un sector de borracha–. La mulilla cercana con una
una carretera que iban a inaugurar en amplia sonrisa movía la cabeza en se-
ese momento. ñal de aprobación a la docta explica-
La carretera comunicaría en el mí- ción del hombre.
nimo tiempo posible las ciudades de –Pero ¿una mula… borracha?–.
Don Ramón con Pesada, o algo por el Aún Alicia no salía de su estupor. No
estilo. No obstante, observó que la tal se imaginaba una mula borracha mar-
carretera tiene una grieta impresionan- cando rutas para caminos.
te que la parte por el medio y a lo lejos –¡Es muy lógico! ¿O nó? La mula
se observa parte de la ladera izquierda borracha tiene que coger sendero por
caída sobre la vía. Se extraña, entonces donde no le cueste caminar, acuérdese
pregunta a un señor que la observaba. niña que la mula va caminando borra-
cha. Pero la tonta mula no se percató
–¿Están inaugurando una carrete- que el terreno por donde pasó estaba
ra con tal grieta por medio? Y con las flojo y entonces ocurrió esto…–. Y se-
laderas caídas–. ñalaba la gran grieta testigo mudo de
–Sí–. la incompetencia de la mulilla borracha
–¿No sería mejor que la arreglen que mandaron para abrir brecha. –Pero
primero? –le preguntó Alicia en el col- no te preocupes, pues después de que la
mo de la extrañeza. inauguren mandarán otra mula borra-
–Pero ¿no estás contenta con el cha para que rectifique el sendero por
desarrollo que muestra esta parte del el que ha de abrirse el nuevo camino–.
país? –le preguntó el hombre.
–Sí me alegro, pero ¡la carretera El hombre observó a Alicia, con
está toda rajada! –Alicia señala, asus- docta mirada, orgulloso de su sabia
tada, la gran grieta. explicación.
–Cierto! Está rota. Pero fue culpa
de la mula. ¡Condenada mula tonta! –y –Pero ¿una mula borracha? No veo
puso cara de circunstancias mientras que sea una solución adecuada. No se-
decía esto. ría mejor no inaugurarla para hacer
PERALDO. Alicia en el país de las maravillas. Poesías Desesperadas 531
–Ja, ja, ja, niña. Sigue durmiendo desesperada por abandonar ese país
de ese lado. Al principio, todos decimos extraño que también se lanzó de cabe-
lo mismo, y ya ves, somos desechos que za al hueco.
alguien en algún tiempo botó al río– in- Fueron instantes en que cayó como
tervino un colchón enredado en las ra- un fardo, veía pasar como en una pelí-
mas del cauce. cula todo lo visto ese día: gente furibun-
–Es en serio, señor colchón. Me caí. da comprando y vendiendo a mansal-
Me asustó una mula. Pero ya me voy. va, mezclada con millones de vehículos
Espero que todos lleguen a ese paraíso que seguían ordenadamente las mulas
que anhelan.- Todas las basuras se des- borrachas que abrían senderos en la
pidieron de Alicia, quien escuchó al ale- montaña virgen protegida por el esta-
jarse las botellas con su canto sin fin so- do, porque nos encanta la naturaleza,
bre su dichoso paraíso. Es en fín un país mientras tanto todos los choferes y
rarísimo, más complejo del que proven- gente de a pie en la gran ciudad bota-
go donde gobierna la Reina de Corazo- ban sus desechos en calles y ríos y es-
nes. Si estuviera oyendo a las basuras tos desechos felices por llegar al paraí-
de este río las mandaría a que les corten so de la basura en las playas del país.
las cabezotas, pensaba Alicia mientras Otros conductores reían diabólicamen-
subía por la empinada ladera. Resba- te mientras lanzaban sus vehículos al
laba debido a las pompas de jabón que encuentro con el tren lo que hacía que
la cubrían por completo. Por fin llegó al los cúmulos de chatarra llegaran hasta
término de la loma y llegó nuevamente el cielo y explotaran en una terrorífi-
a la carretera atestada de vehículos en ca erupción de latas, motores, llantas,
donde había empezado el recorrido por tornillos que al caer se convierten otra
ese extraño país. Frente a ella se alza- vez en los vehículos atascados en las
ba un rótulo publicitario con figuras de inmensas presas de ese extraño país.
animales, selva verde, ríos y playas azu- De un pronto a otro despertó en un
les, gente disfrutando de la naturaleza, prado donde las flores, ya preocupadas
y bajo la pintura una leyenda que de- por el sueño profundo en que cayó Ali-
cía: “EN ESTE PAÍS AMAMOS LA NA- cia, se preguntaban unas a otras qué le
TURALEZA”. Alicia mejor se mordió la pasará a Alicia. No despierta. Hay que
lengua para no replicar una blasfemia llamar a la oruga fumadora o al Som-
de tal jaez, más cuando venía de hablar brerero para que la examine. Entonces
con la basura acumulada en el río. cuando las flores se percataron del des-
pertar de Alicia respiraron tranquilas.
De momento observó otra vez al
conejo que corría, más loco que nun- –Hola, amiguitas, las veo preocu-
ca, desesperado por llegar al té de la padas –dijo Alicia mientras se restre-
condesa. Alicia lo siguió y observó gaba los ojos y luego daba un bostezo
que el conejo se detenía y se volvía a largo, largo.
observarla con una maliciosa mirada. –Es que tenías meses de no desper-
Luego, volvió a su rutina de correr a tar de ese sueño pesado –le contestó
todo lo que le daban las piernas y se doña Rosa, que en ese momento daba
lanzó de cabeza en un hueco de la ca- un moquete a la altiva Margarita que se
rretera. Alicia lo siguió y estaba tan burlaba de ella debido a sus feas espinas.
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–Soñé con un país muy bello, pero dormida, la Reina abdicó, dijo estar
con gente sumamente extraña y contra- cansada de dirigir el país y de cortar
dictoria –les contó Alicia, mientras se cabezas –tomó otro sorbito de té.
incorporaba y se sacudía sus enaguas –¿Te acuerdas de Donato Triun-
de las briznas de césped adheridas. fo?, el sobrino de color rojo de la Rei-
–¡Mucho más extraño y loco que éste!–. na. Pues en él cayó la sucesión al trono
–¿Y qué tiene nuestro país de ex- –dijo esto al tiempo que obsequiaba a
traño y loco, señorita? –le preguntó un Alicia con una mirada entre cómplice y
tanto enojada la Rosa del jardín. maliciosa. –El piensa que somos mala
–Disculpa rosa, no quise ofender- influencia para los demás en este país.
la–. Se despidió de las flores y corrió en Por ese motivo nos encerrará con un
busca del Sombrerero. muro. Pero ¡nos prometió que a cambio
lo pintará de color zanahoria! –volvió
Cuando llegó al paraje donde vive el a ver a Alicia con una amplia sonrisa–
Sombrerero, observó a unas comadrejas ¡No te parece de ilusión ese color!–.
que estaban construyendo algo que no –Pero ¡no podrían salir de este pre-
reconoció qué podría ser. Se acercó a la dio! ¿Qué van a hacer al respecto? –
larga mesa del té donde el Sombrerero, preguntó Alicia con un tono alarmado.
la señora Rata y el señor Lirón compar- –¡Nada! Seguir tomando el té –res-
tían el té de la tarde. –Hola a todos, ¿me pondió El Sombrerero encogiéndose de
puedo servir una taza de té?–. hombros. –Además, no queremos ver ni
oír a la Baronesa y su cerdito. ¡Gritan
–Bienvenida, Alicia, pensamos que mucho, como locos! Ya estamos cansa-
el hada de los sueños te había raptado dos de oírla y el muro nos separará de
para siempre. Siéntate y sírvete, es- tan ingrata vecina–.
tás en tu casa –la invitó el Sombrerero –Gritan muuuuchoo –dijo el Lirón
mientras le lanzaba una taza a la ca- entre un gran bostezo y se quedó nue-
beza del asueñado lirón que ni sintió el vamente dormido.
tremendo golpe que recibió.
Alicia no sabía qué pensar. Entre
Ante la mirada interrogadora de este mundo y el que conoció en sueños
Alicia ante la construcción, el Sombre- le quedaban tremenda incertidumbre
rero se adelantó: –Están construyendo si era ella la loca o los demás. ¡Ya no
un muro, dicen que para separarnos pensaba con claridad! Entonces, tomó
del resto de los habitantes. Dicen que un sorbo de té y el resto con toda y taza
estamos completamente locos. ¡Te lo se la lanzó al Sombrerero, quien se
puedes creer!–. apartó y como si nada siguió tomando
el té, no sin antes obsequiarle con una
–¿Por qué no reclaman a la Reina amplia y cómplice mirada.
de Corazones para que explique este Si no puedes con ellos, únete a ellos,
atropello? –le sugirió Alicia, visible- pensaba Alicia mientras le lanzaba la
mente molesta. azucarera a la cabeza de la rata que se
–Porque la Reina de Corazones ya encontraba cómodamente sentada al
no gobierna este país –tomó un sorbi- otro extremo de la larga mesa.
to de té y continuó. –Cuando estabas
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Poesías Desesperadas
S
serrucho.
ale el Sol de la esperanza,
cálido sin que queme, Te cuento que cuando viajo, camino y
luminoso sin que encandile, camino
hinchado de añoranza. se abre un mundo de mágico deseo.
Quiero volar al fin del universo, cual
El niño, con ojos de reproche mágico estornino,
lo observa y lo admira, y poseer una estrella con un mil
desde la ventana raída escarceos.
del tugurio de gangoche.
Te cuento que cuando viajo, y no te rías,
Coronado, noviembre de 2007 mi espíritu libre se siente
porque sabiamente presiente,
que llevo mi mochila llena de poesías.
Te cuento
T
(Valparaíso, Chile, 1.° de noviembre de 2008)
e cuento que cuando viajo, y no
te rías,
llevo la mochila llena de poesías, Catecismo
¿D
que desgrano cuando la oportunidad se
presenta ónde está el reino de la poesía?
y mi musa, de su dulce sueño despierta. En la lágrima de ternura
que la musa regurgita.
Te cuento que cuando viajo, camino y veo,
me pierdo en la realidad del ensueño. ¿Qué dimensiones tiene?
Cada sitio que veo, cada piedra que cu- Hasta donde crea el poeta que poesía
rioso manoseo es una norma.
es un tema de un monólogo cabildeo.
¿Con qué otros reinos limita?
Te cuento que cuando viajo, palpo y Con los sentimientos que se nutren de
escucho, armonía.
mi espíritu y mi musa hacen el amor
lujuriosamente; ¿De cuántas musas se conforma?
eyaculaciones de poesía se esparcen Del número de espíritus sensibles al
estrepitosamente amor eterno.
PERALDO. Alicia en el país de las maravillas. Poesías Desesperadas 535
¡S
í existe la sonrisa triste! Soledad
L
Es un sollozo disfrazado
o una lágrima esperanzada a soledad en mi alma
en un calvario en ristre. es pesada como el plomo viejo,
quema, como el hierro a la fragua.
¡Sí existe la sonrisa triste¡ Ensordece como un grito añejo.
es una tarde oculta por la angustia,
es la mirada aplastada de fracaso, La soledad en mi alma
desde un profundo y oscuro cielo. es la gárgola que me rasga,
que busca extinguirme
¡Sí existe la mirada triste! igual que el agua al rojo fuego.
es una lágrima travestida,
una mueca mal nutrida, Coronado, junio de 2009
una mancha de un sucio traste.
E
l grito, al galope, sale de mi boca,
Noche como caballo loco,
R
como gacela perseguida,
ecién me siento noche, cual fantasma que huye del averno.
sin luna, Es el grito encerrado por milenios,
sin estrellas, el padre eterno de los gritos,
noche oscura, perruna. el robusto grito de los gritos.
Recién me siento noche,
sin brisa, Coronado, junio de 2009
sin noche,
noche negra, sin prisa.
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A
che botella.
l terminar la última gota
me asomé al fondo de la botella. Pude ver el redondo cráter desde abajo
Vi feas enteramente bellas, cómo crecía, y esos deformes rostros,
ángeles y demonios. de políticos en celo
que evocan vileza y pecado,
Mi vida entera en el fondo de la botella. depravaciones de riqueza,
No contento con ello almas friéndose en el caldo del infierno,
me escurrí por el orificio estrecho. billeteras untadas de excremento.
En caída libre por entre etílicos vapores,
por entre sierras y llanuras Caras deformes, espectros burlones,
puse mi huella, trasnochadas modelos de pasarela,
la primera huella que la especie humana, el frío intenso de la hermana muerte,
por ser humana se da el lujo de poner de la santa maldita indiferencia,
por donde primero pisa. un frío que traspasaba los raquíticos
huesos
Ese día pisé fuerte, puse una servilleta de niños hambrientos,
por bandera de putas histéricas sin dinero.
y salí en galope hacia el horizonte;
a ese horizonte que oteaba en el hori- Pelucas trasvestidas en el pestífero
zonte de la botella. caño,
Horizonte horizontalmente vacío, borrachos pidiendo el alcohólico sobro.
había nada de nada, El escenario todo de una ciudad
todo estaba fuera de la botella. macilenta,
llena de degeneración, de deseo, de ri-
Alcé la vista y con espanto, sas dolientes,
el más grande espanto de los espantos de vértigo, de vómito fresco en el
pude ver mis más deformes visiones pavimento.
riéndose de mí, De linduras dichas con la hipocresía
ahí, fuera de la botella, más hedionda,
constelaciones de espectros, duendes, de zorras juntando monedas
caras confusas, besando rubios culos de reales familias.
sexos en escatológica orgía Abrí los ojos, claridad, solo claridad.
de la que surgían raquíticos órganos
sexuales Logré asirme al romo borde
en franco agotamiento. pero ya no pude ver nada más,
solo vacío, vacío eternamente vacío…
¿Cómo salir? Los buses, gente por la acera,
¿Cómo alcanzar el romo borde del re- rugiente marejada de voces,
dondo cráter? nubes arracimadas de una luminosa
mañana veranera.
Hasta que llegó el hada de la botella Cegome el candente brillo de una botella.
y con un erecto pincho
me roció esencia de estiércol, Coronado, marzo de 2011
PERALDO. Alicia en el país de las maravillas. Poesías Desesperadas 537
¡O
no sale.
h, muerte, que te quiero lejos! No puedo proferir mi duda más profunda.
¡Oh, muerte, que te quiero Sacar mi miedo más oculto.
al fin! Ver la realidad desnuda.