Estrategia Naval Completo
Estrategia Naval Completo
Estrategia Naval Completo
A. INTRODUCCIÓN
Los océanos han sido un factor muy importante en la vida de las naciones a lo largo
de la historia. Un rápido recorrido en el pasado permite comprobar que las
actividades desarrolladas en el mar fueron fundamentales para la evolución política
del mundo en los últimos siglos. El presente muestra que el mar continúa siendo el
gran escenario donde se encuentran las aspiraciones, intereses y manifestaciones
de Poder del mayor número de naciones, y no puede dejar de ser así, porque los
mares, simplemente, ocupan siete décimos de la superficie de la tierra.
Es así como los continentes vienen a ser islas gigantescas, cuya área llega a tener
aproximadamente ciento cincuenta millones de kilómetros cuadrados, cercados por
trescientos cincuenta millones de kilómetros cuadrados de océanos que se
comunican entre sí. De esta manera, es simple darse cuenta que no son los
continentes ni los espacios aéreos los que permiten la mayoría de los contactos
físicos directos entre los elementos representativos de los intereses de las naciones.
El mar es, sin lugar a dudas, el gran escenario de ese encuentro universal.
Sin embargo, esos intereses pueden ser antagónicos con los de otras naciones,
presentándose conflictos a nivel internacional, donde el ordenamiento jurídico es, por
decir lo menos, poco eficiente, lo que da lugar a enfrentamientos entre naciones,
donde la fortaleza del Poder Nacional es de vital importancia para preservar los
intereses propios.
PROYECTO NACIONAL
Que son la razón
Intereses fundamental de la
Nacionales sociedad
¿Qué lograr?
¿Cómo?
Todos los pueblos a lo largo de la historia han plasmado sus expectativas y anhelos
de progreso a través de su Proyecto Nacional, el cual comprende el conjunto de
intereses comunes. El mayor o menor éxito en la obtención de los mismos dependió
del grado de libertad con la que contaron dichos pueblos.
2. Objetivos Nacionales
3. Proyecto de Gobierno
4. Políticas
Son normas amplias, generales, que contienen prescripciones referidas a las vías o
cauces de acción que orientan la consecución de los Objetivos del Proyecto de
Gobierno. Están destinadas a condicionar la práctica política fijando los límites
razonables que sirven de guía para el establecimiento de las estrategias. Son el
“qué hacer” para alcanzar los Objetivos.
5. La Estrategia
Si los Objetivos son los resultados o las realizaciones por lograr, y las Políticas, los
cursos de acción al servicio de los primeros, las Estrategias son las acciones que se
determinan dentro de estas Políticas para lograr aquellos Objetivos.
La Política como rumbo, como camino, encuentra obstáculos para el logro de los
objetivos en el momento inicial, en el trayecto de su realización y en el momento de
la llegada, es entonces cuando el hombre que la conduce tiene que idear las
acciones que permitan superar, al menor costo posible, tales obstáculos. Es allí
donde surge la Estrategia, o el arte de lograr el Objetivo a pesar de los
obstáculos.
Finalmente, con el propósito de tener una percepción más amplia al tratar las
definiciones de “Poder Marítimo” y “Poder Naval”, consideraremos lo que
entendemos por Poder Nacional y Potencial Nacional, los cuales están definidos de
la siguiente manera:
Poder Nacional:
Potencial Nacional:
“Los Estados importan y son respetados en función del poder que exhiben.
Esto ha sido siempre así porque es propio de la naturaleza humana, nada
mueve a pensar que el futuro será distinto” (Pertusio 2005A: 26)
El término “Estrategia Marítima” tiene una mayor amplitud y un mayor nivel que el de
"Estrategia Naval", puesto que no solo involucra los aspectos contenidos en esta
última, sino todos aquellos relacionados a la explotación del medio marítimo para
contribuir al desarrollo económico y social de un país, y su ubicación en el plano
internacional; por tanto, afecta a todos los campos de acción del Estado.
ESTRATEGIA
MARÍTIMA
ESTRATEGIA
NAVAL
Una vez hecha esta aclaración, que nos parece importante, pasaremos a desarrollar
estos dos conceptos.
C. ESTRATEGIA MARÍTIMA
Como en la búsqueda de esos Objetivos Marítimos, los instrumentos del poder son
empleados dentro de procedimientos propios, existe una “Estrategia” denominada
“Marítima” que los agrupa. De esta forma, la “Estrategia Marítima” es considerada en
el más alto nivel gubernamental e integrada a otras estrategias.
El Poder Naval, que, como trataremos más adelante, es parte del Poder Marítimo,
contribuye al logro de los objetivos propuestos por la Estrategia Marítima en relación
con los Intereses Marítimos, no sólo a través de su empleo en situaciones de
conflicto, sino también en diversas tareas en tiempo de paz, tales como policía
marítima, apoyo en catástrofes, visitas a países amigos, operaciones conjuntas y
combinadas, disuasión e investigaciones científicas.
Por tanto, los criterios orientadores para la ejecución de la Política Marítima sólo
pueden ser establecidos por la Estrategia Marítima, sea ella reconocida con este
nombre o integrada en las Estrategias de los varios ámbitos del Poder. En otras
palabras, la Política Marítima, para producir resultados positivos, debe ser fruto de
las acciones realizadas a través de la Estrategia Marítima correspondiente, y
considerar, en conjunto, factores militares, industriales, comerciales, técnicos,
sociales, etc., con el fin de alcanzar los Objetivos relacionados con el uso del mar en
la paz y en la guerra.
En tiempo de paz, admitiendo que el empleo violento del Poder es poco probable, el
objetivo de la Estrategia Marítima puede ser expresado con el aumento de la
capacidad nacional en todo lo relacionado con el ámbito marítimo.
D. LA ESTRATEGIA NAVAL
Sobre el particular, Mahan nos daba la siguiente definición: “La Estrategia Naval
tiene por finalidad crear, sostener y acrecentar tanto en la paz como en la guerra, el
poder naval de un país” (Mahan 1935: 146).
Por consiguiente, así como la estrategia en los dominios Militar, Económico, Político
y Psicosocial resultan de la Estrategia Total, la Estrategia Naval emana de ellas,
debiendo concurrir para la obtención de sus Objetivos en los varios niveles de
preparación y empleo del Poder.
Así como en el más alto nivel la formulación de la estrategia, en los dominios Político,
Psicosocial, Económico y Militar o Marítimo (si es adoptado), es de responsabilidad
del más alto escalón gubernamental, la Estrategia Naval es de la competencia de la
Marina de Guerra (Caminha 1983: 31-32).
deseable tiene que ser estudiado con la mayor rigurosidad, pues los errores que se
cometan en este proceso tienden a comprometer irremediablemente, como es obvio,
el desarrollo futuro del Poder Naval.
Sin embargo, esos recursos a ser suministrados por el Estado deben ser
coherentes con el desarrollo de un Poder Naval que esté en la capacidad de
obtener los objetivos propuestos por el Poder Político, el cual deberá tener
siempre presente lo que nos decía el Capitán inglés Sir Basil Liddell Hart, en su
libro “Estrategia de Aproximación Indirecta”, respecto a que: “El objetivo
militar deberá ser regido por el objetivo político, pero conforme a una
condición básica, la política no debe demandar al ámbito militar lo que es
imposible de cumplir” (Liddell Hart 1974: 361).
Por otro lado, hay que considerar que el desastre en la guerra refleja siempre la mala
evaluación estratégica de la paz. Tal evaluación estratégica, de la cual resulta el
establecimiento de una Política Naval consubstanciada principalmente en programas
de construcción de buques, dirección de las investigaciones técnicas, planes de
obras civiles, programas de instrucción y de entrenamiento, se origina de la misión
atribuida a la Marina de Guerra por el Estado. Hay que tener presente que cualquier
alteración invalidaría el planeamiento ya efectuado.
Existe, por consiguiente, una conexión perpetua e íntima entre la Estrategia Naval y
Política Naval. Es así como la Política Naval tiene la responsabilidad indeclinable de
fundamentarse en la Estrategia Naval para crear y desarrollar, desde la paz, la
estructura de la Marina, a fin de atender adecuadamente los requerimientos a las
operaciones previstas para la guerra, mientras que la Estrategia Naval está obligada
a evaluar las perspectivas futuras del Poder Naval en función de los frutos esperados
por la Política Naval adoptada.
Una Política Naval sin el respaldo de una Estrategia constituye una seria anomalía, lo
cual tiende a afligir con mayor incidencia a las Marinas menos desarrolladas. La
consecuencia inmediata de esa anomalía es la creación, manutención o ampliación
de órganos, establecimientos o instituciones desligados de la estructura destinada a
desarrollar y emplear eficientemente el Poder Naval en las situaciones de conflicto
admitidas.
APUNTES DE ESTRATEGIA NAVAL 21
Las consecuencias ulteriores de esto son la absorción de una parte creciente del
presupuesto naval por los órganos inútiles, la deformación de la estructura
administrativa de la Marina y el deterioro de la cohesión del personal en la unificación
de criterios para los objetivos trazados. Tales anomalías, una vez creadas, se
enquistan, y solo tienden a ser erradicadas en periodos de crisis cuando el instinto
por la supervivencia trae de vuelta a la Estrategia Naval a su función orientadora de
la Política Naval.
Por eso, toda Política Naval debe ser oportuna y coherente con los objetivos que se
desean y se deben alcanzar. Esto es responsabilidad de todos los que de una u otra
forma son responsables de la defensa, y es algo de tal trascendencia para la
seguridad nacional, que debemos prestar atención a lo que nos recomienda el gran
historiador español Luis de la Sierra cuando nos dice: “La lealtad al mando no
consiste en dar siempre la razón a los superiores, como si éstos fueran infalibles,
sino en hacerles ver con toda claridad sus errores cuando los cometen, aunque ello
pueda disgustarles” (De la Sierra 2005: 267).
Finalmente, para cerrar el conjunto de ideas planteadas en esta parte del libro, es
preciso considerar las importantes apreciaciones que al respecto nos hace Sir Julián
Corbett en los capítulos “El Estudio Teórico de la Guerra” y “La Teoría de la Guerra”
de su libro “Algunos Principios de Estrategia Marítima” publicado en 1911. Hay que
tomar en consideración que Corbett, ya en esos tiempos, consideraba la importancia
de las operaciones conjuntas, y es precisamente en este contexto que plantea sus
opiniones sobre Estrategia Marítima y Estrategia Naval, las cuales son las siguientes:
Por estrategia marítima queremos significar los principios que rigen a una guerra en la
cual el mar es un factor esencial. La estrategia naval no es sino aquella parte de la
misma que determina los movimientos de la flota cuando la estrategia marítima ha
decidido qué papel deberá desempeñar la flota con relación a la acción de las fuerzas
terrestres: pues apenas es necesario decir que resulta casi imposible que una
guerra pueda decidirse únicamente por acción naval. Sin ayuda, la presión naval
sólo puede obrar por un proceso de agotamiento (...) Por lo tanto, la función principal de
la estrategia marítima es la de determinar las relaciones mutuas del ejército y la marina
en un plan de guerra. Cuando haya hecho esto, y no antes, puede la estrategia naval
comenzar a determinar la forma en que la flota pueda dar mejor cumplimiento a la
función que se le ha asignado. (Corbett 2000:13-14)
CAPÍTULO 2
A. ELEMENTOS BÁSICOS
- La Fuerza Organizada;
- La Posición Estratégica;
- Las Comunicaciones Marítimas; y
- Las Servidumbres.
Los tres primeros son objetivos naturales de la Estrategia Naval, y quien la concibe y
aplica está obligado a conjugarlos de la mejor forma, con el propósito de alcanzar el
control del mar. Cualquier otro objetivo dispuesto consiste en una servidumbre o
interferencia impuesta, que afecta directamente al Comando en el mar.
24 ELEMENTOS BÁSICOS DE LA ESTRATEGIA NAVAL
1. La Fuerza Organizada
Desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, algunas Marinas adoptaron
la concepción estratégica conocida como “batalla decisiva”. Según esta concepción,
al comenzar la guerra, la Fuerza Organizada (escuadra) debería localizar y enfrentar
la fuerza enemiga, con la finalidad de destruirla y, así, obtener el control del mar.
Después de aquella guerra, surgieron las armas nucleares y los misiles. Otra vez
se desarrollaron nuevos procedimientos y dispositivos, orientados para atacar o
defender a las unidades con dicho armamento y ejecutar otras tareas. Todavía
controlar el mar continúa siendo una de las tareas de la Fuerza Organizada,
mientras las dimensiones del área controlada quedaron condicionadas por las
características del Teatro de Operaciones y por la capacidad combatiente de las
fuerzas en oposición.
Hoy, más que nunca, es válida la frase que el Vicealmirante Wolfgang WEGENER
propuso en su libro “La Estrategia Naval en la Guerra Mundial” sobre que: “La
Marina y el Ministerio de Relaciones Exteriores se convierten en verdaderos
hermanos gemelos a causa de la Estrategia” (Wegener 1935: 76).
2. La Posición Estratégica
Estratégicamente una buena posición puede favorecer las acciones contra los
objetivos del adversario y facilitar, al mismo tiempo, la defensa de los objetivos
que se desea preservar. Aparte de eso, la Posición puede otorgar una gran
flexibilidad a la maniobra estratégica operacional.
Los requisitos a ser atendidos por una posición poseen naturaleza estratégica
(localización), táctica (capacidad de autodefensa) y logística (capacidad de
apoyo).
Esto facilita a la Fuerza para que se mantenga en la Posición sin desgastar los
equipamientos, máquinas y armamento de sus unidades. Como consecuencia
de ello, la escuadra puede permanecer, por largo tiempo, operativa y lista para
hacerse a la mar.
3. Las Bases
Con la finalidad de que las Fuerzas Navales puedan alcanzar un óptimo desempeño
en el Teatro de Operaciones, es necesario que cuenten con una base de apoyo
logístico cercana para la correspondiente e imprescindible provisión de suministros,
reparaciones, mantenimiento, etc.
Estas vías son anuladas, cuando nuestros buques y sus cargas son destruidos o
capturados, o se impide el tránsito en alguna área en particular de nuestro interés,
con la amenaza de la destrucción o de la captura. No ser consciente de esta realidad
nos puede llevar a cometer graves errores en la conducción de la guerra en el mar.
5. Las Servidumbres
Las servidumbres son las acciones y reacciones de guerra naval, ejecutadas para
atender las necesidades del nivel político de conducción de la guerra o de otras
Instituciones Armadas.
Ellas interfieren con la Estrategia Naval en su búsqueda por el control del mar y, en
algunas oportunidades, crean obstáculos para la conquista de la citada meta. La
libertad de acción del conductor de la guerra en el mar es limitada por múltiples
exigencias políticas, estratégicas, económicas, jurídicas y morales.
Tal vez, el término servidumbre no sea el más adecuado, pues su satisfacción, por
medio del Poder Naval, normalmente, contribuye para alcanzar objetivos del nivel
político o de otros Comandantes Operacionales. Sin embargo, sirve para destacar el
desvío a ser efectuado por la Marina de su responsabilidad de controlar el mar, en
contribución a otras estrategias.
El control del mar, para dar resultados sustantivos, debe transformarse en un medio
destinado a servir a la estrategia superior o de las otras fuerzas, en su esfuerzo para
ganar la guerra. Conviene recordar el consejo de Castex en relación con las
Servidumbres:
APUNTES DE ESTRATEGIA NAVAL 29
Esta advertencia será llevada en cuenta en cada ocasión en que se considera una
interferencia. En numerosas oportunidades, se pretende imponer al Poder Naval
tareas para las cuales están mejor adaptadas las fuerzas terrestres y aéreas.
Por otro lado, también la Estrategia Naval exige a las otras estrategias su
colaboración generando Servidumbres. En otras palabras, exige cumplir tareas en
beneficio de la guerra en el mar (EGN 2004: 13-14).
a. Clasificación