Corazón de Boina Verde
Corazón de Boina Verde
Corazón de Boina Verde
ste es el plan:
Los siguientes son escritos de ocasin que me fueron comisionados por amigos, colegas,
editores y funcionarios pblicos en el transcurso de los ltimos ocho aos 1. Se trata de una
seleccin; desech unas cien pginas y extravi algunas ms antes de concebir la
posibilidad de aliar materiales tan dismiles. No hay unidad temtica o estilstica que
justifique el conjunto. Son artefactos con los que an me entiendo, que en algunos casos
puesto que fueron compuestos para un auditorio permanecieron mucho tiempo inditos, y
a los que no he sabido dar un concilio mejor.
Difcilmente habra elegido por mi cuenta los asuntos que aqu trato. Los abord
cuando alguien ms me lo pidi. Por eso digo que son prosas mercenarias
(franciscanamente mercenarias: nada ms cuatro o cinco traan un cheque dentro), de donde
se desprende el ttulo que he dado a su reunin. El orden que les impuse se asemeja a lo
casual. Apenas si procur que los artculos ms breves aparecieran al principio. Seleccion
cada texto sopesando la permanencia pblica de la cosa que trata y curando que mi opinin
respecto a ella no hubiera variado mucho desde que el pliego original se redact. Pero a
veces renunci a estos dos criterios en aras de una presa ms taimada: la tesitura de la
prosa.
En un captulo final, y a contrapelo del subttulo que anuncia la portada (como ya se
1
ver, tiro por viaje rust never sleeps busco ponerme en entredicho), he incorporado
cuatro traducciones en verso. Ninguna fue hecha por encargo, pero se trata de digamos
entrenamientos en un campo de tiro.
Desde joven mantengo la siguiente divisa msica de la banda El Recodo como
fondo: A qu le tiras conmigo, si soy ms fcil que la tabla del uno. Antes se lo deca a
las mujeres. ltimamente me lo reprocho a m entre dientes cada que me comprometo a
escribir sobre pedido. Perpetr los pasajes que prosiguen por una causa triste: no s decir
que no. Pero tambin por una alegre: por escribir nico herraje que reconozco. Confo en
que estas pginas sern, si bien no tiles, al menos leves al hipottico lector.
JH
Valle de Zapalinam, invierno de 2006/2007
Autorretrato en sepia*
Comisionado por Lolita Bosch, escritora catalana, para la antologa Hecho en Mxico (Random House
Mondadori), de prxima aparicin en Espaa. Enero de 2007.
poltica cultural, jazz latino, hbitos culinarios, poesa mexicana del siglo XIX La mayor
parte de las veces ni siquiera me pagan.
En 1998-99 y en 2004-05 tuve sendos agarrones con la droga. Siempre he
experimentado con sustancias no procesadas (hongos, peyote; cosas as), pero en esas dos
temporadas, especficamente, mi relacin con la cocana desbord mis expectativas y
culmin en adiccin. No tuve que internarme, pero s me reclu unos meses en mi casa,
hablando solo y dando de puetazos a los muros.
Mi gran amor clandestino es la msica. Pas la juventud pensando que era un
rocanrolero frustrado, hasta que decid revertir esa situacin y, a los 30 aos (una edad a la
que la mayora de los aficionados se retira) mont mi primera banda: Los Tigres de Borges.
El ensamble se desintegr al poco tiempo, pero de sus cenizas surgi otro proyecto:
Madrastras, grupo de funk del que soy vocalista y con el que hice en 2006 un primer disco:
El diablo es un jardn. No somos ni con mucho una banda famosa, pero tenemos unos
cuantos escuchas fieles en tres o cuatro ciudades de Mxico.
***
Voy a cumplir 36 el sbado prximo. Vivo con Mnica lvarez Herrasti (dibujante y
animadora de cuyo club de fans soy presidente) y con Maruca (una perra irish wolfhound
de dos aos y medio) en una tercera planta frente a la Alameda de mi pueblo; es un
departamento amplio desde cuyo balcn puede verse una postal de la Catedral recortada
contra la Sierra de Zapalinam. Supongo que, benditamente, me he vuelto lo que en Mxico
se conoce como un pinche intelectualillo burgus.
Soy un hombre feliz. Pero, como dice mi compadre Jos Eugenio Snchez, nadie
queda ileso despus de escuchar el blues.
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Ayuno de gambeta*
Igual que todos esos magnates brasileos que nos endilga Nike, yo nac en el esfuerzo:
norteo y provinciano, hijo de madre pobre, albail a los quince, inculto y zurdo. Jugu
desde mirrua en prados que, a fuer de escasa hierba y mefticos baches, dibujaron la gloria
de mis descamiseos. Blanquirrojos esfricos que a punta de patadas se fueron destiendo.
Zafarrancho de tenis en tiendas de descuento: tacos tan chafos que apenas una cscara y se
te lesionaban definitivamente, vistas azules y amarillas en jirones, cadveres atados por las
cintas y arrojados sin victoria a un cable de la luz. Porteras hechas de laja y block
echndose el rebane de la nostalgia en las rodillas. Y nombres de batalla cinchados por la
burla: el Chivoln, la Vctima, la Guacha, la Mueca.
Pero en todo ese desdoro de sudor y manoseos seudoviriles, y mentadas de madre
con gargajo, retratitos, fintas, ropas desgarradas, yo jams sal ganando. Siempre fui el peor
de la cancha. Corra por la pelota tras el resto. Si me enviaban a la media, daba pases a los
techos. Si adelante, me aplicaban a Vallejo: me pegaban todos (inclusive los mos).
Sensatamente, nunca nadie me dio chance de portero. Slo de vez en cuando, mandn en la
central recordando las consignas de la Seccin 147 rancios nopasarn del sindicato del
acero, logr la hazaa de casi fracturar a mis amigos por ganar una caricia de fugaz cuero
ponchado; vend barato el odio. De nada me sirvi ser presumido, intoxicado, barrign,
bajito y chueco: igual a Maradona. A m slo me dieron, en la reparticin de los talentos de
la bola, un bandern de aficionado.
*
11
Con ese bandern me fui a la marcha en Monterrey, por todo Pino Surez, que
reciba laureados a los Tigres de la U de Nuevo Len. Era 1982. Cabalsticamente, yo haba
cumplido once. Recuerdo no muy clara la epifana que tuve entre el gento al ver pasar
campen a nuestro equipo (Osvaldo y Toms, Mateo, don Carlos Miloc): era la sensacin
de que la nia de mis sueos se poda ir a la mierda con su tal Heriberto, y tener una madre
que compraba juguetes era casi mejor que tener Reyes Magos, y los vidrios de mi escuela
tan a tiro de piedra siempre iban a quebrarse ms fcilmente que yo. Prev que mis once
aos y los once jugadores sumaban una suerte de mensaje cifrado: a partir de esa noche mis
felinos y yo nos volvamos invencibles.
Pero, para fortuna de la turba sarcstica, el desengao viene siempre en dosis de
caguama. Acabo de cumplir los 35 y es hora que no he vuelto a ver triunfante a tan
avejentada caterva de haraganes. Yo que fui tormenta por la calle Pino Surez. Yo que
pagu mi boleto en el Volcn tan apagado.
Desde entonces me estoy desdibujando en esta foto. De la enjundia llanera pas a
ocupar las gradas. Luego vino la modorra de una buena cantina: repeticin, ngulo inverso
y comentario a ras de cancha (total, para que a uno lo arrastren como res).
Tengo secreta envidia de los hombres en calzones. La Tecate en una mano, el
control en la otra, la mstica basura que sahma su fervor. Puritanos del domingo a pesar de
Orvaanos atrincherados en un televisor de 28 pulgadas, desgaitndose en mantras de los
que, de vez en cuando, emergen instrucciones cuya luz el imbcil del tcnico no ha de or ni
saber, no habr de seguir nunca. Apstoles. Ascetas. Fracasados del tobillo para abajo.
ltimos santos ciertos que le quedan al ritual. Me avergenzo de no ser uno de ellos. Si
tuviera las agallas, me habra dado ese destino.
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Pero no. Eleg la molicie de ser un aficionado. La defeccin de ver la tabla de goleo
en un peridico. La humillante coartada del que llora sin estadio. Desmemoriado, como
insulso perredista, del privilegio de haber nacido con un beso del mundo en la mitad
izquierda. Deshecho en el terreno, borracho en la tribuna, hurfano va satlite: ayuno de
gambeta.
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Comisionado por Alfredo Garca Valdez y Alejandro Prez Cervantes para el peridico Vanguardia de
Saltillo. 2001.
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corromperlas, o decidir (y con razn) que resultan poca cosa comparadas con el filn de su
amargura.
Hay sin embargo una postrera treta que siempre le hace sucumbir: la voz de aquel a
quien presume su enemigo. Cuando recibe del objeto de su rabia una respuesta puntual ante
invectivas, maledicencias o disturbios, el descontento corre el riesgo de entablar un debate,
una liza ideolgica, una guerra de insultos. Pierde as su curul de impecable siniestro y se
transforma en uno ms de los mortales: alguien que oscuramente difunde su opinin.
Por eso, caro lector, si nobleza hay en ti, no establezcas conflicto con ningn
rencoroso. Estaras obligndolo a abolir su santidad. Estaras confinndolo a una vida sin
sentido.
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Hayquepensarenlcomoesqueleto:sostndelacarne,maquinariasutilyalmismo
tiempoobscena.
No conviene desatar la fantasa tenindolo en la mano: su parentesco con
herramientasinfernalesacabaraporconvertirnosenelvampiroapcrifoqueasalta,cuatro
colmillosdeaceroinoxidable,elcuellodeunahermosacomensalyesto,yasesabe,es
totalmenteajenoalaetiqueta.
Deacuerdoa las costumbres infantiles, suutilidad es la decatapulta enarduas
guerrasdechcharosypedazosdepan.Estedestinoessuyotantocomodelacuchara.Sin
embargo el tenedor lleva ventaja. Primero porque su condicin masculina vuelve ms
virulentoslosataques.Ysegundoporquesudiseoresultadesconcertanteparaelenemigo.
Con todo y ser tan adaptable, tan til y concreto, hay en l una parte que se
aprovechapoco:losdiseostroqueladosenelmango.Unopodrapasarlatardeentera
descifrandolascursisflorecillas,losroleos,burbujas,grietas,raznsocial,nmerodeserie
yfechadefabricacin.
Esasdiminutasgalaxiasplateadassonelverdadero tenedor:sirvenparaestacarla
menteenelvacomientrasllegaasufinlaestpidacharladesobremesa.
Comisionado por Nacho Valdez para la carpeta colectiva de grfica La gula, de la que se imprimieron 60
ejemplares. 2001.
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para Mnica
18
brutalidad y el humor negro transformado en horror metafsico que pueblan sus relatos,
encuadres y versos.
Doy algunos ejemplos: en The beastly baby, Gorey nos habla de un recin nacido
tan repugnante que sus padres deciden salir de picnic y dejarlo por ah, en las
inmediaciones de un acantilado, para ver si por ventura se despea o algn ave de rapia
quiere hurtarlo. En Les pasementeries horribles los personajes ms rozagantes son
acechados por gigantescos y fantasmales adornos de cortina. En The epiplectic bicycle
dos hermanos juegan el inocente juego de golpearse mutuamente la cabeza con mazos de
cricket. Y en The gashlycrumb tinies (verdadera pieza maestra de horror y humor y
grfica y poesa rimada al modo de las canciones infantiles) el autor nos propone un
catlogo de nios muertos cuyas tragedias se ordenan alfabticamente, en versos pareados
al calce de dibujos que representan al personaje congelado en el instante exacto que
antecede a su muerte: A es de Amy, que cay por las escaleras, / B es de Basil, atacado por
osos (A is for Amy who fell down the stairs / B is for Basil assaulted by bears).
La obra de Edward Gorey empez a publicarse en los 50 (l mismo editaba y
distribua sus libros), pero no fue sino hasta dcadas ms tarde que adquiri resonancia en
el medio cultural estadounidense. Su peculiaridad no pas desapercibida para espritus
atentos entre los cuales habr que mencionar de nuevo a Burton, cuya fama reciente sin
duda ha influido en la mayor divulgacin del trabajo de Gorey. As, el ilustrador se
convirti entre los aos 70 y principios de los 80 en artista de culto para toda una
generacin, lo que se tradujo en la edicin de tres vastas recopilaciones: Amphigorey
(1972), Amphigorey too (1976) y Amphigorey also (1983); obras que, en aos posteriores,
han sido publicadas para el lector de lengua espaola por la editorial Valdemar.
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La msica de Babel*
En su Arte potica, Borges nos encandila con este simple pensamiento: he llegado a la
conclusin [] de que ya no creo en la expresin. Slo creo en la alusin. Despus de todo,
qu son las palabras? Las palabras son smbolos para recuerdos compartidos. Si yo uso
una palabra, ustedes deben tener alguna experiencia de lo que representa [.]1
Tal vez sin notarlo del todo (como ocurre a los sabios, que viven rebasados hasta por
sus ms leves intuiciones), Borges prefiguraba o atestiguaba el paulatino arruinamiento de
la enseanza de la literatura y, junto con l, el de la lingstica: un maremgnum de
terminajos contradictorios, de nimios pero irreconciliables desacuerdos, de datos o
singularidades cuya estadstica y catlogo rebasa en ocasiones los famlicos recursos de la
simple sensatez. La enseanza estructural de los idiomas, y por ende la enseanza de la
historia del lenguaje, ha venido convirtindose en una nueva torre de Babel, esta vez
acadmica; una zona verbal donde no se entiende a nadie.
Es en este contexto donde quiero ubicar, para mejor hacer aprecio de sus logros,
Cinco mil aos de palabras: el ensayo de divulgacin que, en su faceta de escritor, nos
ofrece el chelista Carlos Prieto.
Cinco mil aos de palabras consta de una breve introduccin, trece captulos
dedicados al origen y la historia de las lenguas, uno ms consagrado a los nmeros y su
*
Comisionado por Armando J. Guerra para la presentacin de Cinco mil aos de palabras, de Carlos Prieto
(FCE, 2006). Publicado posteriormente en Letras libres, mayo de 2006.
1
Borges, Jorge Luis, Arte potica, Letras de Humanidad, Editorial Crtica, Espaa, 2001.
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Pero esto es slo una sucinta descripcin de lo que narra Cinco mil aos de
palabras. Qu argumentos verdaderos, es decir personales, podra yo dar a un lector para
que busque, para que agote, para que incorpore a su experiencia vital este libro?...
Lo primero, y que ya casi nadie dice en Mxico a ttulo de elogio, tal vez porque nos
acomplej el estructuralismo francs o porque estamos volvindonos soberanamente
aburridos, es que se trata de un texto ameno, accesible para lectores no especializados,
salpicado aqu y all de datos curiosos, reflexiones alegres, trnsitos autobiogrficos, sutiles
bromas. Imposible evitar la referencia a Los 1001 aos de la lengua espaola de don
Antonio Alatorre, obra sin duda emparentada con esta que comento y que a m me revel,
hace aos, que uno poda amar la filologa y la lingstica sin necesidad de convertirse en
una persona horrible.
Cinco mil aos de palabras puede leerse de muchas formas: como obra terica,
erudita y compilatoria, por ejemplo. Sin embargo, y bordando hacia la ruta que me es ms
querida, prefiero verlo como una pieza literaria: un relato de indagaciones y misterios, un
compendio de viajes, un (y esta es la descripcin que me parece ms precisa) ensayo de
aventuras.
Como relato de misterio nos asoma al mundo celta, nos permite entrever los
enigmas de lenguas extintas y sin filiacin discernible (por ejemplo el etrusco), nos
proporciona la felicidad de saber que el ms antiguo testimonio conocido de una lengua
protorromance encontrado en Italia y escrito hacia el siglo IX no es ni un comentario
poltico ni un texto religioso ni la descripcin de una batalla, sino una adivinanza: el
hermossimo Indovinello Veronese2. Lo que equivale, al menos como metfora, a decir que
Se pareva boves / alba pratalia araba / albo versorio teneba / nero semen seminaba (parecan bueyes
/araban un campo blanco / tenan una carreta blanca / sembraban una semilla negra): la mano que escribe.
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He ledo una novela hermosa y terrible como los ngeles que la pueblan: La Virgen de los
Sicarios1 de Fernando Vallejo. Narra la historia de amor entre Fernando, un gramtico
envejecido y misntropo, y Alexis o Wlmar, un sicario adolescente que, al perder su
empleo como asesino a sueldo del narcotrfico, decide salir cada tarde a la calle
acompaado de su anciano amante y acometer una laboriosa obra de caridad: cascar a
balazos a la poblacin de Medelln, Colombia.
La prosa de Vallejo (o mejor: la voz de Fernando, el narrador) es precisa y prolija.
Su ritmo zumba en la cabeza como las balas, como el odio, como el denostado vallenato
que salta en cada pgina de la radio de un taxi o de una casetera lanzada desde el balcn y
cuya ms preciada joya es este lacnico verso divisa de los sicarios nios: me lleva l o
me lo llevo yo pa que se acabe esta vaina.
Una lengua espaola tan retorcida y veloz como los abismos de corrupcin,
violencia y miseria que gobiernan las grandes ciudades de Latinoamrica. Una sabidura
narrativa cifrada en la postergacin y la digresin: casi nada sucede en el relato central,
pero hasta el mnimo detalle es buen pretexto para recordar toda una historia patria de
humillaciones.
*
1
Comisionado por Javier Rodrguez Marcos para el suplemento Babelia del diario espaol El Pas. 2001.
Vallejo, Fernando, La virgen de los sicarios, Alfaguara, Espaa, 1994.
25
Desde una perspectiva filolgica, el idioma de la novela transita en dos sentidos. Por
una parte es erudito y hasta didctico: construye epigramas latinos y parafrasea lo mismo a
Cervantes que a los lingistas criollos o la jerga (absolutamente literaria dada su frsica
dimensin) de lo burocrtico y lo forense. Por otra, establece un cuasi diccionario-de-lalengua-colombiana-ruin; basuco, chumbimba, parcero, gonorrea, comuna,
comer pollo: stas y muchas otras expresiones del slang callejero son traducidas al
espaol de uso corriente con una justificacin que hace tal ejercicio verosmil: la delirante y
arquetpica vocacin verbal del personaje Fernando, que trata de explicarse y explicarnos
todo hasta el ltimo detalle a fin de que ninguna confusin aminore o desve el flujo de su
desprecio a nuestra especie.
Aunque el tema de La Virgen de los Sicarios es la violencia y la angustia que sta
genera en nuestra percepcin cotidiana, al punto de convertir un simple paseo por calles
cntricas en una excursin a los crculos del Purgatorio tiene el relato un tpico
subsidiario: el amor homosexual.
Debido a la impericia de muchos autores que lo tocan, el amor homosexual ha sido
un mbito difcil para la narrativa hispanoamericana. Aunque no nos han faltado
excelencias (como la prosa de Puig, Piera o Sarduy) y obras gratificantes (como las
primeras dos novelas de Luis Zapata), la mayora de los autores se conforma con un
erotismo repetitivo y solemne, o bien una farsa melodramtica que a estas alturas ni
siquiera nos hace sonrer.
Fernando Vallejo evita ambos escollos obrando con eminencia intelectual: su novela
no es ertica sino tantica. Su campo de batalla es la mente, no la piel. Por ejemplo: casi no
hay figuras femeninas o reflexiones acerca de mujeres. Slo una en que el narrador las
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considera una especie distinta al macho; prefiere no fornicar con ellas para abstenerse de
eso que la religin llama pecado de bestialidad.
Por lo que atae a las probables escenas de erotismo homosexual, stas han sido
pospuestas sistemticamente, como si el narrador no quisiera que su presencia negara o
atemperara la perspectiva de que el mundo fue y ser una porquera. La homosexualidad
aparece en La Virgen de los Sicarios como una actitud moral, incluso idealista de los
personajes. Tambin como un recurso estilstico, un catalizador de la misantropa y el
horror ante la capacidad de engendrar. (Borges escribi que los espejos y la cpula son
abominables porque reproducen el nmero de los hombres; cardinalmente, el narrador de
Vallejo declara hacia el final de la novela su incapacidad para mirarse al espejo.)
La crtica francesa ha comparado a Vallejo con el Conde de Lautramont y ha
descrito su prosa como furibunda, imprecatoria, mgica, apocalptica. No puedo agregar
mucho ms. La Virgen de los Sicarios es, por otra parte, lo que yo calificara como un
deporte literario extremo: hay que estar ms o menos curtido en el trato con el mal, la
desesperacin y la hermosura para apreciar cabalmente la pureza de su enfermo resplandor.
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Un da compras una hermosa guitarra rojinegra: veloz, preamplificada, lujosa como una
llama de laca y ancha de caderas como una puta de Tijuana. Al da siguiente conectas un
ocho y te pones hasta el tubo. Al tercero te divorcias. Al cuarto desayunas vodka y jugo de
naranja, y le bajas la mujer a tu amigo del alma, y te quieres suicidar oliendo el fondo de la
alberca, y aspiras polvo hasta que llega la maana y dices s, claro que s, por supuesto que
s: soy una estrella de rock.
Pero no; todo eso es pura paranoia. Al verdadero talento no le basta la depravacin.
Hay que ver lo que a estas alturas (en estas cumbres borrascosas) hacen seres como Bob
Dylan o Bo Diddley o Neil Young. Lo mejor es no quemarse ni oxidarse sino seguir
tripeando en este paraso, este murmullo, este barullo, esto que es tuyo: el delicioso
rocanrol. Uno siempre ser demasiado joven para cantar victoria. Demasiado joven para
cantar Satisfaction.
***
Hace casi 40 aos, y de seguro sin ser muy consciente de ello, Jos Agustn se embarc en
dos aventuras: desestabilizar la prosa narrativa mexicana y hacerla de Virgilio Nacional en
*
Comisionado por Pedro Moreno para la presentacin de Los grandes discos de rock, de Jos Agustn
(Planeta, Mxico, 2001) en abril de 2002. Posteriormente publicado en el peridico El Universal.
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las aguas procelosas de lo que l mismo bautiz como la nueva msica clsica: el rock.
Slo que, igual que pasa con el personaje de Borges en El jardn de senderos que se
bifurcan, su doble labor ha sido una sola: hacer un corpus bibliogrfico que es tambin un
laberinto estilstico y meldico.
Juan Villoro escribe que, para su generacin, crecida y regada en un pas donde el
rock era prohibido, prohibitivo, intolerable o de plano inexistente, leer una novela de
Agustn era un sucedneo al adrenalinazo de estar, as fuera en gayopa, en un concierto de
The Who o Jimi Hendrix. A m la globalizacin y el consiguiente (magro) beneficio de
contar con el Metroplitan, la Arena Monterrey y el Auditorio Coca Cola me impiden
opinar en este punto. Sin embargo, he notado en los libros de Agustn un transcurso
estilstico que, sin forzar la estereofnica metfora, podra equipararse al devenir meldico
del mundo.
La primera estacin sera La tumba: un rockabilly seco, ni trgico ni extasiado, cuyo
final es una percusin ensimismada, desmadrosa, premonitoria. Enseguida, y tras un
trnsito De perfil, la ejecucin se vuelve conceptual, progresiva en Inventando que sueo,
un disco (I mean, un libro) cuyos cambios constantes de humor y de frecuencias espejean al
temprano Pink Floyd; y en Se est haciendo tarde (final en laguna), que posee de Frank
Zappa lo que de Franz Kafka le falta: gregueras seriadas, esoterismo sin cbala,
neorrealismo agazapado en la farsa. Luego emerge una leve fase pop con Ciudades
desiertas, donde Brian Ferry y Queen juegan un rato a la triste baraja del amor. Ms tarde el
autor decide que se puede poner en los zapatos de los punks o de los los darks o de Nick
Cave, o en los de Brian Eno sampleando ctaras y aparatos de aire acondicionado a travs
de una novela seera: Cerca del fuego. En fechas posteriores, con sus tres tomos de
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traducir lo que el autor considera intraducible (o, mejor: indecible, diran mis AmigosPoetas-Tapatos-Lectores-de-Valente): la msica inconstil1. Por eso en la pgina 29
aparece una foto de Little Richard aplicndose con fe a unas nveas nalgas masculinas. Por
eso se traducen letras de canciones de Leonard Cohen, Patti Smith y Keith Reid. Por eso
cobran sentido la percutiva prosa que describe a Chuck Berry, la ordenada redaccin que da
cuenta de The Cream, el tono de San Juan Bautista metido a periodista que resea una
milagrosa aparicin de Jimi Hendrix en el metro de la ciudad de Mxico o el minimalismo
informativo que introduce a Brian Eno.
Los grandes discos de rock es una amistosa tierra de nadie, una tensa fumarola que
conecta el amperaje de los amplis a las obsesiones y los debralles de Jos Agustn. Es,
como la Be-bop-a-lula de Gene Vincent, una obra de cepa joyceana: todos los gneros
ofrecen tela de donde cortar, el reventn es una zona de lo trgico, el Taj Mahal tiene un
Stetson en la cpula, Its a beautiful day, el gran fonqui de las locomotoras es terrapln del
heavy metal hecho hoy, los tristes tambin cogen, los culos s van a la fiesta, lo mismo es
ser feliz que desgraciado, todo cabe en un librito sabindolo acomodar, nosotros
asesinamos a Andy Warhol, nosotros somos todo: el rock en prosa y la prosa del rock son la
leprosa rocanrolera que canta en esta orilla de un sistema que hace mucho se cay.
Para acabar pronto: Jos Agustn escribi este libro desde la cuna.
Cfr. Crosthwaite, Luis Humberto, Idos de la mente, Planeta, Mxico, 2002: todos somos ficticios; slo la
msica es real.
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Aos ms tarde, a principios de los 80, dos alumnos de Miguel Donoso Pareja el
propio Sampedro y el potosino David Ojeda tomaron la estafeta de los talleres literarios
de provincia y llevaron el afn extensivo que el ecuatoriano propona a dos extremos: por
una parte, difundieron el proyecto (con una voluntad entre evangelizadora y postmoderna)
en ciudades del noreste tan alejadas como Saltillo, Torren, Monterrey y Ciudad Jurez; por
otra, incorporaron a la disciplina literaria que haban adquirido su particular visin del
mundo, en ambos casos emparentada con la cultura pop. Esto influy sin duda en la
sedimentacin de una literatura norestense cuya distincin entre lo culto y lo coloquial
es mucho menos marcada que la que suele hacer el discurso crtico al uso (casi siempre
suscrito desde el centro del pas); una literatura vinculada a Apollinaire, a Bob Dylan, al
surrealismo, al new jornalism gringo, al coloquialismo experimental de cepa sudamericana
y al performance; una literatura cuyos autores (Jess de Len, Marco Antonio Jimnez,
Luis Humberto Crosthwaite tijuanense que inici su formacin literaria en Torren y
Zacatecas, Jorge Humberto Chvez, Joel Plata, Jos Eugenio Snchez, por mencionar
algunos) muestran indudablemente la influencia del salto de gato de Sampedro y/o de los
primeros cuentos publicados por Ojeda.
La sedimentacin de la que hablo no es, deveras, un mero espejismo chauvinista.
Implica, por ejemplo, que la reciente ola de inters de los poetas mexicanos por lo que se
escribe en Chile o Argentina no siempre es producto de la novedad o la sorpresa: tambin,
para autores como Csar Silva Mrquez o Luis Jorge Boone, asume la forma del
reconocimiento. Incluso la forma del reproche: he escrito en otra parte que a algunos poetas
norteos nos irrita la glorificacin a ciegas de la poesa sudamericana reciente porque lleva
implcito el ninguneo de poetas de nuestros pagos nacidos entre el 50 (Sam) y el 65
(Snchez), poetas cuya obra y cuyos proyectos editoriales y modos de leer en pblico,
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para ir un paso ms all tienen una entonacin semejante a la de muchos jvenes autores
argentinos, peruanos y chilenos.
Si preciso todo esto es nada ms para ubicar en un contexto histrico y regional lo
que signific la aparicin de un (ejemplo) salto de gato pinto. No es mi inters (al menos no
en esta nota) hacer una crtica textual del libro. Me conformo con sealar (y recapitulo)
que:
1.- un (ejemplo) salto de gato pinto sigue de algn modo presente en las letras
mexicanas, pese a que lleva tres dcadas prcticamente agotado. Hasta donde s, nunca se
reedit de manera independiente y slo una vez en 1997, en los tres tomos que
conmemoran los primeros treinta aos del premio Aguascalientes publicados por Joaqun
Mortiz de manera antolgica. No me parece mala idea, ahora que hay tantas editoriales de
poesa ganando tantas becas, sugerir su relanzamiento.
2.- El momento lector que viven muchos poetas mexicanos es propicio para
regresar a este libro: aunque sospecho que en nuestro pas el trmino crisis estilstica est
volvindose un devenir de la moda, nunca est de ms desempolvar libros en busca de lo
que Borges llamaba (y, maquilladamente, Harold Bloom junto con l) la invencin de
nuestros precursores.
3.- Aunque un (ejemplo) salto de gato pinto es poco ledo ahora, su impronta
estilstica aparece en algunos poetas mexicanos jvenes. Este devenir puede rastrearse, a mi
juicio, en por lo menos tres vas: de Sampedro a La divisin y otros muertos de Joel Plata a
Physical Graffiti de Jos Eugenio Snchez; de Sampedro a El libro de los poemas de Jorge
Humberto Chvez a ABCdario de Csar Silva Mrquez; de Sampedro a Arena de hbito
lunar de Marco Antonio Jimnez a Discovery channel de Luis Jorge Boone.
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Creo que estas pocas premisas bastan para reconocer a Jos de Jess Sampedro
como un injustamente olvidado pariente de la poesa mexicana joven.
35
1
Partir del supuesto de que t tambin lo has meditado y, en tu fuero interno, sabes que el
invento ms apasionado y dulce de la monogamia no es el matrimonio sino la infidelidad.
No me refiero a la oez de que al final de cada pleito conyugal vayas a una fiesta y te
pongas hasta el tubo de coca o jarabe hervido, y boquees al punto de la cachonda
inconciencia, y te escondas en alguien, y despiertes despus sin ms deseo que palpar, con
alivio y tristeza, la textura del ltex. Estoy hablando de personas que se desean tanto que
seran incapaces de tocarse las manos. De presidentas de clubes de jardinera que fornican
sin llegar al orgasmo con tal de ver, media hora ms tarde, los ademanes de un muchacho
que se calza las botas. De amorosos-padres-y-madres-de-familia teniendo sexo oral debajo
de un adltero paso a desnivel una noche antes de que sus hijos reprueben el curso de
Anlisis de las Estructuras Sociales. De mujeres hartas de hacer pastel de carne los
domingos. De taxistas cincuentones que van al cine porno abrazando a una vestida. De
comerciantes o funcionarios o traileros que, cuando pasan frente a una mueblera, miran
furtivamente el aparador de los colchones. Yo hablo de ellos. Yo los elogio: son el nico
paisaje que nos queda para atestiguar la duracin del amor.
Comisionado por Carolina Faras para el IV Encuentro Internacional de Escritores de Monterrey, 1999.
Publicado en el volumen colectivo Erotismo y literatura (CONARTE, 2000).
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2
Para los hombres de la Edad Media (y ms para las mujeres, que fueron las propietarias
materiales del concepto), el Amor Infiel no difera gran cosa del Amor Eterno. Dulce
fatalidad y mesianismo femenino, traicionar al esposo, a la castidad y a la iglesia consisti,
desde las ms tempranas pocas del occidente romanizado, en una forma agonista y
retorcidamente cristiana del sacrificio.
Autores tan dismiles como Denis de Rougemont, Octavio Paz, Gilbert Highet o C. S.
Lewis reconocen en las formalidades del Amor Corts (avatar por supuesto del amor infiel,
como veremos) la huella profunda del mito que narro a continuacin: el caballero favorito
del rey viaja a tierras lejanas con la misin de custodiar, de vuelta al castillo, a la doncella
que su amo desposar. En el trayecto, y merced a un hechizo empleado a destiempo y por
accidente (suele ser un perfume, una rara sustancia mezclada con afeites), el caballero y su
futura reina quedan enamorados. As, su pasin es previa a y por tanto ms ntegra que
el enlace matrimonial.
Durante el siglo XIII esta historia se cont varias veces en francs y alemn bajo el
ttulo de Tristn e Isolda. Pero el relato original es ms antiguo, lo mismo que la presencia
de sus datos esenciales en los ciclos artrico y carolingio.
De acuerdo con los textos y ambientes a los que hago referencia, cualquiera pensara
que el imaginario del Amor Corts (o "amor romntico", como tambin gusta de llamarlo
Highet para darle mayor amplitud al concepto y es notable cmo los estudiosos huyen de
mencionar explcitamente la infidelidad, cuya presencia sin embargo es fcil de inferir en
los textos medievales que se citan) proviene de las culturas brbaras. No obstante, es difcil
pasar por alto la influencia de Ovidio en la poesa provenzal, como tampoco hay que
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Como se describe en Can Chai la fueilla, de Arnaut Daniel (Cfr. Pound, Ezra, Ensayos Literarios, Cien del
Mundo, CONACULTA, Mxico, 1993, p. 51 y ss.
38
siguiente prrafo:
Es interesante que este concepto [el amor romntico] haya muerto primero en Francia, que fue donde
naci. En la literatura francesa moderna, vale decir que en la sociedad francesa moderna, no hay casi
huella alguna de l. [...] Hay un gran libro que simboliza su corrupcin y su ocaso: Madame Bovary,
cuya herona destruye su vida buscando el amor y el romanticismo, mientras que su marido la trata de
una manera normal, juiciosa, muy francesa, igual a la de la mayora de los maridos que hay en este
mundo.2
3
Para ser un buen infiel hace falta una verdadera actitud vocacional. Hay que renunciar a la
felicidad y el buen juicio, pero tambin a la tristeza, la locura, el dispendio sexual. Hay que
aprender a hacer el amor al menos de dos formas, pero deveras el amor: cada una de las dos
con sus relatos heroicos, sus posiciones erticas favoritas, sus chistes cada vez ms
privados, ms abyectos y ms inteligentes. Hay que ejercitarse en la simulacin, el
contorsionismo, el cinismo y la corrupcin de policas. Hay que comprar un plano de la
ciudad. Hay que saber conseguir sustancias ms complejas que el hielo a altas horas de la
noche. Hay que habituarse a leer libros viejos, montonos, llenos de lugares comunes, pero
que dan un lcido sentido a la crueldad cotidiana, a la vivacidad con la que nos deshacemos
los nervios y la vida en coches, en privados de bares, en moteles donde las cintas porno son
una percepcin ms pura que la luna o el lejano rumor de los trilers. Hay que aprender a
olerse uno mismo, a mirarse detenidamente en el espejo, a palpar hasta el mnimo detalle de
uno mismo aun en la habitacin ms oscura: hay que volverse narcisista por cuestiones de
2
39
seguridad. O por altruismo; para no hacer infeliz a otro. Y hay que dejar que el narcisismo
nos venza, que nos tumbe en la cama, que nos hable de amor
4
Todo el que ama ha experimentado en carne propia el modo sutil y funesto en que los
ideales de libertad e igualdad quebrantan la prctica del amor. Ser libre es no poseer a
nadie. Ser igualitario es renunciar al vasallaje que los antiguos escandan sonoramente y
que para nosotros no es ms que una nostalgia puesta en metros regulares.
En los igualitarios y liberales tiempos de la modernidad, hombres y mujeres nos
hemos abismado en el matrimonio a secas y en la promiscuidad o, en todo caso, en el
cansado jeroglfico del onanismo y los placeres profilcticos. Hemos renunciado a la
belleza carnal y filosfica del amor infiel, y hemos pagado esta renuncia perdiendo nuestra
fe en la eternidad del amor.
Tal vez el gesto ms elocuente para ilustrar el fin de esta fe sea el suicidio de Werther,
quien en una escena gemela e inversa a la de Genievere entregando su cuerpo a Lancelot
recibe (casi) de manos de la mujer deseada la prenda oscura del desamor: las pistolas con
las que va a matarse.
Desde que la mentalidad burguesa perfeccion el espejismo del matrimonio, la figura
de la (o el) amante ha perdido toda su dignidad: no ms cortesana, no ms literatura, no
ms lgrimas de ruego, no ms Julien Sorel posando desnudo contra el espejo manchado de
la habitacin 311. Es una lstima decirlo pero, para ser infiel, ya ni siquiera hace falta
talento.
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5
Me han dicho que el sol siempre brilla en las autopistas de la informacin. Debe ser cierto
porque en todas partes veo a esos nuevos infieles, esos nuevos amantes cortesanos: se
envan e-mails, chatean de madrugada, tienen cibersexo en oficinas pblicas y luego
esperan hasta la medianoche para masturbar a solas su diferido orgasmo. Se dejan recaditos
amorosos todo el tiempo y, a veces, hasta son capaces de darse a conocer el uno al otro: se
citan en un caf o un aeropuerto slo para volver del sueo, para compadecerse
mutuamente por su falta de amor.
Hace unos aos le la noticia de que un marido israel mat a su esposa y a sus dos
hijos porque se enter de que ella mantena una relacin con otro hombre a travs del
internet. Pese a la crueldad y estupidez que supone esta historia, no puedo evitar mi
admiracin ante lo sublime de los gestos que puede desencadenar la escritura amorosa.
La ciberinfidelidad es triste: carece de la precisin, del absorbente y penetrante
xtasis que emana de los olores, las cavidades y los fluidos. Sin embargo, su cuerpo es muy
hermoso: un texto abierto, lleno de orificios, columnas, ngulos agudos y pliegues que slo
la familiaridad vuelve evidentes. Una sucesin de frases, es decir, de ritmos. Una armoniosa
dispersin que rige la memoria, una persecucin y un goce, un vasallaje que nos reintegra,
en tanto que seres discontinuos dira Bataille, a nuestra irreal fidelidad, a nuestra real
infidelidad: la de la escritura.
41
Comisionado por Isabel Ortega para el VII Encuentro Internacional de Escritores de Monterrey (el tema del
congreso era Exilio y literatura). 2003. Indito hasta ahora.
42
Supongo que no. Y es que desde hace aos vengo preguntando lo mismo a cuantas
personas conozco, y no slo ninguna tiene memoria del programa, sino que las ms
irritantemente teleadictas me aseguran que este relato me lo invent yo, que la serie jams
fue transmitida. Por desgracia, no tengo ya ms prueba de lo contrario que mis recuerdos: el
nico otro testigo de que Corona del Mar existi era mi abuela Licha, que lo vea conmigo,
y hace aos est muerta.
No s por qu, ahora que se me antoja escribir sobre el exilio, me vino a la cabeza
este viejo programa. Tal vez por la metfora subyacente en la historia del peregrino sin
brjula, el amnsico que slo sabe de s mismo el nombre del lugar hacia el que se dirige, y
el hecho de que aun ese lugar no sea sino un barco: una isla en flujo permanente, una patria
cuya estabilidad es la belleza de su nombre.
Quiz tambin he trado a cuento la serie por el horror que me causa ser el nico
que la recuerda, como si mi memoria fuera el reverso exacto de la amnesia del protagonista.
Creo que nada se parece tanto al exilio como tener un recuerdo de la infancia que no puedes
compartir con nadie. Y otra vuelta de tuerca, algo irnica: ser el ltimo hombre que
recuerda a un hroe cuya grandeza consiste en haber perdido la memoria.
24 de febrero
En la plaza, un piquete de soldados
doblaba la bandera. Su rigor
era un ballet de brbaros flotando
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Cambi este rasgo biogrfico a finales de octubre de 2006 con un viaje de 15 das a Alemania.
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arrojados del mundo sin aviso ni razn. Las utopas de la nueva carne (como bautiz
David Cronenberg a esta ideologa masoquista y meditica) poseen un doble fondo: la
realidad nos parece ya post-humana, y si sufrimos es porque nosotros todava no lo somos.
En eso consiste, creo, el ltimo de los exilios.
Ovidio y Job son para m runas que demarcan el frvolo apocalipsis de lo posmo,
visiones trgicas que nuestra sociedad banaliza: la web y las finanzas nos echaron del
mundo, slo hallars lugar en la tribu de los globalifbicos si costeas tu pasaje de Pars a
Cancn para asistir a la protesta, el alma es una casa de putas a la que acudimos cada da de
pago, y claro, siempre nos queda este maravilloso, blandengue, este anacrnico pas: la
democracia que nos corona a todos a condicin de ser un pueblo de reyes jubilados.
Ovidio y Job admiten, finalmente, una lectura autista: vivimos insertos en una
dinmica de individuacin casi esquizofrnica, y no hay nada ms contundente que la
sensacin de un exilio metafsico para hacer del Fin de los Tiempos una pesadilla
personalizada. Gozamos, pues, nuestro aislamiento como un triunfo. Aunque signifique
darle la espalda a nuestros amores, nuestros deseos, nuestras patrias ms ntimas.
conveniente para garantizar el pleno desarrollo del cerebro humano sera evolucionar de nuestra condicin de
mamferos a una ms simple y exttica: la de vegetales pensantes. Cfr. Dery, Mark, Velocidad de escape,
Siruela, Espaa, 1999.
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Poesa y creatividad*
un acercamiento vinculado a la promocin cultural
Moscasyddalo
MartnLuterodijounavezqueAlguienhabacreadoalasmoscasparadistraerlomientrastrabajaba
enbuenoslibros.Sospechoquelaspoticascumplenlamismafuncin.Noquenosdistraigan;ledan
alasanuestroego.
Escribo poemas desde los quince aos, y siempre lo he hecho con una intencin prctica:
todos decan que era un muchacho bondadoso, as que por motivos de seguridad personal puse mi
empeo en arruinarme el carcter. Ya casi lo logro.
Nunca he sabido de dnde salen los versos. Y no hablo de inspiracin. Ms bien creo que en
el poema no se es un pensador sino un piloto. Es como sufrir una ceguera extravagante, como si uno
leyera de un modo tan absurdo que, de pronto, descubriera que es capaz de descifrar hojas en blanco.
Soy ms despistado que Woody Allen. Mi propia casa es un laberinto para m. Ni qu decir
del deseo, la memoria, la calle. Me acostumbr ya tanto, sin embargo, al vrtigo nmada del ddalo,
que procuro percibirlo aun mientras finjo estar inmvil. Los poemas me son laberintos porttiles,
herramientas para construir atajos y callejones sin salida en la piel de las desapariciones.
Escribo para volver al idioma del que nac.
Comisionado Por Rosa del Tepeyac Flores para un Encuentro Regional de Promotores Culturales en Saltillo.
2003. Indito hasta ahora.
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Humoryfervoraparte,algoquemeinteresabaplantearenesapginaeraqueelarte
esunfenmenoynoslounsuceso,unprocesoounproducto,comoasumenalgunos
poetas y crticos recientes quiz por influjo de anlisis culturales avalados por la
burocraciaenturno.Heideggerexploresteconflictocomonadie,peroHeideggeresun
filsofo.Ysporexperienciaque,enestostiempos,citarenpblicoaunfilsofoescasi
casiundelitofederal.
Paraplantearmivisinfenomenolgicadelacreatividadenlapoesahepreferido
ocuparmeaqudealgomuchomssimple,dosconceptosobvios,humildes yterribles:
expresinycomunicacinatravsdelarte.
Ensultimolibropstumo1,BorgescitacasiconrepugnancialaideadeBenedetto
Crocedequelapoesaesexpresin.Elrechazoborgianopartededosrazonesevidentes:
enprimera,notodoloescritoenversomerecellamarsepoesa;yensegunda,alhablarde
expresin nos olvidamos del lector al otro lado de la pgina, es decir, de la
comunicacin.
Cuandolosaficionadosaunadisciplinaartsticaaboganenfavordesusproductos
casi siempre embrionarios y faltos de rigor diciendo que todos tenemos derecho a
expresarnos, se olvidan de otra verdad de Pero Grullo: expresin no es sinnimo de
creacin. Nadie prohbe a nadie escribir en verso. Pero la crtica, los editores, los
promotoresculturales,lahistoriadelaestticayunareducidayalavezslidacomunidad
delectorestienenderechoarechazarestosproductossilosconsideranfalsosoendebles.Es
curiosoque,cuandoseplanteaunaideacomosta(ladelapeculiaridadinstrumentaldeun
reductodeculturaalquesolemosllamarlapoesa)lagenteloacuseaunodeelitista,
1
Borges, Jorge Luis, Arte potica, Letras de Humanidad, Editorial Crtica, Espaa, 2001.
50
excluyenteyhastaperverso;perosicuatrotenoresinterpretaranacanonunacancinde
JosAlfredoJimnezysepresentarananteelpblicocomoartistascardenches 2,elpleno
de la comunidad coahuilense se les echara encima acusndolos de impostores,
reduccionistasyoportunistas.Dichoenlenguajefamiliar,lopolticamentecorrectonosest
partiendolamadre:notenemosderechoafalsificarespecificidadesdelaculturapopular,
perocualquieraeslibrededefenestrarelpatrimonioenterodenuestracivilizacin.
Porloquerespectaalapoesaentantoquevehculodecomunicacin,dosdelos
autores quemejorhanindagadosusresortes sonT.S.Eliot y,enlengua espaola,su
traductorJaimeGildeBiedma.
GildeBiedmaresumelasideasdeEliotdiciendoque,sibienelpoemahadeser
fundamental para la economa interior (la emotividad privada) de su autor, debe
asimismocontenerefectosretricosquenoslotestimoniensentimientos,sinoquems
importante aun permitan al lector reproducir la experiencia espiritual del poeta en su
propia conciencia. Es decir: la poesa no nos cuenta una emocin, sino que aplica
estrategiasverbalesquenospermitenrecrearla,percibirlacuantasvecesqueramossinque
mediemayorimpulsoexternoqueelquenosbrindaeltexto.Estasutilezaeselprincipiode
lacreatividadaplicadaalpoema.
Yesestojustamenteloquediferenciaaunverdaderopoemadelasinacabables
reiteraciones e imitaciones del declamador sin maestro. Los poemas que
machaconamente repiten frases trilladas, sentimientos e ideas aprobados por el canon
intelectualyerticoalusoytemascmicosytrgicoslargamentevisitadosporlatradicin,
2
El cardenche es un tipo de canto rural tradicional de La Laguna, regin desrtica entre Durango y
Coahuila. Es un arte a punto de desaparecer. Consiste en la ejecucin a capella, en canon de tres o cuatro
voces (primera, segunda, marrana y arrequinte) de piezas tradicionales casi siempre relacionadas con el tema
amoroso, el paisaje rido y la melancola.
51
52
mecanismosbsicosdelacreacinpoticaqueenmelindresestilsticosycismasculturales
cuyademarcacinterritorial afectacasiexclusivamentealospoetas valgadecir:alms
estrechoyendoscpicoconjuntodelaciudadanamexicana.
***
Enresumen,lasintencionespoticascomienzancomoexpresinpersonalyculminan,al
llegarallector,comosustanciaemotivaeintelectualcomunicable.Loquesucedeenel
transcursodeunaaotraestancias llmeseretrica,disciplina,filosofa,imaginacino
inteligencia esamijuicioelplenoterritoriodelacreatividad.Crearesjazzear(enel
sentido de ejecutar una tcnica depurada que admite la improvisacin, la toma de
decisionesinstantnea)pulsandolascuerdasdelespritu:entreloquequieroexpresarylo
que logro comunicar(me)te hay un trapecio de ceguera suspendido sobre un mar de
esplendorydeveneno,hayunpuentedetablasmuydelgadasquevadelosagradoalo
inteligible;hay,enfin,elartecomofenmeno,comoexperienciaradical.3
Tal vez no se requiera ciencia para estar ms o menos de acuerdo con esta
perspectiva:laverdaderacreatividaddelapoesaesunazonacolectivadondeautorylector
estrechamentesevinculan.Bastan,paraafirmarlo,unmnimoconocimientodelosprocesos
creativos y otro poco de ese huidizo deporte mental al que llamamos sentido comn.
Entoncesnomeexplicoporquestandifcilencontrarunproyectoculturalburocrticoque
nopaseporaltoestaapreciacin.
Borges lo llamara la alusin, para oponer un concepto ms flexible a los entronizados pero esclerticos
trminos comunicacin y expresividad.
53
54
hanredimensionadoladiscusinenmateriadecultura.Peroelrechazoquelaburocracia
sostiene contra los artistas2 est ms cerca de la mentalidad empresarial que de una
verdaderarenovacinsociolgicadelosconceptosdecultura.Quieroconsignarestepasaje
deRicardoPigliaque,aunqueserefierealosmediosacadmicos,puedeaplicarsealosde
lapromocin:
LasituacinactualdelaliteraturasesintetizaenunaopinindeRomanJakobson.Cuando
leconsultaronparadarleunpuestodeprofesorenHarvardaVladimirNabokov,dijo:seores,
respetoeltalentoliterariodelSeorNabokovperoaquinseleocurreinvitaraunelefanteadictar
clasesdezoologa?
LaestpidaysiniestraconcepcindeJakobsoneslaexpresinsinceradelaconcienciade
ungrancrticoygranlingistaygranprofesorquesuponequecualquieraestmscapacitadopara
hablardelartedelaprosaqueelmayornovelistadeestesiglo.LaautoridaddeJakobsonlepermite
enunciarloquetodossuscolegaspiensanynoseanimanadecir.Setratadeunareivindicacin
gremial:losescritoresnodebenhablardeliteraturaparanoquitarleseltrabajoaloscrticosyalos
profesores.3
Muchos de los cuales, esto tambin hay que decirlo, critican a las instituciones ms como criollos ante
peninsulares que como verdaderos interesados en el fenmeno.
3
Piglia, Ricardo, [OJO: FALTA FICHA BIBLIOGRFICA]
4
Cfr. Jimnez, Gilberto, Teora y anlisis de la cultura, Tomo I, Col. Intersecciones, Conaculta/Icocult,
Mxico, 2005.
55
principiosdelsigloXXIcuyaedadlindaentrelos25ylos40aos)acostumbra,puestoque
raravezvivedesusregalas,trabajarensectoresanejosalaindustriacultural:periodismo,
casas editoras, divulgacin cientfica, medios audiovisuales, turismo, proyectos
independientesrelacionadosconelocio,poltica,burocracia:escalerasdeserviciodela
verbalidad.
***
Nota de diciembre de 2006: Acabo de ver un programa de tele sobre la vida de Leonardo y no puedo sino
censurar lo ingenuo que me suena este pasaje mo: obviamente el mecenazgo europeo era tan impositivo (y
muchas veces ms cruel) que el nuestro. Lo cual no habla bien de CONACULTA, sino mal de Cesare Borghia
magro y burdo beneficio.
56
***
Cadadaescribopoemas.Cadadatrabajo,adems,enunainstitucinquepromuevela
cultura.ltimamentemeindignatenerquecuadricularmisideasyproyectosdetrabajo
medianteformatosdesastrosos,incompatiblesconcualquiernocin(tradicionaloaprendida
enBaudrillard)delacultura.FormatosdiseadosporunasuertedeTestigosdeJehovde
la Calidad Total: personas incapaces de cuestionar la sapiencia sobrenatural de sus
sistemas, apstoles que pretenden mejorarnos mediante el saludable mtodo de saber
absolutamente todo acerca del ISO e ignorar hasta los rasgos ms elementales del
fenmenoquepretendenevaluar.
ConfiesoquemecaenbienestosTestigosdeJehov:sonbuenasgentes,asque
tratodeseguirfielmentesusinstruccionesyllenarloscuadritosconlamejorletraque
puedo.Nomeindignanporquesoyunpromotorcultural:yocrecentresindicalistasdeuna
empresasiderrgicaynoconozcomsorgulloqueeldevendermifuerzadetrabajo.Me
indignancomoartista,s,unpoco.Pero,sobretodo,meindignancomociudadano.Porque
s,desdeelsenomismodelaplaneacin,queyoparaelloscomociudadanonosoynada,
quenosoymsqueundato,quelomismodacincoproductosvendidos,unaleyendarural
delXIXotodalametafsicadeAlvarodeCamposylamuchachaquecomechocolates.
57
Concluyoenestepunto.Talvezparezcaque,alhablardemispenasoficinescas,me
hedesviadodeltemadelacharla,peroconfoenqueno:primero,porquenoestdems
decirenunencuentrocomostequelaculturaesunavivenciacotidiana,unespejo,una
fortunayuncadalso,todoantesdellegaralasacrosantahojitadendicesdeevaluacin.Y
segundo,porquelacreatividadenelartesucede,comodijeya,duranteelfenmenoque
mediaentreexpresinycomunicacin:esdecirenlosterrenosdelaalusin,esazona
ambigua donde la identidad del hacedor y el espectador se vuelven intercambiables, y
dondelosverdaderospromotoresculturalesmejorsedesenvuelven.
Porotraparte,hayqueserbastantecreativoparasobreviviralamediocridad,la
estandarizacin,eltriunfalismo,elmaltratomoraleintelectual,yluegovolveracasaconel
nimodesentarseaescribirunoscuantosversos.Noesgrancosa,supongo.Peroesaes,lo
confieso,laverdaderacreatividaddelospoetas.
58
Comisionado por Jair Corts y Rogelio Guedea en agosto de 2004 para el volumen colectivo A contraluz
(FETA, Mxico, 2005). Publicado parcialmente en la revista VozOtra, enero-febrero 2006.
1
Cfr. Lumbreras, Ernesto y Bravo Varela, Hernn (seleccin, prlogo, notas y apndices), El manantial
latente. Muestra de poesa mexicana desde el ahora: 1986-2002, CONACULTA, Mxico, 2002, p. 248
59
60
reflexinentornoalapoesa2)porseparado,dandoacadaunounrangodeelucubracin
msprofundo?...Quizporqueestostemasnonossuenan,porssolos,losuficientemente
vistosos.Otalvezporqueexigenunrigoryclaridadexpositivosquenosiemprequeremos
concederanuestraprosa.
d).Hablardepoticasformapartedeunconjuntoalquellamodiscernimientos
mitificados,mismoquerigemuchasdelasdiscusionesquehayactualmenteenMxicoen
tornoalapoesa,ycuyapasivaaceptacinslorevela,amijuicio,ungranvacodecrtica.
Enseguidatratardeampliarestareflexin.
61
Todas estas opiniones me parecen importantes, y coincido con algunas (las menos
elogiosas). Pero considero que, cuando Eduardo Miln seala que la poesa mexicana joven
parece ajena a todo conflicto extra-literario del mundo contemporneo8, no est buscando
nuestra simple adhesin a lo que enuncia: est buscando interlocutores. Y asumir cualquier
idea certera como algo que no puede acotarse, discutirse y ser reelaborado mediante el
propio discernimiento me parece un lamentable error.
Arriesgo este apunte: aunque comparto en trminos generales la preocupacin de
Miln, no me parece que la poesa de Jos Eugenio Snchez y ngel Ortuo por citar dos
autores incluidos en El manantial pueda asimilarse sin mayor discusin al panorama que
l describe. Adems, y aun suscribiendo plenamente la idea de Eduardo, habra que
profundizar en ella aportando inquietudes personales; yo me pregunto porqu el
compromiso con la realidad actual es constante en poetas mexicanos jvenes de escasa
destreza tcnica, y se diluye conforme el autor consolida sus recursos formales (lo que no
necesariamente sucede en otras tradiciones).
Las crticas vertidas por Ortega y Miln se han endurecido en la conversacin, de
modo que no es raro escuchar (sobre todo en el norte del pas) que la poesa mexicana
emergente es solemne, retrica y escapista. No faltan los poetas que suscriben estas
opiniones sin mayor conflicto, quiz con la intencin de desmarcarse del sector criticado;
otros miran pasar la procesin en silencio, con un gesto de fastidio y hasta menosprecio.
Pero muy pocos (destaco a Ernesto Lumbreras) han opuesto textos reflexivos a tales
consideraciones. No comparto del todo lo declarado por Lumbreras en la revista peruana
Intermezzo tropical (parece decir: pues s, as es la mejor poesa mexicana: alejada de la
62
cotidianidad aunque no tan uniforme, y no por falta de emocin, sino por oponer a la
ingenuidad del aqu y ahora un escepticismo que tiene races histricas y culturales, y que
resulta ms revelador9). Digo que no comparto este criterio porque margina sutilmente
hechos que debieran importarle a la crtica, como los efectos de la presin social sobre
discursos de vocacin subversiva (sean vitalistas o escpticos 10), la domesticacin
acadmica de lo excntrico y la profunda influencia sobre el medio literario de la tradicin
clasista nacional. No obstante, la actitud general de Ernesto y su capacidad crtica me hacen
ver nuevamente a un interlocutor, no a un adalid de causa alguna.
Yo tambin percibo que nuestra poesa no es tan uniforme en esencia; creo que la
repeticin de ciertos tics formales (hiperconsciente negacin del yo, adjetivos superlativos
relacionados con claridad-blancura-transparencia, descripcin metafsico-minimalista de
objetos y espacios familiares, recurrencia temtica de lo inasible / lo indecible, extraccin
quirrgica de todo lo que tenga un vago tufo a poesa de la experiencia, menosprecio de
lo humorstico, etctera) achata y empobrece la diversidad de registros, lo cual me parece
leve(pero significativa)mente distinto.
Reitero: no estoy contra ninguna de las ideas que resum antes, sino contra la
pasividad de aceptarlas per se, sin establecer mayores conflictos intelectuales a travs de
ellas. No soy un desmitificador a ultranza, pero me resulta perturbadora la renuncia a
confrontar una entidad tan democrtica como la opinin, mxime cuando sta es vertida por
autores (como Miln y Lumbreras) cuya honestidad y gusto por el dilogo son evidentes.
La lectura que hago de las ideas de Lumbreras es esquemtica; no he querido citar pasajes de su texto
porque resultara oneroso, as que asumo el riesgo de estar malinterpretndolo.
10
Esto se nota (para dar un ejemplo ajeno a nuestro medio) en la actual poesa argentina, cuyo prestigio
coloquial hace que un poeta como Silvio Mattoni vigoroso, pero reacio a la floritura callejera sea poco
apreciado en su propio contexto nacional.
63
64
Envs, dos libros cuya precisin formal no est reida con la persecucin de ideas e
imgenes reveladoras. Un par de veces he planteado esta apreciacin a otros poetas, y en
lugar de disentir de mi opinin con argumentos literarios, me dicen: es Luigi, gey, no
mames: Luigi siempre escribe igual. De nuevo estoy en desacuerdo. Y no creo que la
reflexin valga poca cosa, porque significa que, en la lectura de este autor, hay quien slo
actualiza los componentes ms superficiales.
b).- Luis Vicente de Aguinaga es elogiado (merecidamente, me parece) por libros
como El agua circular, el fuego y La cercana. Esto, aunado a la concesin del premio
Aguascalientes a su libro Reducido a polvo, lo convirti segn ciertas opiniones (ms orales
que escritas; y aun: ms de actitud que de palabra) en una especie de intocable. Por eso
quienes hemos reseado con alguna dureza sus poemas recientes nos topamos, a veces, con
cualquiera de estas dos desmesuradas reacciones: o se nos felicita sotto voce como a quien
cumple una proeza clandestina, o se nos acusa sotto voce de ejecutar un complot
maledicente contra el autor por envidia de sus logros. Como si fuera imposible que haya
generosidad alguna cuando uno menciona lo que considera defectos o carencias en una obra
literaria13.
Veo en estas reacciones una subestimacin del desacuerdo, una descalificacin a
priori del desacuerdo en tanto que fenmeno ticamente deseable. Esta actitud me parece
muchas cosas, pero, sobre todo, me parece una inmoralidad: una especie de autoritarismo
basado en el chantaje sentimental-curricular.
c). Los primeros comentarios que recib cuando declar mi admiracin porlos
poemasdeLuisFelipeFabrefuerondeltipopuess,peroescribecomoMiln.Noniego
13
O como si un libro galardonado tuviera la obligacin de ser universal e infalible. De paso, dir esto: tengo
la impresin de que las crticas a la obra de Luis Vicente de Aguinaga se deben ms al aprecio por sus libros
anteriores y a la consiguiente expectativa ante los prximos que a factores tan groseros y mezquinos como
la demeritacin de un premio literario.
65
queperciboalgunassemejanzas,comoelmododeencabalgarolarepeticindefrasescon
levesdeslizamientosdesignificado;peroelcampotemticodeFabremeparecedistintoy
original,susentidodelhumoresmsconstanteycrucialparalaresolucindelpoema,yel
decursoquellevadesunacionalismofrsicoasureciente(casibeckettiana)interpretacin
deloprovenzalmeparece,pordecirlosindemasiadoentusiasmo,untrancedeejemplar
curiosidadlrica:suficientesrazonesparaempezaraleeraesteautordesdeotraperspectiva.
Dehecho,yonolovinculaMilnenunprimeracercamiento,quizporquenovivoenel
D.F.ynosabaquefuesualumno.
d).- Aunque la obra de Jos Eugenio Snchez ha mantenido siempre un mismo tono,
hay en sus textos recientes un refinamiento en el traslado al poema de teoras estticas
vinculadas al arte-basura. Sin reflexionar en torno a esto, el autor seguir siendo denostado
por hacer chistoretes o elogiado por ser un poeta padre. Y su obra se mantendr como
nebulosa en nuestro contexto.
El caso Jos Eugenio me permite abordar el problema mayor de la estilstica
simpattica: por qu muchos poetas (casi nunca por escrito, otra vez en corrillos) dicen
que Snchez hace chistoretes, o peor, que eso no es poesa? Si lo semejante engendra
lo semejante, lo que no parece poesa (de acuerdo a nuestra experiencia cotidiana) no lo
ser. Y afirmaremos esto sin importar que su poder de subversin, su referencialidad, su
msica y su variedad tcnica sean originales y cuestionen la nocin de yo y de realidad
unvoca (problemas que a todos parecen importarnos), confronten la superficie del poema
su retrica mediante la paradoja de intentar profundizar en l a travs de discursos que
llamamos superficiales, y adems ahonden en la poco explorada veta del humor.
66
67
DeloschilenosseadmiraenparticularlaplenituddelaobradeCarrascoy,en
general,lavivacidadconqueasumensuvocacinliteraria,elevndolacasialrangode
performance y deporte nacional. De los argentinos, su soltura para abrir el arco del
discursopoticoincorporandocoloquialismos,cmicstextualesyotrasvariedadespopdel
constructioculturalcontemporneo.14
CreoquelainfluenciadelConoSursobrenuestraspoticaspuedeser,entrminos
generales, revitalizadora. Pero tambin me parece que existe el riesgo de asumirla de
manerasuperficial,inclusoinjusta.
Superficial,porquealgunospoetas(piensofundamentalmenteenSergioValero)se
handejadollevarporelentusiasmodelonuevo,ysearriesganaverelcoloquialismode
chilenosyargentinoscomounasuertede Deusexmachina,loquecontribuyeagenerar
vacosdecrtica.SiubicamosenunmismoplanolaobradeGermnCarrascoylade
DamsiFigueroa(poesaladeestaltimaquemeparecesobrevaloradaaunensucontexto
nacional)sloporquesusautoressonchilenos,osiendiosamosacualquierpoetaargentino
sloporquesupoesastienecalle15,estaremossustituyendounprejuicioporotro.Para
quelapoesasudamericanaenriquezcanuestromediohacefaltapublicarlaacyhacerde
ellaunalecturadetenida,crtica(perosinocriticamosnilonuestro...).
Injusta, porque ciertos rasgos que se celebran en la poesa sudamericana estn
presentesenautoresmexicanos(ynoslojvenes:recurdesealprimerRicardoCastilloy
aJosdeJessSampedro,JoelPlataoMarcoAntonioJimnez)completamenteborrados
14
Lo que digo en este prrafo proviene de mis conversaciones con, al menos, cuatro de los poetas mexicanos
a quienes hago referencia en este apartado: Plascencia, Bravo Varela, Cern y Valero.
15
Y hay algunos muy buenos, como W. Cucurto. Pero, como ya dije, creo que el coloquialismo es la retrica
institucionalizada de la reciente poesa argentina, lo que achata y abruma las reales virtudes de algunos
autores.
68
delmapadenuestrasreferencias.Asumiruncontextoajenofervorosamente,conprisa,y
sinqueelloafectelavisindelpasadoinmediatodenuestromedio,separecemenosauna
lecturaqueaunainfatuation.
ElcasodeLenPlascenciaolmeresultaperfectoparaejemplificarcmounpoeta
mexicano de mi generacin aplica a la prctica la nocin de crisis creativa. Es
relativamente fcil notar cmo Len sabotea l estar de acuerdo con que use esta
palabrayanodigamoslaintegridaddelpoema,sinolanocintajantedeestilo,ycon
ellolaidentidadautoral,valindosedelosregistrosmsdiversos,inclusocontradictorios,
enlasucesindecadaunodesuslibros.Personalmente,notodoEnjambresmecomplace
(aunqueapreciomuchoalgunospasajes),ydeplanomesientoajenoaLafrgilinsistencia,
un libro que ha sido celebrado en ciertos medios, creo que por la obviedad un poco
domesticada de sus filias literarias: alguna poesa francesa y mexicana que ve en los
blancosdelapginaelendecaslabodeloinasible.PeroElrbol,laorillamepareceun
libro entraable porque, pese a las deudas con Viel Temperley y Du Bouchet 16, la
imaginacin del autor logra conquistar un espacio intermedio de verdadera creacin
personal,y,sobretodo,estoyinteresadoenlospoemasrecientesqueleconozco,textosque
meparecenmenosrgidosquelosanterioresdesdeunaperspectivatcnica,ycuyaauto
ironameresulta(nonegarmisafectosestilsticos)muysaludableparanuestraliteratura.
UnreprochetengoquehaceraLen:losciclosformalesqueagitansuescritura
provienenmsdelalecturadeotrospoetasquedecualquierotraclasedeexperiencia17
16
Trat este asunto en una resea publicada en Letras libres Num. 64, abril de 2004.
Supongo que ya es hora de devolverle a esta palabra su amplitud original y rescatarla del secuestro al que
nosotros mismos la condenamos por repudio a unos cuantos malos (y alguno bueno) poetas peninsulares.
17
69
Creo que todo recurso literario, en su perfeccionamiento y/o desgaste, acaba por convertirse en retrica. Al
usar esta expresin (extra-retrico) intento dar un nombre restringido a un conjunto difcil de caracterizar: el
de aquellos rasgos textuales y semiticos cuya incorporacin a nuestro contexto literario o nuestra lengua
intenta hacer menos predecibles, domesticadas o tediosas la creacin y la lectura de poemas.
19
Me temo que esta crtica podra aplicarse tambin a los intentos de contemporizacin con lo sudamericano
realizados por Roco Cern y Hernn Bravo Varela. En cambio, Sergio Valero parece estar ms cmodo en el
registro viene viene de sus poemas recientes (aclaro que slo conozco unos cuantos) que en la encorsetada
transparencia de sus textos inmediatamente posteriores a su primer libro, Cuaderno de Alejandra.
20
Christopher Domnguez lo dice acerca del SNCA en Letras libres (septiembre 2004).
70
tanto como autor: como promotor cultural, que es el oficio del que he mal vivido desde los
dieciocho aos; y como ciudadano, que es lo que ms importa) de parte de las instituciones
culturales del pas. Creo que el tema es vasto y complejo y que, como dije antes, debiera
debatirse en foros destinados a ello de manera especfica. No obstante, me parece que nos
quejamos demasiado del contexto socio-poltico, y muy poco, en cambio, de nosotros
mismos: quiero decir, de la posible impericia del corpus literario al que pertenecemos, de
nuestras herramientas intelectuales para juzgar la obra de otros.
A m, y lo he dicho antes, lo que ms me importa es la poesa y los poemas, as que,
dnde estn las obras maduras de los poetas de mi generacin?... Siempre que hago esta
pregunta recibo respuestas como las siguientes (todas son reales): todava no tenemos edad
para pensar de ese modo en nuestra obra; esa es una actitud romntica y anticuada, la
poesa no opera como fenmeno grupal, generacional y programtico; por supuesto que
ya hay obras maduras, que no las veas es otra cosa, para definir la trascendencia de las
obras hace falta perspectiva histrica, y lo que planteas es muy pretencioso.
Vayamos por partes. Por qu no tendramos edad para hablar de nuestra obra en
trminos de madurez (vaya, ni siquiera esbozando deseos de madurez)?... Me ahorro a
Becerra y a Lpez Velarde por no condescender a la obviedad, pero no puedo ahorrarme
esta paradoja espacio-temporal: todo mundo lamenta que los libros de poesa mexicana
tengan 60 cuartillas promedio porque eso es lo que exigen las convocatorias de los premios,
pero nadie (y, siendo honesto, no tengo ms remedio que incluirme) se queja de mantenerse
hasta los 35 en calidad de joven creador. Aqu hay un asunto de longevidad que quiz
trasciende lo social y literario, y linda de algn modo con lo psicolgico: ser joven hasta los
35 es cool (sobre todo si uno se compara con los futbolistas). Pero una cosa es que
71
FONCA,
La tercera respuesta (ya hay obras maduras) me parece tambin propositiva, pero
escandalosamente simplista. Cules son esas obras? Al juicio de qu lectores se ha puesto
a prueba su vigor? Leemos en ellas dominio tcnico, conveniencia con un estndar
estilstico, reivindicacin del pasado en el sentido de tradicin (o de un hipottico presente
absoluto), humanismo, palimpsesto discursivo, pura belleza meldica, novedad, todo lo
anterior?... Preguntas simples tambin, pero que no se responden sino mediante el ejercicio
cotidiano de la crtica. Y salvo Miln, Fernndez Granados y Lumbreras, ms la reciente y
espordica presencia de Fabre y Bravo Varela, los poetas de plano preferimos explicar
nuestra potica, o generalizar sobre las constantes formales de un estrecho conjuntouniverso de autores, que ponernos a comentar comprometidamente y mediante ejemplos
textuales la obra de otros.
No desestimo la necesidad de perspectiva histrica para juzgar las obras, siempre y
cuando podamos convenir que dicha perspectiva se construye (as sea en forma vacilante)
desde un temprano momento. Carecemos definitivamente de perspectiva (y lo que es ms:
de contexto) para criticar o analizar libros como El cielo de Ernesto Lumbreras, Los
hbitos de la ceniza de Fernndez Granados, La cercana de Luis Vicente de Aguinaga,
Physical graffiti de Jos Eugenio Snchez, Vida quieta, de Luis Felipe Fabre?... Me parece
que no.
Finalmente, la idea de que es pretencioso estar ms interesado por la madurez de
las obras poticas que por achacar sus carencias a las instituciones o al medio literario me
parece un disparate abismal. Primero, porque hay una contraposicin esencial entre el
escepticismo libresco que Lumbreras considera revelador avatar que no comparto, pero
percibo y respeto o la nocin de crisis creativa a la que me siento ms cercano y una
visin tan oportunista de la escritura: fuera del aqu y ahora en sus virtudes, pero plena en
73
un aqu y ahora cuando se trata de justificar sus carencias. Y segundo, porque de inmediato
se infiere que, al hablar de que lo importante es la buena poesa, algunos creen que estoy
asumiendo (y abusando de) el papel de autor.
Y no: yo ante todo me considero un lector de poemas, de poesa. Prefiero el riesgo
de ser juez y parte que el silencio despectivo, el monlogo exquisitoide o el valemadrismo
posmo. Yo reivindico mi posicin como lector de poemas porque (lo dije hace aos, lo
reitero an) para m el problema fundamental es qu tan capaces somos de (y que tan
dispuestos estamos a) distinguir un buen poema de otro que no lo es. Y a lo mejor esto s es
pretencioso. Pero hay que arriesgarse, porque (y cito un pasaje de Miln que me parece
revelador en su sencillez) Lo nico que nos hace sortear la retrica, que siempre est
presente en el lenguaje, es la experiencia individual del habla potica21.
6.- Colofn
Enlisto tres posibles finales.
a).Siel lector estuvodeacuerdo conal menos unacuarta partede loquehe
enunciado, y en desacuerdo con la falta de entusiasmo negativo con que hetratado la
impericiainstitucional(temaque,insisto,mepareceimportanteperoajenoalespritude
estetexto),coincidirenquetantollevarytraerlanocindeartepoticaes,pordecirlo
menos,unaeleganteformadeescurrirelbulto.
b). Notarn que, en varias ocasiones, tuve que recurrir a charlas de caf,
conversacionesprivadas,mesasdediscusinpblicayotrascifrasoralesparacatalogar
partedelasideasentornoalapoesamexicanarecientedelasquetengoconocimiento.
21
Trata de no ser constructor de ruinas, filodecaballos, 2003, p. 44. De ms est decir que esta experiencia
individual no slo atae (desde mi perspectiva) a los poetas, sino tambin a los lectores.
74
Creoqueesimportantequelacrticadelfenmenopoticotengaunavidaoral,peroes
innegablequeanuestrocontextolehacefaltaponerporescritomuchasdelasnocionesque
aquabordsomeramente,paratrascendereldesordenylatergiversacin.Esdifcil(yno
ignorosuladoinjusto)debatirporescritoconunaideaajenaqueslosehaesbozadoenla
conversacin.Creoqueesunbuenmomentoparaposponerbrevementeelntimomacram
ylasmarchascontraSariBermdezysentarnosadiscutirporescritosobrecmoestamos
leyndonos y por qu. Este texto aspira a dialogar (as sea torpemente) con los pocos
autoresquehanintentadoactualizarnuestrodiscursocrticoentornoalanuevapoesa
mexicana.
c).Yltimo:herecorridoaqu,aprisa,laobradealgunosdemisamigosycolegas;
nohesidolosuficientementeatentoconellos,porqueloshecriticadosindemorarmeen
poemas concretos, y (algo importante para mi manera de leer) sin citar pasajes que
muestrendemaneraespecficaloqueafirmo22.Meimportabadarenesteensayounavisin
almismotiempoconcretaycompendiosa.Noobstante,medeclaroendeudaconestos
escritores,ymecomprometo(eslomenosquepuedohacer,pararesultarconsecuentecon
loquehastaahorahedicho)ainiciarlaescrituradeunaseriedeartculossobreloslibrosy
lospoetasdemigeneracinquecitenestaspginas.
Septiembrede200423
22
Antes he publicado alguna nota sobre ellos; esto me hace sentir menos injusto.
Addenda 2006 (septiembre): Unas cuantas circunstancias de las aqu descritas han cambiado. Me temo que
para mal: el humor dej de ser marginal para volverse un nuevo (y seguramente fugaz) rey lelo; los
ensayistas emergentes pienso en Al Caldern y su insistencia en catalogar a los poetas jvenes de acuerdo a
su mayor o menor prestigio confunden la crtica con el rating; y no falta por desgracia quien no se ha
enterado todava de que la polmica intelectual es un pas independiente del insulto. Supongo que esto ser
23
75
materia de otro escrito. Consigno la fecha original en que compuse ste porque s que lo acecha un aura de
caducidad: lo conceb como un texto de periodismo cultural, no como una tesis. No obstante, opino que la
mayor parte de sus observaciones se mantienen vigentes hasta ahora.
76
1. JET LAG
ltimamente hice tres cosas que me obligaron a destilar cierta visin de lo norteo:
Primero fui a Veracruz. Mi colega de viaje, el Dler Nio Hroe (que no es dler ni
mucho menos nio, pero as lo llamar slo por ambientar mi historia), se lanz en taxi a un
mercadito suburbano y, arriesgndose a que la polica portuaria y/o la proverbial gandallez
portea le metieran un buen susto, nos fixe varios gramos de una cocana dizque
guatemalteca que ola a talco del doctor Simi pasado por los pies, pero que pegaba
lindsimo sobre todo porque al nivel del mar el corazn se vuelve menos enftico en sus
paranoias.
Lo segundo fue treparme en un avin y volver a Saltillo, a presentar La mara, de
Rafael Ramrez Heredia. De la lectura de esa novela obtuve un par de lecciones de historia:
me enter por ejemplo de que, durante el ltimo ao, 250 mujeres han sido violadas y
asesinadas en la frontera sur de Mxico, casi todas en la zona limtrofe de Tecn Umn, la
poblacin ms nortea de Guatemala tambin conocida por los centroamericanos con el
mote de Tijuanita. Todava no se establece la suma de crmenes de ndole semejante
cometidos ah durante los ltimos diez aos (y es que es un territorio que a nadie parece
importarle) pero, de acuerdo con las indagaciones de Ramrez Heredia, podran sumar el
doble de las famosas Muertas de Jurez. Supongo que las vctimas del sur no cuentan
*
Comisionado por Margarita Reynosa para el I Encuentro Regional de Escritores Jvenes en la Silla.
Monterrey, mayo de 2005. Publicado posteriormente en las revistas Literal y Hermanocerdo (2006).
77
tanto (salvo las que de alguna inopinada forma se relacionan con el zapatismo), porque
hasta ahora nadie ha visto a Jane Fonda pasearse con una pancarta por las calles de Tecn
Umn.
Lo tercero que hice como si un Mefistfeles suriano hubiera estado tejindome el
itinerario de este texto fue treparme a otro avin y volar a Tijuana, donde estuve menos de
24 horas: apenas lo justo para hablar 30 minutos en una taciturna feria del libro y beber
respetables raciones de cerveza Mexicali en los tibols del bulevar Revolucin, jugando al
juego de adivinanzas tpico de los tijuaneros: decidir si esa bailarina de piernas primorosas
y silicona hasta los pezones es o no es un seor.
Se dice que Tijuana es la esquina prstina de nuestra norteidad, el aleph de
aspiraciones de una tercera nacin. Se dice que a Tijuana la hizo Dios un sabadito por la
noche para bailar con ella aquerenciada contra el pecho. Sin embargo en este viaje sent por
primera vez la punzada de una desaparicin idiosincrsica, la manera en que una mise en
scene hollywoodense (por ejemplo una fiesta electrnica en el sexto piso de un
estacionamiento donde la seguridad corre a cargo de un pelotn de la Mara Salvatrucha)
empieza a marchitar el guarrito glamour de algunas ciudades norteas, emparentndolas
ms con un ardid publicitario que con el mito de subversin y resistencia y violencia-vistacomo-pasajera-en-trnsito que alguna vez le diera pica nombrada a nuestros desiertos.
Lo que intento ilustrar con estas tres ancdotas (el rush veracruzano, las Muertas del
Soconusco y, en contrapartida, el off-Broadway en que est convirtindose Tijuana) es la
engaosa articulacin de un discurso que ve al norte como una zona privilegiadamente
abyecta, una suerte de Arcadia de la degradacin, la balacera, el consumo de
estupefacientes, el trnsito absoluto, las fiestas hasta el amanecer con mujeres desnudas
78
79
80
razn:aqualasdocedelmediodanosestamosderritiendoentresudores,allcasisiempre
haceunchingodefro.
Cul ser entonces el eje de nuestra norteidad? Me parece que, de manera
sealada,unconjuntodesmbolos:eldesierto(queenrealidadnoesslonuestro,porqueel
ecosistemallamadoDesiertoChihuahuensevadesdeArizonahastaelestadodeHidalgo);
lafranqueza(avecesmshistrinicaquereal,lodigofrancamenteaunqueseenojenmis
amigos);elrabelesianoritualdelafiestaquenoseacabanunca;elancestralnomadismo
comanchetraducidoenclavepostmodernaalosfenmenosdelamigracinilegalyla
poblacinflotante;yelsubversivoprivilegiodehaberhechodelaviolencia(contodoy
Tigres del Norte, con todo y cuernos de chivo) nuestro patrimonio, nuestra Gran
Aportacinalimagonacional.
Tambinnosdefineunasuntoestilstico:quienescreemosenlaexistenciadeeste
norteinasiblehemosperfeccionado,tantoenlaliteraturacomoenlavidacotidiana,un
deliciosocorpusdeinflexionesdellenguaje,gestos,hablastribales,gagsyslangsqueno
siempre coinciden (los del oeste dicen est bien curado, Ese, los orientales nos
conformamosconelptreotaconmadre,wey),peroqueestndispuestasacontaminarse
entantosereconozcancomohablasnorteas,esdecir,nidelsurnidelcentro,whatever
thatmeans.Estohadadolugaraunparadjicochauvinismotrnsfugaypragmtico,casi
diraprovisional.
Porotraparte,creoqueunodelosrasgosmayoresdenuestranorteidadestpocoa
pocodesapareciendo:merefieroalsentimientoinsular.Migranteyannimo,acientos(a
miles) de kilmetros del institucionalismo capitalino, el norteo original era un bato
81
82
enamoradodemiblues,nodejodesentirnostalgiaporelrelajadonortedemiprimera
juventud:susclicasqueannoeranejrcitos,susasesinatosatirolimpioysinescenografa
nitantaprensa,susputascasisintetas(casitambinsinsilicn),sumsicanorteade
verdadynoestabipolaraguachirlegrupera,susescritores(piensoenAbigaelBohrquez,
JessdeLen,JoelPlata,JoaqunHurtado,PacoLuna)voluntariamenteprovincianosy
desdeososdelafamadesugremio.Enfin:suinsularidadsumamenteingenua,peroms
radicalysinceraquelanuestra.
Estasopinionesnopretendendesestimarlasvirtudesintelectualesdemigeneracin:
cualquiera sabe que el norte es actualmente uno de los polos culturales ms ricos de
Mxico.Pero,qu es realmente elnorte?... Unageografa, una mercanca, unamera
costumbre,unideariopolticoyverbal?Decundoacnosvolvimostancomplacientes
conlaestandarizacindelhabla,lasacralizacindeunpardetemasobvios,lamaquilaen
escayoladenuestraschulasfronteras?...
Algunasvecesmelevantoconlasensacindequeyomismo,lancheroacapulqueo
avecindadoeneldesiertoporvocacinpersonal,porpuroamorasuarmonaindecisaysin
fanfarrias,voyotravez,acausadelapuercaestandarizacindeunosdiscursosquese
pretendensubversivos,voyotravez,chingadamadre,caminodelexilio.
.
83
Un da 28 de enero,
cmo me duele esa fecha,
a don Lamberto Quintero
lo segua una camioneta.
Iban con rumbo a El Salado
noms a dar una vuelta.
Pasaron El Carrizal.
Iban tomando cerveza.
*
Comisionado por Luis Humberto Crosthwaite para el libro colectivo Puro border (Cinco Puntos Press,
Estados Unidos, 2003), publicado originalmente en ingls. Ledo en el VI Encuentro Internacional de
Escritores de Monterrey, 2002. Incluido en el volumen colectivo Territorios de la violencia (Conarte, Mxico,
2003). Publicado tambin en Elbridge (El Paso, Tx, 2002) y Gazeta del Saltillo (2003).
84
Su compaero le dice:
Nos sigue una camioneta.
Lamberto sonriendo dice:
Pa qu son las metralletas?
Anhuac oloroso a sudor y a metal corrodo. Cantbamos viejos boleros norteos y, por
supuesto, corridos: El asesino, Pistoleros famosos, El polvo maldito. Cantbamos
con voces agudas pero bragadas, porque cuando uno canta corridos de narcos abaleados no
puede andarse con mariconeras: hay una savia de valor que los personajes de las historias
le contagian a la voz. Luego de dos o tres canciones colectbamos las ganancias y
bajbamos en la siguiente terminal. Buscbamos otro transporte y nueva clientela sin
importar que la deriva nos llevara ms lejos o ms cerca de nuestra casa.
Ciudad Frontera es el pice de un archipilago de pueblos fantasma: San
Buenaventura, Lamadrid, Nadadores, Sacramento Cada quince o diez minutos apareca
frente al autobs un casero encalado, una plaza con un kiosko cacarizo de balazos o una
alameda que serva para guarecerse de las tolvaneras. De ranchera en ranchera, de dos de
la tarde a nueve de la noche, Sad y yo conocimos el mundo y celebramos la vida y la
muerte de sus hroes. Luego volvamos a casa con las bolsas del pantaln llenas de
monedas de a uno y de a cinco.
Una vez, en un trasporte para empleados de la siderrgica, un obrero me dio un
billete de cien pesos y me dijo: A ver: cntate el corrido de Laurita Garza. En otra
ocasin nos agarramos a chingazos con dos gercos que intentaron asaltarnos en medio de
un baldo. Supongo que ganamos porque, muy en el fondo, sabamos que el espritu de
algn pistolero famoso peleaba de nuestro lado.
tambin autor de Laurita Garza, un corrido norteo que puede arrogarse el ttulo de obra
maestra de la narrativa popular mexicana. He aqu el texto ntegro:
87
a su vez est basada, como resea Martn de Riquer, en un oscuro romance recopilado por
Luis de Medina en Toledo, en 15961. Tambin, hay que decirlo, este arranque coincide con
la detallada imprecisin geogrfica que caracteriza a casi todos los cuentos de cepa
folklrica.
A la manera de algunos romances histricos y de la nota periodstica, pero tambin
a la manera de novelas contemporneas que apuestan por el tour de force narrativo, como
Crnica de una muerte anunciada o El barn rampante, lo que relata el corrido se resuelve
de inmediato, aun en la primera estrofa: Laurita mat a su novio porque ya no la quera.
En la segunda estrofa descubrimos algo a simple vista intrascendente, pero que
abona en favor de la tensin y la verosimilitud: Laura Garza era maestra. Se infiere, por la
mise en scene, que la suya era una escuela rural. Este dato, que habla de una hipottica
preeminencia cultural con respecto a su contexto, aunado al diminutivo Laurita, explica
por qu Emilio no temi citarse con ella en un lugar escondido slo para repudiarla. As, la
economa verbal nos permite imaginar el carcter de ambos personajes, lo que da mayor
dramatismo al dilogo subsiguiente.
Las estrofas tres, cuatro y cinco refieren el doloroso intercambio de amor y
desprecio entre la doncella burlada y el amado inconstante. Esta parte del corrido es
bastante simple y no abundar en sus rasgos tradicionales/populares.
En contrapartida, la ltima estrofa resulta fulminante: cada verso describe datos
especficos como la bolsa del abrigo, el tamao de la pistola o la cantidad de balazos que
recibi Emilio. Esta precisin, que rompe con el tono generalizador del relato, provoca que
Cervantes, Miguel de, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Prlogo y notas de Martn de
Riquier. RBA, Espaa, 1994, p.3, nota 1.
89
la escena resulte ms veloz. La violencia destaca por su vuelo y se vuelve irnica gracias a
los tres diminutivos: la muerte cerquita, la escuadra cortita y Laurita suicidndose.
Si nos rehusamos a los moldes puritanos, el texto de Laurita Garza podra
catalogarse como conceptista: sus virtudes poticas no radican en la metfora, sino en la
sugerente combinacin de detalles narrativos y accidentes verbales. Por ltimo, creo que
carece de importancia si el autor hizo esta humilde joya a sabiendas o no: basta con verla
detenidamente para apreciar su fulgor.
90
91
Liquidaron a Ezequiel
por el ao del 40
Jos Lpez en Linares
sigui aumentando la cuenta
y Arturo Garza Trevio
all en el once sesenta.
Esta vocacin autodestructiva, lo mismo que el afecto que despiertan los antihroes,
los narcotraficantes, los enemigos de la norma, es la raz del sentimiento pico. Jorge Luis
Borges ha dicho que los verdaderos hroes de La Ilada son, para casi cualquier lector, los
troyanos; porque hay ms dignidad y belleza en la derrota que en la victoria. Anlogamente,
en la guerra cultural que se libra en la frontera norte de Mxico los escuchas del corrido
sabemos que nos toca jugar el rol de los troyanos.
Pistoleros famosos termina con dos versos dignos del clasicismo pico: murieron
porque eran hombres / no porque fueran bandidos. Claro que estoy haciendo lo que
Harold Bloom llama misreading; una lectura equivocada. Seguramente lo que el autor
quiere decir es que murieron por valientes y no por vivir fuera de la ley. Pero yo prefiero
entender que la causa de su muerte no es la vida que escogieron, sino su inmanente
93
casi apache. Y aunque nada o casi nada de la sangre de los indios nmadas sobreviva en la
nuestra, hemos hecho del paisaje una forma de destino.
Wallace Stevens escribi una vez que Ningn hombre es un hroe para quien lo
conozca. Nosotros, que vemos cada maana nuestra cara en el espejo, y nos enteramos de
las noticias va satlite o por internet, y hemos contemplado nuestras propias vsceras a
travs de filamentos de fibra ptica, nos conocemos demasiado como para resultar heroicos
ante nuestros propios ojos. Pero bastan los tres minutos que dura un corrido para restaurar
en nuestra mente una pasin antigua: la de haber sido en la infancia, en la borrosa pelcula
de una parranda, en la memoria comunitaria, en la cama de una prieta muy hermosa un
pistolero famoso, un guerrero que con su espada atraviesa un blando siglo de hamburguesas
y refrescos de lata.
Y es este sueo distante lo que nos hace cantar.
95
Bonus tracks
Entrenamientos en un campo de tiro
96
Joseph Brodsky
100
La sorpresa
102
Un sueo de caballos
103
Ted Hughes
104
ndice
ste es el plan:
Autorretrato en sepia,
Ayuno de gambeta,
Premtica del resentimiento,
Instrucciones para usar un tenedor,
Edward Gorey, ilustrador,
La msica de Babel,
Balas sobre Medelln,
Demasiado joven para cantar Satisfaction,
Treinta aos de un (ejemplo) salto,
Elogio y elega del amor infiel,
Autorretrato con banderita tricolor,
Poesa y creatividad,
Apuntes para una filosofa de la descomposicin,
El norte como fantasma,
Los panteones son testigos,
105
Bonus tracks:
Entrenamientos en un campo de tiro
Blues para un funeral (W. H. Auden),
Caf Trieste: San Francisco (J. Brodsky),
La sorpresa (annimo rabe),
Un sueo de caballos (T. Hughes),
106