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Celeste Diéguez

LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS


Celeste, Diéguez
La enfermedad de las niñas. 1a ed. - La Plata : Club Hem Editorxs, 2013.
100 p. ; 14x21 cm. - (Ojo de tormenta; 1)

ISBN 978-987-29912-3-4

1. Poesía Argentina. I. Diéguez, Celeste II. Título


CDD A861

Fecha de catalogación: 13/09/2013

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Poesía es acción, es el movimiento que implica volcar
Primera edición septiembre 2013 en unos cuantos trazos curvos un mundo de sentidos,
La Plata - Argentina - Indoamérica un universo palpable. Es a partir de esos trazos que la
Este es un trabajo impulsado por Club Hem Editorxs poesía abre mundos incansablemente, mundos dentro
Serie Ojo de Tormenta de mundos y sobre ellos, de forma infinita.
Habitamos la poesía. Creemos que es parte de cada
uno de nuestros movimientos: cuando el aire llena los
Ilustración de tapa: Gabriel Lamoretti pulmones, sentimos un olor determinado, miramos y eso
[email protected] // Facebook: elgabeilustraciones
que vemos nos produce una sensación, mordemos y sa-
boreamos un recuerdo. Vivimos en ella, la habitamos y
Diseño de tapa e interiores: Club Hem Editorxs por Agustina Magallanes
[email protected]
nos atraviesa. Algunas personas se dedican a ponerlo en
palabras: traducir esa ola de sensaciones, acciones, pen-
Coordinación y corrección de serie: Club Hem Editorxs por Lucía Ana Florio y Ana Colombina samientos y creencias a un papel, una pantalla, una voz.
[email protected] // [email protected] Sienten que una forma de decir y transmitir está en la
palabra poética; libre, escalonada y muchas veces hereje.
Club Hem Editorxs La serie de poesía Ojo de Tormenta pone énfasis
e-mail: [email protected] en la palabra común, compartida. El ojo es el centro
Facebook Club Hem Editores desde donde se observa la tormenta, pero es también
Calle 124 n 602. La Plata. Argentina Tel.: (221) 424-7389 la tormenta en sí misma. Ese espacio desde el cual
existe la poesía, desde adentro y desde afuera al mis- abrir camino a otrxs autorxs y escrituras. Este pro-
mo tiempo. A partir de una mirada que implica lo co- yecto colectivo apunta a editar y difundir nóveles es-
tidiano, haciendo una pausa, sintiendo el viento que critorxs que no están en las grandes industrias lite-
es y será tornado. El ojo desde el cual se dice, girando rarias o –en general- quienes se dedican a construir
entre las paredes que crecen en la ciudad, reformu- obra. Por eso elegimos la autogestión como medio
lándolas y derribándolas con la palabra. de financiamiento, por eso optamos por el copyleft.
Los textos que conforman esta serie son todos ojos Porque apostamos a la constante circulación, cons-
y tormentas. Sus formas sutiles se balancean y se lle- trucción, invención de autorxs y relatos, al constante
van sensaciones de nuestros propios recuerdos y nos- encuentro.
talgias: la infancia, la casa en vacaciones, los amores
olvidados y los que siempre volverán. Las promesas De esta forma nace la serie de poesía Ojo de
no cumplidas, el descubrimiento de la primera men- Tormenta, conformada por seis títulos:
tira. Sacuden nuestras huellas sobre ciudades y ríos, La enfermedad de las niñas, de Celeste Diéguez; Ma-
nos centran en ese espacio de escucha eterna, deto- drugada continua, de Andrés de Lucca; Pastillas de ba-
nando el techo de lo posible. Nos enfrentan a la sole- rro, de Martín Calabrese; Cuatro, de Lucía Ana Florio;
dad y al olvido. Al sol que se escapa a un lugar que Reverso, de Marcos Bauzá; y Cardo, de Ana Colombina.
no es el atardecer sino detrás de la mirada, entre las
paredes del mundo o detrás de los tilos y jazmines.
Los poemas son palabras de todos los días, dispues-
tas de tal forma que nos sacuden, como si bailáramos
en su ojo, como si flotáramos en su torbellino espi-
ralado. Son dispersión y dualidad –crecen del cen-
tro y de los alrededores, invaden nuestro espacio y
se introducen en el torrente sanguíneo-. Por esto lxs
autorxs se juntan de a dos, como un juego de espejos,
de sabores y saberes encontrados, en íntimo diálogo
y en minúscula oposición... compartiendo aires, na-
vegando en conjunto.
Club Hem Editorxs, el espacio del cual nace esta
nueva serie, no es más –ni menos- que una usina de
ideas, ciclos, libros, proyectos a futuro, una nube que
escapa a la distinción virtual/real. Desde esta usina
se crean puentes, se suman ladrillos y ensanchan ve-
redas, para configurar nuevos mapas literarios, para
Amanerar lo bello

Celeste Diéguez sabe hablar de género, lo ha demos-


trado. Ya en la primera edición de La Enfermedad de
las Niñas, Celeste misma diseñaría su tapa, donde un
trozo de “género” es aquello que la ilustra. Rosado (no
Celeste) y con flores, la fotografía de una tela envuelve
el texto. No se trata de una tela lujosa, pero es indis-
cutiblemente femenina, sin marcas publicitarias, una
marca de género, atávica.
En la iteración y la repetición se funda, según Ju-
dith Butler, lo performativo. No es una actuación en el
sentido teatral - no está exento de autenticidad ni de
inconciencia - y aún así, en la repetición se guiona, se
produce un protocolo. Como una receta, una fórmula
que producirá un resultado, pero sin abolir del todo la
experiencia, lo performativo modela, coerciona, amane-
ra, da formas determinadas a los impulsos y a los mate-
riales, institucionaliza instintos, diría Derrida. Butler, leste (no Rosa), el “encaje” es mayormente un tipo de
claro, habla de identidades, y más, identidades sexua- género (tela) asociado a lo femenino, frecuentemente a
das y marcadas por el género. lo erótico.
Si el sexo aflora - valga la redundancia -como una En fin, aquel algo es una clase de distinción, de divi-
flor, inconfundible e incontenible en las estaciones, el sión internacional, que en esta primera serie poética
descubrimiento de eso ocurre, como casi todos los pri- de Celeste Diéguez se centró en la producción del género
meros descubrimientos, en aquello que llamamos pri- que se juega en el momento inaugural de la infancia. En
mera infancia. Y digo primera, porque aún si la infancia La Capital, su segundo trabajo, el momento inaugural
estadística o cronológica podrá terminar, el descubri- se tornaría el inicio de la economía política – El Capital
miento del mundo por cada sujeto y el advenimiento de de Karl Marx - conjugado y feminizado con el inicio de
instancias de principio e iniciación son recurrentes en la vida en La Capital argentina de los años 2000 – pero
la experiencia. Solemos recursar la infancia, o deste- no dejaría de abordar el exceso (de sentido entre otras
llos de ella, al afrontar cada nuevo reto como humanos. cosas) que produce la división de género en términos de
Y entonces la infancia sigue insistiendo en nosotros (y belleza, trabajo no reconocido, desechos y violencia.
muchas veces nos provee de nodos neurálgicos de senti- El momento de inicio y el previsible desborde que pro-
do que desentrañaremos toda la vida). pone la división de género son entonces las líneas ideo-
La libertad para ello es lo que cuestiona el performa- lógicas de esta poética, hasta ahora. En esas intersec-
tivo. Si por un lado provee protocolos de supervivencia, ciones hay - como en toda poética - una apuesta por una
por otro lado ellos limitan y oscurecen las perspectivas clase de belleza.
para redondear la experiencia en una humanidad co- Si hay belleza en lo atávico o en lo performativo es
nocida, artificial, sujeta al horizonte de lo construido. justamente aquella que lo constituye como el andarivel
Y es que, como todos los géneros, el género sexual tam- para la sorpresa. Si en la repetición genérica se sostie-
bién termina siendo una matriz de percepción (Daniel nen caminos ya recorridos, eso recorrido se re-corre, o re-
Link), ventana de producción de sentido, de muy va- cursa desde la poesía como una clase de belleza transub-
riada gama de opciones pero incluso así, con horizonte jetiva (Bachelard). En el ensueño de re-cordar, vemos
limitado. Ese horizonte construido impone una marca que el re-corrido ha sido el mismo, sin embargo, nuestra
lejana, una letra escarlata o cicatriz de una enferme- soledad al recorrerlo es el valor de lo auténtico. Si tod@s
dad que no siempre comprendemos como caja de cris- hemos pasado por lo mismo, no es menos cierto que cada
tal. No nos protege de nada, aunque nos encaje, sí, de un@ lo ha vivido en soledad, consigo mism@.
una u otra manera, permite encajarnos en algo. Vol- El cuerpo sexuado entonces como la sorpresa, que
viendo a la metáfora textil que propuso la misma Ce- atávicamente devendrá marca de género, tiene un mo-
mento inicial, donde el descubrimiento es innegable,
por accidental, por esquivo, por espiado, por nebuloso
y primero. El verano facilita las cosas, pone el cuerpo
en primer plano, pela al cuerpo de vestiduras y deja
entrever las formas, los hálitos, el tacto. Las peque-
ñas escenas captadas casi de casualidad, abundan en
La enfermedad de las niñas, los roces lo constituyen.
También lo harán los juegos, los colores y las marcas
de los productos. Las valijitas (vaginitas) Juliana, por
ejemplo, han reinado en mi infancia, en la de Celeste,
y también en la de mi hija – y en la de las generaciones
intermedias y las futuras. En esa repetición estamos
A Marie con amor, por las promesas
(en)fundadas.
rotas y las cumplidas.
Celeste capta ese momento inicial, pero está lejos de
su inocencia y también, por suerte, lejos de su clasifica-
ción. Todo lo entreabierto y lo que allí se entrevé ha sido
enfocado por la poeta, mas no clausurado. “La enferme-
dad” es intangible, no está en el cuerpo, tampoco está
en la repetición, ni en el atavío, ni en el Rosa o el Celes-
te, sino en esa puerta vaivén de la experiencia, donde el
cuerpo a veces se codifica, y a veces se goza, a veces da
vergüenza y a veces no registra su sexo. Algo allí es leído
y desleído en claves nebulosas, literarias, dolorosas, y
ahí existe un amaneramiento de lo bello con conciencia
plena de que lo bello es también construido, para bien o
para mal. Sabiendo eso Celeste construye La enferme-
dad de las niñas.

Romina Freschi.
Julio 2013
Larvas perlas arden
de vida fluyente bullente
en la memoria en el olor de la memoria
en el olor de la piel de los niños
mirada de niño en la conciencia del verano
empieza a gestarse la magnitud de la piel
los frutos salvajes
los juegos.
LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

merienda

la ruborizada delicia
de espiar
como se cambiaba el hermano de mi amiga

17
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

abrir la siesta

la puerta para ver los padres haciendo algo


lo que no se tiene en la penumbra
que ver y uno afuera
o si sin mencionarlo
no volver ya
como se partió
inocente
la fruta esa tarde

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

jugar alejandro

a la casita fue el primer chico que


a la mama y al papá me mostró el pito
una casita de frazadas en la cucheta lo recuerdo aun
y la puerta siempre cerrada muertito
para los adultos era un capullo rosado
que nerviosos intrigados una larva
apenas recordando nos reímos mucho
interrumpen el juego nos ruborizamos el mostraba
una y otra vez y yo desde lejos miraba
para la cena. no toqué
después de eso
fuimos novios
tácitamente.

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

al acostarse vaginitas

tras los parpados cerrados ser mama mujer linda


las estampas del verano enfermera veterinaria modelo maestra
se pueblan de transpiradas todo en una valijita juliana
turbadoras pesadillas que se pedía en navidad o reyes
de peluches ahí estaba
casándose el futuro anhelo solapado de los padres
con barbies de la sociedad
de las vocaciones
de las niñas

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

el show los sapos

practicábamos eternas coreografías de xuxa o flavia nos pasamos todo el verano con los sapos
frente a los espejos probándonos ropa al promediar enero los agarraba casi sin repugnancia
ensayando futuros los colgábamos de las patas
artilugios en las púas del alambre
de mujeres para enganchar hombres nos sentábamos en el piso a mirarlos
reverencias luego algo
para el gran público que siempre un llamado materno una pelea
nos adoraba. nos distraía

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

en la quinta granas

canción lenta en los cumpleaños


de la lluvia en la superficie tersa terribles peleas
de la pileta llantos
-te vino a buscar tu mamá
en el auto miro por la luneta
como empiezan a jugar
a los mejores juegos,
los de la noche.

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

ciegos escondida

mientras los grandes hablan una quinta con pileta de noche


acá en la pieza basta de escondidas es aburrido
todos los chicos ya no nos basta con buscarnos ahora queremos descubrirnos
jugamos emocionados
al cuarto oscuro
apenas una excusa para tocarnos
para escondernos en el placard
y darnos besos
los chicos más grandes
saben cómo hacerlo
las nenas nos morimos de vergüenza y de ganas
de aprender braille

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

semáforo La enfermedad de las niñas

desde siempre los varones I


inventan
excusas Solo en ese momento un suspiro un suspiro
para besarte en la boca esa manera de perdonar lo bello
o si sos fea aunque cruel aunque duela
en el cachete. Ese perdón
amanerar lo bello

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

II III

Te veo mirándote al espejo Chicos de ciudad tristes chicos de ciudad


perplejidad al ver cepilladas tus rodillas cautivos pasajeros de las vacaciones de verano
arboladas afiladas de raspones arrojados al verano
pelones frutívoros paladeando la aspereza del campo
soles rosas duraznales del hinojo de la salvia
de carozo de yemita el arrobador veneno de los paraísos
robados a cambio de un beso de higo quemador de las violetas el diente de león la flor de sapo
Las yemas de los niños están sudadas druidas germinando
y pegajosas de la leche del higo encomendados al verano
del látigo del latido del higo esperando los milagrosos cambios las revelaciones
Y a veces tienen aftas en las comisuras de las fauces Por ese rato abandonaban todo su año lectivo
Pelados y vueltos a pelar por la intemperie de colectivos uniformes sarampiones
los frutos del verano. videojuegos boletines divorcios y
actividades extraescolares

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

IV V

Eran indios salvajes eran flechas buscando Te acordás de ese día no?
no sé qué secretos milagros linguales, salivales, bucofaríngeos Sabés de qué hablo, no es cierto?
Eso nunca va a cambiar oh no, nunca cambiará De lo que decían
Más valdría haber retrasado nuestras institutrices inglesas
glaseado el escozor La mía se llamaba Stella Maris
el ardor de las cerezas delicada lila ahogaba de alcanfor las partes a cubrir
Resistir el perlado sucumbir de los nísperos y guardaba su cepillo en el armario
No teñirse los muslos y los dientes con las moras para domesticar así la belleza
que pinchaban las piernas del pantalón pollera Las pieles ahh! Debían pulir su transparencia
Más valdría no haber visto brillar las uñas rosas calcárea ósea fósil de vidrio arenado
pelando desgajando mandarinas de esmeril
O ese dedo Me enseñaba cuidadosamente
ese dedo en busca de jugos las más arteras flexiones
hurgando en el ombligo de la naranja de las que son capaces las viejas señoras
Juegos secuestros rescates para conservar largamente el favor de un joven
Revolcones en el pasto que manchaba Más valdría no haberlo escuchado
las ropas y no salía De todo lo que he sido capaz
decían las madres furibundas por complacer los caprichos
sabiendo oh temiendo tiernos dictatoriales
ecuadores del flujo
Que entre mis manos pedían
fiestas de guardar

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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS

VI VII

Juegos de niños con niñas Esa sensación


ocultas escondidas el peso del cuerpo urgente
prohibidos combates que no sabe
los juegos de los niños en verano pero intuye pero busca
los inquietantes juegos doblega se somete
las crueldades atroces sobrenombres la respiración agitada
torturas las risas nerviosas
a los animales el combate encarnado superfluo
a las chicas la floja oponible resistencia
perseguir atrapar buscar cazar la muñeca un poco retorcida la expectativa
esconderse huir el corazón arenoso
ser rescatadas. el victorioso beso usurpado
la entrega el conocimiento
la comprensión
la luz
La enfermedad de las niñas.

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