La-enfermedad-de-las-niñas-Celeste Diéguez
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ISBN 978-987-29912-3-4
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Romina Freschi.
Julio 2013
Larvas perlas arden
de vida fluyente bullente
en la memoria en el olor de la memoria
en el olor de la piel de los niños
mirada de niño en la conciencia del verano
empieza a gestarse la magnitud de la piel
los frutos salvajes
los juegos.
LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
merienda
la ruborizada delicia
de espiar
como se cambiaba el hermano de mi amiga
17
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
abrir la siesta
18 19
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
jugar alejandro
20 21
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
al acostarse vaginitas
22 23
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
practicábamos eternas coreografías de xuxa o flavia nos pasamos todo el verano con los sapos
frente a los espejos probándonos ropa al promediar enero los agarraba casi sin repugnancia
ensayando futuros los colgábamos de las patas
artilugios en las púas del alambre
de mujeres para enganchar hombres nos sentábamos en el piso a mirarlos
reverencias luego algo
para el gran público que siempre un llamado materno una pelea
nos adoraba. nos distraía
24 25
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
en la quinta granas
26 27
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
ciegos escondida
28 29
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
30 31
Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
II III
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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
IV V
Eran indios salvajes eran flechas buscando Te acordás de ese día no?
no sé qué secretos milagros linguales, salivales, bucofaríngeos Sabés de qué hablo, no es cierto?
Eso nunca va a cambiar oh no, nunca cambiará De lo que decían
Más valdría haber retrasado nuestras institutrices inglesas
glaseado el escozor La mía se llamaba Stella Maris
el ardor de las cerezas delicada lila ahogaba de alcanfor las partes a cubrir
Resistir el perlado sucumbir de los nísperos y guardaba su cepillo en el armario
No teñirse los muslos y los dientes con las moras para domesticar así la belleza
que pinchaban las piernas del pantalón pollera Las pieles ahh! Debían pulir su transparencia
Más valdría no haber visto brillar las uñas rosas calcárea ósea fósil de vidrio arenado
pelando desgajando mandarinas de esmeril
O ese dedo Me enseñaba cuidadosamente
ese dedo en busca de jugos las más arteras flexiones
hurgando en el ombligo de la naranja de las que son capaces las viejas señoras
Juegos secuestros rescates para conservar largamente el favor de un joven
Revolcones en el pasto que manchaba Más valdría no haberlo escuchado
las ropas y no salía De todo lo que he sido capaz
decían las madres furibundas por complacer los caprichos
sabiendo oh temiendo tiernos dictatoriales
ecuadores del flujo
Que entre mis manos pedían
fiestas de guardar
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Celeste Diéguez LA ENFERMEDAD DE LAS NIÑAS
VI VII
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