Fotografía de Diego Morales. Ávila - España |
¿Cada cosa en su sitio y momento adecuados o todo vale si la intención es buena?
Pongamos un ejemplo casero, el de la ceremonia de entrega de los premios cinematográficos Goya y situémonos en el año de la guerra de Iraq (2003), cuando el evento se convirtió en un desfile de pancartas, gestos y palabras en contra de la ofensiva militar.
A partir de dicha fecha, en todas las ediciones se reivindica algo, la petición de la bajada del IVA cultural o la solicidud de la presencia de la mujer en todos los campos de la cinematografía.
¿Es lícito dar caña a los políticos en particular y a la sociedad en general utilizando la repercusión mediática de un acontecimiento de esta envergadura? ¿Se desvirtúa innecesariamente la razón de ser de un acontecimiento cuando se politiza? ¿Qué campañas son adecuadas y cuáles no? ¿Es deseable tener una zona neutral?
Y, por otro lado, si no se utilizan estas ocasiones, el mensaje no llega a la sociedad. ¡Y la tentación es demasiado irresistible!
Y así, con tanta pregunta, llegamos al principio: ¿el fin justifica los medios?