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lunes, 28 de noviembre de 2011

trabajo y más trabajo

Perdonen ustedes si no los visito y no repondo a sus amables comentarios, pero estoy enfrascado en el curso telemático que estoy realizando y no doy abasto.
De aquí a nada me verán ustedes dirigiendo la Biblioteca Nacional de España o la de Alejandría, si se tercia...
Hasta he aprendido a hacer capturas de pantalla (que no sabía yo si tal tarea había que hacerla con lazo, con caña, con red o con colador...).
Hay momentos de agobios y otros de satisfacción:

Captura de pantalla hecha por mí mismo sin ayuda del tutor...

E incluso momentos de broma durante los que disfruto como un enano y me muero de risa yo solo con las tontunas que se me ocurren:

Captura de pantalla, realizada ésta con flecha.
Disculpen ustedes estas bromas y, en cuanto pueda, me reincorporo a mi tareas bitacoreras, que ya voy echando en falta.


Salu2

martes, 22 de noviembre de 2011

Hasta pronto

Fotografía de Diego Morales
Alcalá del Júcar - Albacete
España

Lo único que me gusta del otoño son los colores. Porque son colores naturales.
No son esos colores unidos de una marca que sólo escandaliza a bobos y ñoñas.
No son esos colores divertidos de esa diseñadora de corazones que se salen de las telas (por cierto, cuando oigo "colores divertidos" me echo a temblar porque  el espanto visual está servido).
Los colores del otoño es lo mejor de esta estación triste, aburrida, deprimente y apagada.
¿El otoño? Para el que lo quiera.

Estoy tan agobiado de trabajo que no sé cuándo podré volver.

jueves, 17 de noviembre de 2011

De vencimientos y otras operaciones

Fotografía de Diego Morales

Hoy es día de vencimientos y no tengo queja, la verdad sea dicha.
El selectivo índice Bitacórex se mantiene estable y recibe bonos cariñosos desde Albolote, Badajoz, Barcelona, Bilbao,  Buenos Aires, Cádiz, Caracas, Cartagena, Granada, Jaén, Karlsruhe, La Coruña, Madrid, Málaga, Oviedo, París, Sevilla, Tepatitlán, Úbeda, Valencia, Zaragoza...
Las primas arriesgadas no me visitan, lo que es de agradecer.
Los fondos están asegurados porque como me estoy poniendo fondón...
Así que estoy en condiciones de asegurarles a ustedes, amables inversores, que hoy expira el vencimiento a un año de mi edad y reparto beneficios: coman ustedes todos los bombones que quieran (llevan licor dentro, jejeje).
Por lo tanto, si quieren ustedes invertir en este mi chiringuito bitacorero, les aseguro una rentabilidad del cuarenta y tantos por ciento, a pagar dentro de un año en forma de saludos, abrazos, besos, neutonios y palmaditas de espalda. Valores seguros.

Gracias a todos ustedes.

lunes, 14 de noviembre de 2011

No lo entiendo

Fotografía de Diego Morales

Le dije que era la más guapa del instituto, que la tendría entre algodones, que no hacía falta que estudiara porque le iba a proporcionar todo lo que deseara, que le iba a construir la casa más bonita del pueblo, que le compraría los mejores vestidos, que yo la vigilaría y que cuidaría siempre de ella. Me dijo que la esperara sentado en ese banco.
Pero yo creo que tarda demasiado.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Va por ustedes

Fotografía de Diego Morales

Hoy celebro mi onomástica y me gustaría invitarles a un chupito de licor de café (casero, destilado con mis propias manos, de toda confianza, vamos).
Gracias por su amistad y por sus visitas.
¡Que San Diego, apóstol de la providencia -que nunca he sabido qué sea eso-, les haga los milagros que nececesite cada uno en cada momento!
¡Va por ustedes!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Campaña electoral

Fotografía de Diego Morales
A la puerta de un bar de El Burgo
La Coruña - España

"Tornó otra vez a probar ventura, y sucedióle tan bien, que sin más ruido y alboroto que el pasado, se halló libre de la carga que tanta pesadumbre le había dado; mas como Don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos, y Sancho estaba tan junto y cosido con él, que casi por línea recta subían los vapores hacia arriba, no se pudo excusar de que algunos no se llegasen a sus narices, y apenas hubieron llegado, cuando él fue al socorro apretándolas entre los dos dedos, y con tono algo gangoso, dijo: Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo. Sí tengo, respondió Sancho: ¿mas en que lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca? En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar, respondió Don Quijote." Capítulo vigésimo de "El Quijote" de Cervantes.

¿Estará don Alonso hablando de políticos, de jueces, del G-20, de los mercados, de la mentada prima...?

domingo, 6 de noviembre de 2011

Medidas políticas

Fotografía de Diego Morales

Me he comprado un nuevo "cerrrucho" que es una maravilla. ¡Por tan sólo 14€, con dientes japoneses, línea aerodinámica y multiusos! ¡Madre mía, que fácil y qué pronto se sierra! Si me lo hubiese comprado antes no habría tenido molestias en el supraespinoso, seguro.
Y si sierra tan estupendamente, me he dicho para mis adentros,  ¡lo mismo se pueden podar con igual facilidad las listas electorales! Ras ras ras ras, fuera políticos corruptos, ineptos, sabandijas y ladrones.
Ras ras ras, fuera leyes y decretos injustos, ridículos y retorcidos.
Ras ras ras, fuera privilegios, sinecuras y complacencias.
(Les presto el serrucho cuando quieran).

sábado, 5 de noviembre de 2011

Música japonesa



Y, ya puestos a celebrar, hoy dedico esta entrada a mi hermano, lector mudo de este blog, en su xxxx cumpleaños.

¡¡¡ Feliz cumpleaños, P. !!!

viernes, 4 de noviembre de 2011

Penas y alegrías

Fotografía de Diego Morales

Hoy quiero dedicar esta entrada a dos personas muy, muy especiales para mí.
También un especial recuerdo a mi madre, que falleció hace ya 20 años y parece que fue ayer...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Tú también, Diegvs

Fotografía de Diego Morales

¿Tú también, Brvtvs? le preguntó Caivs Fvlanvs a Caivs Menganvs. Pues sí, señoras y señores, yo también he caído en la tentación, pero es que resulta que, estoooo, pues...., mmmmmm, yo...

Aquí les dejo mi contribución a los horrores y pesadillas nocturnos...
Pasen ustedes mucho miedo... (y no me tiren huevos si no les gusta).

No mires bajo la cama.

 

Aparcó en la calle porque a las tantas de la madrugada no le parecía buena idea estacionar en el garaje donde quizás algún ladrón quisiera robarle el bolso o, peor, un violador estuviese acechándola detrás de uno de esos pilares tan anchos. Es más segura la calle, pese a todo. Cerró el coche con el dispositivo electrónico, se fijó en que se encendieran dos veces los pilotos, una vez, coche abierto, dos veces, coche cerrado, recordó aplicadamente, y echó a correr en dirección al portón con la llave preparada, para no perder tiempo.


Por debajo de un coche salió un gato casi negro, despeluzado, que se enredó entre sus piernas y mientras él seguía su alocada carrera, ella rodó por el suelo como esas plantas secas que salen en los poblados desiertos de las películas del oeste. Un señor, pitillo en la boca, sujetaba un perro que quería perseguir al gato y se ofreció a ayudarla, pero Julia, más erizada que el minino, ya estaba introduciendo la llave en el bombín sin atinar ni a dar las gracias al desconocido ni a abrir la maldita puerta. Para disculpas estoy yo, que me he desollado la pierna por culpa del gato endemoniado y del perro satánico. Ay, Señor, quien me mandará a mí recogerme tan tarde, quién me mandará a mí no aceptar que me acompañen, quién tendrá la culpa de que yo sea tan miedosa.


Cerró con doble vuelta y enganchó la cadena de la puerta y ya se quedó tranquila en la seguridad de su casa.


Los diferentes sustos que se acababa de llevar la habían puesto nerviosa y decidió darse una ducha. Cogió el cuchillo jamonero, siempre recién afilado, y lo sostuvo horizontalmente con la punta hacia delante mientras buscaba bajo la almohada el pijama. Cerró la puerta del cuarto de aseo y colocó el acero a la vista, fácil de coger, entre las botellas de gel y de champú, y dejó que el agua caliente se llevase el sudor de la fiesta, el miedo de la noche y la sangre de la herida que se había hecho en la rodilla al caer. Tendré que llevar pantalones varios días, pensó distraidamente sin dejar de mirar el cuchillo e intentando escuchar más allá del ruido del agua algún sonido preocupante.


Pienso dormir de un tirón, se dijo ya acostada, pero no podía estar tranquila sin antes echar un vistazo bajo la cama. Sofocó un grito y agarró el cuchillo mientras saltaba de la cama y abandonó la habitación con prisa. Todavía tuvo tiempo de dar un portazo pensando si le cortaría los dedos de la mano al malhechor, o mejor aún, le aplastaría la cabeza en el quicio. Se hizo fuerte tras el sofá del comedor dispuesta a morir hiriendo y se dio ánimos por si tenía que estar en vela toda la noche. Intentó adivinar dónde había dejado el móvil, calculó mentalmente la distancia que debería recorrer, pensó en escondites alternativos, imaginó que algún policía llamaría a la puerta así, porque sí.


Permaneció interminables minutos rezando, sudando y temblando pero nadie salía de la habitación. Quiso imaginarse al asesino muerto, ensangrentado, pero nunca se puede una fiar de los asesinos muertos, que resucitan cuando menos te lo esperas, te agarran del tobillo al pasar junto a ellos y te pueden rematar o del susto o de alguna cuchillada. El tiempo pasaba lentísimamente. Ojalá el cambio de hora fuera el de primavera y así se haría temprano antes. Pero esos largos momentos de angustia también le daban cierta esperanza porque si estaba muerto el violador o el ladrón o el asesino ya se habría desangrado del todo y, por tanto, su muerte sería segura, o si no, ya habría huido por la ventana o ya habría venido a asesinarla a ella. Y se veía ya muerta espantosamente. No, no, no, no quiero pensar en eso.


Así que, lentamente, se acercó de nuevo a la puerta de su alcoba, la abrió y descubrió con rara tranquilidad que todo estaba igual, excepto la sábana caída. Ni había muerto, ni cristales rotos, ni la atmósfera pesada que se crea cuando te espían en secreto.


Aún con más precauciones se agachó y miró bajo la cama, esperando que fuera el último segundo de su vida pero bajo la cama estaba su osito de peluche. Se maldijo y se llamó imbécil y rata cobarde y tonta y estúpida. Lo sacó a rastras y descubrió perpleja que el osito llevaba entre sus manos una cajita. Una cajita envuelta en papel de regalo. Se la arrebató al osito con rabia y la abrió. Leyó la dedicatoria y sostuvo en el cuenco de su mano el colgante de azabache. “Este amuleto te protegerá cuando yo no esté a tu lado para defenderte, amor mío. Debajo de la cama no siempre se esconden bichos y asesinos…”


Diego Morales. 31/10/2911

martes, 1 de noviembre de 2011

A mis padres

Fotografía de Diego Morales
Escultura hecha por mi padre

Hoy, día de Todos los Santos, dedico la entrada a mis padres.