viernes, 13 de diciembre de 2024

 

Nick Cave

 

La mano roja diestra

 

 


 

La mano roja diestra

 

Da un pequeño paseo a las afueras

De la ciudad, cruza las vías, donde

Se levanta el viaducto como un pájaro

De perdición, se mueve y resquebraja

Allí donde en los fuegos del suburbio

Arden secretos, donde zumban cables,

Hey, hombre, sabés bien que nunca más

Regresarás, pasa la plaza, pasa

El puente, pasa los molinos,

Pasa las chimeneas de las fábricas,

Y en medio de unas nubes de tormenta

Que se avecina, llega

Un hombre alto y apuesto,

Con un abrigo negro polvoriento,

Con una mano roja, la derecha.

 

Te estrechará en sus brazos,

Te dirá siempre has sido un buen muchacho,

Reavivará todos los sueños

Que te llevó una vida destruir.

Puede llegar al fondo de ese hueco,

Puede sanar tu alma contraída,

Pero no hay ni una sola cosa, mínima,

Que esté a tu alcance hacer:

Él es un dios, él es un hombre,

Es un gurú, es un fantasma.

Todos dicen su nombre en un susurro

A través de esta tierra que se apaga.

Pero oculta en su abrigo negro lleva

Siempre su mano roja, la derecha.

 

¿Te has quedado sin plata?

Él te conseguirá.

¿Te has quedado sin auto?

Él te conseguirá.

¿Ya has perdido por vos todo respeto,

Sentís que sos lo mismo que un insecto?

Pues bien, tranquilo, amigo,

Que ya llega por barrios y por guetos,

Por la Bowery y por villas miseria,

Dondequiera que esté se ve una sombra

De grandes fajos de papeles verdes

Entre los dedos de su mano roja.

 

Lo verás, estará en tus pesadillas,

Lo verás, estará en todos tus sueños,

Verás que de la nada él aparece,

Pero no es lo que parece.

Lo verás en tu mente

Y lo verás en la pantalla,

Pero te digo, de verdad, amigo

Que sería mejor que la apagaras.

Él es un dios, es un fantasma,

Él es un hombre, es un gurú,

Y vos sos una pieza microscópica

Del engranaje del plan catastrófico

Que dirige y diseña

Su mano roja diestra.

 

Nick Cave

 

[Versión de P. A.

Córdoba, 13-XII-24]

 

*

 

The Red Right Hand

 

Take a little walk to the edge of town

Go across the tracks

Where the viaduct looms,

Like a bird of doom

As it shifts and cracks

Where secrets lie in the border fires,
 in the humming wires

Hey man, you know
 you’re never coming back

Past this square, past the bridge,
 past the mills, past the stacks

On a gathering storm comes
 a tall handsome man

In a dusty black coat with 
a red right hand

 

He’ll wrap you in his arms,
 tell you that you’ve been a good boy

He’ll rekindle all those dreams 
it took you a lifetime to destroy

He’ll reach deep into the hole,
 heal your shrinking soul

Hey buddy, you know you’re
 never ever coming back

He’s a ghost, he’s a god,
 he’s a man, he’s a guru

They’re whispering his name
 across this disappearing land

But hidden in his coat
 is a red right hand

 

You ain’t got no money?

He’ll get you some

You ain’t got no car?

He’ll get you one

You ain’t got no self-respect,
 you feel like an insect

Well don’t you worry buddy,
 cause here he comes

Through the ghetto and the barrio
 and the Bowery and the slum

A shadow is cast wherever he stands

Stacks of green paper in his 
red right hand

 

You’ll see him in your nightmares,
 you’ll see him in your dreams

He’ll appear out of nowhere but 
he ain’t what he seems

You’ll see him in your head, 
on the TV screen

And hey buddy, I’m warning
 you to turn it off

He’s a ghost, he’s a god, 
he’s a man, he’s a guru

You’re one microscopic cog 
in his catastrophic plan

Designed and directed by his red right hand

 

Nick Cave

 

[Del álbum "Let Love in" (1994)

de Nick Cave & The Bad Seeds]






jueves, 28 de noviembre de 2024

 

György Faludy

 

La lengua materna y la poesía

 



 

 

"Hablé después del problema de la lengua magiar, que era el más sólido de los vínculos que me ataban a mi país natal. Confesé la sorpresa y el dolor que me había causado, en la base aérea de Kotiak, que mis compañeros me dijeran una mañana que hablaba inglés en sueños. En Fort Leonardwood, un campo que estaba en la mitad de los bosques de Misuri, uno de mis compañeros que miraba por encima de mi hombro mientras escribía un poema en la cantina, me preguntó que por qué no lo escribía en inglés. Le expliqué que cuando pronunciaba la palabra wood, para él significaba el boscaje denso y oscuro que teníamos alrededor, hecho de árboles con formas raras, entrelazadas, con un sotobosque parecido a la jungla, tenebroso y aterrador. Pero que cuando yo pronunciaba la palabra húngara que significa "bosque", erdõ, lo que yo veía era los árboles jóvenes, esbeltos y poco abundantes, en las estribaciones del monte Mátra, con pedazos de cielo azul entre sus ramas, con plantas de fresa y matojos de hierba a sus pies. Las palabras más concretas no tenían el mismo sentido para cada uno de nosotros, por no mencionar términos abstractos como partido político, ética, estilo de vida, religión o deber.

 

Cuando encontraba una rima en magiar, sabía inmediatamente si algún otro poeta húngaro la había utilizado ya, y sabía si tenía un acento moderno o arcaizante, solemne o cómico, banal o exquisito. Sabía si era estudiadamente discreta o refinada, si era intencionadamente aburrida, si estaba resuelta artísticamente o si era defectuosa, si su música tenía un tinte melancólico, alegre, arrogante o desesperado, si contenía una inexpresada brutalidad, o ironía, o hastío, o ninguna de todas esas cosas. En inglés ni siquiera estaba seguro de que las palabras rimasen, excepto cuando las veía escritas. Yo era hijo de la literatura húngara e hijo también de la historia de Hungría. En la escuela no había aprendido de Herrick, sino de Balassi, ni de Keats, sino de János Arany. La palabra victoria no me evocaba el muro de ladrillos rojos de Appomattox, sino el verde del campo de batalla de Isaszeg; la palabra democracia tenía para mí la cara de Lajos Kossuth, no la de Abraham Lincoln. Sabía todo lo que puede saberse acerca de la vida de un campesino húngaro: los cuentos de hadas que le habían provocado malos sueños en la niñez, su manera de moverse, las muecas que ponía al afeitarse en la cocina el domingo por la mañana. Y sabía en qué manera la memoria de la historia de Hungría había permeado su espíritu. Las alegrías y las penas de un granjero de Georgia me eran enteramente desconocidas."

 

György Faludy

 

[En: Días felices en el infierno (1962), 

Traducción de Alfonso Martínez Galilea,

Edición conjunta de las casas editoriales

Pepitas de Calabaza y Fulgencio Pimentel,

Logroño, España, 2024, págs. 251-252]


miércoles, 9 de octubre de 2024

 

Attilio Bertolucci

 

La rosa blanca

 






 

 

La rosa blanca

 

Cortaré para vos

la última rosa del jardín,

la rosa que florece

con las primeras nieblas.

Las ávidas abejas hasta ayer

la han visitado,

pero aún es tan dulce

que estremece.

Es un retrato tuyo a los treinta años,

algo desmemoriada, como serás entonces.

 

Attilio Bertolucci

 

[Versión de P. A.

Córdoba, 10-VIII-24]

 

*

 

La rosa bianca

 

Coglierò per te

l'ultima rosa del giardino,

la rosa che fiorisce

nelle prime nebbie.

Le avide api l'hanno visitato

sino a ieri,

ma è ancora così dolce

che fa tremare.

È un ritratto di te a trent'anni,

un po' smemorata, come tu sarai allora.

 

Attilio Bertolucci

 

[De Fuochi in novembre (1932-1934),

en La capanna indiana, Sansoni, Firenze, 1951]



miércoles, 7 de agosto de 2024

 

Attilio Bertolucci

 

La noche de octubre

 

 


 

La noche de octubre

 

Me despertó tu canto solitario,

triste amiga de octubre, inocente lechuza.

Era la noche,

rumorosa de sueños como abejas.

 

Zumbaban, agitando

cabelleras de fuego

y barbas rubias,

pero sus ojos eran rojos, tristes.

 

Cantabas, melancólica

como una prisionera del oriente

bajo la noche azul...

Yo escuchaba latir mi corazón.

 

Attilio Bertolucci

 

[Versión de P. A.

Córdoba, 07-VIII-24]

 

*

 

La notte d'ottobre

 

Mi ha svegliato il tuo canto solitario,

triste amica dell'ottobre, inocente civetta.

Era la notte,

brulicante di sogni come api.

 

Ronzavano,

agitando le chiome di fuoco,

le bionde barbe,

ma i loro occhi erano rossi e tristi.

 

Tu cantavi, malinconica

come una prigionera orientale

sotto il cielo azzurro...

Io ascoltavo battere il mio cuore.

 

Attilio Bertolucci

 

[De "Fuochi in novembre" (1932-1934),

en La capanna indiana, Sansoni, Firenze, 1951]


jueves, 1 de agosto de 2024

 

Attilio Bertolucci

 

El tiempo se consume

 

 


 

El tiempo se consume

 

Entré en el gran gentío misceláneo

de la misa del mediodía, en busca

de vos, que estabas ahí desde el inicio,

mi niño diligente, alma pura

famélica de Dios, y con inquieto

ojo he escrutado entre los bancos

inútilmente.

Pero desde una tela humilde me venía

al encuentro de mi ansia el aprendiz

de carpintero, de tu edad, Jesús,

a confortarme, mientras alrededor, el lánguido

tono del sacerdote desde lejos

se confundía con la agitación terrena

de chicas y de chicos apartados

del bello sol del domingo.

Así, de pronto, en un rincón cercano

a la puerta, te he divisado, quieto

y solitario, me has visto, te has

acercado tímidamente, he besado

tu cabello, hijo mío reencontrado

en este tiempo doloroso que por mí y por vos

y por todos nosotros de pena se consume.

 

Attilio Bertolucci

 

[Versión de P. A.

Córdoba, 31-VII-24]

 

*

 

Il tempo si consuma

 

Sono entrato nella gran folla mista

della messa di mezzogiorno, in cerca

di te, ch’eri là dall’inizio,

bambino diligente, anima pura

affamata di Dio, e con inquieto

occhio ho scrutato fra i banchi

inutilmente.

Ma da una tela umile veniva

incontro alla mia ansia il garzone

di falegname, Gesù, della tua età,

a rincuorarmi, mentre intorno, al fioco

accento del sacerdote lontano

si mescolava l’agitazione terrena

delle ragazze e dei ragazzi tenuti

lontani dal bel sole di domenica.

Così, d’improvviso, in un angolo vicino

alla porta, t’ho ritrovato, quieto

e solo, m’hai visto, ti sei

accostato timidamente, ho baciato

i tuoi capelli, figlio ritrovato

nel tempo doloroso che per me e te

e tutti noi con pena si consuma.

 

Attilio Bertolucci

 

[Viaggio d'inverno, Garzanti, Milano, 1971]


miércoles, 31 de julio de 2024

 

Attilio Bertolucci

 

Las moras

 




 

 

Las moras

 

Con la luz de septiembre en la mirada

te diste vuelta para preguntarme

por las moras que aquí en los Apeninos

el verano lluvioso no madura

en este año de tu primer recuerdo,

este año que declina, nos arrastra,

hojitas desbandadas que se buscan,

que se reencuentran todavía, como

cuando a orillas del Bràtica te inclinas

a una flotilla verde y silenciosa.

 

Attilio Bertolucci

 

[Versión de P. A.

Córdoba, 31-VII-24]

 

*

 

Le more

 

La luce di settembre dentro gli occhi

volgendoti mi hai chiesto delle more

che l'estate piovosa non matura

sull'Appennino quest'anno del tuo primo

ricordare, quest'anno che declina,

ci porta via, foglie sbandate

che si cercano, che ancora si ritrovano,

come quando sul Bratica ti chini

a una flottiglia verde y silenziosa.

 

Attilio Bertolucci

 

[De "In un tempo incerto" (1951-1955),

en La capanna indiana, Sansoni, Firenze, 1955]


lunes, 29 de julio de 2024

 

Attilio Bertolucci

 

La desenterradora de papas

 




 

La desenterradora de papas

 

Ciega recolectora que ocultas por entero

la mitad de tu cara anciana con la tela

blanca de ese pañuelo que anudas en tu cuello,

que la mitad embarras de tu mano

con los terrones que rompes en vano,

 

si el día es largo, por favor, no dejes

de cumplir tu faena,

logra que tu tiniebla se confunda

con la nuestra allá donde monte y llano

se abrazan igualmente fatigados,

 

tiende a ese punto incierto al que yo tiendo.

 

Attilio Bertolucci

 

[Versión de P. A.

Córdoba, 28-VII-24]

 

*

 

La cavatrice di patate

 

O cieca raccoglitrice che celi intera

metà della tua faccia anziana

sotto la tela bianca del fazzoletto annodato,

che impolveri metà della tua mano

con una terra che sgretoli invano,

 

non lasciare, se il giorno dura a lungo,

d'assolvere alla tua mansione, fa'

che la tua tenebra si confonda

con la nostra là dove piana e colle

s'abbracciano ugualmente affaticati,

 

tendi a quel punto incerto cui io tendo.

 

Attilio Bertolucci

 

[De Viaggio d'inverno,

Garzanti, Milano, 1971]