No es sólo la Plaza del Obradoiro, que es el kilómetro cero de todos los caminos de Santiago, donde al este de la misma se encuentra la fachada de la Catedral (Cámara Web Fija) flanqueada por el Museo a su derecha y el Palacio de Gelmírez a su izquierda. Al oeste de la plaza, se encuentra el Palacio de Rajoy (Pazo de Raxoi), levantado por el arzobispo Bartolomé de Rajoy para dar cabida al ayuntamiento. Al norte, el Hostal de los Reyes Católicos, obra cumbre del estilo plateresco que servía antiguamente de cobijo a los peregrinos. Al sur, el colegio de San Jerónimo (Colexio de San Xerome), que pasó de ser un hospital de peregrinos a una residencia de jóvenes estudiantes sin recursos.
Lo más atrayente de la ciudad es su magia, y no me refiero en mi caso a sensaciones religiosas, sino a la energía que genera, al silencio dentro del bullicio, a la historia que te impregna. La roca de la fachada barroca de la Catedral habla y respira. El templo por dentro es muy bonito (Cámara Web Fija) pero para mi no es lo más atrayente. Recomiendo sentarse en el suelo frente al pórtico manteniendo una cierta distancia y disfrutar en silencio del momento.
Yendo a temas más terrenales, no por ello menos importantes, debemos caminar por las callejuelas que rodean la plaza, degustar la gastronomía y escuchar las sensaciones de los peregrinos.
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