Lo pequeño es hermoso (Small is beautiful, 1973). Así tituló el economista
Ernst Friedrich Schumacher su más famoso libro (de plena actualidad como podéis comprobar si leéis esta brevísima
reseña ).
A mí me parece hermoso ese breve pero gran título. Que lo pequeño es hermoso lo comprobamos en música constantemente con las numerosísimas y deliciosas pequeñas piezas que los compositores nos han regalado a lo largo de la historia, pero además, también podemos constatarlo en lo referente al mundo de los instrumentos; es por ello que vamos a hablar hoy de uno pequeño y precioso:
el flautín, el instrumento de viento de menor tamaño y el más agudo de la orquesta (suena una octava por encima de la flauta travesera y mide unos 30 cm.). (En los vídeos se puede ver su imagen)
Para él escribió Vivaldi su maravilloso
Concerto per flautino que os propongo escuchar y cuyo segundo movimiento - Largo - fue utilizado por el director francés Francoise Truffaut en su película
El pequeño salvaje (
L'enfant sauvage, 1969). Ésta trata sobre el poder de la educación y está inspirada en la historia de
Víctor Aveyron, un niño encontrado en estado casi salvaje en un bosque francés a finales del siglo XVIII, de cuya educación se encargaría el doctor Jean Itard. En ella se nos remite directa o indirectamente a J. J. Rousseau, a su
Emilio y la educación, al mito del buen salvaje y a los conceptos de aprendizaje, de experiencia y del hombre como ser social.
Ved y escuchad el final de este trailer:
Qué casualidad; sobre el sentido de la educación también nos habla Schumacher en su libro, como podéis ver
aquí.
Decíamos que Truffaut recurrió a Vivaldi en su
L'enfant sauvage, concretamente a dos de sus conciertos; uno de ellos, conocido ya por todos, el de mandolina (véase entrada
Al son de mi mandolina) y el otro, el
Concerto per flautino en Do mayor.
El concerto barroco es un ejemplo de forma mayor (grande) que sin embargo está lleno de "pequeños motivos decorativos" - muy del gusto del estilo - como son los trinos, los semitrinos y otras notas de adorno de las que hablaremos próximamente- y muy adecuados, por otra parte, para nuestro instrumento protagonista. Escuchemos sus tres movimientos, Allegro, Largo y Allegro molto y contagiémonos de su vitalidad y su energía.
Otra casualidad; precisamente Flautín se llamaba el pajarito del enfermizo Ladis, el niño protagonista de aquel cuento de mi infancia - que todavía conservo - titulado Un gran pequeño y que se veía reducido al diminuto tamaño de un insecto para vivir una experiencia extraordinaria. Su autor - José María Sánchez Silva - nació curiosamente en 1911, el mismo año en el que también lo hiciera el economista Schumacher al que nos hemos referido.
Y para terminar de hacer redonda esta entrada - ya demasiado grande - incluyo este otro vídeo del concierto para flautín interpretado por el conjunto historicista
Il Giardino armónico con instrumentos de la época y a la supuesta manera de aquel entonces. Espectacular.
Aunque no tenga mucho que ver me hacía ilusión traer la foto de Ladis; las ilustraciones, de José Luis Macías, me encantaban.