Luis
Ramos-Alarcón
Marcín,
«Spinoza
y
los
animales».
Capítulo en el libro coordinado por Leticia Flores Farfán y Jorge Linares Salgado, Los
filósofos
ante
los
animales.
Historia filosófica sobre
los
animales:
Renacimiento
y
Modernidad. México, UNAM,
Almadía,
2020,
pp.
83-107.
ISBN-UNAM: 978-607-30-2944-5. ISBN-Almadía: 978-607-8667-42-0.
Spinoza y los animales
Lms RAMOS-ÁLARCÓN
MARCÍN
UniversidadAutónoma de la Ciudad de México (UACM)
INTRODUCCIÓN
En esta breve exposición desarrollaré tres tesis: primero, que en la
obra de Benedictus de Spinoza (!63~-77) hay cierta concepción positiva sobre los animales, a saber, que no son meras máquinas como
concluye el mecanicismo cartesiano, pues, según la noción de horizontalidad ontológica, también sienten, perciben, tienen afectos
y miran por su propio bien; además, ya que el holandés concibe la
existencia como lucha o colaboración entre individuos, se sigue que
tanto animales como hombres tienen el mismo derecho a instrumentalizarse entre sí. En segundo lugar, defenderé que, por encima del argumento anterior, en el pensamiento de Spinoza lo que
prima es una concepción negativa de los animales, según la cual,
a pesar de la horizontalidad ontológica y debido a que los animales
tienen una naturaleza diferente a los hombres, éstos tienen derecho
a instrumentalizar a aquellos y usarlos en su benencio. En tercer
lugar, a partir de una reinterpretación de los mismos principios de
la metafísica spinoziana, ensayaré la posibilidad de un desarrollo
conjunto de los hombres y de los animales en benencio mutuo. Así,
mientras que en las dos primeras secciones seguiré al pie de la letra
el pensamiento spinoziano y plantearé sus argumentos en favor
de la instrumentalización de los animales, en la última sección
ensayaré la posibilidad de una lectura ecológica en Spinoza , que
supedite esa instrumentalización a la colaboración y al desarrollo
tanto de hombres como de animales.
Antes de continuar, cabe señalar que utilizaré el término "hom
bre" (homo) para referirme de manera genérica a los seres huma
nos, sean mujeres o varones, no sólo porque Spinoza utilizó el
término homo para ello, sino también para subrayar la diferencia
puesta por este filósofo entre los seres humanos y los animales, a
los que llama animal o brutum. Asimismo, es importante aclarar que
la concepción spinoziana acerca de los animales está subordinada
a su discurso ético y político, por lo que daré inicio con un brevísi
mo resumen de dicho aparato filosófico.
1) LA CONCEPCIÓN POSITIVA DE LOS ANIMALES
En el Tratado Teológico Político (publicado en 1670), Spinoza resume
sus propuestas ética y política en tres objetos que podemos desear
de manera honesta (TTP 3, p. 46� 1 ), a saber: entender las cosas por
sus primeras causas; adquirir el hábito de la virtud o, lo que es lo
mismo, dominar las pasiones; y vivir en seguridad con un cuerpo
sano.
El conocimiento de las cosas por sus primeras causas será in
dispensable para la ética y para la política, pues se trata del co
nocimiento adecuado de los principios físicos y metafísicos, que
Sigo la nomenclatura sugerida por Studia Spinozana 1, 1985, pp. 471-474:
para citar la Ética (Spinoza, �ooo), «E» va seguida del número de libro y
luego «d» para defmición; «p>> para proposición; «d» para demostración si
va después de número de proposición; <<s» para escolio y el número que les
corresponde. En cuanto a la Correspondencia (Spinoza, 1988), pongo <<Ep»
seguido del número de carta y la página de la edición de Gebhart (Spinoza,
197�). Para el Tratado Teológico Político (Spinoza, �003), pongo "rTP" seguido
de número de capítulo y luego la paginación correspondiente a la edición
de Gebhardt (Spinoza, 197�). Para el Tratado Político (Spinoza, 1986), pongo
"rTP" seguido de número de capítulo y luego el número de parágrafo. En
cuanto al Tratado Breve (Spinoza, 1990), pongo "xv" seguido de la misma no
menclatura. que la Ética.
explican qué son los cuerpos animales y los cuerpos humanos. Ad
quirir el hábito de la virtud o el dominio sobre las pasiones, es uno
de los pasos indispensables de la ética. Por último, vivir en segu
ridad con un cuerpo sano, es la tarea de la política. Debido a que el
filósofo holandés aclara qué es la naturaleza humana por oposición
a la naturaleza de los animales, la concepción spinoziana acerca de
los animales está relacionada con los tres objetos mencionados. En
esta primera sección nos detendremos en el primer objeto, mien
tras que en la segunda sección abordaremos la ética y la política.
Los principios metafísicos que son comunes a los cuerpos hu
manos y animales, se centran en la afirmación de que sólo hay una
substancia y que ésta es el principio activo de todo cuanto existe, ya
sea como esencia o como duración, pues estas son modificaciones
-modos- de dicha substancia única. Si bien Spinoza identifica esta
única substancia con Dios, no se trata de la divinidad de la tradi
ción judeocristiana, un rector trascendente a la naturaleza y a los
hombres, que piensa y juzga todo antes de crearlo o destruirlo. El
Dios spinoziano es inmanente y permanece en sus obras como su
particular actividad. Por tanto, la actividad de los modos no es sino
la actividad de la única substancia, a través de los cuerpos que reor
ganiza, bajo la modificación particular de la esencia.
Por su parte, los principios físicos que nos atañen son también
comunes tanto para los cuerpos humanos, como para los cuerpos
animales, a saber: que, debido al paralelismo entre los atributos
de la extensión y del pensamiento, todos los individuos (o cuerpos
compuestos) están animados en diversos grados (E�p13s). Es decir,
el pensamiento tiene una idea de cada cuerpo o, lo que es lo mis
mo para Spinoza, cada cuerpo tiene un alma. ¿Acaso esto signifi
ca que un caballo o un insecto piensan como los hombres? Spinoza
se vale de idea de "noción común" para dar una respuesta negativa
a esta pregunta a través de la oposición entre la noción común de
la naturaleza de los hombres y la noción común de la naturaleza
animal. Vale aclarar que el holandés entiende por noción común
a la idea adecuada que la razón forma a partir de las propiedades
compartidas entre sí de un conjunto de cosas (E�p4osi), y que no
corresponden a una esencia en particular. Por ejemplo, no hay una
esencia de naturaleza humana en general, sino esencias concretas
de hombres; sin embargo, a partir del conocimiento de las actuali
zaciones de nuestra esencia y de las esencias de otros hombres, po-:
demos formar la noción común de naturaleza humana.
Ahora, la especiñcidad y diferencia entre los modos se encuen
tra en la esencia particular de cada uno, a la que podemos pensar
como cierto poder de actuar -o proporción de movimiento y de re
poso entres sus partes•-, que está contenida en el modo inmediato
de la extensión -que Spinoza llama "movimiento y reposo absoluta
mente innnito" (Ep 64)-. Asu vez, la idea que el atributo del pensa
miento percibe de la esencia de un cuerpo es su alma, cierto poder
de pensar que está contenido en el modo inmediato del pensamien
to -que Spinoza llama el entendimiento y voluntad absolutamente
inñnitos (Ep 64)-. La esencia del cuerpo y su alma (o idea) son una
misma modiñcación de la única substancia, pero expresada por dos
atributos diferentes que se corresponden mutuamente. Esto es lo
que entendemos como el paralelismo de los atributos.
Mientras que las esencias de todos los cuerpos posibles exis
ten eternamente, de manera actual sólo existen en la duración una
'
. 86
Las partes del individuo pueden tener esencias o naturalezas diferentes,
pero éstas se conectan y se ajustan entre sí para conservar aquella propor
ción particular de movimiento y de reposo. Spinoza defrne coherencia o
conexión [cohaerentia] de las partes de un todo en una epístola según los
siguientes términos: "Por conexión [cohaerentia] de las partes no entiendo
pues, otra cosa sino que las leyes o naturaleza de una parte de tal mane
ra se ajustan [sese accommodare] a las leyes o naturaleza de otra parte, [de
manera] que no existe la mínima contrariedad [contrarientur] entre ellas.
En cuanto al todo y las partes, considero a las cosas como partes de algún
todo en tanto en cuanto se ajustan [se accommodare] realmente unas a otras,
de suerte que concuerdan entre sí en la medida de lo posible [ ...]" (Ep 3�.
p. 170, de Spinoza a Oldenburg, oct-dic 1665). La conexión o cohesión de
las partes de un todo es el acomodo, ajuste o adaptación entre sus leyes o
patrones de conducta, de manera que no son contrarias entre si sino que
colaboran entre sí para "traer a la existencia" la esencia de su todo, el in
dividuo. No tiene caso preguntar qué se da primero, si el todo o las partes,
pues no se puede dar uno sin las otras. Ver Ep 3�; Eip1�d; ucv�. 19 .
pequeñísima fracción de esas esencias. Estos cuerpos que ahora
duran -o existen-, se esfuerzan por conservar su esencia o su ser.
Su existencia es la actualización de su respectiva esencia. No puede
ser de otra manera: el cuerpo de un caballo expresa la esencia de
un caballo, por lo que éste se esfuerza por conservar su equinidad;
mientras que el cuerpo de un hombre se esfuerza por conservar su
humanidad, y así con los demás animales. La fmitud tanto de hom
bres como de animales radica en que siempre hay algo más podero
so y contrario a ellos (ver E4p4), de cuyo encuentro resulta la muerte
o destrucción del menos poderoso. La esencia de los modos nunca
cambia ni muere, sino que permanece siempre la misma. Lo que
cambia es la actualización de la esencia, lo que Spinoza llama "la
afección corporal" que, a su vez, pone la existencia y la hace variar
-es decir, aumenta o disminuye el poder de actuar de ese cuerpo-.
Spinoza utiliza los términos "perfección" e "imperfección" para re
ferirse a una mayor o menor actualización de la esencia, respectiva
mente. En este sentido, Spinoza sostiene que:
[C]uando digo que alguien pasa [transire] de menor a mayor per
fección, y al revés, no entiendo que se cambia de una esencia o
forma a otra -pues un caballo, por ejemplo, se destruye lo mismo
si cambia [mutare]3 a hombre o a insecto-; sino que concebimos
que su potencia de obrar, en cuanto que ésta se entiende por su
naturaleza, aumenta o disminuye. [E4praef]
Por ejemplo, si un hombre se come a un caballo, entonces des
truye la existencia del caballo y. por medio de la ingesta, los cuer
pos que componían a este ahora forman parte del cuerpo de aquel.
Podemos decir que algunas partes del caballo pasan a ser partes
del hombre, pero la esencia de caballo no pasa a ser esencia de
3
Dominguez (Spinoza, �ooo, p. 185) traduce aquí el verbo "mutare" por
"transformar", que tiene un significado que será desarrollado en el siglo
xrx. Mejor cambio la traducción de este término por "cambiar", como el
mismo Domínguez hace en la línea anterior.
hombre. Asimismo, en caso de que un caballo muera al ser comi
do por insectos, las partes del caballo cambian a ser partes de los
insectos.
Al hablar de los afectos humanos, en cuanto padecimientos, el
holandés hace una comparación entre los hombres y los animales.
Entonces sostiene lo siguiente:
[Q]ue los afectos de los animales, llamados irracionales (pues,
después de haber conocido el origen del alma, no podemos en
absoluto dudar que los brutos sienten), difieren de los afectos de
los hombres tanto cuanto difiere su naturaleza de la naturaleza
humana. Sin duda que el caballo y el hombre son arrastrados por
la libido de procrear [equus et homo libídine procreandi]; pero aquél
por una libido equina y éste, en cambio, por una libido humana.
Y así también las libidos y los apetitos de los insectos, los pe
ces y las aves deben ser distintos los unos de los otros. Así, pues,
aunque cada individuo viva contento con la naturaleza de la que
consta y goce de ella, esa vida con la que cada uno está contento,
y ese gozo no son otra cosa que la idea o el alma del mismo indi
viduo; y, por tanto, el gozo del uno discrepa tanto por naturaleza
del gozo del otro cuanto la esencia del uno difiere de la del otro.
[E3p57s]
Gueroult (1968, p. 184) muestra que el holandés no sólo suprime
el hiato cartesiano entre el cuerpo inerte y el animado, sino tam
bién entre el animal y el humano. A diferencia de Descartes, para
quien los animales son máquinas que no sienten, Spinoza conside
ra que tanto hombres como animales sienten, desean y deciden se
gún lo que consideran mejor para su propio beneficio. Si bien, como
comenta Grey (�013, pp. 367-ss), para Spinoza la distinción entre
hombres y animales es de grado, este pasaje muestra claramente
diferencias de mayor alcance: la libido o el impulso de procrear no
es la Cupiditas o deseo, noción que Spinoza usa para definir el conato
de los hombres exclusivamente. Más bien, se trata de una dirección
88
particular del conato. Por otro lado, para Spinoza el contento de sí
es la pasión más poderosa que puede sentir un hombre o un ani
mal, pues se trata de la doble afirmación de su esencia: por medio
de sus acciones (existencia), ocurre una primera afirmación; y, lue
go, cuando se reconoce como autor de esas acciones, tiene lugar la
segunda. De ahí que en este pasaje sea tan importante notar que
animales y hombres sólo pueden vivir contentos con su respectiva
naturaleza; es decir, cada uno estará contento en cuanto aumente
sus poderes de actuar y de percibir según las capacidades inscri
tas en su respectiva naturaleza. Así, un caballo no podrá sentir gozo
alguno al intentar vivir como hombre, a la vez que el hombre no
podrá sentir gozo alguno al intentar vivir como caballo. Esto no es
una mera perogrullada, sino la constatación de que la forma de vida
adecuada para cada animal es el desarrollo de su propia naturale
za. Por tanto, no podemos evaluar la perfección de un animal por la
naturaleza de otro animal, sino sólo por la suya propia. De hecho,
esa evaluación depende del conocimiento que a posteriori tengamos
de las acciones de dicho animal. Spinoza argumenta que el poder de
actuar de los cuerpos de los animales supera por mucho la astucia y
las capacidades humanas (E3p�s).
Para Spinoza las pasion�s de la alegría y la tristeza son preci
samente los afectos4 derivados del aumento o de la disminución,
respectivamente, de la potencia del individuo. Y esta capacidad de
sentir y tener pasiones será común a hombres y animales. De ahí
que Spinoza los considere como iguales, ya que, al igual que los
hombres, los animales también sienten, perciben, tienen afectos
y miran por su propio bien; es decir, los animales valoran el mun
do que perciben, eligen de él aquello que consideran que redunda
en su bien y, por tanto, lo instrumentalizan en su propio benefi
cio. Dada esta igualdad, hombres y animales tienen los mismos
4
Los afectos nunca son meros reflejos de las causas externas, sino variacio
nes dinámicas de la perfección o realidad de un hombre, variaciones que
dependen más de la constitución actual que de la causa exterior. Ver Deleu
ze, 1996, p. �17.
derechos para instrumentalizar a los demás animales y modos que
encuentran a su alrededor. Podemos llamar a esta conclusión el
principio de la horizontalidad ontológica entre los hombres y los
animales.
2) CONCEPCIÓN NEGATIVA DE LOS ANIMALES
A pesar del principio de la horizontalidad ontológica, Spinoza agre
ga que todos los modos están animados en diversos grados. Así, el
holandés sostiene como regla general lo siguiente:
[C)uanto más apto es un cuerpo para hacer o padecer más cosas
a la vez, más apta que las demás es su mente [mens)5 para perci
bir a la vez más cosas. Y cuanto más dependen de él solo las ac
ciones de un cuerpo, y menos concurren con él en su acción otros
cuerpos, tanto más apta para entender distintamente es su alma.
[E�p13s]
Con esto quiere decir que hombres, animales y distintos seres di
neren en cuanto a los poderes de actuar y de pensar a los que da lu
gar su respectiva esencia. De esta manera, aunque un insecto, un
caballo y un hombre estén animados en igual medida, son diferen
tes porque sus esencias establecen las distintas capacidades de sus
cuerpos para ser afectados (agendum vel patiendum, hacer o padecer)
y, de modo paralelo, los tipos de ideas que sus almas o mentes son
capaces de percibir a la vez. Podemos ejemplincar esto como sigue:
un insecto, un caballo y un hombre perciben de distinta manera las
imágenes visuales o los olores, ya que unos tienen mayor capacidad
que otros de ver dentro de un espectro de luz especínco, o unos per
ciben olores que otros son incapaces de distinguir.
s Domínguez traduce·como alma el término "mens" (Spinoza, �ooo, p. 88),
pero considero que es mejor respetar el uso spinoziano por lo que se dirá a
continuación.
A pesar de que este pasaje utiliza de manera general el término
"Mens"6, Spinoza suele restringir su uso para referirse al alma de los
hombres, a la vez que usa los términos Anima e Idea para referirse al
alma de los animales y de los demás individuos. Así, mientras que
todos los individuos se esfuerzan por conservar su esencia o su ser,
este esfuerzo en los hombres cobra la forma del deseo o
Cupiditas,
que defme como el esfuerzo de la mente en perseverar en su ser por
una duración indefmida, guiada por ideas adecuadas e inadecuadas
y consciente de su propio esfuerzo (E3p9). Por ello, dice Spinoza,
"quienes ignoran las verdaderas causas de las cosas, lo confunden
todo y. sin la menor repugnancia mental, se figuran que hablan tan
to los animales como los hombres [. . .]" (Eip8s�).
Dada la concepción positiva de los animales, Spinoza considera
muy importante conocer las acciones humanas y las acciones de los
animales: este conocimiento permite distinguir aquellas acciones
que desarrollan plenamente la esencia humana y proponerlas como
modelo del hombre libre para que, al seguirlo, nos perfeccionemos.
De hecho, el holandés no hace comparación alguna entre los hom
bres y los animales cuando habla de las acciones, pues considera
que sólo los hombres actúan. Es muy importante aclarar la noción
común de la naturaleza humana y distinguirla de las imágenes que
nos podemos formar de los hombres, pues, dice el holandés:
estas nociones no se forman de la misma manera en todos, sino
que varían en cada uno en razón de la cosa por la que el cuer
p.o ha sido afectado con mayor frecuencia y que el alma imagina
y recuerda con mayor facilidad. Por ejemplo, quienes más fre
cuentemente han contemplado con admiración la estatura de los
hombres, con el nombre hamo entienden un animal de estatura
6 La tesis spinoziana del animismo universal no afirma que todos los indi
viduos, en tanto que todos son almas, reflexionan como lo hace el hombre,
sino que afirma la concepción adecuada de la realidad corporal, es decir,
que puedo conocer tanto mi propio cuerpo como otros cuerpos. Ver Bouve
resse, 199�. pp. 1�-13.
91
erecta; en cambio, quienes han acostumbrado a contemplar otra
cosa, formarán otra imagen común de los hombres, como por
ejemplo, que el hombre es un animal que ríe, un animal bípedo
y sin plumas, un animal racional. Y así de las demás cosas: cada
uno, según la disposición de su cerebro, formará de ellas imáge
nes universales. De ahí que no es extraño que entre los filósofos
que quisieron explicar las cosas naturales por las solas imágenes
de las cosas, hayan surgido tantas controversias. [E�p4os1]
Si utilizamos como modelo ideas universales? como "animal de
estatura erecta", "animal que ríe", "animal bípedo" o "animal racio
nal", no perfeccionaremos nuestra existencia, sino que la empeo
raremos, porque estaremos intentando beneficiar algo que no es
real. En cambio, la perfeccionaremos si seguimos la noción común
de la naturaleza humana. De ahí que Spinoza insista tanto en dis
tinguir las acciones humanas de las pasiones, tanto humanas como
animales.
El perfeccionamiento humano, al seguir un modelo adecuado de
hombre libre, trae consigo un aumento de la alegría y posibilita el
paso a la beatitud. La mayor alegría que puede conseguir el hombre
es la contemplación de sí mismo, pues se trata de representarse a
sí mismo con mayor claridad que ninguna otra cosa. Cabe señalar
que, aunque vinculadas, la alegría no es lo mismo que la beatitud
-que es la suprema felicidad-, pues esta última no es una contem
plación y amor a sí mismo, sino que es el amor intelectual a Dios.
Ya volveremos sobre la beatitud, ahora quedémonos con la alegría,
sobre la que Spinoza sostiene la siguiente máxima: "cada uno go
zará al máximo con su propia contemplación, cuando contempla
en sí algo que niega de los demás. En cambio, si lo que afirma de
1
9�
E�p4os1 distingue tres procesos de formación de nociones universales: lo_s
primeros dos pertenecen a la imaginación, uno es por experiencia vaga y
el otro por signos. En cuanto al tercer proceso, dice: "A partir, en fm, de
que tenemos nociones comunes e ideas adecuadas de las propiedades de las
cosas (ver E�p38c, E�p39c y E�p40) y a éste le llamaré razón y conocimiento
de segundo género".
sí mismo, lo refiere a la idea universal de hombre o de animal, no
gozará tanto [. . .]". (E3p55s1) Según Spinoza, el hombre sentirá más
alegría en cuanto se contemple a sí mismo con mayor claridad por
oposición a otras cosas. Por eso, no se alegrará mucho mientras se
contemple como parte de la idea universal de hombre o de animal,
pues éstas son ideas universales que permiten pensar a todos los
hombres o a todos los animales.
De aquí se siguen dos consecuencias para las pasiones de los
hombres: primero, que tienden a interpretar torcidamente las ac
ciones de otros hombres y animales, mientras que se verán muy
tentado_s a adornar cuanto puedan las suyas, pues así podrán au
mentar su alegría y alejar su tristeza. Segundo, que se esforzarán
por imponerse unos sobre otros, arrebatándose entre sí los medios
de conservación. De aquí que, dice Spinoza:
Rara vez sucede [...]que los hombres vivan bajo la guía de la ra
zón; sino que están conformados de tal suerte que la mayoría
son envidiosos y se molestan mutuamente. A pesar de ello, ape
nas pueden llevar una vida solitaria, de suerte que a la mayoría
les ha agradado mucho aquella definición, de que el hombre es
un animal social. Y, a decir verdad, la realidad es que de la co
mún sociedad de los hombres surgen muchas más ventajas que
perjuicios. Ríanse, pues, cuanto quieran, de las cosas humanas
los satíricos y detéstenlas los teólogos, y alaben los melancólicos,
cuanto puedan, la vida inculta y agreste, y desprecien a los hom
bres y admiren a los brutos. Experimentarán, sin embargo, que
con la ayuda mutua los hombres pueden procurarse mucho más
fácilmente las cosas que necesitan y que sólo uniendo sus fuer
zas pueden evitar los peligros que por todas partes les acechan.
Por no mencionar que es mucho más excelente y más digno de
nuestro conocimiento contemplar las obras de los hombres que
las de los brutos. [E4p35s]
93
Spinoza critica a aquellos que dicen preferir la convivencia con
los animales, pues, en este caso, aunque presuman una vida feliz
entre animales y fuera de la sociedad, se trata de una mera ilusión.
En efecto, estos hombres siguen viviendo dentro de sociedad: co
mercian con otros hombres, utilizan bienes producidos por otros
-bienes cuya producción muchas veces implica la instrumentalización de los animales- y conservan sus pertenencias gracias a la vida
en sociedad. Ésta es la ayuda mutua que menciona Spinoza, cuya
consecuencia a destacar es que resulta más fácilmente el beneficio
entre los hombres que entre el hombre y los animales. Vemos cómo,
antes que pensar la vida social como el resultado de que el hombre
sea un animal social, o de que sea el producto de un pacto deliberado entre los hombres, Spinoza considera que la sociedad humana es
la unión de los hombres por el beneficio mutuo que obtienen.
A pesar de que hombres y animales siempre podrán encontrar
algo más fuerte que los pueda destruir, los hombres son más poderosos que otros animales e individuos de la naturaleza y, por tanto,
pueden utilizarlos en beneficio de su conservación. Así surge la pro
puesta política de Spinoza: los hombres no sólo nacen y crecen a merced de encuentros fortuitos con los individuos a su alrededor, sino
que pueden organizar los encuentros para favorecer su conservación.
Si bien la contemplación de las actividades animales es útil en
cuanto nos permite saber cómo utilizarlos en nuestro beneficio,
debemos de tener cuidado de no imitar esas actividades, pues la
naturaleza humana y la naturaleza animal son distintas, y el per
feccionamiento de una difiere del perfeccionamiento de la otra. Por
eso el anterior pasaje concluye que es mejor contemplar las obras
humanas que las actividades de los animales, porque las humanas
nos sirven como modelo para poder perfeccionar nuestra naturaleza. A partir del desarrollo sobre la búsqueda de utilidad para los
hombres, Spinoza se:ñala la instrumentalización de los animales:
[A]quella ley de no matar a los animales está fundada más bien
en una vana superstición y una misericordia mujeril [muliebri
94'
misericordia], que en la sana razón. Pues la razón de buscar nues
tra utilidad nos enseña que establezcamos lazos firmes con los
hombres, pero no con los animales o con las cosas cuya naturale
za es diversa de la naturaleza humana, sino que tengamos sobre
ellos el mismo derecho que ellos tienen sobre nosotros. Más aun,
como el derecho de cada uno se den.ne por la virtud o potencia
de cada uno, los hombres tienen mucho mayor derecho sobre los
animales que éstos sobre los hombres. No niego, sin embargo,
que los brutos sientan; pero sí niego que por eso no nos sea líci
to proveer a nuestra utilidad y usar de ellos según nos plazca, y
tratarlos como más nos convenga; puesto que no concuerdan con
nosotros en naturaleza, y sus afectos son por naturaleza diversos
de los afectos humanos (véase E3p57s). [E4p37s1]
Recordemos que el conato de cada hombre o animal los lleva a
buscar la imposición de su particular esencia al mundo, pue.s es el
medio para conservarse a sí mismos. Por tanto, ambos poseen
el mismo derecho de esforzarse por conservar su ser y ejercen este
derecho según sus diferentes facultades para actuar y pensar. Así
como el ser humano buscará humanizar todo lo que encuentra a su
alrededor, el caballo intentará "equinizar" el mundo y así el resto
de los animales. Esto implica que, si los caballos pudieran, instru
mentalizarían a los hombres. Lo que Spinoza llama "misericordia
mujeril" [muliebri misericordia] no es otra cosa que la empatía que
podemos sentir por los animales, pues no cabe duda de que nos
identi:á.camos en ciertos rasgos y actividades suyos. Empero, si Spi
noza denuesta dicha empatía, es porque piensa que su consecuencia
última es el sometimiento del hombre a la utilidad animal; cuando
la razón propone la inversa, a saber, que la vida animal debe some
terse a la utilidad humana. Es evidente que Spinoza no escapa de los
prejuicios de su época: según este y otros pasajes (ver TTP �. p. 33; TP
11/3), para Spinoza el varón es más capaz de supeditar las pasiones a
la razón, mientras que la mujer tiende a darle prioridad a las pasio
nes -como la misericordia-.
95
Los hombres coincidimos por nuestras esencias y sus actuali
zaciones. Para Spinoza, la razón es el ejercicio de las nociones co
munes, como la idea adecuada de la naturaleza humana. Por tanto,
la razón recomienda a los hombres unirse entre sí para formar so
ciedades, en lugar de unirse con los animales, pues éstos no coinci
den con la naturaleza humana y el beneficio resultante de la unión
con ellos no puede compararse con el que se obtiene de la sociedad
humana. Es más, Spinoza afirma tajantemente que los hombres de
ben unir fuerzas para vivir como un solo individuo y ser más fuertes
gracias a esa sociedad, a la vez que deben utilizar en su beneficio a
los animales. Si los hombres no se unen, los animales dominarán
a los hombres y les impondrán su particular proporción de movi
miento y de reposo.
De entre este desarrollo negativo y excluyente, me interesa sub
rayar y conservar un aspecto positivo: todos los animales y hom
bres tienen el mismo derecho por actualizar su esencia. Pero como
ya hemos dicho antes, la animación universal spinoziana implica
la diferencia de grados, de manera que el modo con más poder para
actuar y pensar, tendrá más derecho sobre los otros para utilizar
los en su beneficio. A partir de este pasaje, podemos decir que, para
Spinoza, el estatµs jurídico de los animales es ser instrumentos del
beneficio humano. Por ejemplo, en el Apéndice al libro I de la Éti
ca leemos que los animales son útiles para la alimentación del ser
humano.
Según Spinoza, la Escritura también avala su concepción de los
animales. La historia de Adán, sostiene, es una invención de Moi
sés para simbolizar que el hombre no nace libre; es decir, que no
nace capaz de determinarse por sí solo a existir ni a obrar (füd8).
Según el filósofo holandés, el relato de Moisés muestra al primer
hombre, al hombre que sólo tiene la potencia para existir, carente
de conocimientos sobre el mundo y de las cosas que conservarán
o estorbarán su existencia. Dicho conocimiento lo empieza a adqui
rir en cuanto come el fruto del árbol de la ciencia, que le muestra
el bien y el mal para la conservación de su existencia a través de la
experiencia -ensayo, acierto y error-. Así, el hombre toma con
ciencia también de que precisa del mundo para obtener dicho fm.
Pero, como se mantiene ignorante respecto a qué cosas del mun
do le serán útiles y cuáles dañinas (E4p68s), el hombre teme a la
muerte, en lugar de desear la vida. En su búsqueda por conservarse
y conocer qué lo ·conserva, los hombres imitan a los animales y, por
ello, pierden su libertad. En un pasaje en el que podemos encontrar
una identificación de las naturalezas del varón y la mujer, dice tam
bién Spinoza:
Después·que, una vez que el hombre encontró la mujer, que
concordaba totalmente con su naturaleza, conoció que no podía
existir nada en la naturaleza que pudiera serle más útil que ella;
pero que, después que creyó que los brutos eran semejantes a él,
al instante comenzó a imitar sus afectos (ver E3p�7) y a perder su
libertad, que recobraron después los patriarcas, guiados por el
Espíritu de Cristo, esto es, por la idea de Dios, la única de la que
depende que el hombre sea libre y que desee para otros el bien
que desea para sí [... ]. [E4p68s]
Según Spinoza, la Escritura misma muestra la máxima del co
nato, tanto a nivel individual como social, pues muestra que la fuer
za para existir del hombre no es suficiente por sí sola, ya que se trata
únicamente de un modo finito que no se da a sí mismo la existencia,
sino que requiere de otras cosas para existir. Por imitación afec
tiva, amaremos u odiaremos lo que pensamos que aman u odian
aquellos a quienes percibimos como nuestros semejantes (E3p�7).
Así, si sentimos una mayor empatía hacia los animales que hacia
los hombres, entonces imitaremos sus amores y odios e intentare
mos actuar y gozar según una naturaleza que no es la nuestra. En
cambio, el modelo del hombre libre es simbolizado por el Espíritu
de Cristo, que es la búsqueda directa del bien por medio de ideas
adecuadas para la preservación de la vida humana, de manera que
la mayor parte de su mente es eterna (E5p39) y, cuando su cuerpo
97
sea destruido 8, aquello que muere será lo menos significativo de
él y su mente no será destruida totalmente (E5p�3). A pesar de que
la muerte nunca será positiva ni ventajosa porque es el fin de todo
entendimiento posterior y de toda capacidad por aumentar la parte
eterna de cada uno, tampoco bastará para negar la naturaleza hu
mana ni la potencia que la expresa. Por lo tanto, la idea de la muerte
y el temor que se deriva de ella afectan menos al hombre cuanto más
conoce de manera adecuada (E5p38, E5p38s)9. En consecuencia, la
sabiduría del hombre libre siempre es meditación de la vida y nunca
de la muerte, a la vez que ésta es lo último en lo que piensa (E4p67). 1º
En esta misma dirección, encontramos el siguiente pasaje:
[A]quellos que han aprendido a denigrar a los hombres y a repro
bar los vicios más bien que a enseñar las virtudes; no a fortalecer
los ánimos de los hombres, sino a quebrantarlos; esos tales son
molestos a sí mismos y a los demás. De donde resulta que mu
chos, por excesiva impaciencia de ánimo y falso celo por la re
ligión, prefirieron vivir entre los brutos más bien que entre los
hombres [.. .]. [E4c13]
Volvemos a encontrar en este, pasaje el rechazo spinoziano a
quienes, en lugar de vivir con los hombres, prefieren vivir con los
8
La muerte no desacredita la existencia eterna de la misma proporción de
movimiento y de reposo como modo comprendido en el atributo extenso,
así como tampoco su idea en Dios: la esencia no es una posibilidad lógica
sino algo real.
9
Spinoza pone un buen ejemplo de la diferencia entre la vida imaginativa y
la racional: "El enfermo come aquello a lo que tiene aversión por temor a la
muerte; en cambio, el sano goza de la comida y así disfruta de la vida mejor
que si temiera a la muerte y deseara directamente evitarla. Así el juez, que
condena a muerte al reo, no por odio, ira, etc., sino por el solo amor a la
salud pública, sólo se guía por la razón" (E4p63s).
'° Las nociones comunes nos sacan del mundo de las pasiones y de los efectos:
por medio de ellas comprendo las causas del mundo de los encuentros po
sitivos; entonces dejamos la fluctuación de nuestro ánimo y ascendemos
a poseer nuestra potencia.
sea destruidoª, aquello que muere será lo menos significativo de
él y su mente no será destruida totalmente (E5p~3). A pesar de que
la muerte nunca será positiva ni ventajosa porque es el f:m de todo
entendimiento posterior y de toda capacidad por aumentar la parte
eterna de cada uno, tampoco bastará para negar la naturaleza humana ni la potencia que la expresa. Por lo tanto, la idea de la muerte
y el temor que se deriva de ella afectan menos al hombre cuanto más
conoce de manera adecuada (E5p38, E5p38s)9. En consecuencia, la
sabiduría del hombre libre siempre es meditación de la vida y nunca
de la muerte, a la vez que ésta es lo último en lo que piensa (E4p67) . º
En esta misma dirección, encontramos el siguiente pasaje:
1
[A]quellos que han aprendido a denigrar a los hombres y a reprobar los vicios más bien que a enseñar las virtudes; no a fortalecer
los ánimos de los hombres, sino a quebrantarlos; esos tales son
molestos a sí mismos y a los demás. De donde resulta que muchos, por excesiva impaciencia de ánimo y falso celo por la re ligión, prefi.rieron vivir entre los brutos más bien que entre los
hombres [.. .]. [E4c13]
Volvemos a encontrar en este· pasaje el rechazo spinoziano a
quienes, en lugar de vivir con los hombres, prefieren vivir con los
8
9
La muerte no desacredita la existencia eterna de la misma proporción de
movimiento y de reposo como modo comprendido en el atributo extenso,
así como tampoco su idea en Dios : la esencia no es una posibilidad lógica
sino algo real.
Spinoza pone un buen ejemplo de la diferencia entre la vida imaginativa y
la racional: "El enfermo come aquello a lo que tiene aversión por temor a la
muerte; en cambio, el sano goza de la comida y así disfruta de la vida mejor
que si temiera a la muerte y deseara directamente evitarla. Así el juez, que
condena a muerte al reo, no por odio, ira, etc., sino por el solo amor a la
salud pública, sólo se guía por la razón" (E4p63s).
'º Las nociones comunes nos sacan del mundo de las pasiones y de los efectos:
por medio de ellas comprendo las causas del mundo de los encuentros positivos ; entonces dejamos la fluctuación de nuestro ánimo y ascendemos
a poseer nuestra potencia .
animales, seres con una naturaleza diferente a la suya. Y hay un
sentido práctico debajo de esto: esos hombres se alejan de los tres
objetos honestos que podemos desear, pues no comprenden las cosas por sus primeras causas, son presa de las pasiones y viven una
vida en extremo insegura.
Para comprender la esclavitud de las pasiones y la libertad de las
acciones, así como para posibilitar el paso de una a otra , Spinoza
aclara en qué consiste la naturaleza humana y cuál es su diferencia con los animales y otras entidades naturales. El holandés insiste en que la confusión sobre la naturaleza humana imposibilita la
tarea de liberar al hombre de las pasiones y ubica el criterio para
que la razón conozca de modo cierto" lo que le es útil" y bueno'3,
en el aumento de la potencia del ser humano. Hay una correlación
entre lo útil y lo bueno para la naturaleza humana porque son las
dos caras de su potencia: una cosa será necesariamente buena para
el ser humano cuando concuerda con su naturaleza o proporción de
movimiento y de reposo (E4p31), pues esa concordancia afirma la
existencia del ser humano, aunque implique descomponer la proporción de movimiento y de reposo de la cosa externa. Por ejemplo,
el alimento -una cosa externa- es bueno para el cuerpo humano
cuando éste lo descompone y se apropia de sus partes al acomodarlas a su proporción de movimiento y de reposo•+. A su vez, si una cosa
" Así, la primera defmición del cuarto libro de la Ética reza : "por bien entenderé aquello que sabemos con certeza que nos es útil" (E4d1).
'' Nos dice Spinoza que: ''Aquello que dispone al cuerpo humano de suerte que pueda ser afectado de muchos modos o lo hace apto para afectar de
muchos modos a los cuerpos exteriores , es útil al hombre, y tanto más útil
cuanto más apto hace al cuerpo pa ra ser afectado de muchos modos y afectar a otros cuerpos ; y. al contrario, es nocivo lo que hace al cuerpo menos
apto para ello" (E4p38) .
' 3 En este sentido, podemos estar seguros de que: ''Aquellas cosas que hacen
que se conserve la proporción de movimiento y reposo, que tienen entre sí
las partes del cuerpo humano, son buenas ; y, al contrario, son malas aque llas que hacen que las partes del cuerpo humano tengan entre si otra proporción de movimiento y reposo " (E4p39).
'4
Así contesta Spinoza a una objeción que le hacía Blijenbergh (Ep 1111.pp.
99
dañ.a'5 al ser humano, no lo hará por aquello que tienen en común
sino por su oposición (E4p30). El arsénico le es malo porque des
compone su proporción de movimiento y de reposo y le impone la
proporción propia del veneno. De hecho, para nuestro autor, toda
muerte es una especie de envenenamiento16 • De lo anterior se con
cluye que las nociones de bien y de mal no representan valores tras
cendentes al ser humano'7, sino que son la conciencia de los afectos
de alegría o tristeza (E4P8).' 8
138-139) sobre su concepción de la Naturaleza: que era un inmenso caos.
Spinoza no ve problema alguno: desde el punto de vista de la naturaleza en
tera, Dios no conoce el mal, lo malo ni el caos, porque la naturaleza abarca
todas las composiciones (Ep z3, pp. 146-ss).
•s Lo opuesto de lo útil-bien no es lo inútil sino lo nocivo-mal, por lo que Spi
noza define el mal como aquello"[... ] que sabemos con certeza que nos im
pide poseer algún bien" (E4dz). Mientras que lo inútil es algo indiferente
para el ser humano porque no le afecta de manera positiva, lo nocivo es un
obstáculo para su autoconservación porque reprime, niega e impide la po
tencia de su conato.
6' La mente deja de tener la capacidad de imaginar no por sí misma (E3p4),
ni porque el cuerpo deje de existir (Ezp6), porque el paralelismo evita la
causalidad entre cuerpo y mente. Más bien, eso se deberá a otra idea que le
es contraria a la mente (Ezp18), a la vez que otro cuerpo le es contrario al
cuerpo humano (E3pu).
•1
Spinoza no afirmaría una teoría de los valores objetiva extrema: las nocio
nes de bueno y malo no indican nada positivo de las cosas consideradas en
sí mismas (E4Praef), pues no son cosas fuera del ser humano. Pero tampo
co afirmaría una teoría subjetiva extrema porque puede distinguir deseos
y preferencias. Según Ogien (zoo1, p. u49), una teoría objetiva de los va
lores exige reconocer la existencia de valores por completo independientes
de nuestros juicios, aun cuando éstos fueran los mejores; plantea la esta
bilidad de los valores y la independencia de las variaciones de los intereses
o de las emociones del sujeto. Por ejemplo, Moore sostenía que podemos
considerar que, de dos estados de cosas, una es mejor que otra indepen
dientemente de que no hubiera nadie para corroborarlo. El principal pro
blema que enfrentan las teorías de valores subjetivas es la imposibilidad de
distinguir lo que deseamos de hecho y lo que consideramos que es deseable
(Ogien, zoo1, p. u48). Un ejemplo extremo de la teoría de los valores subje
tiva es la posición de Hume: el valor de un objeto o de una acción varía según
la intensidad del interés o de las emociones del sujeto.
8
En términos del holandés, "[. . .] no indican nada positivo en las cosas, es
decir, consideradas en sí mismas, [. . .] [pues] no son más que modos de
'
100
No dejemos de notar que, para Spinoza, el amor al otro nunca es
incondicional, sino dirigido a la conservación de la naturaleza hu
mana. Sostiene que: "el bien que desea para sí todo aquel que per
sigue la virtud, lo deseará también para los demás hombres, y tanto
más cuanto mayor conocimiento tenga de Dios" (E4p37). Aquello
que perciba la razón que es útil para un ser humano será también
útil para todos, pues se trata de un bien común para individuos con
una proporción de movimiento y de reposo semejante. No se trata
de los deseos desmedidos por bienes exclusivos, que benefician a
un solo individuo; por el contrario, el acento está puesto en lo co
mún, ya que, una vez conseguidos, los bienes comunes benefician
a todos por igual. El entendimiento es el bien supremo de la men
te (E4p�6-E4p�8), pues expresa la actividad genuina de la mente y
todo acto de conocer conduce a un conocimiento más perfecto de la
intelección (E1p31s) y todos deseamos conocer la verdad y compar
tir este conocimiento con nuestros semejantes (E4p37).
3) ENSAYO DE UNA RECONSIDERACIÓN POSITIVA DE LOS ANIMALES
Spinoza insiste en la diferencia entre la naturaleza humana y la na
turaleza de los animales a partir de las discrepancias entre el poder
de actuar y el poder de pensar de unos y otros. Desde esta perspec
tiva, Spinoza arguye su tesis negativa, a saber, que a los hombres
.
pensar o nociones que formamos porque comparamos las cosas entre sí"
(E4Praef). Lo bueno y lo malo nunca son sustantivos sino adjetivos, es
decir, predicados de las cosas en cuanto se relacionan positiva o negati
vamente con otras. Spinoza considera que las defmiciones empíricas de lo
bueno y de lo malo son percepciones inadecuadas que derivaban exclusi
vamente de las pasiones, es decir, de las alegrías y tristezas derivadas del
ingenio particular de cada cual, así como del azar afectivo; el significado
de tales definiciones difiere para todos los ingenios: dadas sus distintas
historias, un mismo objeto puede ser bueno para un ingenio y malo para
otro. El concepto del mal es producto de ideas inadecuadas (E4p64c) y el
concepto de bien le es correlativo (E4p68d), por lo que éste tampoco es pro
ducto de una entidad en sí misma sino de una relación.
101
nos es lícito instrumentalizar a los animales en nuestro beneficio,
a pesar de cualquier empatía que podamos sentir por ellos.
De esta posición podemos también concluir que nuestra prio
ridad como hombres es, antes que buscar el beneficio de los ani
males, buscar el beneficio de todos los hombres. Más aun, la ay uda
mutua nos permite conocer mejor la misma naturaleza humana y
perfeccionarnos, esto es, humanizarnos más a nosotros mismos
y al mundo.
Empero, en defensa de los animales, se puede ir más allá de
Spinoza con algunas de las tesis de su física y metafísica que hemos
estudiado en este trabajo: Primero, la horizontalidad ontológica,
según la cual las esencias de los modos expresan la misma esencia
de una única sustancia; segundo, el conato, según la cual la exis
tencia es la actualización de la esencia o el esfuerzo por conservar
su ser; y, tercero, el beneficio mutuo de la sociedad, según el cual
la unión de los hombres trae beneficios mutuos. Lo que haremos es
llevar más lejos una de las posiciones spinozianas sobre las otras: la
posición política de la unión entre individuos para formar un indi
viduo mucho más fuerte, que piensa y actúa como uno solo. En esta
unión, lo que se pedirá es el desarrollo de las particulares esencias
de los individuos, de aquello que tienen en común, así como de la
articulación de las diferencias entre las existencias.
La naturaleza humana es el denominador común para articular
los deseos y beneficios para los hombres. Sin embargo, en Spino
za encontramos dos formulaciones diferentes de los valores, una
subjetiva y otra objetiva. La subjetiva establece que los valores son
formulados en función de los deseos de cada hombre, que han
sido formados por medio de sus particulares experiencias y afec
ciones corporales. Pero, a partir de experiencias colectivas como la
ayuda mutua o la solidaridad, el hombre puede formar una noción
común de la naturaleza humana y formular objetivamente los valo
res. Esto lo pensamos desde la razón como noción común. La idea
de la naturaleza humana es la noción común que la razón colige a
partir de la comprensión adecuada de distintas esencias humanas.
JO�
Se trata de una noción cuyo referente es cualquier esencia humana,
pero no una esencia en particular. Desde aquí podríamos pregun
tarle a Spinoza qué es lo que hace que dos esencias humanas sean
humanas, sin caer en una petición de principio, pues dado que la
noción común no es una cosa existente, la noción de naturaleza hu
mana no puede ser un criterio para identincar a dos esencias como
humanas. Se podría argumentar que es el producto de la actividad
conjunta lo que hace que sean esencias humanas, pues el mismo
texto supone que entre las acciones conjuntas de distintos seres,
son hombres aquellos que se entienden más fácil y producen más
cosas. A lo que podemos ofrecer el contraargumento siguiente: es
posible que una persona se entienda más fácil con un animal que
con un ser humano en cierta acción conjunta, como el jinete con su
caballo o el policía antinarcóticos con su perro.
La pregunta que Spinoza nos debe responder es una pregunta
que él mismo no formuló, a saber, la tesis de la utilidad mutua por la
unión de los hombres, ¿acaso no implica una instrumentalización
del hombre, a la manera como se instrumentaliza a los animales?
Para Spinoza no se trata de la misma instrumentalización porque
el hombre obtiene mayores benencios y los obtiene con mayor fa
cilidad, a la vez que es capaz de comprender con mayor adecuación
su propia naturaleza, cosa que no podría conocer clara ni distinta
mente con los animales.
Aquí surge una segunda pregunta importante que hacer, ¿cuál
es el criterio para instrumentalizar a los animales?
Según Spinoza, el benencio que los hombres obtienen. Por ejem
plo, podemos pensar en la equitación como criterio para instrumen
talizar a los caballos, en el arado para los bueyes, en la protección del
rebaño o del hogar para los perros, etcétera. Estas actividades desa
rrollan en cierto grado la naturaleza de cada uno de estos animales.
Pero, debido a que tenemos una naturaleza distinta, la perspectiva
humana sería incapaz de decir cuál es el desarrollo óptimo de cada
animal; por ejemplo, la equitación es su desarrollo para nosotros,
pero los caballos son capaces de hacer muchas más actividades que
103
1
redundan en su propio beneficio y que quedan fuera de la equitación.
Lo mismo para todos los demás animales. Es más, no podríamos decir que la compañía de los animales como los perros o los gatos es
su desarrollo óptimo, pues no deja de ser una instrumentalización
para nuestro beneficio, aunque ellos puedan también beneficiarse
por ello: por ejemplo, que puedan vivir más años y con mejor salud
que si vivieran fuera del cuidado humano.
Por lo mismo, urge preguntar aquí si es posible una relación no
instrumental entre los seres humanos y los animales. Y podemos
formular esta pregunta en los siguientes términos : ¿hay parcelas
comunes a la naturaleza humana y a la de los animales, de modo que
su conocimiento adecuado aumente el poder de ambos? En la primera sección de este ensayo he presentado esas parcelas comunes,
a saber, los principios metafísicos y físicos; ahora se trata de buscar
que éstos nos permitan formar una noción común de animal que
incluya al hombre .
Si bien Spinoza acepta que los animales sienten y que también su
conato actúa con vistas a su bien, ¿por qué no incluirlos en la esfera de las relaciones morales junto con los hombres y considerarlos
sujetos de derechos como, por ejemplo, el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la salud o a una vida sin maltrato? Dada la
misma filosofía spinoziana, me parece que la utilidad mutua que se
obtiene de las relaciones entre los modos es la base de la extensión
de la esfera de las relaciones morales.
Podríamos hacer la pregunta en dos direcciones: de los hombres
a los animales y de los animales a los hombres. La primera - de los
hombres a los animales - muestra que será en beneficio de los hombres que su instrumentalización de los animales no humanos y del
medio ambiente sea en beneficio humano, que no lo dañe, que no le
traiga más daños que beneficios . En este sentido , Spinoza estaría a
favor de un uso racional del medio ambiente, que no lo sobrexplote ni dañe de manera irreversible, que no destruya ecosistemas ni
especies, sino que haga un uso sustentable de ellos. En cambio, la
segunda dirección -de los animales a los hombres - da cuenta de
la pregunta: ¿qué responsabilidad tenemos los hombres sobre los
animales? ¿Acaso será un paternalismo en el que los protejamos de
ellos mismos y de nosotros? ¿O será una total libertad, de modo que
los dejemos enteramente libres?
Un punto medio entre ambos extremos sería la protección de los
animales desde el Estado civil, como, por ejemplo, por medio de un
sistema judicial. Empero, no comprendería a todos los animales,
sino que habría que establecer un criterio para incluir aquellos que
aumenten el poder de los hombres y que, a su vez, aumente el poder
de los animales .
A MANERA
DE CONCLUSIÓN
En este breve ensayo hemos visto que el pensamiento spinoziano
acerca de los animales no es una anomalía a su pensamiento, ni un
mero prejuicio de la época, sino un recurso que utiliza para argumentar a favor de la naturaleza humana, separándola de la naturaleza animal. Mientras que autores como Descartes no enfrentaron
este problema , pues afirmaron que las almas sólo son humanas,
Spinoza enfrenta el problema de dist inguir hombres y anim ales
debido a que tanto hombres como animales están animados y sien ten a su manera. De ahí se siguió su concepción negativa que instrumentaliza a los animales. Empero, he intentado una propuesta
de desarrollo conjunto de los hombres y de los animales en su propio beneficio a partir de un sistema judicial que proteja algunos
derecho s y. a la vez, un criterio que aclare qué animales serían pro tegidos por dicho sistema.
la pregunta: ¿qué responsabilidad tenemos los hombres sobre los
animales? ¿Acaso será un paternalismo en el que los protejamos de
ellos mismos y de nosotros? ¿O será una total libertad, de modo que
los dejemos enteramente libres?
Un punto medio entre ambos extremos sería la protección de los
animales desde el Estado civil, como, por ejemplo, por medio de un
sistema judicial. Empero, no comprendería a todos los animales,
sino que habría que establecer un criterio para incluir aquellos que
aumenten el poder de los hombres y que, a su vez, aumente el poder
de los animales.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
En este breve ensayo hemos visto que el pensamiento spinoziano
acerca de los animales no es una anomalía a su pensamiento, ni un
mero prejuicio de la época, sino un recurso que utiliza para argu
mentar a favor de la naturaleza humana, separándola de la natura
leza animal. Mientras que autores como Descartes no enfrentaron
este problema, pues afumaron que las almas sólo son humanas,
Spinoza enfrenta el problema de distinguir hombres y animales
debido a que tanto hombres como animales están animados y sien
ten a su manera. De ahí se siguió su concepción negativa que ins
trumentaliza a los animales. Empero, he intentado una propuesta
de desarrollo conjunto de los hombres y de los animales en su pro
pio beneficio a partir de un sistema judicial que proteja algunos
derechos y. a la vez, un criterio que aclare qué animales serían pro
tegidos por dicho sistema.
Referencias
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Duque. Madrid: Tecnos.
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106
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Spinoza, B., (1990), Tratado Breve. Trad. A. Domínguez. Madrid:
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Spinoza, B., (�003), Tratado Teológico-Político. Trad. de A. Domín
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Studia Spinozana, (1985), Vol. 1: Spinoza's PhilosophyofSociety, edita
do por: E. Giancotti, A. Matheron, M. Walther. Walther & Wal
ther Verlag: Hannover.