Te imagino solo, abandonado y triste, como un pecesito en una pecera frente al mar, alma solitaria en un mundo tan azul, pequeña metáfora de la ausencia, inútil esfuerzo por no desaparecer de un sórdido refugio hecho de papel, así como ramas astilladas de un árbol que nunca creció, ¡Oh, mi pequeño ángel! como una gárgola en una iglesia gótica, tan cerquita del cielo, casi estirando los dedos tocar las nubes, y empinarse corriendo el riesgo de caer y sin esperanza de volar, ángel de piedra con alas inútiles... Te imagino sombra, arena y viento, que estás en todas partes, ser ubicuo como mi pensamiento, ¿cómo puede mi pensamiento estar en todas partes que finalmente terminan siendo tú? Que sos mi universo, mi refugio, mi tristeza... Te imagino ciego y mudo, como esos muñecos en los aparadores de la ciudad, inútil metáfora de la infancia, así de ridícula e innecesaria, si la infancia es una metáfora en sí misma, como esas luces navideñas que pretenden ser alegres y sólo nos llenan de nostalgias... Te imagino ausencia, eso que está y no existe, como los cuerpos sin sombras, como una ventana hacia un muro, así de vano e innecesario, siendo sin ser, soy porque existís, porque sos mi pensamiento, mi aliento y mi luz, como la vida en la punta de los dedos, intentando escapar de mi realidad que no sos vos, que es esta realidad que se escribe en las líneas torcidas de la palma de mi mano izquierda, y que aún sigue siendo percibida por mis ojos cuando los cierro, por mis manos cuando te toco en las páginas de los libros que nunca leerás porque no existís más allá de esta cabeza que descansa sobre mis hombros... Te imagino imaginándome a mí, este solitario hombre que soy yo, mirando una pecera donde un pecesito triste mira a través de la ventana el mar que se extiende al otro lado de la carretera....