Una hilera amarilla de baldosas condujeron a Judy hasta el país de Oz. No es cierto, como se ha dicho, que allí encontrara a un sonriente hombre de paja, ni a un león blandito, ni a un ser de lata con el corazón bondadoso. Muy pronto supo Judy que todo aquello era mentira, incluso las baldosas. El mundo al que realmente había llegado era duro y hostil como ninguno. Supo tanto de soledad y explotadores como de luces y oropeles, de noches de estreno y de glamour. Su fragilidad se fue esparciendo por hoteles de lujo, sin conseguir vivir para sí misma el papel de niña feliz que debía interpretar para el cine.
La engañaron con el cuento de haber nacido estrella, hasta que un día de junio, cansada de mentiras, Dorothy voló de verdad por el firmamento. Atrás dejó su terrenal país en blanco y negro. Aquel día encontró por fin el arco iris verdadero y su propia sonrisa, perdida hacía años.
A veces los caminos nos llevan a otra parte.
Javier Bueno, del libro "Hoy he sabido que nacerás mujer" (Ediciones Cardeñoso, Vigo 1998)