LA SIRENITA DE FINISTERRE
Esa mujer, día tras día, permanece frente al mar, con sus arrugas y un descolorido traje, rojo intenso años atrás. Cuatro hileras de azabache motean de negro la ajada pechera. Sus piernas, tan admiradas en el pasado, siguen cubiertas con las mismas medias plateadas de entonces, repletas de agujeros y carreras. Todo lo deformó la espera y el dolor.
Muchos años han pasado desde que llegara a este pueblo costero para actuar en el casino. "LA SIRENITA DE FINISTERRE - LA MEJOR CUPLETISTA DEL UNIVERSO"; así lo pregonaban los carteles con su foto.
Pablo, el pescador más guapo, según decían las mujeres, se enamoró de ella tan pronto apareció en el escenario. Aquella misma noche la colmó de caricias. Era la primera vez que el muchacho gozaba un pecho de mujer, una cintura frágil.
Ella supo que él era distinto y se rindió a su hechizo. Descubrieron el amor sobre la playa. -¿Qué quieres que te regale? -preguntó Pablo, dispuesto a darle cuanto pidiera. La Sirenita ya no necesitaba nada, sólo a él, pero, por no desairarlo, dijo entre risas y al azar: Una perla muy grande. Y Pablo, sin dudarlo un instante, se perdió mar adentro.
Desde entonces, lo espera con la misma ropa, en el mismo lugar, segura de verle regresar entre las olas con la perla más hermosa que imaginarse pueda.
Javier Bueno