Muchacha Zángana tiene razón: soy la persona más resfriada del mundo. El último lo pillé hace unas dos semanas y me ha costado tela soltarlo, justo cuando más cosas había por hacer; algunos días parecía que la cosa mejoraba, pero los madrugones para ir al aula matinal, forzar la voz y que los niños me tosieran sin piedad en la cara hacían que volviera a casa hecha un trapo. Sinceramente, no sé cómo he conseguido acabar y enviar los encargos a tiempo, y cuando me vi el domingo en el Drunkorama con la mesa montada y todo listo respiré de alivio, porque hubo días que creí que no llegaba, y me dediqué a disfrutar del ambiente y admirar el trabajo de mis compañeros. Que compartir evento con La Princesita, Terelo, Agente Morillas, Eva Zurita y Moco de Pavo no es cualquier cosa.
Ahora pienso tomármelo con calma, no estresarme por las cosas que no me ha dado tiempo a hacer y pasar unas fiestas tranquilas con las personas a las que más quiero. Dentro de un rato me voy para Villa Progenitores a celebrar la Nochebuena y tengo muchas ganas.
Espero que vosotros también tengáis unas felices fiestas, con familia minúscula o multitudinaria, en pijama o con un escote por el ombligo, con niños trasteando en el portal de Belén o con gatos tirando los adornos del árbol; o las dos cosas, que las casas están para vivirlas y desordenarlas. Pero sobre todo, con mucho amor y sin perder de vista qué es lo que de verdad importa.
Y como este año no me ha dado tiempo a hacer una felicitación de Navidad, os dejo esta foto de la familia supercursi que seguro que se lo monta a su manera en el taller cuando yo me despisto.
¡Pasadlo bien!