rule #35
You have to lose your fear of failure,
failure is part of the process.
People who never fail actually never try,
you gotta get it wrong to get it right.
-Unknown-
rule #35
You have to lose your fear of failure,
failure is part of the process.
People who never fail actually never try,
you gotta get it wrong to get it right.
-Unknown-
El problema de esto, de sanar, es que para hacerlo tienes que deshacerte de dentro a fuera.
Descomponerte, romperte, explotar. Descubres que aquí dentro, entretejido en lo que crees que eres tú, tu esencia, tu yo más secreto y tuyo, lo que te define, hay cosas que otros pusieron ahí. Cosas que a veces te hacen mal. Que alguna de esas voces que te hablan y siempre has sentido como tuyas, en realidad no lo son.
Así que te prendes fuego para luego rebuscar entre las cenizas qué quedó, un punto de partida.
Desmontar para montar.
No sé si es un proceso que alguna vez acabe. Dicen que debes dejar morir a las versiones anteriores de ti para poder crear a la nueva, amarlas, llorarlas y dejarlas ir. Pero los viejos hábitos son difíciles de soltar (miedo al abandono, complacer a los demás, y demás taritas mentales) y de vez en cuando tratan de salir a flote, se activan con algunas personas o situaciones. También he de decir que cuando no dejas que la versión herida de ti salte y reaccione como antes, sientes un triunfo...
Pero a lo que voy es a que... una vez has roto ese molde, es difícil seguir relacionándote con las personas con las que encajabas cuando estabas en él. No solo las que te afectaban negativamente y debes reeducar o dejar atrás. También las buenas, las personas que eran exactamente lo que necesitabas entonces, pero ya no lo son más, porque ya no eres aquella niña, adolescente o mujer. Porque nos relacionamos con los demás desde el complejo batiburrillo que es nuestra mente, con su conjunto de creencias, traumas, taras y experiencias. Si cambias la composición de ese potingue, también cambia cómo te relacionas.
Y hay cosas, buenas y bonitas, que ya no funcionan.
Sé que es un error generarlas, pero no sé bien cómo terminar con ellas.
Hay que dejar que las cosas sean lo que son (especialmente las personas!) y o darle vueltas ni para bien ni para mal, antes de tiempo.
Caso práctico:
El sábado fuimos a un fiesta. No tenía mucha información previa pero mis bacterias mentales habían decidido que sería una cena con unas ocho o nueve parejas en casa de los organizadores del evento.
Cuando llegamos había cien personas y una DJ en el jardín.
Las bacterias azotaron el avispero de la fobia social dispuestas a amargarme la noche antes de empezar, pero no les hice caso y, sinceramente, fue una de las mejores fiestas en las que he estado nunca, me lo pasé genial, bailé, canté, reí... divino. Más después de la semana en Praga (de la que solo diré que la ciudad es un bombón, es preciosa, chiquita, super bonita). Fue exactamente lo que mi mente -que no mi agotado cuerpo- necesitaba.
Así que... a callar bacterias!
Pero, a veces, alguien pregunta "Qué coño estás haciendo?" y, cuando eso pasa, la respuesta más sincera suele ser que no tengo ni idea.
No tengo ni idea de tantas cosas... que ya no me preocupa.
Igual debería preocuparme, pero igual hay... cosas que me hacen feliz -la mayor parte del tiempo- y no quiero arruinarlas dándole demasiadas vueltas a la cabeza.
Igual he comprendido que mi necesidad de controlarlo todo no era algo maravilloso, si no otro escudo, otra piedra en mi mochila y que, en realidad, por aterrador que aún me resulte, no tengo el control de casi nada. Y está bien así, aunque dé miedo.
La verdad más aterradora es que ni siquiera controlo (ni yo ni nadie, sorry amigos) todo lo que pasa aquí adentro, hay tantos recovecos, cosas que ni sé que existen, cosas que creía muertas y enterradas que reflotan, tesoros que creía perdidos pero están ahí, recuerdos inventados, memorias trastocadas por el filtro de la percepción, madrigueras de conejo sin final aparente, frases manidas repetidas tantas veces que se habían convertido en dogma y, ahora, con otra luz, ves completamente falsas... si ni esto es algo sobre lo que tenga potestad... ¿el resto? Ja.
Así que... ¿qué estoy haciendo? Lo que puedo, F, lo que puedo...
Soy muy intensa.
¿Soy demasiado intensa?
No, no demasiado.
Nunca demasiado.
(Caca F, ya no nos cuestionamos!)
Por eso y por inseguridad y por autodesprecio y por querer ser aceptada, bla, bla, bla, aprendí a... diluirme. A ocultarme. Por eso M me reprocha muchas veces que "nada me afecta".
Está muy bien para mi falta de competencias sociales, porque así no digo las burradas que se me pasan por la cabeza. Ese filtro está bien instaurado y no voy a desinstalarlo, me ha salvado de más de una.
Pero, ¿que nada me afecta? No... muchas cosas me afectan, muchísimas y lo que pasa el filtro lo hace a lo gonzo. Lo que pasa el filtro es un huracán, un tornado, un terremoto. Lo que pasa el filtro arrasa para bien y para mal con todo lo que hay dentro de mí.
Otros lo toman como indiferencia pero solo es una coraza, soy muy frágil aquí dentro, por eso me protejo mucho por fuera. Pero también es una protección para ellos, no pueden ni imaginar cómo sería si dejo ir ese huracán al exterior...