AVISO: esto es una chapuza,
pero voy a incluir en esta entrada un archivo de audio propio por primera vez.
Primicia mundial: Rosa Cáceres recita un poema suyo para dar a conocer su voz a todos sus amigos.
Estamos en época de fresas.
Los fresones de Palos son preciosos, tan rojos, dan alegría a la mirada aun antes de regalar su sabor al paladar goloso.
Las hojitas verdes de las fresas son como una profusión de encajes de terciopela alrededor de un acorazonado fruto.
Preparando las fresas para el postre, voy depositando la parte sobrante sobre el cristal de la encimera.
De repente, me subyuga la inesperada apariencia de flor blanca y roja de esas sobras.
Y son sorprendentemente bellas.
En el fondo amarillo de los limones, ofrecen un contraste estéticamente brillante.
Pienso que hasta a la tarea de preparar un postre es imprescindible ponerle corazón, porque es el mejor potenciador de sabores que se ha descubierto hasta ahora.
Entonces, como por juego, voy empujando con el dedo esas sobras de fresa y las dispongo en forma de corazón.
Y comprendo otra cosa más: Poner el corazón en todo no es un juego...o quizás sea al revés, y ponerle el corazón a todo cuanto se emprende sea el juego más divertido que exista.