¡Que toquen las campanas! Hoy he acabado de revisar mi novela.
No os diré que esté eufórica, porque lo que estoy es afónica, que no es lo mismo, aunque suene parecido.
El caso es que ya creo que he dado de mano en esa faena.
Estoy dudando si añadirle un censo de personajes históricos que aparecen y de personajes reales actuales, pero me parece que será meterme en otro berengenal, porque hay un montonazo.
El otoño (o lo que sea ésto) me está sentando como un tiro. Soy delicada cual flor de invernadero y las aulas todavía son un asadero (pareado no buscado), jajaja
Bueno, ya os diré cuántos folios han salido con las correcciones.
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Y ahora, unas coplillas repentizadas sobre mi experiencia al escribir estas historias.
En la novela que he escrito
salen muchos tiburones,
expoliadores de pecios
y tipos algo matones.
No faltan, digo, tampoco
amores desesperados,
raptos, rescates, monedas
y hechos desafortunados.
Es un enredo que trenza
lo histórico y lo actual,
la escrito más de dos años,
por no decir que son más.
Claro, que en medio he creado
otras dos nuevas novelas,
porque he disfrutado mucho
concentrándome yo en ellas.
Son dos novelas de esas
que parecen galdosianas,
me privan las aventuras
que estudian también el alma.
Una es de Extremadura,
la otra es toledana,
fueron ambas el descanso
para mis duras jornadas.
Pues escribiéndolas iba
viajando por otras vidas
y a otro siglo, el XIX.
Mirad si era maravilla.
.
(foto: La Isla Cueva de Lobos)