miércoles, octubre 26, 2005

Diógenes, cada día

Lo veo bajando la cuesta, en dirección al paseo marítimo, nuestro lugar de encuentro en la tarde-noche. Veo que arrastra una maleta, ¡otra más!, pero ésta le viene de perlas, las ruedas funcionan perfectamente, y no parece rota por ninguna parte, sólo algunas rozaduras. Del interior asoma una pata de jamón, envuelta apenas por una bolsa negra de basura. Cuando llegamos al puesto de descanso, se pone a quitar lo que tiene en una bolsa de lona azul oscuro, y a meterlo todo en la maleta encontrada. Y resulta que todo cabe, y algunas cosas más, como un chaquetón azul eléctrico. Justo cuando hemos llegado, alcanzo a ver la bola anaranjada, preciosa, pero me siento, y veo que en la botella hay cuatro cervezas, ya me di cuenta antes, ¡pero cuatro garimbas, vaya festín! De eso nada, el Segoviano habla y habla, y no bebe mucho, contra lo que se podría pensar. Cuando acaba la tarea, me dice que nos iremos a la playa, en donde duerme, y comeremos un poco de jamón. Así que bajamos, pero al llegar allí, ya está oscuro y no se ve demasiado cortar, con una navaja pequeña. El jamón, la madre que lo parió, está más seco que la mojama, y no hay manera de sacarle nada que valga, es todo hueso y grasa, así que termina por arrojarlo a la papelera que hay allí detrás. En el cielo se ven muchas estrellas, no hay luna visible. La garimba está casi acabada, así que decido irme, él se queda con las otras tres. Me espera un largo camino a casa. Y el Segoviano, él sí que es feliz.

Otro día, me ha contado sus aventuras juveniles (cada día, un nuevo capítulo, eso sí que es una novela). De cuando estuvo en el reformatorio, en Carabanchel (no sé si alto o bajo), y cómo conseguía escaparse. De su visita, unos dos años después, al mismo sitio, para darse una comilona y comprobar que todo seguía más o menos igual. También estuvo, como cinco años, en un manicomio, en Segovia, en donde hizo lo posible para que lo echaran. Cuenta que le daban pastillas, algunas gordísimas, y se acuerda en especial de unas verdes. Relata de forma parsimoniosa (como suele siempre, con grandes gestos, porque ante todo, es un payaso buenísimo) el encuentro que tuvo con el médico maldito, el psiquiatra, al que le dijo que podía meterse las pastillas... ya se sabe por dónde. Algunos detalles me los pierdo, normal, y no siempre tengo ganas de preguntar o hacerle repetir las anécdotas, porque entonces puede soltarme eso de "¡tú eres gilipollas!". Su insulto más feroz es "jodío cabrón", eso le soltó al médico.

Hoy me cuenta algunas anécdotas buenísimas de cuando estuvo trabajando en un mercado, me dice que en la zona de Ibiza, en Madrid (no conozco esa zona), limpiando un cuartucho de un puesto del mercado, y cómo puso a caldo a unas ratas, echándoles lejía por el boquete. Lo cuenta todo esto después de haber bromeado antes sobre beber por error aceite de una botella de plástico, pensando que es agua (o vino blanco). También me cuenta una sobre cuando trabajó en el cine de verano del Retiro, de cómo una noche se comió cinco hamburguesas (sin pan, a palo seco) y una botella de vino tinto, y cómo echó a uno que había saltado un muro para colarse con pagar, y cómo evitó a la policía. Mientras cuenta esto, en alguna parada mía, miro distraídamente el banco de enfrente, en donde comen unos bocadillos una familia de ingleses, lo típico: madre, padre, hija de unos doce años e hijo de unos catorce. A la madre se le ven casi las bragas, pero no es ella la que me llama la atención, sino la niña, con unas piernas vulgares pero unos pechos muy crecidos para su edad, bajo el vestido amarillo canario. Luego los veo caminar, y compruebo que esa chica tiene más de un polvo, y más de dos... La cerveza está casi acabada, es hora de comer, así que me voy yendo. Luego dice que le darán un pollo asado, pero que está harto, le digo que no lo tire, que me lo guarde...

Un día, subiendo la escalinata de acceso al Reina Sofía, me encontré con Diógenes tirado en los escalones, en una esquina, y me reí para mis adentros. Igualito, joder, igualito que en la pintura famosa...

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

LUKAS,CUAL ES LA PINTURA FAMOSA?

7:53 p. m.  
Blogger Rain (Virginia M.T.) said...

Con este ritmo de palabras tuyas me acompaño... ah, a propósito, donde dispara el sacerdote con un rifle es en
2El discreto encanto de la burguesía' que probé en dvd' y bien, en estos día la volveré a ver.

Chao Lukas.

8:01 a. m.  
Blogger lukas said...

Es "La academia de Atenas" de Rafael, claro..., y nuestro hombre aparece en la escalera, allí medio tendido...

Ayer leía un artículo de Raúl del Pozo sobre Diógenes, y termina diciendo que hoy sería un "colocao", alguien que se ha quedao pillao... Yo creo que El SEgoviano es su más perfecta encarnación, hoy: analfabeto, feo, más feo que picio, pero ingenioso, payaso, "buena persona", en el fondo. Y ante todo, alguien que no traga las mierdas de lo establecido. Eso de que sean hijos de papá convertidos en hippies, me da asco.

10:59 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Muchas gracias lukas.
Saludos.

5:01 p. m.  

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