En este año, 2009, leí tres libros. El primero, Cuentos completos de Isidoro Blaisten, que consta de diez libros con muchos cuentos; después Cuentos sin plumas de Woody Allen, que está formado por tres libros de cuentos, también con muchos cuentos, y finalmente Poirot en Oriente, compuesto de tres novelas de Ágatha Christie sobre Poirot: Cita con la muerte, Poirot en Egipto y Asesinato en Mesopotamia.
Después de leer a Blaisten me quedé con la sensación de que ningún otro escritor podría superarlo en manejo del lenguaje, de los personajes, de las situaciones, por su imaginación y su ironía. Pero después, Woody Allen y Ágatha Christie me convencieron de que si bien ellos no son Isidoro Blaisten, sí tienen méritos suficientes para gustarme, claro que, lamentablemente a estos dos los he leído traducidos al castellano, y lo que es peor, al castellano de España.
Claro que no es esto de lo que quiero hablar, sino del discurso psicológico en general, y psicoanalítico en particular que encontré en algunos de los cuentos (sino en todos) de estos autores. Son dos autores irónicos, humorísticos, uno argentino y el otro norteamericano y una autora inglesa de cuentos y novelas policíacas. Si bien Ágatha Christie nació en 1890, murió en 1976, y Blaisten nació en 1933 y murió en 2004, y Allen nació en 1935, así que se puede decir que son escritores del siglo XX, contemporáneos, y sobre todo, que escribieron después de la aparición de Freud y la teoría psicoanalítica.
Aquí presento algunos de los ejemplos que he encontrado y que me han hecho encontrar estas coincidencias:
En Blaisten:
“[…] Buen, el caso es que ahí, le confieso, me di cuenta de que yo de dialéctica no sabía un pito. Me di cuenta de que estaba anacrónico, y entonces me dije: callate, Aldo, y aprendé. Y fíjese, aprendí. Aprendí lo que es una relación enferma, una buena relación, la relación neurótica, los subcomponentes, la relación de pareja, los que nunca va a logra formar una pareja ya sea porque no concretaron el edipo, el electra, o están bloqueados, en fin, le aseguro que es impactante. El sicoanalismo es otra cosa. Es la técnica. Lo que digo son las leyes de Freud, que fue un genio incomprendido.”
“Mishiadura en Aries” en Blaisten, I. (2004) Cuentos completos, Buenos Aires, Emecé, Grupo Planeta, p.267-268.
En Woody Allen:
“Su figura podía ser motivo de envidia para una modelo de Vogue, pero un complejo de inferioridad digno de Kafka la impulsaba a penosos raptos de autocrítica. Según ella, era un adefesio y una nulidad que no tenía nada que hacer en el teatro, y muchos menos interpretando a Chejov.”
“Justo castigo” en Allen, W. (2008) Cuentos sin plumas, Buenos Aires, Tusquets Editores, p.389.
En Ágatha Christie.
“-¡Qué deprimente es la vida!- exclamó Sarah con un suspiro.
-No es necesario que usted suspire, mademoiselle.
-Pues hoy me siento deprimida.
-Es natural.
-¿Por qué dice que es natural? –replicó Sarah, enfadada.
-Podría encontrar muy fácilmente el motivo si examinase con sinceridad su estado mental.
-Creo que son nuestros compañeros de viaje los que me deprimen –dijo Sarah-. Quizás resulte horrible, pero odio a las mujeres. Cuando son tontas e inútiles como miss Pierce, me indignan. Y cuando son inteligentes y capaces como lady Westholme, aún me indignan más.
-Yo diría que es inevitable que esas dos personas la incomoden. Lady Westholme está hecha a medida para la vida que lleva. Triunfa en ella y, por lo tanto, es feliz. Miss Pierce ha trabajado duramente muchos años como institutriz y, de pronto, una modesta herencia le ha permitido realizar el deseo de toda la vida: viajar. Hasta ahora los viajes han llenado sus expectativas. Por lo tanto, usted, que no ha conseguido lo que deseaba, siente antipatía por las personas que han tenido más éxito en la vida que usted.
-Supongo que tiene razón –manifestó Sarah, con un tono lúgubre-, ¡Es usted un terrible lector de pensamientos ajenos! Estoy tratando de engañarme a mí misma y usted no me lo permite.”
“Cita con la muerte” en Christie, A. (2004) Poirot en Oriente, Barcelona, RBA Editores, p. 64-65.
Ya no somos los mismos después de Freud, el discurso psicoanalítico nos invadió desde hace rato y lo demuestra la literatura. De todos modos, ¡qué bien que escriben algunos!