Ya conté en una ocasión, que mi especial pasión por los galgos, viene de la infancia. De niño, cuando pasaba los veranos en un pueblo de Segovia, disfrutaba de los perros que allí veía, pero me llamaban la atención, especialmente, unos perros delgadisimos (en exceso, debido a la falta de alimento), patilargos y para mí, increiblemente, preciosos.
Lo que no entendía entonces, es el porqué siempre solía verlos solos, atravesando el pueblo asustados, y corriendo, si yo trataba de acercarme a ellos para acariciarles. No sabía que se trataba de hermosas y nobles criaturas, que habían sido despreciados y abandonados. Luego me enteré de que eran galgos y los usaban para cazar liebres. Eso no me gustó, pues además de por lo obvio, por que entendí que no eran perros para quien no fuera cazador, y al no tener yo, ninguna intención de cazar en el futuro, nunca tendría un galgo. Aunque ese pensamiento me resulte ahora ingenuo y conmovedor, no debemos olvidar que en la actualidad, aún existe mucha, demasiada gente, que opina lo mismo y eso es más grave. Un galgo que no es para cazar, o si no sirve para cazar, no vale para nada, según ellos.
Por supuesto, también me sentía fascinado por los borzois, siendo un niño. Vi alguno por las calles de Madrid, también en libros o en el cine, y pensé que no había visto a perros más fascinantes desde los galgos de Segovia.
Fotografía de 1913
Carol Kane en "Valentino" de Ken Russell (1977)
Retrato de borzoi de Elliot Erwitt.
Pocos han retratado a los perros como él
Aún no sabía que en mi casa, entre otros perros y gatos, vivirían conmigo, bastantes años después, tres borzois y dos galgos. Y la convivencia con ellos, el tenerlos a mi lado, mientras han vivido, seguramente sea lo mejor que me ha sucedido en la vida. Y por el mismo motivo, su desaparición, también es uno de los momentos más dolorosos.
Gracias al cielo, o a quien corresponda, aún puedo disfrutar y alegrarme, de tener a mi lado a mi preciosa galga Lolita y al pequeño Margarito. Mi bella borzoi Tallulah, nos dejó hace unos meses y aún la recordamos y la echamos de menos, cuarenta veces al día. Ese es el impacto y el amor (verdadero amor) que dejan en nuestras vidas.
Creo que las cosas suceden por una razón, además de por nuestras decisiones, por supuesto; hace días, mi hermano y yo, nos quedamos fascinados y enamorados, de un precioso y pequeño podenco, que vimos difundido en facebook. Un podenco rescatado, como todos (ya sean galgos, podencos, bretones...), y con un aspecto tristísimo, lo cual, tampoco es raro.
Casi de inmediato, Oliver me dijo que preguntara por él e indagara si lo mandaban, como a muchos de ellos, pues se encontraba en Valencia. Me puse incluso a planear un viaje rápido en el AVE, para ir a buscarle yo mismo, si hiciera falta. Esa era la emoción que sentíamos. No pudo ser. Debimos ser solo unos de los muchos que fueron seducidos por esa preciosa criatura. Ya había sido adoptado. Mi amiga Lucía, Implicada en esta historia, desde el principio, compartió conmigo una difusión de un precioso cachorro de galgo, que desilusionados, decepcionados y tristes, como estábamos, resultó ser una nueva tentación. Aún así, lo pensamos y lo dejamos pasar. Dos días después, si no recuerdo mal, pues cada día recuerdo peor las cosas, vi que se seguía difundiendo a ese galguito llamado Millow.
No podía entender que no lo hubiera adoptado nadie aún. Pensé si podría ser por ser negro. La gente rechaza más a los perros negros, por alguna razón que no llego a comprender. Mi hermano me insistió en preguntar por él. Mandé un e-mail y me contestaron, diciéndome que seguía esperando adopción. Le pregunté a Lucía si estábamos locos, y ella que tiene familia perruna y gatuna muy numerosa, me contestó muy sabiamente, como siempre hace: "Sí. ¡Y yo! ¡Y qué!". Estas cosas suceden cuando actúas más con el corazón, que con la razón. Lucía y yo, estamos seguros de ello. Unas conversaciones telefónicas y una visita pre-adopción, que esperé con los nervios de una embarazada que sale de cuentas, hicieron que recibiéramos el ansiado visto bueno.
Dos días después, llegó Millow a nuestra casa y nuestras vidas.
Yo, buscando un nuevo nombre para él, que me hiciera sentirle más mío, no pude evitar pensar en Valentino. Cuando la gente me pregunta como se llama, me dicen que si es por el diseñador italiano o por el motociclista... Cuando en realidad es por Rudolph Valentino. Su carisma y pelo oscuro, engominado y brillante, fue de fácil inspiración.
Además, le gustaban los perros, incluidos los galgos.
Verónica, la chica que nos visitó, junto a Rebeca, y lo trajo, me contó que Valentino fue encontrado junto a sus hermanos, con dos días de vida, en una bolsa en un contenedor de basura. Ella crió a biberón, a él y a su hermana, adoptada también recientemente. Estos son unos de los muchos que se rescatan y salvan de situaciones idénticas, pues en absoluto, esto de cachorros o incluso adultos, en contenedores de basura, son casos excepcionales. Es terrorífico y doloroso, pensar en todos los que no serán nunca descubiertos y rescatados, que acabarán en camiones de basura de todo el país. Afortunadamente, Valentino y sus hermanos se salvaron y él nunca recordará eso.
Cuando está tranquilo, es absolutamente delicioso
Ahora, la casa y nuestras vidas, han sido alteradas. He tenido que retirar todas las plantas que había en el salón, alejándolas de su alcance, pues un cachorrito, lo muerde todo. Aún así, llega a alcanzar alguna de esas supuestamente inalcanzables tentaciones, pues se sube a todas partes como la cabra de un gitano. Se empeña en morder todo lo que encuentra a su alcance, como cojines, libros, zapatos, cables... pero ignorará el montón de juguetes de goma o cuerda que le has comprado y que le colocarás alrededor. Incluso es estilista y un sensato crítico de moda. Hace unos meses, mi hermano, al que le gusta mucho el colorín, incluso más que a mí, se compró en un todo a 100, unas horrendas chanclas de goma, afortunadamente, solo para estar en casa...
Ahora que están destrozadas, las ignora.
Quiere las nuevas.
También se ha cebado, con unas gafas muy peculiares, que Oliver se empeñaba en decir que eran de Prada, pero la triste realidad, es que eran de 3 € y de Tiger. Pero no quiero añadir más drama aquí.
Hay que retirar todo lo que suponga un riesgo o peligro para él. Hacerle sitio en la cama, o andar por la casa mirando al suelo, para no pisar pises y cacas de un cachorro que parece más una máquina de fabricar esas cosas, que otra cosa. Por que no puedes pretender que una criatura como él, de poco más de dos meses, no te llene la casa de pequeños charcos que además, los dejará donde menos conviene, como alfombras. Y justo, cuando llegamos de la calle. Si no le quisieras...
Como todos los cachorros, es travieso y testarudo. El más testarudo de los cachorros que por mi casa pasaron, pero también cariñoso y una belleza. Te lame la cara cuando se la acercas, y también te despierta por las mañanas, mordiéndote la nariz, las orejas o pisándote los genitales. ¡Adorable! Cuando nos pone atacados de los nervios, por que no para de hacer trastadas, saltar y correr por la casa, ladrar, o acosar a los pobres y ya poco pacientes, Lolita y Margarito, y parece que necesita un Trankimazin, mi hermano me dice: "¡No se si matarle a azotes o a besos!" o "¡Llama a un exorcistaaaaa...!" Muchas veces, pienso que le aguanto, por lo guapo que es y me dan ganas de hacer un curso acelerado de taxidermia. Pero cuando duerme, es delicioso, el angelito.
Y da gusto, también, verle pasear acelerado por la calle, con su trotecillo de galgo, como de caballito diminuto, pero también, resulta agotador, pues no para de tirar de la correa, saltar, cruzarse... y acercarse a toda la gente que pasa, saltando sobre ellos y normalmente, siendo ignorado, salvo por algunas excepciones, muy celebradas.
Es negro, casi por completo y tiene un pelo fino, corto y pegado, con un brillo espectacular. Y una preciosa cara que me recuerda más a mi querida y añorada borzoi, Tallulah, que a mi otra galga Lolita, pues su cráneo es finísimo y su hocico muy afilado. Sus ojos, también son más almendrados como los de los borzois. Su cola es increíble y como a Tallulah, cuando la relaja y deja caer, roza el suelo. Cuando la agita elevada, parece el látigo de un cochero. Está claro que me parece una criatura maravillosa que no comprendo como tantos indeseables sin sentimientos, desprecian de manera tan cruel. Supongo que los necios patanes, carecen de sensibilidad e inteligencia, para apreciar las cosas valiosas de esta vida, ya sean galgos, podencos, bretones... Es tan guapo, que incluso le comenté a Lucía, que me sentía mal, por adoptar a un ser de tanta belleza, habiendo tantos otros también necesitados de amor y una familia. Ella, entre otras cosas, me comentó eso tan cierto de que "Adoptar a un perro no cambia el mundo, pero sí, el mundo de ese perro". Supongo que todos ellos, los abandonados, son importantes y necesitan ser adoptados y amados.
Y Valentino ya se abre paso, entre sus dos hermanos mayores, al llegar yo a casa y abrir la puerta, para saltar encima de mí, y lavarme la cara a lametones. Y días después de empezar a escribir este post, que no conseguía terminar, por no dejarme él, muchos ratos de respiro, ya ha cumplido 3 meses y pesa más de 11 kilos, cuando pesaba 9 al llegar. Todos me dicen que será un galgo grande. Yo solo espero, que siente la cabeza pronto, antes que nosotros cuatro, perdamos las nuestras.
Bienvenido y bendito sea Valentino. Por supuesto, ya le amamos. Y más, cuando duerme...