Nacemos donde nacemos, por puro accidente. No podemos elegirlo. Se supone y se da por hecho, que debo sentirme orgulloso de ser español, especialmente en estos días de euforia y victoria futbolística con la Copa del Mundo.
¡Lo que me faltaba!
amortajado con la bandera española!
No me gusta el fútbol. Sólo jugaba al fútbol cuando me obligaban en el colegio y yo no seguía las reglas. Me limitaba a seguir el balón y darle patadas cuando llegaba a él e incluso quitándoselo a miembros de mi propio equipo que jugaban infinitamente mejor que yo, para desesperación de todos. Pero no era mi culpa, me obligaban a jugar, no sabía hacerlo como es debido y no me gustaba. Otro día, al baloncesto, pero fue suficiente para que no me obligaran más a jugar a cosas con pelotas. Pero jugué al hockey, donde era tan inconsciente como en los dos deportes anteriores, pero con un palo, por lo cual, más peligroso también. Pero me compraron el stick y había que amortizarlo.
Cuando iba de visita con mis padres a casa de mis tíos, muchas veces era el único niño en una reunión familiar de varios matrimonios y toda la tarde la pasábamos delante del televisor viendo el partido. Me dormía. Afortunadamente, me solía llevar algún libro de Tintín y así abstraerme del fútbol.
Pero ha quedado grabada en mi memoria, como algo que no puedo soportar, la voz gritona de los comentaristas de fútbol, ya que aunque leyera, del sonido de la televisión, que lo ponían como si fuera un asilo con residentes duros de oído, no podía escapar. Ese grito televisivo de "¡Goooooooooooool...." que parecía durar veinte minutos, se me hacía eterno, molestísimo y me daban ganas agarrar la enorme tortilla de patata hecha porciones en cubos, que había preparado entre otras ricas viandas, mi tía para merendar, y arrojarla contra el televisor. Por cosas como estas, el fútbol no me gusta, pero además, escucharlo, más que verlo, me pone frenético.
Hace unos días, a mi galga Lolita, estando tumbada plácidamente en mi cama, le volvió a dar otro microinfarto de esos que lógicamente, nos asuntan tanto. Mientras yo saltaba del ordenador, para consolarla y calmarla, angustiado, pensando que puede que un día no salga de uno de estos, unos fanáticos futbolísticos (¿se dice así?) se pusieron a hacer sonar por la ventana del patio esas estridentes trompetillas que no recuerdo como se llaman (¿vuvuzelas?) y a gritar "¡Goooooooool...!" Sonaba como si usaran un megáfono junto a mi oído. En el momento en que esto ocurría, yo intentaba de los nervios, que Lolita se recuperara.
No lo pude remediar. Era lo último que yo necesitaba y les grité "¡Tarados! He de decir, que mis patios son enormes y rodeados de edificios de seis plantas y cualquier ruido nocturno se amplifica como si fuera el anfiteatro de Mérida. Tenemos el privilegio de no oír el tráfico de la calle desde mi casa, a pesar de vivir en una calle céntrica de Madrid. Cuando cualquier vecino, ahora en verano, da una fiesta hasta las cinco de la madrugada, Tú los oyes gritar a todos a la vez (¿alguien escucha a alguien ahí?) como si estuvieran en el salón de tu misma casa. No para de venir la policía y no paran de sucederse fiestas. Yo, si estoy viendo una película, no me pongo a gritar por la ventana en la escena de más emoción, ni grito asomado por encima de los cactus en mitad del silencio de la noche ¡Bravoooooooo...! al ver un concierto de Bette Midler en DVD y hay muchos motivos para ello.
Se supone que es normal y natural desmadrarse con un partido de fútbol. Y más si es España quien gana, por que es un orgullo ser español.
En el partido final de la copa del mundo de fútbol, hasta mi hermano, que no estaba viendo el partido, gritaba "¡Es-pa-ña!" "¡Es-pa-ña!" cuando por los griteríos y trompetillas de esas que se oían por el patio, se enteró de que habían ganado la copa. Yo me quedé paralizado y mirándole anodadado mientras él me decía: "¿¡Tú no eres español!?" "¡Ha ganado España!". Él, que su mayor ilusión sería irse a vivir a Londres, desde que vivió allí más de dos años y no volver a pisar este país...
Mi madre, ahora ya no tiene cabeza para nada, pero hace años, cuando sí la tenía, la veía pasmado viendo el tour de Francia (o lo que fuera), mordiéndose las uñas, sólo por que Perico Delgado, participaba en el tour y es segoviano como ella, cuando mi madre se aburría terriblemente con el deporte. El diálogo era más o menos así:
Yo: ¿Que haces viendo ciclismo?
Ella: ¡Es Perico!
Yo: ¡Es ciclismo!
Ella: ¡Ya, pero es Perico!
Yo: Pero si no te gusta el ciclis...
Ella: ¡Perico es de Segovia! ¿¡Como no voy a verle y alegrarme si gana!?
Yo: ..............
No entiendo muy bien los nacionalismos. Eso de: "¡Como mi pueblo no hay ná!" Sí, mire usted. El mundo es muy grande y está lleno de pueblos y países tan bonitos o más que el pueblo de cualquiera. "¡España es lo más grande!". ¡Y Rusia! ¡Y China! ¡Y Norteamérica! ¡La India!...
Eso me hace pensar en que cosas pueden hacer que yo me sienta orgulloso de ser español. Pienso y pienso y pienso aún más y me cuesta encontrar algo único que sea español y me haga sentirme henchido de orgullo por haber nacido aquí.
Me obligaron a hacer la mili (Fui casi de los últimos) cando me disponía a emprender unos estudios que luego no retomé después de perder inútilmente un año de mi vida.
El de las gafas, yo.
¡Ojala volviera a tener esa cintura!
Esos tres buenos chicos, me rescataron de la depresión inicial.
Ahora, ni siquiera recuerdo sus nombres.
¡La paella es rica y española! ¿A quién no le gusta la paella? Me gustan los callos a la madrileña (esa salsilla es puro deleite), pero eso no me hace feliz de ser madrileño. ¡El museo del Prado! Es enorme y lleno de precioso arte de otros siglos. Pero para mi desgracia, apenas lo piso. Y si viviera en París, tendría el Louvre o el Hermitage en San Petersburgo. ¡El botijo! Es muy práctico y pintoresco, pero teniendo un frigorífico o un termo a mano, nadie carga con un botijo hoy en día. Hablando de Segovia... ¡El acueducto! Es una imponente reliquia de la arquitectura, pero... el mérito fue de los romanos.
¿Lola Flores, Rocío Jurado y la Pantoja? Sí, tendrán mucho arte, pero prefiero a Edith Piaf, Judy Garland o Shirley Bassey, para mí, no hay color.
Aunque me gustan mucho Miguel de Molina, Juanita Reina y Sara montiel, todos ellos muy españoles. Sara no era precisamente Bette Davis interpretando, pero me gusta mucho cantando en los cincuenta y sesenta. Y nadie era más guapa que ella.
Por más que lo intento, no me gusta el flamenco. En cambio, entro en trance escuchando a Bessie Smith.
Prefiero a Billie Holiday, Ella, Dinah, Mae West... por nombrar unas pocas, a Camarón.
Me gustan mucho los preludios de zarzuela, algo muy español, pero también los de Rossini. Veamos...
¡El gran Balenciaga! Un maestro español. Si no fuera que se tuvo que irse a París para triunfar...
Modelo de Balenciaga, fotografiado por Avedon
Lisa Fonssagrives-Penn, fotografiada por su marido Irving Penn
Otra fotografía de Irving Penn
Bueno, teníamos al maestro Pertegáz, pero yo prefiero a Dior. ¿Picasso? Nunca me ha gustado Picasso, perdónenme. Prefiero a Klimt, ya sé que no tiene nada que ver, pero por poner un ejemplo.
¿Será por los oros?
¡Gaudi! pero nunca he pisado Barcelona. Cervantes y su Don Quijote es un orgullo para los españoles, pero para mi vergüenza, aún no lo he leído. Pero me encantó leer "Romeo y Julieta" de Shakespeare o a Oscar Wilde, Poe o las Brontë.
¿El clima de España? The sunny Spain! Si no fuera por que yo en verano, con el calor ando por los suelos, nunca piso una playa desde... ni me acuerdo. Y no sería capaz de tumbarme relajado en la arena con multitud de gente a mi alrededor.... Y este seco clima donde apenas llueve en meses, propicia esos terribles incendios forestales que me amargan los veranos.
Me gusta el verde del norte. Y me gusta la lluvia. Me gustan los bosques asturianos.
¿He de estar orgulloso de ser español por nuestra realeza? No entiendo la necesidad de eso. No gracias. Y para colmo, un monarca cruel.
Y hablando de crueldad ¿He de sentirme también orgulloso de ser español por la desidia que existe en este país en proteger a los animales? ¿En la vergonzosa permisividad ante su maltrato, donde se permite la caza con galgo (único país de Europa) y se ahorcan, abrasan, arrojan a pozos o como mínimo, se abandonan tanto galgos como podencos, bretones... ¿He de sentirme orgulloso de ser español? Siento una tremenda vergüenza por ello. Estos nobles perros por sí solos, si hacen que me sienta orgulloso de ellos.
Justo todo lo contrario que los responsables de esto
"Del cielo al infierno"
¡Que gran verdad!
Me hacen sentirme orgulloso de haber nacido en este despiadado país, la gente que es capáz de encontrarse con esta pobre e inocente criatura en este estado...
Y hacer que se transforme en este otro.
¿He de sentir orgullo de haber nacido en un país en el que la fiesta nacional consiste en torturar y asesinar y llamarlo arte y cultura? No gracias. Siento una enorme vergüenza.
Se que España está llena de cosas buenas, no soy tan tonto como para no apreciarlo. Quizás la culpa de que me ponga crítico, la tienen todos los que cometen o permiten que se cometan, tantas barbaridades que suceden en este país cada día. Que impiden que este sea un mejor país del que sentirme más orgulloso. Aquí se realizan injustos recortes (que sólo afectan a los que menos tienen), pero se permite la amnistía fiscal o se le entrega a la Iglesia 17.000.000.000 (¡diecisiete mil millones!) de euros al año. Y no se le cobran los impuestos por sus bienes inmuebles, cosa que se hace hasta en Italia.
Aún así, sé que tengo que dar gracias por haber nacido en España y no en Uganda o Irán, por poner un ejemplo.
El lunes, andaba yo viajando en el metro de Madrid y decidí bajarme en la Gran Vía y darme un homenaje en las rebajas, que falta me hacía. Al ascender a la calle, me dí cuenta de que había elegido un mal día. La Gran Vía estaba cortada al tráfico y atestada de gente vestida con camisetas rojas, aullando y haciendo sonar esas dichosas trompetillas. Ya tenía que haberme dado cuenta de la situación cuando sufrí a una de estas sonando estridentemente dentro del metro a poca distancia de mí.
¡Esto me pasa por no gustarme el fútbol y no ser un español como es debido! Pensé.
A pesar de todo, al final, entré en H&M y me compré dos camisetas por 3,95€, dos pantalones a 10€, uno de ellos de fresco y cómodo lino y una camisa blanca de algodón, tan fina, que es casi transparente. ¡Gangas! Para que Oliver no protestara, otras dos camisetitas baratitas para él. Y al salir, me topé con Torres, Iniesta y Casillas (son tres de los pocos nombres de futbolistas que conozco) saludándome. ¡Y yo haciéndoles fotos!
Y he de confesar que imbuido por la alegría general que me rodeaba, incluso llegué a emocionarme cuando vi a Casillas saludar en mi dirección. ¡Me sentí español!
¡Pero esa emoción sólo duró un efímero instante! Enseguida volví a poner los pies en el suelo y pensé: ¡Componte! ¡Ni que fueran Liza Minnelli!
Así solo posa para una foto alguien a quien le desborda el talento.
Y no es española.