Que veinte años no es nada. Y, como de casi todo, ya hace veinte años de la caída de aquel muro que partió Berlín en dos.
Mi experiencia del muro es una noche tranquila de aquel verano tardío en el otro Berlín de 1989. Un paseo por las calles próximas al hotel -había llegado a la ciudad ya de noche- y una pared de blanco inmaculado que ni hubiera visto de no ser porque cortaba, tajante, la calle apacible de mi paseo.
Con el muro había topado. Ni alambradas, ni torretas ni barreras, ni guardias soldados. Una pared blanca sola. Un encuentro duro por su misma sencilla desnudez, por su romper lo cotidiano de un paseo tranquilo en una noche de septiembre, por esa perplejidad para la que no me encontraba preparado, esa anomalía. Tan alejada de la parafernalia icónica que era ya entonces memoria de mi generación.
Ví al día siguiente la cicatriz absurda desde la torre restaurante de la televisión, cerca de la Alexanderplatz. Y no logré acostumbrarme a llamar a aquello 'frontera interestatal', como lo hacían mis anfitriones ('todos los Estados tienen fronteras, también ustedes') amables y educados, orgullosos de estar construyendo la sociedad socialista: aquel año, me decían, habían conseguido producir el trigo necesario para ser autosuficientes, es decir, libres -¿lo dirían en serio?- de la dependencia capitalista. Mientras, los silos de la UE a reventar y las autoridades capitalistas (de allí mismo, a dos pasos, a una estación de metro) sin saber qué hacer con los excedentes.
Les pregunté por las razones que movían a cientos de ciudadanos de la RDA a dejar su país en esos días por los pasos fronterizos de países vecinos de aquel telón tan frágil que alguien nos hizo creer de acero.
La respuesta, ahora, ya no tiene interés. En dos meses el muro empezaba a ser recuerdo.
Y bien está así. Ya memoria. Y en la memoria deberían estar todos los muros. También los de la indecencia, el dogmatismo y la ignorancia.
Eres el único autor que escribe sobre el muro después de haberlo visto desde el otro lado. La primera noticia de que por allí era blanco.
ResponderEliminar