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viernes, 14 de octubre de 2011

Cuando David vence a Goliat

Hace un par de viernes me invitaron a comer para celebrar una victoria conseguida tras mucho esfuerzo.

La persona que me invitó, Lope, estuvo trabajando durante casi veinte años en un mismo lugar, y allí le hacían la vida imposible. Después de pasar una enfermedad grave, y volver de la baja ya restablecida, el mobbing se hizo aún más fuerte. Lope no se desanimó y tomó una decisión importante, denunciar este hecho.

No ha sido un camino fácil, primero había que demostrar que no se inventaba nada y era real lo ocurría, necesitaba pruebas y testigos. Es complicado testificar a tu favor, a pesar de haberlo visto, cuando tu puesto de trabajo pende de un hilo. Lope habló con varias personas que decidieron apoyarle y continuó con la denuncia. Su jefe es una persona conocida dentro de cierto ámbito y eso parecía que podía inclinar la balanza hacia su lado.

El inspector de trabajo se tomó su tiempo en llevar a cabo toda la investigación, su abogado parecía ausente y también se lo tomó con calma. Lope mientras tanto, intentaba no perder la paciencia, mantener la serenidad. Buscó apoyo en su familia y amistades. Al principio, lo encontró, pero el paso del tiempo hizo que algunos apoyos flaquearan dejándole sólo. 

Tras dos años de lucha para que se reconociera su situación, cuando ya las fuerzas casi no existían, llegó la resolución final, había ganado el juicio y con ello había quedado demostrado que no mentía. He sido testigo, apoyo y espectadora de esta larga situación. Lope prometió que cuando terminara todo y si salía la verdad a flote, había que celebrarlo por todo lo grande y así lo hicimos hace dos viernes. 

Fuimos tres personas. Hacía un día estupendo; el lugar escogido, al igual que la comida y la compañía eran perfectas. Celebramos el triunfo, brindamos por la victoria y por todo lo bueno que está por vivir.

Un hecho que me llamó la atención, fue que no se habló del dolor, ni del sufrimiento pasado, ni de las personas que le habían hecho pasar tan malos ratos; al revés, la conversación fue distendida, divertida, llena de buen humor y esperanza en el futuro. Lope se planteaba qué camino seguir ahora que estaba libre, a qué dedicarse. Pensaba que se le ofrecía la gran oportunidad de hacer lo que realmente deseaba, de luchar por su vocación que hasta este momento había permanecido un tanto apartada. Me gustó el planteamiento, su manera de pensar y de sentir. Así que de nuevo, brindamos por el éxito de la nueva empresa.

Da gusto poder celebrar victorias que parecían casi imposibles de conseguir, cuando la verdad sale a relucir y sobre todo, cuando no se mira hacia atrás ni con rencor, ni con rabia, sino hacia el futuro con esperanza y alegría.


La foto de la imagen es de un mandala mío.