Jesucristo,
dirigiéndose a Pilatos, antes de su Muerte, le dice:
"Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al
mundo: para dar testimonio de la verdad.
Todo el que es de la verdad escucha mi voz”. Y añadió: “Mi Reino no es de este
mundo. Si mi Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no
fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí".
San Juan 18, 36-37
Cristo es Rey
y ansía reinar en nuestros corazones de hijos de Dios. Pero no imaginemos los
reinados humanos; Cristo no domina ni busca imponerse, porque no ha venido a
ser servido sino a servir. (...) Su reino es la paz, la alegría, la justicia.
Cristo, Rey nuestro, no espera de nosotros vanos razonamientos, sino hechos,
porque no todo aquel que dice ¡Señor!, ¡Señor! entrará en el reino de los
cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre celestial, ése entrará (Mt
7,21).

Jesús doblo
mis rodillas ante Ti en señal de que te reconozco
Como mi SEÑOR Y MI REY: el dueño de toda mi
vida.
Ya no quiero,
Señor, ser yo el centro de mi vida. Toma Tú la dirección de toda ella. Hazme
desear y hacer lo que Tú quieras.
Te entrego mi
ser. Te proclamo Señor y Rey de toda mi vida;
Mi único Señor.
Rindo toda mi vida a Ti para siempre.
Te abro
completamente la puerta de corazón. Entra en mi
Y quédate conmigo
toda la vida.