domingo, 23 de septiembre de 2012

Tabu Ley, el Sinatra africano


Dejando de lado su cuestionable implicación política en el gobierno de Laurent Kabila, desde el punto de vista musical este congoleño nacido en Bandundu en 1940, y que responde al nombre artístico de Tabu Ley, es una de las figuras más influyentes en la música generada en el continente negro y así ha sido siempre reconocido. De hecho su popularidad e influencia musical ha hecho que se le haya comparado en ocasiones con Sinatra.

Parece que sus primeros contactos con la música tuvieron lugar en un coro parroquial, donde nacería su amor por la música que se desarrollaría un poco más durante su etapa de educación secundaria, algo excepcional en un país donde las tasas de analfabetismo son muy altas y donde son muy pocos los que llegan a cursar estudios superiores.


Con 14 años escribe su primera canción titulada Bessama Muchacha, un título con una palabra en español que ya da una pista del camino de mestizaje musical que va a recorrer durante toda su carrera. Tabu Ley será un pionero en la mezcla de los ritmos musicales africanos con el jazz, el soul, la rumba o la salsa, para dar forma a una experiencia musical única y de fuerte impacto entre las audiencias africanas y, más tarde, apreciada también en occidente a partir sobre todo de la actuación que llevó a cabo en el teatro parisino Olympia en 1971, siendo el primer artista negro en actuar sobre su escenario.

Precisamente durante su estancia en el instituto de secundaria, se ganó el mote por el que es conocido “Rochereau”, apelativo que le pusieron sus compañeros cuando fue capaz de responder de forma acertada a una pregunta que había planteado el profesor en una clase de historia de Francia.

Aquel primer tema de 1954 lo graba Ley con una banda de jazz como era la que lideraba Joseph Kabasele, en la que entrará como músico a tiempo completo una vez que concluya sus estudios de secundaria. Uno de sus primeros hits fue el tema Independence cha cha, compuesto por Grand Kalle, y que fue el himno no oficial de la independencia del Congo, situación que consiguió en el año 1960. Ese tema fue el que lanzó a Ley a la fama de forma fulminante.


Poco después formará el grupo African Fiesta que llegará a ser una de las bandas de más éxito de la música africana, que luego se transformará en la Orchestre Afrisa International. Tabu Ley, junto con el guitarrista Dr. Nico Kasanda, serán unos pioneros en el desarrollo del soukou, la música de baile de su país que había nacido en la década de los años 30 y 40 y que se va a extender por todo el continente.


En los años 80 introduce en el grupo a la cantante y bailarina M’bilia Bel, que lanzará aún más, gracias a su voz y a sus coreografías sobre el escenario, la popularidad del grupo, de hecho Bel fue la primera mujer cantante de soukou en alcanzar fama en todo el continente.

Abierto a toda clase de ritmos musicales, en los años 90, coincidiendo con su mudanza al estado norteamericano de California, empezará a introducir en su repertorio temas en inglés con el fin de llegar a una audiencia mayor. Compositor incansable, Tabu Ley tiene tras de sí una producción que supera los 200 álbumes y más de 1.000 canciones.


martes, 18 de septiembre de 2012

Leandro Erlich: “Me gusta pensar en la grandeza y en la profundidad de las cosas mínimas”

Carrousel (2008)

“(…) hay un momento en que las cosas se inician para el espectador. Es como el disparo de un revolver, aunque aquí, el click es la ilusión. Un momento decisivo para la participación de una historia que está escondida en la obra y que el espectador va descubriendo como si fuera un actor sobre un escenario. Eso sí, sin un guión establecido y reconstruyendo contínuamente su propio rol”.

La piscina (2008)
“Me interesan todos esos espacios que dejan de ser funcionales y devienen emocionales. Espacios de fondo, donde transcurre nuestra vida. Creo que no hay mejor lugar que ése para cuestionarnos la realidad. Cada uno de mis trabajos pretende, de hecho, que nuestra capacidad de cuestionar esté siempre despierta y en alerta”.

Viendo tu espíritu.
“Creo que lo ilusorio nos ayuda precisamente a comprender que la realidad es una construcción. Pero en mi caso, el truco no está pensado para engañar sino para ser descubierto. De hecho, está ahí con un grado de simpleza que permite entender enseguida cómo están elaboradas las cosas. Un hecho que para mí transmite un cierto optimismo en relación a la capacidad que tenemos de comprender aquello que nos rodea. Creo que es muy importante generar el deseo en el otro para seducirle e invitarle a involucrarse en la obra. La esperiencia estética apunta precisamente a eso, al ojo y al espectador”.

Ventana y escalera. Demasiado tarde para ayudar (2008)
La torre es un periscopio gigante dentro de un espacio de arquitectura cotidiana. Por fuera, el espectador ve un edificio de apartamentos y por dentro, una especie de corredor. Se trata de un lugar de encuentro donde se le propone al espectador una experiencia que se limita a algo tan mínimo como un juego de miradas. Me gusta pensar en la grandeza y en la profundidad de las cosas mínimas. Hay algo en ellas que me resulta muy real”.

Apartamento (2004)
“La maqueta viene a completar cada proceso de trabajo. Siempre pienso en el músico que compone una melodía en su cabeza sin necesidad de tocar ningún instrumento. Es decir, hay una memoria que te permite saber como suenan las notas y luego tiene una necesidad de plasmar eso en un ejercicio para visualizar esa obra. En el caso de mis proyectos, como La torre, es igual. Hay un proceso que es mental y no es hasta después, a medida que va resolviéndose la obra, cuando es necesaria una maqueta para visualizarla. También me interesan las maquetas como objetos casi escultóricos, no sólo como un tema de estudio. En todas ellas se repiten los juegos visuales de las grandes instalaciones”.
Fragmentos de la entrvista firmada en El Cultural por Bea Espejo.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Ricard Terré, poesía concentrada en un instante

Barcelona (1956)


El servicio militar y el amor ligaron de forma indisoluble a este catalán de Sant Boi del Llobregat, donde nació en 1928, con la ciudad gallega de Vigo en la que falleció en 2009 y donde desarrolló la segunda parte de su fecunda carrera como fotógrafo.

Sant Boi, BArcelona (1958)

Sin embargo, antes de adentrarse en el mundo de la fotografía, en el que dejó su sello absolutamente personal, Terré transitó por el mundo del arte como pintor, diseñador y caricaturista. Será en 1955 cuando coja por primera vez una cámara a modo profesional, desarrollando un lenguaje muy personal y a integrarse en la Agrupación Fotográfica de Almería, el único grupo de fotógrafos artistas que en la España franquista se atrevió a plantear una forma diferente de hacer las cosas.

Niño meando.

En 1960, Terré decidirá abandonar el medio y no será hasta 1982, una vez jubilado de sus otras ocupaciones, cuando vuelva a coger una cámara y a continuar con su trayectoria allí donde la había dejado. Esa cesura temporal no supuso una ruptura estilística o temática, sino más bien lo contrario y, de forma sorprendente, vemos la misma forma de mirar, los mismos temas, la misma sensibilidad.

Niña con muñeca.

La muerte, la Semana Santa, ceremonias religiosas o los carnavales, son temas recurrentes en la fotografía de Terré, con unas instantáneas que, como dice su hija Laura Terré “abre un gran abismo de interpretaciones entre nosotros y la realidad. No informa: inquieta. No cubre un hecho, no ilustra un acontecimiento; propone una ambivalencia del ser, sutil, contradictoria”.

Braga (1991)

Más que el acontecimiento en sí, que también, su protagonista principal son las personas, seres humanos miradas de una forma necesariamente subjetiva por el fotógrafo, en momentos y miradas hondas, profundas, muy en contacto con algo más, en escenas emotivas, cargadas de poesía, casi haikus fotográficos, delicados aunque destinados a perdurar.

De la serie Viudas del Mar.

Son seres humanos en ocasiones en actitudes banales, intrascendentes pero la forma en la que Terré nos los presenta, los deja desligados de la anécdota, del momento y nos lleva a caminos en los que lo ambiguo toma forma. Una ambigüedad y una poesía, que para nada rechazan el sentido del humor sino que conviven con él de forma armónica, de una forma tierna.

Feria de Lalín, Pontevedra (1961)

CristianT. Caujolle ha dejado escrito sobre la obra de Terré: “Este acercamiento directo, sensible, lírico y obsesionado por la forma construyó una visión negra de España, una visión atravesada por la mística, por un masoquismo en el que las miradas angelicales de los niños imponen dudas sobre la realidad.”

De la serie sobre la muerte.
“Sólo pretendo mostrar lo que hay de trascendente en el ser humano. No pretendo reflejar hechos ni formas individuales de sentir. Lo que busco es el espíritu del hombre, esa esencia fundamental que permanece en el tiempo y que está en todos los lugares”, dejó escrito el propio Terré en 2004.