Seguramente todos los aficionados al cine clásico dan, y damos, las gracias por el hecho de que en el camino de Mankiewicz que parecía ir dirigido hacia el mundo de la medicina, se cruzara el cine expresionista alemán que se empezó a gestar y luego a desarrollar, durante los años de entreguerras. Ese cruce de caminos nos permite hoy disfrutar de algunas grandes obras maestras del séptimo arte, como es esta Eva al desnudo.
Un clásico en estado puro en el que el director alemán traza un panorama absolutamente mordaz, sincero, despiadado de lo que ocurre fuera de las luces y de la magia del teatro, de lo que se esconde entre bambalinas, un mundo en el que conviven las traiciones, las puñaladas, y donde nadie es lo que parece ser.
La historia, basada en una real ocurrida en los años 40, se inicia con una actriz recibiendo un importante premio teatral, y a partir de ahí se inicia un largo flashback de la mano de un crítico teatral, al que da vida George Sanders quien conseguiría el Oscar al mejor secundario por ese papel, que es el encargado de ir dirigiendo la mirada del espectador para conocer cómo se ha llegado hasta ese punto en la historia.
Un relato en el que el protagonismo más importante recae en Bette Davis (Margo Channing), que encarna a una veterana actriz de 40 años que ve como tiene que interpretar a personajes más jóvenes que ella, y eso le lleva a reflexionar acerca de que su final como actriz principal está llegando a su fin, y Anne Baxter (Eve Harrington), una joven obsesionada con Margo, y que empieza siendo una “mosquita muerta” para ir mostrando progresivamente un estadio de maldad que la lleva a manipular a todo el que la rodea para lograr su objetivo, que no es otro que sustituir a Margo en las preferencias del público.
Sólo el cínico crítico teatral será capaz de atravesar la red de mentiras y falsedades que teje Eve, para llegar a descubrir a la auténtica persona que se esconde debajo de la actuación magistral que Eve hace todos los días lejos de los escenarios. La magnífica interpretación de Bette Davis y de Anne Baxter, las hizo competir por el Oscar a la mejor actriz, algo que finalmente no consiguió ninguna de las dos. Decir que la película consiguió ese año un total de 14 nominaciones, algo que sólo ha podido repetir Titanic, y Eva al desnudo se llevó finalmente seis estatuillas.
Los duelos interpretativos entre ambas contendientes principales, alcanzan momentos realmente sublimes, apoyadas en unos diálogos que se convierten en auténticos ejercicios de esgrima verbal, con momentos de mucha brillantez y frases de esas que no se olvidan.
Una historia sobre las miserias que se ocultan detrás de los oropeles del aplauso del público, de las luchas fratricidas, y de la complejidad psicológica a la que puede llegar el ser humano con tal de conseguir aquello que se propone, aunque eso suponga quedarse en soledad con la única compañía de la propia frialdad, de un cinismo que hace que, como dice el crítico teatral Addison, les convierte en personas a las que no se puede amar y que, al mismo tiempo, son incapaces de querer a nadie. Ese es el precio, y no es barato.