Dos son las noticias que, en mi opinión, vienen a oscurecer un poco más el difícil panorama que presenta el teatro asturiano. La primera es la constatación, después de ver el montaje titulado Lentas pero seguras, de que el grupo gijonés Higiénico Papel está atravesando una seria crisis creativa, después de los dos montajes anteriores igualmente fallidos como fueron Shower Power y King Richard.
Lentas pero seguras es el, hasta ahora, último montaje del grupo, en la que se pretende analizar "a la mujer contemporánea desde una perspectiva inteligente, crítica y constructiva. Un espectáculo amable, divertido y optimista", tal y como se dice en la sinopsis de la obra. Lo cierto es que visto el montaje y comentado con espectadoras contemporáneas, es francamente difícil reconocer en cualquiera de los tres estereotipos a la mujer de hoy.
Tres mujeres atrapadas en diferentes adicciones. Una (inevitable acordarse de Ana Obregón) adicta a la belleza, imagen del estereotipo de rubia de bote y la inteligencia ahogada en el tinte; la segunda, viuda y enganchada a la limpieza compulsiva del hogar; mientras que la tercera es una mujer empeñada en triunfar antes de los 30, que después de dos matrimonios descubre que es lesbiana (aunque lo mismo podría haber descubierto su afición al fútbol, por decir algo) y es adicta al trabajo.
Tres mujeres que se conocen haciendo deporte y entre carrera y carrera, se cuentan sus vidas. Tres actrices que salen al escenario a luchar contra los elementos de un texto que no logra interesar al espectador, aunque hay que reconocer que por momentos se consiguió despertar la risa de una parte del respetable que sigue encontrando gracioso el humor que se relaciona con el sexo, especialmente cuando aparece en escena un falo de plástico transportado en una bolsa de la cadena Mango, lo que facilita uno de los chistes más simples de la obra.
Se sigue un esquema que ya es marca de la casa del grupo, y que termina por hacerse muy visto, con aires de musical a ratos, eso sí con una adecuada selección musical, pero que no termina de encajar bien en el desarrollo de una historia que va con una deriva que no sabemos a donde conduce.
La situación que vive el teatro en una región pequeña como la nuestra, en la que el número de funciones que puede hacer cada grupo al cabo del año no da más que para malvivir, obliga a tener que estrenar prácticamente un montaje al año y eso va en claro detrimento de la calidad. Hay que trabajar muy rápido, sin pausas para tomarse una pausa para reflexionar sobre el propio trabajo, y sobre cual puede ser el camino a seguir, y ya se sabe que las prisas nunca son buenas consejeras y menos cuando estamos hablando de una faceta creativa. El teatro regional necesita que Higiénico Papel vuelva por sus fueros.
La otra mala noticia tiene que ver con la programación teatral que ha hecho pública la entidad bancaria Cajastur para los meses de septiembre, octubre y noviembre, en sus centros de Oviedo, Gijón, Avilés, Mieres, Langreo y Noreña.
El caso es que la Obra Social y Cultural de Cajastur se ha subido al carro de las representaciones de teatro en asturiano. En principio nada que objetar a que se utilice nuestra lengua para hacer teatro, pero sí que se use única y exclusivamente para levantar la fácil carcajada de un público que, por oscuras razones, parece encontrar tremendamente divertido que alguien hable en asturiano encima de un escenario. Para seguir con unas historias absolutamente rancias que se empeñan en hablar de una Asturias que ya no existe, con la que ya no nos identificamos la mayoría de los asturianos (afirmación que me pueden contrarrestar diciendo, y es verdad, que las representaciones en asturiano tienen un enorme éxito de público, pero sin tener en cuenta la avanzada edad del mismo). Una Asturias eminentemente rural, ganadera, atrasada, que se retrata con un romanticismo y unos tintes nostálgicos que poco tienen que ver con una realidad mucho más dura y difícil. El mensaje de fondo es que cualquier tiempo pasado fue mejor, cuando ya sabemos que eso no sólo no es verdad, sino que además es mentira.
Porque los grupos que en Asturias representan obras en asturiano, no ponen en pie algunas de los textos interesantes que están escritos en nuestra lengua, y la degradan dando a entender que es una lengua de campesinos y sólo apta para hablar del ganado, en una actitud que no le hace ningún favor ni al teatro ni a la lengua.
Así, Cajastur programa títulos totalmente prescindibles como Entós… ¿hay tratu?, Un besu por un quesu, Los amores de Ximielga, o De piescos y escayos; títulos suficientemente explícitos para necesitar más comentario. Junto a eso hay otros títulos que se desmarcan de esa tendencia (ni es teatro costumbrista, ni es en asturianoa) como El florido pensil, de Teatro Contraste de Villaviciosa, o Federico, del grupo Kumen, entre algún otro. En todos los casos se trata de grupos de teatro aficionado.
Esperemos que este no sea el principio del deslizamiento de esta entidad bancaria que, por otro lado organiza la programación cultural de teatro, música y cine, junto con el Ayuntamiento de Gijón, más interesante de Asturias, por los terrenos procelosos de un teatro sin interés y que ya no sirve para el siglo XXI, aparte de sus aspectos etnográficos.