Me entusiasmé cuando todos empezaron a decir que encerrados y solos no nos iba a quedar otra que encontrarnos con nosotros mismos. Primero, porque suena muy Casi Ángeles, obvio. Y segundo, porque creo que me vendría bien un par de revelaciones, de caída de fichas, de redescubrimientos propios y abrazos a mí misma al conocerlos. Es la oportunidad perfecta para saludar una parte nuestra que desconocíamos y enamorarnos de ella, y por ende, de nosotros. O cruzarnos con un fantasma del pasado y matarlo, o al menos divisarlo para salir a pelearle en algún momento.
Fichas. Postas. Verdades. Con dolor o con risas, pero resoluciones. Tiene sentido. Pero es mentira.
Es mentira porque estamos viviendo una irrealidad. Nunca viví otra cuarentena mundial, no cómo se siente que toda la sociedad tenga que encerrarse por un virus super contagioso. Nunca estuve tanto tiempo sola en casa. Nunca estuve tanto tiempo haciendo una misma cosa. No sé si estoy bien o mal. Sé que estoy. No sé cómo sería pasar una cuarentena "bien" ni cómo sería pasarla "mal". Nunca me pasó y nunca me lo imaginé. La paso. Tacho días. Estoy constantemente en una neutralidad casi asfixiante. Pero nada grave. Normal. Porque como dije, no sé cómo sería pasarla mal. Nomás me siento así: rara, desconocida, en una que jamás viví y probablemente jamás viva de vuelta.
No puedo concluir nada porque no tengo un contexto de normalidad para entender lo que me pasa o lo que siento. Todo huele a eso: a extrañeza, a que no tiene mucho sentido estar haciendo lo que estoy haciendo pero "no me queda otra". No le doy valor a casi nada de lo que siento o pienso, porque todo está bajo ese temple de singularidad y anormalidad. Creo, en cada idea o cada percepción, que nada de eso va a tener sentido cuando volvamos a la vida real. Como cuando pensás algo fumado que te parece brillante y unas horas después no le encontrás nada interesante.
Se me ocurre, tal vez, que la ficha va a caer el día que volvamos a la calle. Que estamos procesando muchas cosas sin poder apalabrarlas ni interpretarlas, pero que nos vamos a dar cuenta cuando todo esto se termine. Estoy ansiosa. No por triste, menos por demasiado feliz; más que nada por curiosa y aburrida. Porque si hay algo que estamos, es aburridos. Y nada mejor para un aburrido que un cambio de paradigma.