Resumen Primer Parcial Penal Cuneo Libarona
Resumen Primer Parcial Penal Cuneo Libarona
Resumen Primer Parcial Penal Cuneo Libarona
Teorías de la pena
Son ensayos elaborados por autores que deben legitimar o justificar la imposición de una pena y/o medida de
seguridad. Se necesita legitimar el discurso punitivista.
De esto surgen 3 interrogantes:
1. ¿Qué es la pena?
2. ¿Cuándo puede ser aplicada una pena o medida de seguridad?
3. ¿Cuánto es la medida de pena que se puede aplicar? Si es que puede ser medida.
La primera cuestión que debe abordar el estudio del derecho penal vigente, es la concerniente a la función de
las normas que lo integran. Se trata de responder a la pregunta: ¿para qué establece la sociedad organizada en
el Estado un conjunto de normas que amenazan con la aplicación de una pena la ejecución de determinadas
conductas? En este sentido, función del derecho penal y teorías de la pena tienen una estrecha relación: toda
teoría de la pena es una teoría de la función que debe cumplir el derecho penal.
El Estado es el único habilitado para la imposición de penas (tiene el monopolio) y lo hace a través de las
personas que habilita para eso, por ejemplo jueces, policías, sistema penitenciario, etc. Fuera de estas personas
no hay posibilidad de imponer una pena.
Pena: limitación a los derechos de una persona, imposición de un dolor/castigo. Por ej. La prisión limita la
libertad de circulación y la inhabilitación (que a veces se aplica en conjunto con la prisión) impide a una
persona ejercer su profesión.
La limitación de derechos persiste mientras persista la pena.
La pena siempre recae sobre un sujeto con capacidad plena, a diferencia de las medidas de seguridad que
recae sobre personas que no pueden responder penalmente, por ejemplo un sujeto incapaz.
La diferencia entre la pena y las medidas de seguridad es que la pena es determinada en el tiempo y una vez
que termina el juez no puede prorrogarla. Mientras que la medida de seguridad es indeterminada.
Función positiva del derecho penal: si no contrariamos la norma, ningún bien jurídico protegido por el
derecho penal se vería perjudicado.
Teorías absolutas
Los representantes de estas teorías son Kant y Hegel.
Esta teoría busca preservar y defender el valor justicia. La pena no persigue ninguna finalidad, solo debe
proteger y defender el orden jurídico, se aplica la pena para reafirmar el derecho.
Ve a la pena como retribucioncita: retribuir el mal causado al delincuente. Concebían a la pena como un
castigo para restablecer el orden jurídico, necesario para la vida en comunidad. Este castigo debe ser acorde a
la extensión del daño (principio de proporcionalidad).
El delito era la negación del derecho.
La pena era la negación del delito, la reafirmación del derecho como orden jurídico.
Esta teoría tiene como raíz la ley del talión (ojo por ojo, diente por diente), por lo que el castigo iba a tener
proporción con el mal causado.
Luego de un tiempo se comienza a pensar en el libre albedrio y en si la pena debe ser justificada o no.
Teoría neokantiana: tiene en cuenta que las personas tienen libre albedrio.
Se analiza si el sujeto había optado libremente realizar el delito o si fue coaccionado. Cuando el sujeto opta
libremente la pena seguía siendo retribucioncita.
La evolución de la teoría se ven en que en algunos casos no era legitimo imponer una pena, por ejemplo en
caso de enfermedades mentales.
Las teorías absolutistas quedaron en desuso porque ahora no hay nada que justifique un castigo, no se ve a las
penas como castigos. Surgen así las teorías de la prevención/teorías relativas de la pena.
Bacigalupo: La pena será legítima si es la retribución de una lesión cometida culpablemente. La lesión del
orden jurídico cometida libremente presupone un abuso de la libertad que es reprochable, y por lo tanto,
culpable. El fundamento de la pena será exclusivamente la justicia o la necesidad moral. Las teorías absolutas,
en consecuencia, legitiman la pena si ésta es justa. La pena necesaria, para estas teorías, será aquella que
produzca al autor un mal (una disminución de sus derechos) que compense el mal que él ha causado
libremente.
La utilidad de la pena queda totalmente fuera del fundamento jurídico de la misma. Sólo es legítima la pena
justa, aunque no sea útil. De la misma manera una pena útil, pero injusta, carecerá de legitimidad.
Teorías relativas
Tiene como fundamento que la pena debe ser una herramienta útil, si el Estado va a conservar para sí la
imposición de una pena y su legitimización, necesariamente debe ser con un criterio de utilidad.
Si la pena no es útil, no esta legitimada.
Estas teorías se dividen en: teorías relativas generales y teorías relativas especiales (que a su vez, ambas, se
dividen en positivas y negativas).
Teorías relativas generales: esta dirigida a la sociedad, no al delincuente. Legitiman la imposición de una
pena como una herramienta destinada a la sociedad en su conjunto. Busca un efecto psicológico en la
comunidad para evitar que se cometan ilícitos. Que los sujetos que no delinquen sepan que si lo hacen van a
haber consecuencias.
En esta teoría el delito no se cometió, tiene como fin inhibir los impulsos delictivos de autores potenciales
indeterminados.
o Positiva: tiene como argumento reforzar la confianza en la ley. Mantener la vigencia de la norma.
Con la pena que se le impone al sujeto infractor ocurre el restablecimiento de la norma vulnerada.
o Negativa: tiene como argumento generar temor en la comunidad para que entiendan que no deben
delinquir (coacción psicológica). Todavía el delito no se cometió, se genera temor para que no se
realice.
Esta teoría implica que los delitos que mas se cometen deben tener mayores penas, afectando el principio de
proporcionalidad.
Teorías relativas especiales: se enfoca en el individuo que cometió el delito.
Esta teoría tiene como fin obrar sobre el autor del delito cometido para que no reitere su hecho. La comisión
del delito revela en el autor la amenaza de futuras lesiones del orden jurídico, la pena debe servir para evitar
esos futuros delitos ya que el que se cometió no puede desparecer del mundo.
o Positiva: la pena debe ser parte de los programas de reinserción, reeducación y rehabilitación. Teoría
“re”.
Se enfoca en devolver al delincuente resocializado a la comunidad, por eso es una teoría relativa especial.
Cuando el sujeto comete un delito por primera vez, y la pena de ese delito es menor a 3 años, se le suspende el
juicio a prueba (también llamado probation). Mediante este, se le fijan una serie de pautas de conducta que
debe seguir: no cometer otro ilícito, trabajo comunitarios, participar en una ONG.
o Negativa: la utilidad es disuadir al delincuente de que vuelva a delinquir. Inoculizacion,
neutralización del sujeto, se le ponen penas altas para neutralizarlo.
Intenta bajar los niveles de reincidencia.
Teorías de la unión
Estas teorías tratan de combinar los principios legitimantes de las teorías absolutas y de las relativas en una
teoría unificadora. Por lo tanto, se trata de teorías que buscan justificar la persona en su capacidad para
reprimir (retribución) y prevenir (protección) al mismo tiempo.
Toma de las absolutas el restablecimiento del orden y de las relativas que la pena debe ser útil -a nivel
individual y general-.
La pena será legitima en la medida en que sea justa y útil.
En la actualidad, no hay ninguna teoría que resuelva todo en su conjunto.
Momentos de la pena:
1er momento: amenaza de la pena, se da la criminalización primaria (acto en virtud del cual se sanciona una
ley determinada).
2do momento: retribución, hay una proporcionalidad de la pena, se da la criminalización secundaria (es el acto
posterior en virtud del cual la ley termina siendo operativa).
3er momento: ejecución, resocialización.
La pena es un fenómeno complejo por estos 3 momentos.
Las acciones privadas son diferentes a la intimidad. No todo lo que se haga en la intimidad es una
acción privada.
El Estado no se puede inmiscuir en mi plan de vida, la persona es un fin en si mismo, la clave es la
trascendencia a terceros.
No se pena el consumo en sí, solamente el que afecta a terceros.
Conclusiones:
1. El principio de reserva establecido en el artículo 19 de la Constitución Nacional es un pilar
fundamental de nuestro sistema jurídico que garantiza el sistema de libertades de los habitantes de
nuestro país.
2. Consagra uno de los límites más significativos a la potestad punitiva del Estado, tanto en relación con
su poder de criminalización como con respecto a toda injerencia coactiva en general.
3. Un Estado liberal no puede ingresar en el ámbito privado de las personas ni establecer una moral o
forma de vida, sino que, por el contrario, debe garantizar un ámbito de libertad moral.
4. Por lo tanto, las acciones que son ejercicio de esa libertad quedan fuera del ámbito del Derecho Penal.
5. Desconocer estos principios y la vigencia de la garantía constitucional importa afectar las propias
bases del sistema constitucional.
Principio de culpabilidad:
El principio de culpabilidad excluye la legitimidad de toda pena que no tenga por presupuesto la culpabilidad
del autor y que exceda la gravedad equivalente a la misma. De esta manera, el principio de culpabilidad se
propone evitar que una persona pueda ser tenida por un medio para la realización de un fin, es decir, se
propone evitar la vulneración de la dignidad de la persona.
Solo es punible el autor si ha obrado culpablemente, la gravedad de la pena que se le aplique debe ser
equivalente a su culpabilidad.
La pena debe ser proporcional al hecho cometido.
Determina que la culpabilidad es un presupuesto y un límite de la pena, es decir, la gravedad de la pena que
se aplique al agente debe ser equivalente a su culpabilidad.
Este principio establece que sólo puede perseguirse y castigarse penalmente a quien intervino en la comisión
de un delito por un hecho propio, con dolo o culpa, y con una motivación racional normal.
Sin duda alguna, el principio de culpabilidad constituye un límite indispensable al poder punitivo estatal no
sólo para evitar cualquier castigo motivado en hechos de otros, en una responsabilidad puramente objetiva o
basada exclusivamente en las características personales del autor, sino también para no sobrepasar la medida o
grado del injusto cometido.
Por ello, el principio de culpabilidad limita el Derecho Penal a los hechos propios cometidos por un
ser racional culpablemente (con dolo o culpa), y establece el marco justo preciso y equitativo de la
pena
Principales arterias:
1. Personalidad de la pena. La pena es propia del sujeto que cometió el hecho, se me sanciona por el
hecho que yo cometí.
No se puede hacer responsable y castigar al sujeto por un hecho ajeno. Nadie puede ser penado por el hecho
de otro, solo se puede penar el hecho propio.
Este principio limita la responsabilidad penal. Solo se puede castigar a quien actuó en el hecho punible
como autor (o coautor), cómplice, inductor o encubridor.
2. Derecho penal de acto. Se penan hechos, el derecho penal llega tarde, pena hechos que ya ocurrieron.
No castiga actitudes peligrosas o formas de ser, esto seria propio de un Estado autoritario. El
derecho penal de autor no es válido
El Derecho Penal sólo debe castigar, para ser legítimo, actos del hombre, es decir, la acción (movimiento
corporal dependiente de la voluntad que produce un cambio en el mundo exterior) y no autores
(personalidades peligrosas o formas de ser).
No se persigue ni pena la conducción, modo o forma de vida del autor. Sólo se penan hechos realizados, no
una supuesta peligrosidad del autor.
3. Responsabilidad a titulo de dolo o culpa. El sujeto crea un riesgo jurídicamente desaprobado con dolo
o con culpa. En el derecho penal no hay responsabilidad objetiva, como si lo hay en el derecho civil.
Ningún hecho o comportamiento humano es valorado como una acción pura, por ello, se exige siempre que
exista un elemento subjetivo, que integre precisamente el tipo subjetivo, conformado por el dolo o la
imprudencia.
4. Imputación personal. La persona debe ser capaz de captar la norma, tiene que saber que esta llevando
adelante un ilícito penal. Por ejemplo, los menores de 16 años son inimputables.
Por este principio no se puede castigar al autor de un hecho típico y antijurídico que no revista condición de
imputable (son inimputables los enfermos mentales y los menores de edad) o cuando se esté en presencia de
una causa de exculpación que excluya la culpabilidad.
Sólo se puede castigar a quien pudo conocer la antijuridicidad de su hecho, si pudo comprenderla y si pudo
comportarse de acuerdo con esa comprensión.
5. No es admisible que haya pena sin culpa. La culpabilidad es el presupuesto y fundamento de la pena.
El principio de culpabilidad determina los límites de la legitimidad de la pena aplicable al autor concreto. Se
trata de la cuestión de la proporcionalidad entre la gravedad de la pena y la gravedad del reproche. Dentro del
marco penal legalmente determinado, los tribunales deben fijar la pena en un punto que resulta adecuado a la
gravedad de la culpabilidad, es decir, de la reprochabilidad del autor.
El principio de culpabilidad no se encuentra expresamente establecido en la CN.
Se considera que emerge de los principios de legalidad e inocencia previstos en el art. 18 (en concordancia
con los pactos internacionales), y del principio general de dignidad humana, porque exige y ofrece al
individuo la posibilidad de evitar la pena comportándose conforme al Derecho, lo cual guarda estrecha
relación con la seguridad jurídica porque el ciudadano debe poder confiar en que dirigiendo su actuación en el
sentido que dictan las normas jurídicas no va a ser castigado
Fallo Bramajo:
Principio de Legalidad:
No tiene un origen cierto/conocido:
o Se lo llama el hijo de la ilustración.
Resultado de la lucha burguesa contra las monarquías absolutas. El monarca tenia el poder absoluto, es por
esta razón que la burguesía se revela contra este poder y exige garantías y seguridad jurídica. Se recorta el
poder absoluto del rey por imperio de la ley.
o También se lo llama el hijo de la revolución francesa.
Esta revolución tuvo por objetivo instaurar una republica basada en la división de poderes, y la independencia
de los mismos.
El principio de legalidad junto con el de reserva son los pilares que sustentan el estado de derecho. Son pilares
ineludibles, no puede existir uno sin el otro.
Ambos principios están consagrados en la CN: el principio de legalidad en el art. 18 y el principio de reserva
en el art. 19. Del art. 19 también deriva el principio de culpabilidad y el de proporcionalidad.
Del art. 18 se desprende el resto de los principios en materia penal. Avasallar el principio de legalidad seria
atentar contra el Estado de derecho.
Art. 18. – Ningún habitante de la nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho
del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los jueces designados por la ley antes del
hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden
escrita de autoridad competente. Es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos. El
domicilio es inviolable, como también la correspondencia epistolar y los papeles privados; y una ley
determinará en qué casos y con que justificativos podrá procederse a su allanamiento y ocupación. Quedan
abolidos para siempre la pena de muerte por causas políticas, toda especie de tormento y los azotes. Las
cárceles de la nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas,
y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará
responsable al juez que la autorice.
Sin una ley que lo haya declarado previamente punible, ningún hecho puede merecer una pena
del derecho penal.
Ninguna sentencia condenatoria se puede dictar aplicando una pena que no este fundada en una ley previa, es
decir, una ley en la que el hecho imputado al autor sea amenazado con una pena.
Pactos internacionales donde se encuentra el principio de legalidad:
Este principio rige en materia probatoria, pero también en cualquier circunstancia donde haya duda, siempre
hay que estar a favor del acusado.
o La negación a declarar no puede ser tomado como presunción en su contra. Las presunciones siempre
deben ser a favor, nunca en contra del acusado.
Principio de insignificancia:
Surge de la interpretación de la última parte del art. 19, que habla de proporcionalidad y de lesividad.
La aplicación del derecho penal debe ser de ultima ratio (la ultima instancia).
Para los casos en donde la afectación del bien jurídico es mínima/insignificante es que sea este principio.
Art. 274 C.P: Obliga y sanciona al funcionario publico que no persigue las investigaciones.
Este art. es antagónico al principio de insignificancia. ¿Cuándo hay situaciones que revisten insignificancia,
que solución encontró la ley? El art. 59 del C.P
Si bien el art. 274 dice que los funcionarios deben investigar, esta la posibilidad de extinguir la acción penal
(no proceder), mediante el art. 59.
Son hechos que no justifican la imposición de una pena. Pero estos hechos dependen de los códigos
procedimentales, cada uno de ellos va a determinar en que situaciones se puede extinguir la acción penal.
Principio de lesividad: deriva del art. 19.
Establece que si no hay lesión o afectación a un bien jurídico (la vida, delitos contra las personas), el derecho
penal no va a intervenir.
“ni perjudiquen a terceros”, acá es donde se establece el principio.
Acción
Teorías:
o Causalista.
Para los partidarios del causalismo, la acción debia ser atendida como un movimiento corporal dependiente de
la voluntad, que produce un determinado resultado, es decir, un cambio en el mundo exterior.
Su denominación se debe a que concebían a la acción humana en su función causal, sin tener en cuenta la
finalidad de la acción.
Sin embargo, esta teoría no era capaz de explicar la omisión.
o Finalista.
Para el finalismo, la acción humana no se caracteriza solo por ser un proceso causalmente dependiente de la
voluntad, ya que corresponde a su esencia ser un ejercicio de actividad final. Este modelo es el sustituyo a la
doctrina de la acción causal.
La divergencia entre estas dos gira en torno a la determinación del elemento hacia el cual se dirige la voluntad
del autor. Mientras que para el causalismo era suficiente considerar que la voluntad del agente estaba referida
al mero movimiento corporal, el finalismo entendió que no podía prescindirse de un dato de la realidad: la
voluntad esta dirigida a la obtención del resultado.
Así, el causalismo limitó la importancia del concepto de acción a la causación del resultado. El finalismo en
cambio, tuvo en cuenta que la dirección del comportamiento esta orientada a obtener una determinada
finalidad.
El problema de la teoría finalista es que no puede explicar los delitos culposos, la imprudencia.
o Social.
Con el objetivo de superar la polémica de la teoría finalista, se propuso adoptar un concepto social de acción,
según el cual se debe condicionar la relevancia de un suceso a que hubiera podido ser conducido de acuerdo
con la finalidad del autor, apreciando que ello permitiría definir la acción como una conducta humana
socialmente relevante. Sin embargo, lo que permite apreciar un comportamiento socialmente relevante es su
cualidad de poder ser subsumido en un tipo penal.
Según esta teoría, la acción puede consistir tanto en el ejercicio de una actividad final, según postulado por los
finalistas, como en la causación de determinadas consecuencias (de acuerdo con los causalistas), en la medida
en la que el suceso hubiera podido ser conducido de acuerdo con la finalidad del autor.
Acción: movimiento corporal voluntario guiado por una finalidad que modifique el
mundo exterior.
Hay acción cuando lo que se verifica es un comportamiento exterior evitable. La única cualidad que debe
tener la acción para tener relevancia penal es la evitabilidad, ya que: a) tiene relevancia penal el
comportamiento de quien al descender del tren empuja a otro causándole lesiones, b) no ocurre lo mismo
cuando una avalancha arrastra a una persona que desciende del tren, proyectándola contra otro, quien sufre
lesiones.
Solo una conducta evitable expresa el sentido social que le interesa al derecho penal.
Los comportamientos penalmente relevantes pueden corresponder a determinadas formas básicas, como:
a) La acción, cuando el sujeto interviene procurando modificar una situación de hecho, para producir un
resultado valorado negativamente por el derecho; y
b) La omisión, cuando falta la voluntad de modificar, porque el acontecer por si mismo desembocará en
el resultado deseado, supuesto en el cual se ha ordenado actuar para impedirlo.
Esta acción, para que sea penalmente relevante, debe tener como resultado la total realización de un tipo
penal. Para decir que no hubo acción se debe descartar la voluntad, seria un movimiento corporal
involuntario.
Causas de exclusión de la acción:
Para decir que no hubo acción deben ocurrir alguno de los siguientes supuestos:
Actos reflejo
Los actos reflejos son movimientos puramente biológicos cumplidos por el cuerpo humano, sin
participación alguna de los centros superiores del cerebro (voluntad). El resultado producido no es
consecuencia del psiquismo del autor.
Así, por ejemplo, se trata de supuestos de exclusión de la acción por inevitabilidad, cuando se causan daños
que son consecuencia del movimiento corporal generado por un estornudo o por las convulsiones de un
epiléptico.
Los movimientos reflejos deben ser distinguidos de los actos instintivos, impulsivos y habituales, ya que en
estos hay participación de la psiquis. Este tipo de comportamientos pueden requerir investigaciones tendientes
a establecer la imputabilidad o culpabilidad del autor, pero no son casos de exclusión de la acción.
Leyes intermedias favorables: a los efectos de considerar que ley es mas favorable debe tenerse en cuenta
también la ley intermedia.
Se denomina así a la que entra en vigencia después de la comisión del hecho, pero es modificada nuevamente
antes de la sentencia definitiva de ultima instancia por otra ley más rigurosa.
Si la ley intermedia resulta mas favorable que la vigente en el momento de la comisión del delito habrá que
aplicarla aunque haya dejado de regir en el momento de la sentencia definitiva.
Excepción de la excepción: ultractividad
En estos casos, la ley vigente al tiempo de la comisión del delito, y posteriormente sustituida por otra mas
gravosa, sigue rigiendo para la regulación del hecho aun después de su derogación.
Acá también, lo determinante para seguir aplicando la ley derogada es su naturaleza más benigna.
Este principio adquiere singular relevancia en materia de leyes temporales y excepcionales.
Leyes temporales -> se caracterizan por tener fijado de antemano el tiempo de su vigencia.
Leyes excepcionales -> hacen depender su imperatividad de la subsistencia de situaciones que por su
naturaleza son temporales o transitorias.
Estas leyes son dictadas por lo general para reforzar, en situaciones de excepción, la protección de ciertos
bienes jurídicos y, por lo tanto, contemplan incriminaciones o aumentos de pena excepcionales. En la medida
en que perderán vigencia a plazo fijo, es obligatorio el paso a otras reglas mas favorables, por lo que su
capacidad intimidatoria se vería anulada o seriamente afectada.
Es por esto que se sostiene la exclusión de la aplicación del principio de retroactividad de la ley mas
favorable, afirmando la ultractividad de las leyes temporales.
En el caso de las leyes transitorias o excepcionales, su derogación se debe a que ha desaparecido la situación
de necesidad, pero permanece inalterada la reprobación del hecho cometido durante su vigencia. Como son
creadas para regular situaciones de emergencia (como terremotos, inundaciones), resulta lógico que las
mismas se apliquen aun después de su derogación a los hechos ocurridos durante su vigencia.
Validez espacial
El problema básico que debe tratarse consiste en determinar a que hechos deben aplicarse las normas penales,
lo que en principio debe resolver cada estado, ya que tiene soberanía para decidir los limites de su propio
poder punitivo.
Para determinar el ámbito en que las leyes son aplicables rige como pauta general el principio de
territorialidad, según el cual la ley penal de un estado se aplica a los hechos punibles cometidos dentro de su
territorio, sin considerar la nacionalidad del autor.
Cuando el responsable de un delito viaja al extranjero luego de la comisión del hechos, se aplica el
procedimiento de extradición, sistema normativo que permite el enjuiciamiento y la aplicación del derecho
penal de un estado a un sujeto que esta materialmente bajo la autoridad de otro.
Principio de territorialidad:
La consecuencia es que la ley penal se aplica al autor del hecho, sin importar su condición de nacional o
extranjero, domiciliado o transeúnte, ya que lo determinante es que el delito se haya cometido en el territorio
de la Nación. El principio territorial recogido por la norma, encuentra fundamento en que todas las personas
deben respetar la ley del estado en que se encuentran.
Extraterritorialidad
Cuando el principio de territorialidad resulta insuficiente para un adecuado resguardo de los bienes jurídicos
situados en el país, se predica la necesidad de recurrir a la aplicación extraterritorial de la ley penal, supuesto
en el que se justifica la aplicación de la ley penal a hechos ocurridos fuera del territorio del estado, en función
de los principios:1) real o de defensa; 2) nacionalidad o personalidad; 3) universal.
1) Real o de defensa: este principio afirma la aplicación de la ley del Estado a hechos cometidos fuera
del territorio nacional pero que se dirigen a bienes jurídicos que se encuentran en él.
Básicamente se considera que este principio se refiere a la protección de bienes jurídicos del propio Estado y
que afectan a su integridad como tal (delitos de alteración del orden público, traición a la patria, moneda y de
documentos nacionales, etcétera). Si, por el contrario, el hecho cometido en el extranjero, es decir, fuera del
territorio del Estado, se dirige contra bienes jurídicos individuales que merecen la protección del derecho
penal nacional, la extensión de su aplicación se justifica sobre la base del principio de la nacionalidad
(principio pasivo de la nacionalidad).
2) Nacionalidad o personalidad: Es el principio que justifica la aplicación de la ley penal a hechos
cometidos fuera del territorio del Estado en función de la nacionalidad del autor o del titular del bien
jurídico lesionado o puesto en peligro por el delito.
La idea fundamental del principio en su aspecto activo es la obediencia exigida al súbdito de un Estado
respecto de la legislación de éste, cualquiera sea el lugar en que se encuentre. Por lo general, el principio de la
nacionalidad o personalidad tiene en la actualidad una vigencia muy reducida.
3) Universal: Este principio fundamenta la aplicación del derecho de cualquier Estado
independientemente del lugar de comisión y de la nacionalidad del autor.
Sin embargo, en el derecho internacional no se lo reconoce con esta extensión. La aplicación de la propia ley a
hechos cometidos por extranjeros fuera del propio territorio depende de que los hechos que entran en
consideración afecten "bienes culturales supranacionales cuya protección interesa a todos los Estados en
común" o "cuyos autores sean peligrosos para todos los Estados civilizados, sea por la finalidad perseguida
como por la forma de ejecución".
Ambas caracterizaciones difieren en que la primera pone el acento en el bien jurídico protegido, mientras la
segunda lo hace en la peligrosidad del autor. Se trata de concepciones distintas del derecho penal: una que
protege bienes jurídicos amenazando con la sanción penal y otra que los protege sancionando a los autores
peligrosos. Ambos puntos de vista fundamentan este principio de la solidaridad de los Estados en la lucha
contra el delito.
Este principio encuentra en la práctica dificultades en lo referente al límite de no intervención de un Estado en
las cuestiones interiores de otro.
La influencia del finalismo determino una evolución ulterior, en la que se dejaron de lado los anteriores
puntos de vista, afirmándose que la tipicidad es indiciaria respecto respecto de la antijuricidad, ósea que
cuando la acción se subsume en un tipo lo mas probable es que sea contraria a derecho.
Así, la afirmación de tipicidad establece para la acción subsumida la presunción de que es un acto ilícito.
Establecido que un hecho es típico, ello se traduce en una valoración negativa provisoria, que solo cede
cuando concurre alguna causa de justificación.
En estas condiciones, la tipicidad y antijuridicidad no son equivalentes. Considera que la tipicidad es un
indicio de la antijuridicidad.
Por fuera de estas tres teorías surge una teoría aparte, realizada por Zaffaroni:
Teoría de la tipicidad conglobante:
Existen comportamientos que tradicionalmente han sido entendidos como realizaciones justificadas de un
tipo, que a juicio de Zaffaroni, deben ser consideradas como casos de exclusión de la tipicidad. El autor
mencionado, procura reducir el poder punitivo mediante la incorporación dogmática de la tipicidad
conglobante, categoría a la que adjudica la función de verificar la existencia de un conflicto definido como
una lesividad objetivamente imputable a un agente.
La constelación de casos en la que predica que no se verifica la concurrencia de tipicidad conglobante incluye:
1. La ausencia de afectación del bien jurídico o los supuestos en los que no es significativa.
2. Casos de sujetos que obraron en cumplimiento de un deber.
3. Comportamientos que encuadran objetivamente en el modelo de acciones que el derecho fomenta.
4. Supuestos en que existe acuerdo o asunción del riego por parte del sujeto pasivo.
5. Resultados que no exceden el marco de realización de un riego permitido.
Por ello, “cuando a partir de un tipo se llega a una norma que aparece prohibiendo hacer lo que otro prohíbe
omitir, es claro que existe una aparente contradicción que debe resolverse mediante la interpretación
adecuada de ambas normas para establecer cual prevalece”.
Así, la tipicidad conglobada no deriva solo de la mera adecuación formal, porque pueden existir normas que
ordenan o fomentan la realización de un deber o comportamientos. Por ello, lo que se propone es una
consideración conglobada de la tipicidad, para tomar en cuenta el conjunto del orden jurídico, y así determinar
cuándo una acción legalmente típica es también personalmente típica, por suponer una desobediencia a la
orden legislativa.
Se ofrece, entonces, una solución con la que se pretende superar contradicciones, argumentando que no es
posible admitir que la misma conducta este a la vez prohibida y ordenada por el mismo orden jurídico.
El derecho debe analizarse en todo su conjunto de manera conglobada (en conjunto) no puede analizase por
separado el derecho penal sino conglobada con todo el derecho. El derecho penal tiene como función
sancionar y que si bien existen normas que sancionan conductas (tipos penales) estas normas coexisten con
otras normas que permiten esas mismas conductas. Tenemos normas que no permiten y otras que permiten
algunas acciones entonces se crea un conflicto.
Se llama conglobante esta teoría porque analiza las conductas prohibidas dentro del campo de todo el orden
jurídico.
Lo que dijo la profe en clase: socialmente no es lo mismo decir que una conducta es atípica, que decir que es
típica pero no antijuridica.
Hay ciertos casos donde una norma prohíbe hacer una conducta y otra donde se obliga a realizar la conducta.
Una norma general prohíbe y una norma particular (por ejemplo, orden de un juez) obliga.
Son denominados tipos cerrados a aquellos en los cuales el comportamiento prohibido esta descripto en
forma total y exhaustiva por medio de elementos objetivos. En estos supuestos
la labor judicial de subsumir la conducta de un sujeto a un tipo penal resulta sencilla. La tarea se agota en una
comparación destinada a verificar si existe o no coincidencia entre lo que el tipo penal prevé y aquellos que el
sujeto hizo.
Son denominados tipos abiertos a aquellos en los que la materia de prohibición no es exhaustiva, porque
comprende comportamientos en los cuales la infracción a la norma no esta expresada con suficiente precisión.
Esto es lo que sucede, por ejemplo, con el delito de amenazas, por el que se reprime al que “hiciere uso de
amenazas para alarmar o amedrentar a una o mas personas” (art. 149 bis)
Un tipo abierto le exige al juez una tarea mas compleja que los cerrados, ya que no resulta suficiente con la
comparación de lo que hizo el autor con lo que dice la norma. En los tipos abiertos el juez debe complementar
la prohibición, estableciendo en cada caso concreto si la acción analizada estaba o no prohibida por la norma.
o Tipos penales básicos y dependientes.
Recibe el nombre de tipo “básico” cuando está destinado a dar protección a un determinado bien jurídico y
su comisión corresponde a una determinada escala de punibilidad, de la que se deduce la jerarquía que el
bien protegido tiene para el orden jurídico. Por ejemplo, el homicidio simple del art 79 CP, este tipo básico
protege la vida humana, el comportamiento prohibido es “matar a otro” y la escala es de ocho a veinticinco
años de prisión.
Partiendo de la existencia de tipos básicos, el legislador prevé tipos dependientes que otorgan protección al
mismo bien jurídico, reproduciendo el comportamiento prohibido, pero agregándole una característica
especial.
Por ejemplo: 1) el homicidio cometido por precio o por promesa remuneratoria, cuya pena es reclusión o
prisión perpetua (art. 80 inc. 3), y 2) el que “matare a otro, encontrándose en estado de emoción violenta y que
las circunstancias hicieron excusable”, a quien debe imponer reclusión de tres a seis años o prisión de uno a
tres años (art. 81, inc. 1).
La circunstancia/característica especial puede ser atenuante o agravante de la pena:
Atenuante: son los tipos que añaden una característica que produce una disminución de la escala del
tipo básico.
La emoción violenta, en las circunstancias previstas en la norma es un atenuante del homicidio, cuyo efecto es
que la punibilidad disminuya a una escala de reclusión de 3 a 6 años, o prisión de 1 a 3 años.
Agravante: son aquellos en los cuales la característica que se añade al supuesto básico recibe el
nombre de agravante y fundamenta un aumento de la escala de punibilidad.
Así, que la acción de matar haya sido cometida por precio o promesa remuneratoria es un agravante de
homicidio, que fundamenta la imposición de una pena de reclusión o prisión perpetua.
o Delitos de resultado y de pura actividad.
Los tipos de resultado son aquellos cuya estructura comprende una acción y una resultado material (externo),
que están vinculados por un nexo, como sucede por ejemplo, con el homicidio, pues además de la acción, el
tipo requiere la muerte de la victima (art. 79)
El autor de este delito se propone un fin y busca un resultado, que puede producirse o no. Si el resultado se
produce se dice que el delito esta consumado, si no se consigue -se frustra- es un delito tentado.
Estos, a su vez, se dividen en instantáneos y permanentes:
-instantáneos: sujeto consume el hecho en el momento, por ejemplo homicidio.
-permanente: se consume el delito y los resultados se prolongan en el tiempo, a voluntad del autor, por
ejemplo, privación ilegal de la libertad.
Los tipos de pura actividad son aquellos en donde el delito queda consumado por la simple acción
desarrollada por el autor, como por ejemplo sucede con el delito de falso testimonio. En estos no hay
posibilidad de tentativa.
o Tipos de lesión y de peligro.
Los tipos de lesión son aquellos en donde la consumación supone la lesión del bien jurídico protegido, como
el homicidio que requiere de la muerte de la victima.
Los tipos de peligro solo exigen que el bien jurídico haya sido puesto en peligro, pudiendo presentarse dos
modalidades:
1) El peligro puede ser concreto, cuando el bien debe correr un peligro real, como sucede con el
abandono de personas.
El bien jurídico no fue dañado, sino que corrió peligro.
2) Peligro abstracto: cuando el tipo describe una conducta que por su sola comisión representa un
peligro, como en el caso del delito de envenenar o adulterar aguas u otras sustancias.
o Por las características requeridas para ser autor: tipos comunes y tipos especiales.
Los comunes son aquellos que pueden ser cometidos por cualquier persona, como es el caso de los delitos
de homicidio, hurto, estafa, y la gran mayoría de los contenidos en la parte especial del código penal.
Los especiales son aquellos que exigen una determinada calidad en el autor, por lo que no pueden ser
realizados por cualquier persona, debiéndose distinguir entre: 1) los tipos especiales propios, como la
malversación de caudales públicos, cuya comisión exige la calidad de funcionario; 2) tipos especiales
impropios, en lo que la calidad especial del autor no es requisito del tipo básico, pero opera como agravante,
como sucede con el delito parricidio.
o Delitos de acuerdo a la cantidad de bienes protegidos: tipos simples y compuestos.
Un tipo simple es cuando tutela un solo bien jurídico, como por ejemplo el homicidio que protege la vida
humana.
Son tipos compuestos los que están destinados a dar protección a más de un bien jurídico, por ejemplo el
delito de extorsión.
Elementos que componen el tipo penal:
Permanentes:
Sujeto activo.
Es la persona que realiza la conducta prevista en el tipo, aunque es preciso aclarar que la imputación de
autoría en la comisión de un hecho punible no requiere que el sujeto lo haya ejecutado en propia mano, ya que
se puede ser autor sin necesidad de realizar personalmente la acción típica, como sucede cuando el sujeto
activo utiliza otra persona a la que convierte en mero instrumento.
Sujeto pasivo.
Es el titular del bien jurídico tutelado por la norma penal, debe aclararse que en algunas ocasiones el sujeto
contra el que se dirige la acción típica no coincide con la víctima del delito. Por ejemplo, cuando el autor
consuma una estafa logrando que el cajero de un negocio le entregue una suma de dinero mediante engaños, la
acción fue dirigida contra el cajero, pero el sujeto pasivo (la victima) es el dueño del negocio porque es quien
sufre el perjuicio patrimonial.
Acción.
Es el comportamiento típico, habitualmente descripto mediante un verbo, por ejemplo matar, apoderarse,
despojar, destruir, etc.
La acción debe tener un nexo de causalidad (o de imputación) con el resultado.
Ocasionales:
Descriptivos.
Los elementos descriptivos son aquellos cuya percepción se puede realizar a través de los sentidos, sin
necesidad de ninguna valoración.
La percepción puede ser en el objeto, el medio (medios utilizados para cometer el delito, por ejemplo veneno),
el lugar (por ejemplo un lugar despoblado), o el momento.
Normativos.
Los elementos normativos no pueden ser captados por los sentidos, ya que exigen una valoración jurídica,
como por ejemplo el delito de hurto, cuyo tipo exige que el objeto del apoderamiento sea una cosa mueble
ajena.
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Elementos de la acción
Para que haya acción hay que verificar las siguientes cosas:
1.º Que haya un resultado.
Un cambio en el mundo exterior.
Lo que caracteriza a un delito doloso es que el resultado producido coincide con la finalidad del autor. En el
delito culposo, la imputación se formula en razón de que el resultado, no querido por el autor, fue
consecuencia de su falta de cuidado.
2.º Cuál es la finalidad.
3.º Que sea voluntaria.
No hay acción si el movimiento corporal no fue voluntario.
4.º Que haya sido evitable.
Es evitable aquella acción en donde el sujeto tenia una alternativa de comportamiento, lo tendría que haber
podido evitar.
Estos elementos son la faz positiva de la acción.
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Para enlazar la tipicidad con la acción, primero hay que verificar que exista una relación de causalidad entre
la acción y el resultado. Se debe comprobar, no solo la realización de la acción, sino también la producción de
un resultado lesivo y la existencia de una relación especifica entre este y la acción (imputación objetiva).
La tipicidad requiere la comprobación de que el resultado típico se encuentra en una relación con la
acción.
Las teorías clásicas afirmaron que la relación que permite considerar un resultado ocurrido como producto de
la acción es una relación de causalidad, es decir, una relación de causa-efecto idéntica a la de los sucesos de
la naturaleza.
Puede afirmarse que la causalidad establece un límite mínimo de la responsabilidad, pero no toda causalidad
implica responsabilidad.
La causalidad requiere una limitación: entre los comportamientos causales de un resultado típico solo algunos
culminan en la responsabilidad penal.
Teorías de la causalidad:
o Teoría de la equivalencia de condiciones.
Esta teoría afirma que todas las condiciones que tuvieron implicancia en el resultado, tienen equivalente e
idéntica calidad causal.
Por ejemplo, la causa del resultado de muerte de la victima es tanto la acción que le produjo una lesión leve
como el incendio del hospital en el que murió mientras se hacía curar.
Sin embargo, esta teoría tiene dificultades para separar, como irrelevantes, las contribuciones al hecho que
están muy alejadas del momento de la acción. El problema es que lleva los resultados al infinito.
o Teoría de la causalidad adecuada.
Esta teoría es el intento de neutralizar la amplitud de resultados a que conduce la teoría de la equivalencia de
condiciones.
Para esta teoría no toda condición es causa, en el sentido del derecho penal, sino solamente aquellas que, de
acuerdo con la experiencia general, habitualmente producen el resultado.
Imputación objetiva:
La teoría de la imputación objetiva no busca encontrar una vinculación física entre una acción y un resultado,
sino que desarrolla un conjunto de criterios que legitiman la imputación de la acción al tipo penal y el
resultado a la cuenta del autor.
Su punto de partida es el reemplazo de la relación de causalidad, como único fundamento de la relación entre
la acción y el resultado, por otra relación elaborada sobre la base de consideraciones jurídicas.
En este marco, la verificación de la causalidad es un mínimo de imputación necesaria, que no es suficiente
para la atribución del resultado.
Etapas del juicio de imputación:
En la teoría de la imputación objetiva se trata de definir los criterios normativos bajo los cuales es legítimo
imputar una acción riesgosa o un resultado lesivo a alguien como si fuera su obra.
Es por esto que se pueden establecer 3 dimensiones del juicio de imputación.
1.º Se trata de saber si una acción posee en si misma aquellas características que la transforman en
típicamente relevante.
Es decir, se busca establecer si la acción ha generado un riesgo jurídico-penalmente relevante. Para esto será
necesario definir la relación entre el comportamiento y el riesgo jurídicamente considerado.
Para este juicio el interprete formulara la siguiente pregunta:
¿La acción ha creado un riesgo? Para que la acción cree un riesgo debe:
a) Debe crear un riesgo jurídico-penalmente relevante. Si no hay riesgo el análisis se termina.
b) Aumentar el riesgo latente. Existen situaciones en las cuales se generan riesgos, pero tienen como
fin disminuir uno mayor (por ejemplo, el cirujano que debe operar).
Es por esto que este requisito radica en que la acción que creo un riesgo haya aumentado el riesgo latente.
Disminución del riesgo: el autor obra causalmente respecto de un resultado realmente ocurrido, pero evitando
a la vez la producción de un resultado mayor. Por ejemplo, A desvía un vagón que, de seguir su trayectoria,
podría matar a varios trabajadores; como consecuencia del desvío del vagón se estrella contra varios autos a
los que produce considerables daños.
El resultado de daño no es imputable al que ha creado el riesgo menor que el originariamente amenazante.
No se debe introducir un nuevo riesgo, si se sustituye el riesgo inicial se crea un riego autónomo, y por lo
tanto no hay disminución del riesgo.
c) Exceder el riesgo permitido. Hay acciones que crean y aumentan riesgos pero, sin embargo, son
permitidas, ya sea por razones de costo-beneficio o de utilidad social (beneficio social). La acción
entonces debe exceder el riesgo jurídicamente permitido.
Riesgo permitido: la acción que no supera el limite de riesgo permitido es una acción atípica.
Son riesgos que una sociedad tolera porque los considera necesarios para su desarrollo social. En ocasiones,
el riesgo permitido esta normativamente regulado, como por ejemplo, las reglas legales sobre circulación de
vehículos, las referidas a la seguridad en el trabajo, etc.
Al darse estos tres requisitos (a, b y c), la acción es jurídicamente relevante, crea un riesgo jurídicamente
desaprobado.
2.º Atribución normativa del resultado a la acción riesgosa.
Prohibición de regreso:
De acuerdo a este concepto, no le es imputable un resultado a la primera acción cuando este se produce luego
de una segunda acción que explica en su totalidad la producción del daño, más allá de que exista una conexión
causal entre la primera acción y la lesión del bien jurídico.
Por ejemplo, esto se daría si un automovilista atropella a un peatón causándole una lesión leve. El peatón
muere en la ambulancia luego de que esta viajo diez horas sin llegar a destino, olvidándose de que llevaban a
un paciente que se desangraba.
Según la prohibición de regreso, solo puede haber imputación en la medida en que el sujeto ha dominado
aquel segmento del proceso lesivo que se encuentra en la base ilícita del reproche. Cuando ese dominio pasa
a manos de la propia victima o de un tercero, ya no puede haber imputación al autor de allí para adelante. El
dominio del hecho no solo se funda en el control físico del suceso lesivo, sino que puede perderse también
por la carencia del dominio informativo. Dominio implica superioridad física o informativa.
Bacigalupo: la prohibición de regreso es un criterio para limitar la imputación de un resultado a ciertos
comportamientos que pueden haber resultado causales, pero que están fuera del interés del derecho penal.
Inicialmente se sostuvo que “no son causas las condiciones previas de una condición”. Ahora se trata de
excluir la imputación en aquellos casos en los que la causa ha sido puesta por alguien que no tiene por que
responder por el resultado que produce directamente un tercero o que es imputable a la propia víctima.
La imputación solo alcanza a quien es garante de la evitación del resultado.
Por ejemplo: el vendedor legalmente autorizado de armas que vende al autor el revólver con el cual éste mata
a otro pone una condición del resultado sin la cual éste no se habría producido (por lo tanto, es causa del
mismo). Sin embargo, en la medida en la que no le incumbía custodiar que los compradores de las armas, para
cuya venta está autorizado, no cometan con ellos delitos, no es garante y no cabe la imputación del resultado
directamente ocasionado por el tercero.
Lo que dijo el profe en clase: alguien hace un aporte causal, pero hay que ver si estaba cumpliendo su rol en
la sociedad. Si es una conducta inocua, accesible (en cualquier momento), “socialmente aceptada”, no vamos
a poder hablar de que contribuyo y es relevante penalmente su accionar, por mas de que sea palmario/vidente
que se va a cometer un delito.
Esto se rompe cuando hay una reconfiguración/adaptación de su rol a la actuación de los delincuentes.
Competencia de la víctima:
Existen situaciones en las cuales la concreción del resultado lesivo puede atribuirse a la responsabilidad de la
víctima.
La competencia de la víctima comprende los supuestos en los que la producción de la lesión depende sólo de
la conducta incorrecta de la víctima, es decir, aquellos supuestos en los que sólo ésta se comportó de modo
deficiente.
Cuando el resultado se explica por el comportamiento (imprudente) de la víctima en su totalidad, se lo vamos
a cargar a ella. Se rompe la relación de riesgo.
Los casos de competencia de la victima pueden separarse en 4 grupos:
Asunción del riesgo por parte de la víctima: puede darse el caso en que el sujeto pasivo no consienta
el resultado, pero asuma el riesgo: un sujeto que asume el riesgo para una intervención quirúrgica o
una actividad riesgosa (por ejemplo un deporte extremo).
Imprudencia de la víctima: la imputación por imprudencia tiene base en la violación a un deber
objetivo de cuidado.
Por ejemplo, en un accidente de transito puede ocurrir que el autor no haya cometido ninguna infracción
vinculada objetivamente con la lesión de la víctima, o en caso de que la haya cometido, será la infracción que
cometa la propia victima la que explique el resultado por sobre la infracción del autor.
Dominio del hecho por parte de la víctima: según la doctrina mayoritaria, autor es aquel que domina
el hecho.
El dominio del hecho le permite al autor tener una relación de superioridad respecto de la víctima, esta
superioridad puede ser física o informativa. Si tal superioridad no existe, es decir que la victima domina el
hecho y no el autor, no podremos atribuirle el hecho a quien no lo ha dominado.
Cuando la victima no cumple con las diligencias necesarias, se coloca voluntariamente en
una situación de riesgo (por su conducta imprudente).
Principio de insignificancia:
Este principio se ve desde un punto de vista de instituto dogmático (lo que vamos a ver nosotros), y como
criterio de oportunidad (tema procesal).
A través del criterio de insignificancia deben quedar afuera de la imputación aquellos casos que, si bien han
superado los obstáculos y criterios de la imputación objetiva, expresan una lesión del bien jurídico que por su
poca trascendencia no debería ser considerada materialmente como una infracción relevante desde el punto
de vista jurídico-penal.
Solo en casos de ataques graves a bienes jurídicos se aplica el derecho penal. No se aplica cuando no
estamos ante hechos graves y cuando la lesión al bien jurídico por parte del sujeto es insignificante.
Si se aplica este principio, la conducta es atípica.
Adecuación social:
El criterio correctivo de la adecuación social fue incorporado por Hans Welzel a los análisis de la teoría del
delito como criterio regulativo.
Se trata de que en ocasiones los tipos penales incorporan conductas que se encuentran absolutamente
adecuadas a los parámetros ético-sociales.
En estos casos, mantener la prohibición o el mandato para el caso individual no tiene ningún sentido. El
derecho penal debe ocuparse de los comportamientos que se alejan gravemente de los criterios ético-sociales
de una comunidad.
o Son situaciones en las que, si bien se termina produciendo una lesión a un bien jurídico, en la
comunidad es una conducta socialmente aceptada.
Es el momento conceptual a partir del cual el hecho ilícito pasa a ser delito.
Se trata de la descripción de la conducta prohibida con la conminación de una pena.
Limita la extensión del “IUS PUNIENDI”, es decir, no se podrán castigar con pena más que las conductas
típicas, por lo que importa una garantía para los individuos (no ser perseguidos por comportamientos que
no posean la característica de la tipicidad)- principio de legalidad-.
La interpretación técnica de los tipos y la valoración de una acción como típica o atípica se llama “juicio
de tipicidad”.
Función interna del tipo en la teoría del delito:
Desde cada tipo penal se miden los límites de la “acción”, los extremos de la “causalidad jurídicamente
relevante”, “el bien jurídico protegido” cuyo ataque forma el contenido de la antijuridicidad; así como los
fundamentos del juicio de reproche que constituye la culpabilidad
Tipicidad subjetiva
El núcleo preponderante es el dolo.
Concepto:
-Postura inicial. Ha sido dominante la denominada “teoría de la voluntad”, según la cual lo que caracteriza al
delito doloso es la voluntad de realización del hecho (así lo entendieron diferentes autores extranjeros, entre
ellos, Mayer, Mezger, Welzel, Maurach).
-Hans Welzel definió al dolo como el saber y querer la realización del tipo.
-Raúl. E. Zaffaroni sostuvo que el dolo es la voluntad realizadora del tipo, guiada por el conocimiento de
los elementos de tipo objetivo necesarios para su configuración.
Su base legal en el sistema argentino la encontramos en el art.42 CP que reza “…el fin de cometer un
delito…”.
Finalmente podemos decir que el momento del dolo debe coincidir con el de la
realización de la acción.
Elementos:
Conocimiento/cognoscitivo: Se trata del conocimiento “efectivo” y “actual” de los elementos del tipo
objetivo sistemático, es decir, tienen que estar disponibles en la conciencia del sujeto activo. No basta el
conocimiento “potencial”: la posibilidad de conocimiento (por ejemplo, el sujeto activo debe saber que lo que
toma es una cosa ajena en el delito de hurto. art 162 CP).
Voluntad/volitivo: Se trata de la voluntad realizadora de los presupuestos del tipo objetivo sistemático:
Dolo eventual.
Existe cuando, según el plan concreto de la gente, la realización de un tipo es reconocida como “posible”, sin
que esta conclusión sea tomada como referencia para la renuncia al proyecto de acción. En definitiva, el
agente acepta “seriamente” la “posibilidad” de producción del resultado y se conforma con ello, asumiendo el
riesgo de que ocurra.
Se diferencia con la “CULPA CON REPRESENTACIÓN” en que esta se vislumbra cuando el agente se
representa como posible la producción del tipo, sin embargo actúa en la creencia o confianza de que este no
tendría lugar (por ejemplo, corredor profesional de autos que en una ruta yendo a exceso de velocidad
atropella y mata a un peatón).
Prueba del dolo:
El dolo es un concepto normativo que delimita un hecho psíquico, y como tal solo puede inferirse a partir de
datos objetivos comprobables probatoriamente. Así, en cada caso debe probarse que el agente tenía el grado
de actualización de conocimientos necesarios para configurar la finalidad típica. Por ello la doctrina
mayoritaria sostiene que el dolo no se presume sino que se prueba.
Errores de tipo (ausencia de dolo):
Es aquel error que recae sobre cualquiera o todos los elementos del tipo objetivo (el conocimiento de lo que
se hace), o sea, es el que afecta el aspecto cognoscitivo del dolo; de modo que el agente desconoce lo que
hace (art 34 inc. 1 CP: el vocablo “error” se trata de un conocimiento falso mientras que la “ignorancia” es la
ausencia de conocimiento).
En conclusión el sujeto no sabe, por error o ignorancia, que realiza la concreta acción típica (que mata, que
hurta, etc.) y este error puede recaer sobre: