10 El Sep Del CE

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UNIDAD 2 (PARTE I)

“El Sepultamiento del Complejo de Edipo” – Freud (1924)


El complejo de Edipo es el fenómeno central del periodo sexual de la primera infancia. Después
cae sepultado, sucumbe a la represión y es seguido por el periodo de latencia. Se va al
fundamento a raíz de las dolorosas desilusiones acontecidas; la niña, que quiere considerarse la
amada predilecta del padre, forzosamente tendrá que vivenciar alguna reprimenda de parte de él.
El varón, que considera a la madre como su propiedad, hace la experiencia de que ella le quita
amor. El complejo de Edipo se iría al fundamento a raíz de un fracaso, como resultado de su
imposibilidad interna.

Niño

El desarrollo sexual del niño progresa hasta una fase en que los genitales ya han tomado el papel
rector. Pero estos genitales son solo los masculinos (el pene), pues los femeninos siguen sin ser
descubiertos. Esta fase fálica, contemporánea a la del complejo de Edipo, no prosigue su
desarrollo hasta la organización genital definitiva, sino que se hunde y es relevada por el periodo
de latencia.
Cuando el niño (varón) ha volcado su interés a los genitales, lo deja traslucir por su ocupación
manual en ellos, y después tiene que hacer la experiencia de que los adultos no están de acuerdo
con ese obrar. A partir de allí, sobreviene la amenaza de que se le arrebatará esta parte tan
estimada por él. La mayoría de las veces, la amenaza de castración de la madre, la cual refuerza su
autoridad invocando al padre o al doctor, siendo ellos quienes consumaran el castigo.
La tesis es que el Complejo de Edipo del niño se va al fundamento a raíz de la amenaza de
castración. Sin embargo, esto no ocurre enseguida. Al principio el varoncito no presta creencia ni
obediencia a la amenaza. Solo tras una nueva experiencia empieza el niño a contar con la
posibilidad de una castración: la observación de los genitales femeninos, lo que lo hace
convencerse de la falta de pene en un ser tan semejante a él. Con ello se concibe la posibilidad de
la pérdida del propio pene, y la amenaza de castración obtiene su efecto.
El complejo de Edipo ofrecía al niño dos posibilidades de satisfacción, una activa y una pasiva.
Pudo situarse de manera masculina en el lugar del padre y, como él, mantener comercio con la
madre, a raíz de lo cual el padre fue sentido como un obstáculo; o quiso sustituir a la madre y
hacerse amar por el padre, con lo cual la madre quedo sobrando. La aceptación de la posibilidad
de la castración, la intelección de que la mujer es castrada puso fin a las dos posibilidades de
satisfacción derivadas del complejo de Edipo. Ambas conllevaban la pérdida del pene; una, la
masculina, en calidad de castigo, y la otra, la femenina, como premisa. Si la satisfacción amorosa
en el terreno del complejo de Edipo debe costar el pene, entonces por fuerza estallará el
conflicto entre el interés narcisista en esta parte del cuerpo y la investidura libidinosa de los
objetos parentales. En este conflicto triunfa normalmente el primero de esos poderes: el yo del
niño se extraña del complejo de Edipo. Esto lleva a que las mociones libidinosas sean:

 Convertidas por identificación: la autoridad del padre, o de ambos progenitores, introyectada


en el yo, forma ahí el núcleo del superyó, que toma prestada del padre su severidad, perpetúa
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la prohibición del incesto y asegura al yo contra el retorno de la investidura libidinosa de


objeto.
 Desexualizadas y sublimadas: en parte son inhibidas en su meta y mudadas en mociones
tiernas. El proceso salvó a los genitales, alejó de ellos el peligro de la pérdida y los paralizó,
canceló su función. Con ese proceso se inicia el periodo de latencia, que viene a interrumpir el
desarrollo sexual del niño.
 Reprimidas: en este sentido, Freud plantea que no hay razón para denegar el nombre de
represión al extrañamiento del yo respecto del Complejo de Edipo, si bien las represiones
posteriores son llevadas a cabo con participación de superyó, el cual aquí recién se forma. Sin
embargo, este proceso es más que una represión, equivale, a una destrucción y cancelación
del complejo. (Represión primordial donde la prohibición del incesto es la contrainvestidura
externa).

En conclusión, el niño sale del Complejo de Edipo por el Complejo de Castración y la secuela que
este le deja es la angustia de castración. Abandona el objeto incestuoso, se forma el superyó e
ingresa en el período de latencia.

Niña

También el sexo femenino desarrolla un complejo de Edipo, un superyó y un periodo de latencia,


pero las cosas no suceden de igual manera que en el varón. El clítoris de la niña se comporta al
comienzo como un pene, pero ella, por la comparación con un niño percibe que es demasiado
corto, y siente este hecho como un perjuicio y una razón de inferioridad. Durante un tiempo se
consuela con la expectativa de que después, cuando crezca, ella tendrá un pene tan grande como
el del niño. Pero la niña no comprende su falta sino que lo explica mediante el supuesto de que
una vez poseyó un miembro igual de grande, y después lo perdió por castración. Así se produce
esta diferencia: la niña acepta la castración como un hecho consumado, mientras que el varón
tiene miedo a la posibilidad de su consumación.
Excluida la angustia de castración, está ausente el motivo para instituir el superyó e interrumpir la
organización genital infantil. Mucho más que en el varón, estas alteraciones parecen ser resultado
de la educación, que amenaza con la pérdida de ser amado. El complejo de Edipo de la niña es
más univoco que el del niño. Es raro que vaya más allá de la sustitución de la madre y de la actitud
femenina hacia el padre. La renuencia al pene no se soportará sin un intento de reparación. La
muchacha se desliza (a lo largo de una ecuación simbólica) del pene al hijo; su complejo de Edipo
culmina en el deseo de recibir como regalo un hijo del padre, parirle un hijo. El complejo de Edipo
se abandonó después poco a poco porque este deseo no se cumple nunca. Ambos deseos, el de
poseer un pene y el de recibir un hijo, permanecen en lo inconsciente, donde contribuyen a
preparar al ser femenino para su posterior papel sexual.
En conclusión, la niña ingresa al Complejo de Edipo a partir del Complejo de Castración. La secuela
que este le deja es la envidia del pene. Se constituye el superyó e ingresa en el periodo de latencia.

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