Ficha de Lectura Complejo Edipo Corregida

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UPE La Plata

Curso Superior de Acompañante Terapéutico


Módulo Psicopatología
Docente: Lic. Romay Analía

Ficha de Lectura

“Complejo de Edipo en Freud”

Docente: Romay Analía.-

Sigmund Freud (1856 – 1939), fundador del Psicoanálisis, realizó una gran


cantidad de aportes a la Psicología profunda, entre los cuales destaca el complejo
de Edipo como uno de los pilares de su teoría sobre el Inconsciente y la
sexualidad.

El nombre se debe al mito del rey Edipo, cuyo relato trata sobre un hombre que,
sin saberlo, mata a su padre Layo y toma a su madre Yocasta como esposa, con
quien tiene cuatro hijos. Al enterarse de lo que había hecho se quitó los ojos y se
exilió de Tebas, la tierra de la que era rey.

El Complejo de Edipo es el deseo del niño de mantener relaciones sexuales con


el padre del sexo opuesto (niños atraídos por madres y niñas atraídas por padres).
(1) (Tener en cuenta que esto es desde una perspectiva teórica freudiana de la
época, desde otros autores realizan otra mirada independientemente del género
de los padres.)
Se produce en la tercera etapa de la fase fálica (3-5 años) de los cinco estadios
de desarrollo psicosexual: oral, anal, fálico, latente y genital – en el cual la fuente
del placer libidinal está en una zona erógena diferente del cuerpo del infante. 

Freud comienza a reflexionar sobre el Complejo de Edipo al desarrollar su teoría


de la pulsión, las teorías sexuales infantiles y el desarrollo  de la sexualidad infantil
en general.

Es necesario aclarar de antemano que El Complejo de Edipo es, con ciertas


variaciones, el mismo en el niño y en la niña, por lo que no existe el  complejo de
Electra.

El Complejo de Edipo se origina como respuesta a la seducción de la madre a


través de sus cuidados. Estos no son intencionadamente sensuales, pero
acciones como bañar, limpiar o acariciar al bebé erogenizan el cuerpo del infante y
permite el nacimiento de las pulsiones. Esta seducción es de
naturaleza fálica porque el niño cobra estatuto de falo para la madre.

En el desarrollo de la sexualidad infantil, Freud desarrolla 4 etapas según el objeto


con el cual se satisface la pulsión sexual: Oral (el objeto es la boca), Anal (el
objeto es el ano), Fálica (el objeto es el pene en los niños, el clítoris en la niña), un
período de latencia y finalmente la genital (la sumisión de las pulsiones parciales a
la genitalidad y reproducción).

El Complejo de Edipo inicia durante la etapa fálica, cuando el infante desarrolla las
teorías sexuales infantiles, siendo la más relevante para este complejo la teoría de
que sólo existe un genital, el pene. Según esta teoría, el niño piensa que todos los
humanos tenemos un genital, el pene, y que su madre también tiene uno. Es
vivido de manera distinta por niños y por niñas, por lo que detallaremos su
atravesamiento en dos apartados distintos.
Es necesario mencionar que, para Freud, tanto la masculinidad como la feminidad
eran independientes del género de la persona. Para él, ambas eran posiciones
subjetivas, es decir, formas que tienen los individuos de relacionarse con los
demás, el ambiente que les rodea y consigo mismo.

En el niño

Como dijimos antes, durante la etapa fálica, el niño desarrolla teorías sexuales
infantiles, siendo la más relevante para el complejo de Edipo la noción de que
tanto los niños como las niñas tienen pene, como consecuencia de las
exploraciones sobre su propio cuerpo y la seducción materna.

En este estadío el pene toma el estatuto de falo, es decir, de objeto simbólico de


poder y ley. El niño, que es a su vez un objeto fálico para su madre, quiere tomarla
a ésta como pareja pero se encuentra con su padre, quien ya la tiene como tal.

Su gran interés reside en la esperanza de que, gracias a que posee un pene, en el


futuro podrá acceder al objeto incestuoso o un otro equivalente.

El niño capta esto al ver que hay una satisfacción que la madre no se procura en
él, sino por medio de su padre. Él quiere ser todo para ella. El niño entra, pues, en
un conflicto con el padre: desea hacerlo a un lado, sacarlo del triángulo amoroso
para ocupar él su lugar.

El onanismo del niño en esta época se liga a la satisfacción fantaseada del


complejo de Edipo.

El niño ha sido amenazado en varias ocasiones con que “se le va a caer el pene”
o “se lo van a cortar” por jugar con su genital. La amenaza es, por lo general, dada
por la madre en referencia al padre, quien sería el agente castrador.
Dicha amenaza cobra un significado distinto al mirar los genitales femeninos. Al
encontrarse con que la niña no tiene pene, la amenaza se vuelve real para el niño,
realmente cree poder perder su pene a causa de su comportamiento y sus
pretensiones respecto de su madre.

Dicha amenaza le angustia, desarrollando la angustia de castración que lo llevará


a tener un complejo de Castración. La única forma en que el niño puede resolver
este complejo es renunciando a tomar a su madre como pareja y resignándose a
la fantasía como única forma de satisfacción sexual que le queda.

A su vez, la satisfacción que se procura ahora ya no es la misma que antes; esta


desilusión le lleva también al sepultamiento del Complejo de Edipo.

El complejo no está resuelto (y nunca se resolverá) pero queda sepultado en el


inconsciente. Como consecuencia el niño enlaza, inconscientemente, lo femenino
con un pene perdido, lo pasivo, y lo masculino con la posibilidad de perder el
pene, lo activo.

Otra consecuencia, no menos importante, es que el niño deja de pretender


deshacerse de su padre a desear ser como él. Se identifica con su padre para
poder tener a su madre en su fantasía. Esto se conoce como una cicatriz del
complejo de Edipo, donde la madre subsiste como la primera seductora.

Otra parte de su sexualidad es sublimada en otras actividades; el niño entra en la


etapa de latencia y se dedica a explorar y aprender sobre el medio en el que vive.

En la niña

El Complejo de Edipo es asimétrico entre el niño y la niña, por ocurrir las mismas


etapas en un orden distinto.
La niña, durante la etapa fálica, toma a su clítoris como falo y objeto de
satisfacción. En su inconsciente sostiene la teoría de que tanto hombres como
mujeres tienen pene. Entre ellas, su madre también se encuentra incluida.

La madre ocupa el lugar de primera seductora, tal como ocurre con el varón. La
madre, por ocupar un lugar activo y masculino, además de seducir a su hija le
hace creer que tiene un pene, por lo cual la niña fantasea que en un futuro
también tendrá uno que le permitirá acceder al objeto incestuoso.

Una vez cae en la cuenta de que su madre no tiene un pene y a ella tampoco le
crecerá uno, la niña pasa a odiarla. La madre se vuelve un objeto siniestro al
hacerla responsable de su falta de pene, cosa que no puede perdonarle.

En otras palabras, culpa a su madre de su propia castración por encontrarse ella


misma (la madre) castrada también. La niña suponía una madre fálica porque ella,
la hija, ocupaba el lugar de falo sin saberlo.

Desarrolla la envidia del pene, que es su forma de vivir el Complejo de Castración


y que subsistirá en su inconsciente de ahora en adelante.

Freud desarrolla tres posibles salidas para la mujer del complejo de Castración:

1. Inhibición sexual – Conlleva al desarrollo de una neurosis. La mujer


reprime su sexualidad por creer que, al carecer de un pene, es incapaz
de disfrutarla.

2. Alteración del carácter – La mujer desarrolla un complejo de


masculinidad. Se comporta como si tuviera un pene al equipararlo al
falo. Lo masculino se vuelve parte de su carácter. No es una
enfermedad.
3. Feminidad normal – La mujer se define fálicamente (es decir, carente
de un falo) como tal. Se le conoce también como la salida fálica a lo
femenino. Es la entrada en el complejo de Edipo.

La niña supone ahora que hay algo más que la madre y regisnifica la percepción
de su propia castración. Es por ello que troca (es decir, cambia una cosa por la
otra) su zona erógena y su objeto de amor; la zona erógena deja de ser el clítoris y
pasa a ser la vagina, mientras que el objeto deja de ser su madre (que ahora es
odiada) y pasa a ser su padre.

La niña asume que lo femenino es la ausencia de lo fálico y que el desear es


femenino puesto que se desea algo que no se tiene. El falo pasará a representar
la falta de un objeto.

La niña ingresa finalmente al complejo de Edipo, deseando que su padre le dé un


hijo, sustituto del falo perdido. Saldrá de este complejo al aceptar que no recibirá
un hijo del padre y lo buscará en otros hombres. Su posición permanece
masculina por ser activa en su búsqueda.

Ninguna de las tres resoluciones del complejo de castración se da sola. Más bien
ocurre una mezcla de todas, siendo una más evidente que las demás.

Resulta interesante destacar que en el caso de la niña nunca se da un


sepultamiento del Complejo de Edipo.

¿Qué ocurre después?

Freud afirma que el atravesamiento de este complejo deja cicatrices permanentes


en el psiquismo del infante. La particularidad de su trayectoria, así como su
posterior sepultamiento (o no), condicionarán de forma muy grande la relación que
tendrá el individuo con sus objetos de amor, tanto en su elección como en su
forma de relacionarse e interactuar.
Un niño cuyo padre fue muy severo durante esta etapa, que sufrió a causa de la
angustia de castración, es capaz de desarrollar una fobia (tal es el famoso caso
del pequeño Hans y su fobia a los caballos), o tener luego dificultades para
relacionarse con otros hombres una vez sea adulto.

Una niña que tenga dificultades para salir del complejo de Edipo podría sentirse
constantemente insatisfecha respecto de sus parejas por no estar a la “altura” de
su padre.

Hay dos consecuencias importantes del complejo de Edipo: la formación


del superyó y la fantasía.

El superyó es el heredero de la autoridad paterna. Existe gracias a las


identificaciones esenciales ocurridas durante el complejo, cuando el Yo era
endeble. También, y de esto dependerá su severidad también, es el heredero de
las leyes y la moralidad, contemporáneas y posteriores al complejo.

Este superyó es introyectado por el sujeto, es decir que se vuelve inconciente y


pasa a formar parte del carácter. En la fantasía subsisten los deseos incestuosos y
queda como el único lugar donde el niño aún puede obtener satisfacción.

Una vez se ha finalizado el atravesamiento, el niño entra en la etapa de latencia,


caracterizada por el olvido de los deseos incestuosos y el abrupto cese a las
exploraciones sexuales y sobre el propio cuerpo por parte del niño.

Se erigen las barreras éticas y estéticas en el Yo, se empiezan a explorar


los límites del niño con su medio. Es la etapa del pequeño científico, donde el niño
constantemente experimenta con el medio, como forma de conocer aquello que
puede o no puede hacer, aquello que le gusta y cómo obtenerlo, etc.
En resumen, si bien el Complejo de Edipo es similar en muchos aspectos tanto
para el niño como la niña, sus diferencias resultan importantísimas al definir al
niño y a la niña como tales.

Esto se debe a que antes de la entrada en el complejo, tanto el niño como la niña
son bisexuales por naturaleza y carecen de conciencia respecto de su género,
llegando a identificarse con uno hasta después.

El Complejo de Castración

El Complejo de Castración es uno de los conceptos centrales del psicoanálisis. Se


encuentra estrechamente ligado con el complejo de Edipo. El primero en referirse
a esta realidad psíquica fue precisamente el padre del psicoanálisis, Sigmund
Freud. Otros psicoanalistas han hecho desarrollos muy interesantes de este tema,
como Jacques Lacan. Sin embargo, en este artículo vamos a referirnos a él desde
la teoría clásica.

Obviamente, el Complejo de Castración no hace referencia a una suerte de


mutilación anatómica. Se trata en realidad de una vivencia psíquica muy intensa
que, por lo general, se experimenta por primera vez entre los 3 y los 5 años de
edad. Sin embargo, esta experiencia inconsciente se repite en varios momentos
de la vida, particularmente cuando se ponen en juego los mecanismos de defensa.

“Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son
también la fuente de nuestra fortaleza”.

-Sigmund Freud-

El Complejo de Castración tiene lugar tanto en los niños como en las niñas,


aunque cada género lo experimenta de manera diferente. Gracias a esta
experiencia psíquica el niño aprende a diferenciar los sexos y reconoce por
primera vez la noción de los deseos imposibles.
En los varones

En 1908 Freud habla por primera vez del Complejo de Castración en los niños. Lo
describe a partir del caso de “Juanito” o “El pequeño Juan”.  Describe que
este proceso psíquico tiene lugar en cuatro momentos o tiempos, hasta su
resolución.

Los cuatro tiempos que describe Freud son:

Premisa inicial. El niño descubre que tiene pene y elabora la idea de que “todo el
mundo tiene un pene”.

Segundo tiempo. En virtud del complejo de Edipo, el niño desea ocupar el lugar
del padre, frente a la madre. Realiza gestos que así lo constatan, al tiempo que
presenta manifestaciones de autoerotismo. Recibe amenazas y prohibiciones por
ello. Implícitamente construye la idea de que la castración es el eventual castigo
que le espera, si persiste en sus deseos y conductas

Tercer tiempo descubrimiento de la ausencia. El niño descubre que la anatomía


femenina es diferente: las mujeres no tienen pene. No asume que “tienen” vagina,
sino que han sido despojadas del pene. Asocia esa realidad con las amenazas
imaginadas: cree que la ausencia de pene es una castración

Cuarto tiempo la angustia. El niño descubre que su madre es mujer y, por lo


tanto, no tiene pene. Surge entonces la angustia de castración, la cual se
experimenta de forma inconsciente

Una vez que el niño ha pasado por esos cuatro tiempos viene una última fase de
resolución. Tanto del complejo de castración, como del complejo de Edipo. Tiene
lugar cuando el niño renuncia a ocupar el lugar del padre con la madre. En otras
palabras, renuncia a la madre y se acoge a la ley paterna. Lo hace para resolver
su angustia de castración. Supone, siempre de forma inconsciente, que de
persistir sería despojado de su pene.
En la niña

El Complejo de Castración en la niña tiene varios puntos en común con el del niño.
El primero es que la niña también parte de la premisa de que todo el mundo tiene
un pene. Así mismo, la madre ocupa un papel muy importante para ella, es el
centro de su amor. Sin embargo, el proceso sigue un camino diferente.

Veamos las diferencias, en términos de cada uno de los momentos:

Premisa inicial. Se mantiene la premisa de que todo el mundo tiene un pene. La


niña asume que el clítoris es un pene.

Descubrimiento de la diferencia. La niña nota que su clítoris es muy pequeño


para ser un pene. Asume entonces que ella fue castrada y desearía que esto no
hubiese ocurrido.

Tercer tiempo. La niña descubre que la madre tampoco tiene pene y la culpa
tanto de no poseerlo, como de haberle transmitido esa falta a ella.

La resolución del complejo de castración en la niña puede tomar tres caminos


diferentes. El primero de ellos es la aceptación de que no tiene un pene y una
toma de distancia frente a la sexualidad. La segunda es el mantenimiento del
deseo por tener un pene. Es la negación de la castración y lleva a la
homosexualidad.

La tercera salida es una solución más completa del complejo de castración. La


niña acepta que no tiene pene. Esto lleva a que la madre deje de ser el centro de
sus afectos y estos se reorienten hacia el padre. Así mismo, se produce un
desplazamiento de la libido: el deseo de poseer un pene se convierte en deseo de
gozar de un pene durante el coito. Finalmente, ese deseo de gozar de un pene se
transforma en deseo de procrear un hijo.

Jacques Lacan, Seminario IV, La relación de Objeto.

Médico psiquiatra y psicoanalista francés del siglo XX conocido por los aportes


teóricos que hizo al psicoanálisis basándose en la experiencia analítica y en la
lectura de Freud, incorporando a su vez elementos del estructuralismo,
la lingüística estructural, la matemática y la filosofía.

Sus aportes han sido definidos, principalmente por él mismo, como un «retorno a
Freud». Otros estudiosos de la historia del psicoanálisis los clasifican como una
reinterpretación o desarrollo ulterior de prácticamente todos los conceptos
freudianos, principalmente a través de una revisión de casi toda su casuística
relevante

Complejo de Edipo en 3 tiempos

Primer tiempo:

Lo que el niño busca, en cuanto deseo de deseo, es poder satisfacer el deseo de


su madre, es decir, ser o no ser el objeto del deseo de la madre. Para gustarle a la
madre, basta y es suficiente con ser el falo. Así introduce su demanda. La madre
ubica al niño como su falo, como aquello que no tiene, si eso no sucediera no hay
posibilidad de una vida deseante, ya que lo que impera es la ley imaginaria de la
madre, el deseo materno y aun no ha imperado la ley simbólica del padre. (Plano
imaginario).

Segundo tiempo:

En el plano imaginario, el padre interviene realmente como privador de la madre.


La madre nombra a esta terceridad, se desaloja de tener la ley y le transmite al
niño que la ley está en otro lado, más allá de ella hay alguien que tiene palabras
importantes y que va a poner un orden. Lo que la madre transmite es que ella está
en falta, que esta privada del falo. La madre es dependiente de un objeto que ya
no es simplemente el objeto de su deseo, sino un objeto que el Otro tiene o no
tiene. El padre introduce la ley simbólica, es el significante del nombre del
padre, que viene a introducir un corte en la relación imaginaria madre-hijo.

Tercer tiempo: $ (sujeto barrado, sujeto que asume su castración, se asume


como sujeto de deseo)

La tercera etapa es tan importante como la segunda, pues de ella depende la


salida del complejo de Edipo. El padre como portador de la ley simbólica, es decir
él es quien tiene el falo. Si la etapa del segundo tiempo ha sido atravesada, ahora
es preciso, en el tercer tiempo, que lo que el padre ha prometido lo mantenga.
Puede dar o negar el falo, porque lo tiene. Interviene en el tercer tiempo como el
que tiene el falo. Así la relación de la madre con el padre vuelve al plano real. El
padre no solo prohíbe la relación madre-hijo (prohíbe el deseo materno devorador)
sino que también es donador ya que provee las vías para la salida exogámica del
hijo.

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