Juicio de Cuenta 2

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Consideraciones sobre el juicio por rendición

de cuentas y sus particularidades

Jean Louis Natera Duque*


RVLJ, ISSN 2343-5925, ISSN-e 2791-3317, N.º 18, 2022, pp. 167-225.

Sumario

1. Precisiones conceptuales 1.1. Antecedentes 1.2. Naturaleza


jurídica 1.3. Definición 1.4. Características 2. La acción por
rendición de cuentas 2.1. Requisitos formales 2.2. Documento
fundamental de la acción 2.3. Legitimación 2.3.1. Legitimación
activa 2.3.2. Legitimación pasiva 2.3.3. Legitimación en casos
comunes de rendición de cuentas 2.4. Competencia 3. Proce-
dimiento 3.1. El acto de intimación 3.2. Circunstancias que se
pueden presentar según la conducta adoptada por el intimado
3.2.1. El intimado se opone 3.2.1.1. Cuestiones previas
3.2.1.2. Contestación 3.2.2. El intimado apela del decreto de in-
timación 3.2.3. El intimado presenta las cuentas 3.2.3.1. Examen
de las cuentas por el demandante 3.2.3.1.1. El demandante no
acepta las cuentas 3.2.3.1.2. El demandante acepta las cuentas
3.2.4. El intimado no se opone ni presenta las cuentas
3.3. Promoción de pruebas 3.4. Sentencia 3.5. Recursos

*
Universidad Central de Venezuela, Estudiante de Derecho (2021). Universidad
Bicentenaria de Aragua, Diplomado en Derecho Procesal Telemático. Univer-
sidad Pedagógica Experimental Libertador, Diplomado en Derecho Procesal.
Despacho de Abogados Miembros de Clyde & Co, Asistente Legal del Departa-
mento de Litigios. [email protected].
El presente trabajo fue galardonado con una mención de honor en el «Premio
Mariolga Quintero Tirado» del 2021, otorgado por la Fundación En Plural,
según veredicto suscrito por el jurado integrado por los profesores Román Duque
Corredor, Edgar Núñez Alcántara y Salvador Benaim A zaguri.
168 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

1. Precisiones conceptuales

1.1. Antecedentes
Como lejano antecesor del Código de Procedimiento Civil vigente, nos en-
contramos con la lei sexta del Código de Procedimiento Judicial, dictada
en el Congreso de la República y firmada por el presidente Carlos Soublette en
1938. En esta lei, ya se encontraba regulado el «juicio de cuentas»; donde
resalta como elemento diferenciador, ya en su primer artículo, el que se
exige acreditar «… con documento, o justificación bastante la obligación en
que se halle el demandado de rendirlas…»1; disposición que es claramente
contrastable con el artículo 673 de la norma en rigor, donde se exige que el de-
mandante acredite de modo auténtico, la obligación que tiene el demandado
de rendir cuentas.

Además de ello, la regulación anterior de esta institución incluía penas de


presidio por incumplimiento de la presentación de las cuentas, un tipo
de sanción propio del ordenamiento jurídico que, para el momento, regía. Sin
embargo, a grandes trazos, en las disposiciones derogadas se pueden encon-
trar similitudes varias con las normas que casi doscientos años después se
encuentran en rigor; esto, aun cuando el modelo actual tiene un carácter más
ejecutivo y célere. Habiéndose de tener en cuenta, además, la distinción de
que este último otorga al intimado un mayor rango de acción en la defensa
de sus intereses, cónsono al desarrollo que han tenido el Estado de Derecho
y –dentro de él– el derecho a la defensa a lo largo de los, prácticamente, dos
siglos que se guardan de distancia ambos códigos.

Ahora, haciendo referencia a un antecesor más inmediato de las disposi-


ciones vigentes, nos encontramos con el Código de Procedimiento Civil de
1916, donde esta figura se regla entre los artículos 654 y 671. En estas normas,
podemos encontrar una enorme similitud con las actuales, salvo pocas

Sanojo, Luis: Comentarios al Código de Procedimiento Civil. Fabreton Editores.


1

Caracas, 1981, p. 259.


Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 169

excepciones, como el establecimiento de multas al demandado2, una que otra


distinción sin gran relevancia y algún cambio en la redacción de los artículos.

Estas disposiciones, en el Código de Procedimiento Civil vigente desde hace


unos cuarenta años, se trasladaron a los artículos 673 a 689, donde se ven re-
configuradas de forma tal, que nos encontramos con un artículo menos a los
establecidos en la anterior regulación. Es sobre las bases de este conjunto de
normas que se desarrollará en el presente trabajo, teniendo en consideración
lo que doctrina y jurisprudencia han tenido en bien decir al respecto durante
las últimas décadas, permitiendo así al lector dar una mirada completa y ac-
tual a una institución que tiene tantos o más años que la independencia de
nuestro país, pero que, no obstante, no ha tenido el vasto estudio que uno
pudiera imaginar.

1.2. Naturaleza jurídica


Aunque algunos autores de la talla de Arístides R engel Romberg, Tulio
Álvarez, José Ángel Balzán o Enrique Dubuc dan por hecho el carácter eje-
cutivo del juicio por rendición de cuentas, se encuentra en la doctrina patria
a otros autores, como Alberto Baumeister Toledo o Pedro Jedlicka, que no
ven tan clara la naturaleza jurídica de esta institución; es por ello que se
hace menester el explayar en este capítulo los argumentos en ambos sen-
tidos, para luego emprender en la dificultosa tarea de desentrañar cuál es
el verdadero trasfondo de esta figura, admitiendo la posibilidad de no ser el
autor de este texto el propietario indiscutible de la verdad absoluta respecto
a este controvertido tópico.

Por naturaleza jurídica, se entienden las características o particularidades


que pretenden, ya sea diferenciar la amplia gama de instituciones jurídicas
que existen o agruparlas, según sus similitudes, en clasificaciones que faci-
litan la comprensión de su origen, así como la aplicación de ellas en la prác-
tica, especialmente cuando se hace necesario el llenar lagunas que estas

2
Borjas, Arminio: Comentarios al Código de Procedimiento Civil venezolano. T. vi.
4.ª, Librería Piñango. Caracas, 1973, pp. 53 y 54.
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imperfectas creaciones del hombre pueden tener en sus regulaciones; de allí


la gran importancia de esta intelección genética de la infinidad de productos
del Derecho en el mundo.

Es preciso determinar, en este punto, los argumentos que esgrimen algunos


de estos célebres juristas a favor de considerar el procedimiento de cuentas
como un juicio ejecutivo.

En primer lugar, Rengel Romberg, al explicar el juicio de cuentas, cita la «Expo-


sición de motivos» del vigente Código de Procedimiento Civil, donde se indica
que está totalmente justificada la inclusión de este, dentro del título de juicios
ejecutivos, por «… la índole ejecutiva de la pretensión que por me­dio de él se in-
terpone, dado que su apertura depende de que la obligación de rendirlas conste
de modo auténtico, lo que es consustancial del juicio ejecutivo»3.

En el mismo sentido, Dubuc afirma, sin dudar, el carácter ejecutivo del pro-
cedimiento objeto de este trabajo, fundamentándose para ello en la exigencia
legal de que se presente, junto al libelo de demanda, un documento auténtico
donde conste la obligación de rendir las cuentas exigidas, como presupuesto
de admisibilidad. Es tan así, que este autor va más allá y expresa que resulta
evidente la gran semejanza existente entre este requisito exigido para dar pie
al juicio de cuentas y los documentos o títulos requeridos en otros procesos
de naturaleza ejecutiva4.

En cuanto a Álvarez, este equipara la celeridad en el desarrollo del trámite,


así como el abrir el camino de la ejecución mediante lo que él considera como
un título ejecutivo –como elementos propios del procedimiento de cuentas–,
a las características fundamentales de todo juicio ejecutivo, por lo que no
vacila en catalogarlo como tal5.
3
R engel Romberg, Arístides: Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano (según
el nuevo Código de 1987). Vol. vi. Altolitho. Caracas, 2004, p. 349.
4
Dubuc, Enrique: «Anotaciones sobre el proceso ejecutivo de rendición de cuentas».
En: Estudios de Derecho Procesal Civil. Libro homenaje a Humberto Cuenca. TSJ.
F. Parra Aranguren, editor. Caracas, 2002, p. 295.
5
Álvarez, Tulio Alberto: Procesos civiles especiales contenciosos. Derecho Procesal
Civil ii. Editora Anexo 1. Caracas, 2000, p. 282.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 171

Por su parte, arguye Borjas su defensa a la tesis de la naturaleza ejecutiva del


juicio de rendición de cuentas, agregando que se procede en este caso como
en el procedimiento de ejecución de sentencia6.

En contraposición con lo ya desarrollado, considera Baumeister Toledo que


ni el procedimiento regulado en el Código derogado ni el establecido en la
norma adjetiva vigente son acreedores de los elementos típicos de los pro-
cedimientos ejecutivos, sino que se requiere la concurrencia de una serie
de circunstancias para que se pase a la fase de ejecución7. Asimismo, vis-
lumbra claras distinciones entre el documento auténtico que establece el Có-
digo como presupuesto de admisión de la demanda de rendición de cuentas
y el título ejecutivo propiamente dicho, tal y como está regulado en nuestro
ordenamiento jurídico; esto ya que en el primer caso no se trata de un instru-
mento del cual emane «… la existencia de una obligación de pagar o entregar
bienes determinados, líquida y exigible…»8.

Es por ello, entre otras razones que explaya Baumeister Toledo, por lo que
termina por concluir que se trata este procedimiento de una mixtura, tanto
de pretensiones como en cuanto a su naturaleza jurídica se refiere, conside-
rando que tiene «Dos modalidades de procedimiento nítidamente definidas,
una bajo la premisa de una cognición breve y sumaria…» y una segunda que
nacerá de la oposición que el intimado pueda realizar en el plazo fijado para
que presente las cuentas exigidas, lo que hará que los argumentos de ambos
deban ser conocidos mediante procedimiento ordinario9.

En cuanto a Jedlicka se refiere, este igualmente niega el carácter ejecutivo


del procedimiento de cuentas; luego de separar este en dos fases, llega a la
conclusión de que, en la primera, no se puede afirmar que el medio autén-

6
Citado en Jedlicka, Pedro: «Breves estudios sobre el juicio de cuentas en Venezuela».
En: Derecho y Sociedad. N.º 5. Universidad Monteávila. Caracas, 2005, p. 214.
7
Baumeister Toledo, Alberto: «Anotaciones sobre el juicio ejecutivo de rendición
de cuentas en el Código de Procedimiento Civil venezolano (primera parte)».
En: Revista de la Facultad de Derecho. N.º 54. UCAB. Caracas, 1999, pp. 145-154.
8
Ídem.
9
Ídem.
172 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

tico acompañado por el actor al libelo de demanda no está revestido con las
características propias del título ejecutivo, tal como argumenta Baumeister
Toledo en lo desarrollado supra. El autor considera esto suficiente funda-
mento para negar la posibilidad de considerar que el juicio de rendición de
cuentas pueda ser atributivo de naturaleza ejecutiva10.

En cuanto a la segunda fase –que el autor identifica como aquella en la cual


se resuelven las pretensiones contenidas en el libelo de demanda del actor, re-
ferente al pago de las cantidades que se adeudaren o la restitución de bienes–,
este afirma contundentemente que es allí donde resulta más evidente la ca-
rencia de alguna naturaleza ejecutiva en el procedimiento estudiado; ello,
pues la satisfacción de dicha pretensión está supeditada a que esta sea orde-
nada por sentencia firme o a la aceptación del demandado de las cuentas por
él presentadas, que tendría la misma fuerza que la decisión jurisdiccional,
con autoridad de cosa juzgada11.

De todo lo expuesto hasta ahora, se pueden extraer algunos puntos en común


que comparten los partidarios de la teoría de la naturaleza ejecutiva del juicio
de cuentas, así como de los detractores de la misma.

En cuanto a los partidarios, encontramos que sus principales argumentos van


dirigidos a resaltar: i. La exigencia legal de presentar junto al libelo, un instru-
mento auténtico, donde conste la obligación exigida, que consideran análogo
al título requerido en los proceso de naturaleza ejecutiva; ii. que, para ellos, la
pretensión que se interpone por medio de la acción por rendición de cuentas
es de índole ejecutiva, pues busca se realice una obligación que ya se tiene por
cierta, según lo que se desprenda del documento fundamental consignado.

Así, se concentran en el desarrollo de sus argumentos, en estos dos asuntos,


principalmente: la naturaleza del título que debe consignarse como docu-
mento fundamental y de la pretensión perseguida mediante la interposición
de esta acción.

Jedlicka: ob. cit., p. 224.


10

Baumeister Toledo: ob. cit., pp. 145-154.


11
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 173

En claro antagonismo con lo descrito, podría decirse que los detractores de


esta teoría ahondan un poco más en los dos tópicos que sirven de cimiento
a los defensores de la misma, respondiendo a sus argumentos, de manera ta-
jante, en cuanto a que: i. La obligación que emana del documento exigido por
ley para intentar esta acción no es de pagar ni de entregar bienes determi-
nados, por lo que mal podría equipararse al título requerido para los juicios
ejecutivos; ii. la pretensión que se busca satisfacer en la primera fase –según
la distinción antes mencionada, expuesta por Jedlicka12– no es la propia de
un juicio ejecutivo, por los mismos argumentos hilvanados respecto al do-
cumento fundamental; iii. en cuanto a la segunda fase, la satisfacción de la
pretensión consecuente de pagar o entregar bienes determinados no se da
conforme a lo propio de los juicios ejecutivos, puesto que estará condicio-
nada a que se dicte sentencia firme en ese sentido o la aceptación por parte
del demandado de la cuentas por él presentadas.

En conclusión, niegan que el documento fundamental exigido por ley sea


equiparable a los requeridos para las vías ejecutivas, así como el hecho de
que la pretensión perseguida y el procedimiento establecido sean propios
de esta clase de juicios.

Se hace menester ahora enunciar, sobre la base de los distintos argumentos


ya expuestos, la posición adoptada en el presente trabajo, para lo cual se han
de someter a juicio estas afirmaciones; así como otras circunstancias sobre
el juicio de rendición de cuentas, que pudieran resultar relevantes para tan
borrascoso propósito.

En primer lugar, ha de hacerse referencia al documento auténtico que el


artículo 673 del Código de Procedimiento Civil vigente13 impone como
requisito fundamental para la admisibilidad de la acción. Es controvertido el
carácter de título ejecutivo que dicho instrumento puede o no ostentar, por
lo que resulta imperioso un análisis detallado de esta figura, que conceda
vislumbrar su verdadera naturaleza.

Jedlicka: ob. cit., pp. 208-210.


12

Vid. Gaceta Oficial de la República de Venezuela N.º 4209 extraordinario, de 18-09-90.


13
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Respecto a este requisito, Calvo Baca ha referido que auténtico «… es aquel


documento que ha sido otorgado con las solemnidades requeridas por la ley
(…) conforme al artículo 1357 del Código Civil…», agregando que el docu-
mento privado podrá adquirir también este carácter, siempre y cuando sea
reconocido por las partes, pero ostentará este únicamente frente a quienes lo
han suscrito, sus herederos y causahabientes14.

En este sentido, ha de comprenderse entonces este instrumento como


asimilable al documento público, pero sin que por ello se vea agotado com-
pletamente con este.

Por su lado, Baumeister Toledo, aunque –como se indicó anteriormente–


reniega que el documento fundamental del juicio de cuentas sea equiparable
al requerido para las vías ejecutivas, posteriormente afirma el autor que «esa
prueba auténtica exigida por la ley, hace las veces del título ejecutivo que se
requiere en procedimientos típicos de esta naturaleza»15.

Agrega, al desarrollar sus consideraciones sobre este instrumento, que el


mismo debe ser un acto de parte que contenga una autodeclaración de cer-
teza, que divide en dos supuestos: cuando se obtiene aceptación de la obliga-
ción en cuestión, por parte del demandado, o cuando se trata de un documento
presentado ante un funcionario que dé fecha cierta y carácter indubitable
a las declaraciones que contenga16.

Jedlicka, al respecto, considera pertinente seguir la línea argumentativa de


Leo Rosenberg, al considerar que ese requisito de autenticidad al que ya se ha
hecho referencia se refiere a la «… demostración de su veracidad con base en
la confirmación de su autoría…». Partiendo de ello, interpreta el autor la

14
Calvo Baca, Emilio: Código de Procedimiento Civil de Venezuela. Comentado
y concordado. Ediciones Libra. Caracas, 2015, p. 686.
15
Baumeister Toledo, Alberto: «Anotaciones sobre el juicio ejecutivo de rendición
de cuentas en el Código de Procedimiento Civil venezolano (segunda parte)».
En: Revista de la Facultad de Derecho. N.º 55. UCAB. Caracas, 1999, pp. 143-148.
16
Ídem.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 175

disposición contenida en el ya mencionado artículo 673, de una forma con-


siderablemente más amplia que la antes expuesta, al afirmar que la obliga-
ción de rendir cuentas podría acreditarse por cualesquiera de los medios de
prueba legalmente permitidos, quedando sometida al tribunal, según su sana
crítica, la valoración sobre si los elementos promovidos ostentan o no ese
carácter de auténticos17.

Ahora, afirma Brewer-Carías que es auténtico aquel «… acto que firman


est certam, esto es, cuya certeza legal se conoce y se sabe que emana de la
persona a quien se atribuye…», aclarando que se limita este carácter a lo ex-
trínseco de la escritura y que puede surgir en el mismo acto en que se rea-
liza la escritura o en uno posterior. Este autor expone al documento público
como el auténtico por excelencia, aunque salva que existan instrumentos
auténticos distintos a este último18.

Por último, Devis E chandía, en la misma tónica que Brewer-Carías,


reputa como auténtico aquel documento que goce de certeza sobre su origen
y autor, independientemente de cuándo haya adquirido ese carácter y de
si es consecuencia de un acto público o de un acto privado que posteriormente
es autenticado. Insiste este autor en recalcar que no todo documento autén-
tico es público, y que resulta en un craso yerro confundir ambos conceptos
y tenerlos como análogos19.

De analizar lo hasta ahora expuesto, resulta evidente que hay unas caracte-
rísticas básicas inherentes al documento auténtico, como lo es el que otorgue
certeza respecto a su origen y autor, como bien lo afirma Devis Echandía20.

17
Jedlicka: ob. cit., p. 242.
18
Brewer-Carías, Allan R.: «Consideraciones acerca de la distinción entre docu-
mento público o auténtico, documento privado reconocido y autenticado y docu-
mento registrado». En: Revista de la Facultad de Derecho. N.º 23. UCV. Caracas,
1962, pp. 350-352.
19
Devis Echandía, Hernando: Teoría general de la prueba judicial. T. ii. Victor P. de
Zavalia. Buenos Aires, s/f, pp. 540-542.
20
Ídem.
176 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Además de ello, es aceptado, también, el que dicho documento pueda adquirir


ese revestimiento de auténtico tanto al momento de su formación como
posteriormente.

Como es observable, no se reniega sobre estas características, por lo que se


pueden dar por ciertas, como en efecto se dan en el presente trabajo. Ahora,
algo que sí resulta controvertido es cuán amplio se puede considerar el tér-
mino «documento auténtico» que se introduce en el artículo 673 del Código
de Procedimiento Civil; si debe entenderse como el documento escrito que se
revista de tal carácter o si se puede ir más allá, llegando al corolario donde,
autores como Jedlicka, afirman que se puede traducir la mencionada dispo-
sición en la permisión de cualquier medio de prueba, siempre que dentro de
este se pueda tener certeza respecto a su origen y formación.

Ciertamente, el artículo en cuestión no impone más límites al documento


fundamental exigido que el hecho de que este sea auténtico. Por lo que sería
factible afirmar que es legalmente correcta la interpretación que se da de
dicho requisito, en cuanto a que no es una conditio sine qua non el que dicha
prueba conste por escrito.

Lo que no se aprecia tan viable es el aseverar que cualquier medio de prueba


será válido para la admisibilidad de una acción por rendición de cuentas,
pues, conforme a lo hasta ahora desarrollado, este deberá cumplir con unas
características muy específicas para su pertinencia.

Así, resulta pertinente reflexionar respecto a cuál fue la intención del legis-
lador al preceptuar, en el Código de Procedimiento Civil, lo pertinente al
juicio de cuentas, dentro del título ii de su libro cuarto, denominado «De los
juicios ejecutivos».

Teniendo todo lo expuesto en consideración, aunque sin que por ello se ade-
lante un juicio final sobre la naturaleza jurídica del procedimiento por ren-
dición de cuentas, se hace imperioso reconocer que el documento auténtico
como requisito fundamental para la admisión de la acción guarda magna
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 177

asimilabilidad con los títulos ejecutivos propiamente dichos. Ello se deriva


principalmente de tres cuestiones.

La primera, el carácter sumario del juicio de cuentas, cuyo apremio re-


sulta evidentemente ser la intención del legislador, al disponer su regulación
dentro de las vías ejecutivas, así como deriva, además, de la propia forma en
que se ha normado esta institución.

En segundo lugar, resulta menester concluir, después de una detenida intros-


pección, que no puede afirmarse como característica inherente y excluyente
de los títulos ejecutivos, el que de ellos derive una obligación de pagar o de
entregar un bien; lo que reclama la naturaleza propia de estos títulos es que
de ellos derive una obligación explícita y directa, que no deje lugar a dudas,
y además exigible, sin que deba por ello agregársele apelativo alguno al
mencionado imperativo.

Finalmente, en concordancia con el parágrafo anterior, es evidente, a efectos


del presente trabajo, que, del documento fundamental de la acción por
cuentas, debe emanar de modo auténtico la obligación de rendir balances
por parte del accionado.

En este sentido, se observa que es requerido el que emane de dicho instru-


mento una imposición, en este caso de hacer, que es exigible para el mo-
mento de incoar la demanda; es decir, se debe tratar de un medio de prueba
revestido de ejecutividad por sí mismo, solo que no contendrá una obliga-
ción de pagar o entregar algún bien, pues es justamente el fin último de este
juicio el que se determine si tal constricción existiría, sin que por ello se
excluya –hemos de insistir– que el título en abstracción, del cual emana la
obligación de rendir cuentas, sea ejecutivo por sí mismo, pues esta y la even-
tual imposición de dar son perfectamente separables entre sí dentro del
procedimiento estudiado.

En este sentido, existe, en nuestra consideración, un primer título ejecutivo


en el que se impone la obligación de rendir cuentas y, posteriormente, podrá
178 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

haber un segundo instrumento ejecutivo, esta vez judicial, que impondría


una obligación de pagar o restituir determinados bienes; posibilidad que
estará supeditada a la fortuna de los balances en cuestión y a la decisión
del juzgador.

Ahora, se produce la necesidad de desentrañar el segundo punto controver-


tido en cuanto a la naturaleza del juicio de cuentas. Se trata de si es real-
mente la pretensión inherente a él, una pertinente para una vía ejecutiva o,
si por el contrario, su satisfacción depende de factores externos a los propios
de este tipo de procedimientos, como han afirmado algunos de los autores
anteriormente mencionados.

En este sentido, pareciera poco apetecible la afirmación realizada por al-


gunos autores respecto a que las cuentas por sí solas no tienen carácter ejecu-
tivo, sino que dependen del reconocimiento del demandado o de la sentencia
definitivamente firme para ser ejecutadas, y que, como consecuencia de ello,
no conciben el juicio de cuentas dentro de los procedimientos ejecutivos.

Esta inexactitud no derivaría de la proposición en sí, sino de considerar


que la pretensión principal dentro de este procedimiento es la de recibir
un pago o bien determinado, la cual, efectivamente, sí está supeditada al
cumplimiento de los supuestos mencionados, excluyendo consecuentemente
la posibilidad de comprenderla, en este sentido, como incoable dentro de los
juicios de carácter ejecutivo.

Por el contrario, se adopta como opinión en este trabajo el que la preten-


sión antes mencionada, referente a un eventual pago o restitución, tiene un
carácter secundario y eventual, por ende, no es el principal fin que se per-
sigue en el procedimiento de cuentas. Esto pues, entendemos, que al mo-
mento de accionar, el sujeto no conoce, en principio, los montos positivos
o negativos que puedan desprenderse de la gestión de la contraparte, por lo
que mal puede pretender, como requerimiento principal, el que se le entregue
una cantidad de dinero o un determinado bien.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 179

Al respecto, expone Calvo Baca, en sus comentarios al artículo 673, que «la
finalidad del juicio de cuentas, es obtener de la persona que por cualquier
causa haya administrado o hubiere estado encargada de bienes ajenos, un in-
forme sobre su actuación…» y agrega, acto seguido, que esto persigue el que
«… aparezca claramente si hubo ganancias, reliquat; o pérdidas, déficit…»21.

Entonces, se distingue como pretensión principal el que el accionado rinda


las cuentas a las que está obligado, para que se determine, así, si de ellas
se desprende algún activo que pueda ser reclamado o, por el contrario, se
evidencie que los pasivos fueron iguales o superiores, no quedando monto
o bien alguno que le pueda ser requerido.

La pretensión del juicio por rendición de cuentas es que el accionante adquiera


certeza sobre la gestión del accionado, pudiendo derivarse de ello el derecho
del demandante a reclamar un pago o la entrega de un bien en una fase poste-
rior, pero sin que ello sea consecuencia necesaria del procedimiento, sino un
eventual resultado.

Esta pretensión de que las cuentas sean rendidas –analógicamente a otras que
se pueden observar en los juicios ejecutivos– puede hacerse valer con la mera
presentación del documento auténtico donde se evidencie de manera cierta la
consecuente obligación, por lo que resulta inequívoco afirmar su caracterís-
tica ejecutividad.

Contra ello, se ha alegado que, en caso de que el intimado no comparezca en


el lapso de emplazamiento, no prevé la Ley una posibilidad de ejecutar for-
zosamente la obligación, algo típico de los juicios ejecutivos22. Al respecto,
ha de aclararse que ello claramente se desprende de la imposibilidad material
de efectuar tal acto, pues de la naturaleza de la obligación de rendir cuentas
dimana una manifiesta inviabilidad de ordenar su cumplimiento de forma
coercitiva, ya que no podría tomarse a la persona por las manos y constre-
ñirla a componer las cuentas exigidas. Es por ello que el legislador se vio en

21
Calvo Baca: ob. cit., p. 685.
22
Jedlicka: ob. cit., pp. 218 y 219.
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la necesidad de establecer una consecuencia distinta para estos supuestos, sin


que ello signifique una radical exclusión de la pretensión y el procedimiento
de cuentas de aquellos de carácter ejecutivo.

Del minucioso análisis que ha sido desarrollado en el presente trabajo, cabe


concluir, indubitablemente, la pertinencia de enmarcar el juicio de cuentas
dentro de los procedimientos ejecutivos. Ello pues, salvo nimias particula-
ridades, ostenta este las características inherentes a esta clasificación, esto
partiendo del criterio adoptado en esta investigación, luego de un sopesado
estudio de las distintas posturas enunciadas.

1.3. Definición
Una definición bastante básica de este juicio sería la de aquel procedimiento
mediante el cual el accionante pretende, por vía jurisdiccional, que se haga
cumplir al accionado con su obligación de rendir cuentas, indiferentemente
del origen de dicha imposición. Partiendo de ello, se hallan algunas caracte-
rísticas inherentes a esta institución que bien complementan lo expuesto.

Principalmente, que –como ya se concluyó en el apartado anterior– se trata


de un procedimiento de carácter ejecutivo, por lo que, en principio, no es
controvertido el objeto de este, entendido como la obligación de producir las
cuentas no rendidas, sino que –salvo oposición pertinente del accionado– en
el juicio se ejecutará jurisdiccionalmente la imposición contenida en un título
que por sus características inherentes se tendrá por cierto.

En segundo lugar, se ha de considerar –aunque no vaya a ser desarrollada en


profundidad–, que el capítulo referente al juicio de cuentas contempla una
segunda fase, donde, una vez rendidas las cuentas, y solo en el caso de di-
manar de ellas algún crédito disponible como resultado, puede el accionante
reclamar el pago de dicho monto o la entrega de determinados bienes, según
sea el caso en específico; siendo esta una consecuencia secundaria y eventual
de esta institución.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 181

Además de ello, ha de tenerse en consideración la definición propia del


objeto principal del procedimiento al que se hace referencia, la rendición
de cuentas. Siguiendo el planteamiento de Feo, esta es la obligación que
tiene todo el que ha administrado la fortuna o bienes de otro, de producir
balances sobre dicha gestión, al menos que haya sido exceptuado de ellos
expresamente en los casos que la ley así lo permita23.

En la misma tónica, ya en su momento, Borjas, citando a Dalloz, afir-


maba: «Toda administración, en efecto, de intereses ajenos obliga al admi-
nistrador a rendir cuentas, presentando en el balance que arrojen el debe y
el haber, el reliquat [saldo favorable] (…) o el deficit [saldo adverso] (…)»24
según sea el caso.

Teniendo en consideración las precisiones expuestas, podría entonces esbo-


zarse una definición más completa para esta institución, en los siguientes
términos:

El juicio de rendición de cuentas es aquel procedimiento ejecutivo, carac-


terísticamente sumario, conforme al cual el accionante –titular del derecho
a que le sean rendidas las cuentas– pretende que se intime jurisdiccional-
mente al accionado –sobre quien recae la consecuente obligación– para que
presente los referidos balances, en los términos que se lo imponga el título
ejecutivo, producido como documento fundamental de la acción; habilitán-
dose además, al demandante, en caso de que estos arrojen un saldo favo-
rable (reliquat), a reclamar el pago de este, así como la entrega de los bienes
que se hayan dejado en su administración, según sea el caso.

1.4. Características
De lo que se ha ido esbozando hasta el momento, es posible extraer los ele-
mentos característicos o inherentes del objeto de estudio de este trabajo,
resumidos en los siguientes:

Citado en Calvo Baca: ob. cit., p. 674.


23

Borjas: ob. cit., p. 41.


24
182 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

i. Se trata de un juicio de naturaleza ejecutiva, como ya fue ampliamente


desarrollado; ii. por su naturaleza, es un juicio idealmente sumario25;
iii. el carácter de la pretensión principal que mediante él se tramita, es
igualmente ejecutivo, y iv. se podría decir que es un juicio ejecutivo sui
generis en dos sentidos: a. la obligación que a través de él se pretende
ejecutar, no es susceptible de ser ejecutada de manera forzosa debido
a su naturaleza y b. dentro del capítulo del juicio de cuentas se regula una
segunda fase donde, eventualmente, se lleva a cabo otro procedimiento
ejecutivo, cuando el producto de los balances es un título ejecutivo contra
el accionado, por el saldo positivo que estos arrojen.

2. La acción por rendición de cuentas

2.1. Requisitos formales


Lo primero a tener en cuenta –aunque pueda resultar evidente, pero no deja
de ser didáctico mencionarlo– es que el libelo de demanda, mediante el cual
se pretenda ejercer la acción por rendición de cuentas, deberá satisfacer
correctamente los requisitos formales, dispuestos en el artículo 340 del Có-
digo de Procedimiento Civil, a fines de que la misma pueda ser considerada
como admisible por el tribunal de la causa.

Ahora, la particularidad, en cuanto a la acción analizada en este aparte, se


desprende de otra regulación que impone unos requisitos extraordinarios
para su admisibilidad. Así, dispone el artículo 673 del Código de Procedi-
miento Civil, dentro del capítulo referente al juicio de cuentas, en el título
dedicado a los procedimientos ejecutivos, lo siguiente:

Artículo 673.- Cuando se demanden cuentas al tutor, curador, socio, ad-


ministrador, apoderado o encargado de intereses ajenos, y el demandante

Se introduce el adverbio «idealmente» porque, como comenta Dubuc: ob. cit., pp. 296
25

y 297, en la práctica, la permisibilidad de la regulación de los juicios ejecutivos en el


Código adjetivo ocasiona que el accionado se vea en la posibilidad de transformarlo en
un procedimiento de cognición amplia con una perjudicial ligereza; lo que ha desdibu-
jado en gran medida el carácter sumario de estos, dilatándolos injustificadamente.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 183

acredite de un modo auténtico la obligación que tiene el demandado de ren-


dirlas, así como el período y el negocio o los negocios determinados que
deben comprender, el juez ordenará la intimación del demandado para
que las presente en el plazo de veinte días, siguiente a la intimación…

De lo anterior se desprende que en el libelo de demanda se deben precisar


ciertos elementos determinantes para que transite por buen cauce. Al res-
pecto, advierte Álvarez que este escrito, desde un punto de vista técnico-
jurídico, es uno de los más delicados en cuanto a preparación, ya que debe
contener elementos suficientes para que de él resulten esclarecidas dos situa-
ciones: la obligación del demandado de rendir cuentas, con todas las preci-
siones que infra se expondrán; y la eventual obligación de pagar o entregar
determinado bien, si como resultado de las estimaciones contables que rea-
lice el demandante, este considera que de las cuentas rendidas surgirá un
saldo disponible para ser reclamado26.

Así, parece pertinente enunciar, en este apartado, lo que en el presente trabajo


se consideran como elementos esenciales que deben producirse en el libelo de
demanda en cuestión, teniendo como fundamentación lo dispuesto por autores
como Álvarez27 y Dubuc28, más una que otra consideración personal respecto
a estos. Se procede, entonces, a exponer estos en los siguientes términos:

i. Se debe determinar claramente la fuente de donde emana la obli-


gación del demandado de rendir cuentas ante al accionante; lo cual,
además, deberá ser acreditado por documento auténtico, como ya se ha
venido advirtiendo en diversas oportunidades.
ii. Además de la obligación, debe determinarse de manera específica
–como expresamente lo exige el Código de Procedimiento Civil– el
período de tiempo29 respecto al cual las cuentas deben ser rendidas,

26
Álvarez: ob. cit., p. 291.
27
Ibíd., pp. 291 y 292.
28
Dubuc: ob. cit., pp. 303-305.
29
Al respecto, Dubuc, citando a otro autor, ha advertido que pueden presentarse casos
donde las cuentas no estén supeditadas necesariamente a un lapso de tiempo, sino
184 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

así como el negocio o los negocios jurídicos que dentro de ellas se


deben comprender.
iii. Debe ofrecer, además, el accionante, dentro de sus posibilidades, un
estudio contable de lo que sería su propia versión de las cuentas; pues
es consecuencia de la contumacia del demandado el que se tengan por
ciertos sus alegatos en el libelo, respecto a los cuales deberá el juez
atenerse para decidir sobre el eventual pago o restitución de bienes
reclamado por el actor, como bien lo dispone el artículo 677 del Código.
iv. Si a la pretensión de que las cuentas sean rendidas se acumula el que
sea pagado el saldo positivo que derive de ellas, deberá realizarse una
aproximación del monto que comprendería esa obligación, el cual servirá
además para la estimación de la demanda requerida por ley.
v. En caso de que, por otro lado, lo que se pretenda sea la devolución de
bienes, deberá realizarse una descripción detallada de estos, así como
acompañarse los instrumentos pertinentes que demuestren la propiedad
del accionante –o las facultades de administración que tenga sobre ellos,
pues pueden no coincidir propietario y demandante– y la puesta en posesión
de ellos al accionado.
vi. Por último, aunque pueda resultar evidente, se debe solicitar expre-
samente que el demandado cumpla con su obligación de presentar ba-
lances de su gestión, en el tiempo, y de los negocios ya determinados con
anterioridad en el libelo; además, requerir que, de no presentarlos y te-
nerse por cierto lo alegado en el escrito de demanda, se le condene por el
pago del monto adeudado por concepto del eventual saldo positivo de las
cuentas, así como la devolución de los bienes determinados.

No pretende este apartado declararse una guía irrefutable sobre cómo debe
presentarse una acción por rendición de cuentas, pues, como bien sabemos
los profesionales del Derecho, cada caso es un universo alterno con sus pro-
pias particularidades, a las cuales se les deberá prestar siempre máxima

a la realización de determinados negocios; en estos casos tal requisito podría ser


omitido (ob. cit., p. 303, nota 24).
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 185

atención. Al contrario, pretende ser un ejercicio didáctico para los juristas


en formación o ajenos al área, quienes podrán tomarlo como punto de
referencia o de inicio.

Además, se ha de insistir en la máxima del litigante por todos conocida: solo se


debe alegar lo que se esté en capacidad de probar. Algo que se hace imperioso
tener en consideración al momento de redactar una acción de estas caracterís-
ticas; sobre todo porque la prueba irrefutable de todos esos argumentos deberá
producirse junto al libelo de demanda, como es típico de estos juicios ejecutivos.

2.2. Documento fundamental de la acción


La controversia respecto al carácter ejecutivo del documento fundamental,
exigido para la admisibilidad de la acción por rendición de cuentas, ya fue sufi-
cientemente abordada en temas anteriores30, por lo que se dará por reproducido
en el presente apartado; limitándose este a enunciar los postulados ya adelan-
tados entonces, en forma de conclusiones, sobre cómo debe interpretarse el
requerimiento de que «… el demandante acredite de un modo auténtico la
obligación que tiene el demandado…» de rendir las cuentas (artículo 673).

Así, se entenderá entonces como documento auténtico, en el presente tra-


bajo, aquel o aquellos instrumentos en los que se contiene de forma irre-
futable la obligación de un sujeto pasivo de rendir cuentas ante un sujeto
activo, por las gestiones realizadas por el primero respecto de determinados
bienes o negocios jurídicos; emanando de este instrumento, certeza o fe
sobre su origen y autores.

Al respecto, se han de realizar breves precisiones para no dejar lugar a dudas


en cuanto a las características propias de este título.

En primer lugar, cabría preguntarse si el instrumento objeto de estudio en este


apartado está delimitado por ley a ser un documento escrito. Al respecto,
como ya se adelantó anteriormente, autores como Jedlicka no interpretan la

Vid. supra 1.2.


30
186 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

disposición contenida en el artículo 673 del Código de Procedimiento Civil


de esta forma, sino que halla en ella un sentido mucho más amplio31.

Tratando de no incurrir en el error que, como anteriormente se señaló, sería


el afirmar que hay en el artículo 673 una cláusula abierta para intentar probar
la obligación del demandado de rendir cuentas con cualquier medio de
prueba al que tenga acceso, sí arriesgamos la opinión de que el acervo proba-
torio permitido por dicha disposición no se limita estrictamente a la presenta-
ción de un documento escrito; sino que, por el contrario, podrán introducirse
distintos instrumentos si, y solo si, de ellos emana irrefutablemente certeza
legal sobre su contenido extrínseco y autores.

Así, podrá el accionante acompañar como instrumento fundamental de


la demanda cualquier medio de prueba que resulte idóneo para demostrar
fehacientemente la obligación en cuestión y su alcance32.

Como límite a lo anterior, se deberá observar el que estos instrumentos, a ser


consignados junto al libelo de demanda, deberán valerse por sí mismos para
producir la certeza que se exige en el artículo 673, pues el juez lo deberá con-
siderar prueba irrefutable de los alegatos por el accionante, esgrimidos para
proceder a admitir la acción y darle el trámite correspondiente.

Entonces, deberá ser capaz dicho medio de producir autónomamente,


para el juzgador, quien lo valorará conforme a la sana crítica, la convic-
ción de que el demandado efectivamente debe rendir cuentas conforme a los
alegatos del accionante.

Se deberá tomar en cuenta, también, que dicha autenticidad no tiene, necesa-


riamente, que ser adquirida desde la formación del instrumento en cuestión,

Jedlicka: ob. cit., p. 242.


31

Hay algunos instrumentos con los que esto tendrá mayor facilidad que con otros.
32

El ejemplo perfecto son los «mensajes de datos», donde podría producirse tal cer-
teza al utilizar mecanismos como la firma electrónica que contempla el Decreto con
Fuerza de Ley sobre Mensaje de Datos y Firmas Electrónicas, Gaceta Oficial de la
República Bolivariana de Venezuela N.º 37 148, de 28-02-01.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 187

sino que puede ello tener lugar en cualquier momento entre su génesis y la in-
terposición de la acción ante el tribunal competente, sin que eso altere su cabal
cumplimiento al requisito dispuesto en el ya recurrentemente mencionado
artículo 673.

Se ha de recalcar, en este punto, que no debe por ello confundirse la natu-


raleza jurídica del documento fundamental en cuestión. Como ya fue ade-
lantado anteriormente, este cumple con las características propias de un
título ejecutivo; lo que hace el juez es estudiar, de manera sucinta, que efec-
tivamente el instrumento consignado satisface estos requerimientos; esto
contrario a la perspectiva de algunos autores que consideran que es el re-
conocimiento del tribunal, mediante este procedimiento, el que reviste de
índole ejecutiva al medio en cuestión.

Para finalizar el presente apartado, resulta pertinente traer a colación lo que


ha expresado la Sala de Casación Civil respecto a la carga probatoria
que debe revestir lo que se presente como documento fundamental de la de-
manda, especialmente en los casos en que no media un contrato expreso o
una disposición legal de donde indiscutiblemente se deduzca esta obligación:

Por ello, en los casos en los que expresamente no se haya dispuesto por
voluntad de las partes o bien por voluntad del legislador la obligación
de rendir cuentas de su gestión, es preciso que antes de ello, se demuestre de
forma inequívoca, la cualidad de administrador o gestor. En caso que tales
funciones no hayan sido estipuladas a través de un contrato debidamente
suscrito por las partes, basta con que el actor demuestre de manera indiscu-
tible las gestiones que en calidad de «encargado de intereses ajenos» llevó
a cabo la persona a quien se le soliciten tales cuentas.
De modo que, es forzoso que quede acreditada de manera auténtica la
cualidad del demandado llamado al proceso para que rinda cuentas y,
subsiguientemente que no solo éste ostenta tal condición sino que además
no está exceptuado de cumplir con tal obligación33.

TSJ/SCC, sent. N.º 145, de 08-04-13.


33
188 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

2.3. Legitimación
2.3.1. Legitimación activa
Para esgrimir argumentos sobre quién puede ejercer legítimamente la ac-
ción por rendición de cuentas, hemos de adentrarnos un poco –aunque por
su carácter sustantivo no es algo que se vaya a desarrollar vastamente en
el presente trabajo– en la definición de la obligación de rendir cuentas,
propiamente dicha.

Borjas, luego de citar a Dalloz –quien, en un sentido lato, indica que es


aquella justificación que se realiza de toda operación de la que una persona
se haya encargado–, dispone una definición más precisa de lo que podemos
entender por cuentas. El autor las define como «… el estado de los productos
y de los gastos de los bienes que alguien ha administrado»34.

Se aprecia oportuno agregar que, como bien dispuso Baumeister Toledo, la


obligación de rendir cuentas no surge necesariamente de la simple asunción
de una obligación de hacer, puesto que será necesario el que «… en efecto se
hayan entregado o recibido bienes (dineros u objetos) con y para un destino
específico…», de donde pueda surgir la obligación de devolver al gestionado,
eventualmente, bienes o saldos favorables35.

Este es el objeto de la obligación que se pretende hacer cumplir mediante el


procedimiento por rendición de cuentas; ya sea que la misma tenga fuente en
la ley, contractual o extracontractual.

Así, será legitimado para intentar la acción objeto de este estudio, el acreedor
de la obligación in commento; aquel que tenga derecho a examinar las
cuentas o que estas se rindan ante él36.

34
Borjas: ob. cit., p. 41.
35
Baumeister Toledo: ob. cit. (primera parte), p. 131.
36
Vid. infra, donde se va desde la premisa general ya establecida hasta los casos espe-
cíficos que más comúnmente se precisan en nuestro ordenamiento jurídico.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 189

Cabe, en esta instancia, preguntarse lo que ocurrirá en los casos en que el


sujeto que encarga la gestión –y, por tanto, acreedor del derecho a que se le
rindan cuentas– no es el mismo sujeto propietario de lo gestionado, como en
efecto podría ocurrir.

En el presente trabajo, ante esta interrogante, se sostiene la postura según la


cual el carácter de propietario y acreedor del derecho a revisar las cuentas no
tienen que coincidir excluyentemente. En efecto, podría una persona distinta
a la titular de la propiedad de los bienes que se encarguen en gestión ser el
legitimado para ejercer la presente acción.

Ahora, en caso de ser el propietario distinto al sujeto acreedor de la obliga-


ción referida, ¿podrá el titular de la propiedad exigir las cuentas ante el sujeto
obligado a presentarlas? ¿o, por el contrario, se reserva dicha facultad a quien
expresamente tiene el derecho a exigirlas?

En esta situación –considerablemente menos desarrollada por la doctrina que


la anterior–, es la opinión de este trabajo que no puede negarse el derecho de
quien ostenta la propiedad de un bien, a exigir que se le presenten balances
respecto a quien lo está gestionando, siempre que el gestor esté realmente
obligado a rendir dichas cuentas. Una interpretación distinta a esta, produ-
ciría un verdadero agravio al derecho a la propiedad; uno que, considerando
su carácter de derecho humano, no debería ser aceptado.

Ahora, lo que cabría evaluar es en qué situación podría esto suceder. Este
caso, solo pareciera posible a efectos legales, cuando el titular de la propiedad
(A) le encarga la gestión del bien o patrimonio a un sujeto (B), y este segundo
a su vez delega dicha gestión a un tercero (C).

Siendo de esta manera, aparece como solución más lógica y conforme a la


ley, el que (A) tenga derecho a exigir la presentación de cuentas por parte de
(B); mientras (B) será el legitimado para solicitar lo propio ante (C), por ser
con (B) con quien contrae la obligación de rendir balances. Esto sin negar la
190 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

posibilidad de que (A), subrogándose en el derecho de (B), pueda excepcio-


nalmente accionar directamente contra (C)37.

Por supuesto, esto deberá evaluarse muy cuidadosamente en cada caso espe-
cífico, sobre todo teniendo en consideración la multiplicidad de negocios ju-
rídicos de donde puede emanar la obligación de rendir cuentas; así, aunque
se pretenda con la anterior doctrina establecer un principio que pueda apli-
carse uniformemente a la mayoría de situaciones posibles, no deberá tenerse
jamás como irrebatible para todos los casos que se presenten.

2.3.2. Legitimación pasiva


Respecto a la legitimación pasiva, entendida como quién puede fungir le-
galmente, en carácter de demandado, en el procedimiento de rendición
de cuentas, se aprecia un acuerdo unánime en la doctrina respecto a que esta
recaerá, en principio, sobre cualquiera «que hubiere estado encargado de in-
tereses ajenos puesto que éste sería un mandatario y como tal, pesaría sobre
él la obligación de dar cuenta de sus operaciones conforme lo preceptúa el
artículo 1694 del Código Civil»38.

En el presente, nos adherimos a la postura expuesta. Como ya se adelantó


en segmentos anteriores, cualquier persona que haya recibido determinados
bienes o montos de dinero para su gestión, estará obligado posteriormente
a presentar balances sobre lo realizado, estando el acreedor de dicha obliga-
ción facultado a exigirlas, aun jurisdiccionalmente, mediante la acción objeto
de este estudio. Esto, siempre que no se exima expresamente al sujeto pasivo
del imperativo de rendir dichas cuentas, lo que será totalmente factible en

37
Esto se formula teniendo en consideración que (B) sigue siendo gestor también de
la propiedad en cuestión, puesto que, si se diera una sustitución total en el mandato,
donde (B) quedara totalmente libre de cualquier facultad u obligación, sería (A)
el titular del derecho a exigir cuentas, primero ante (B) por el período por él ges-
tionado y luego ante (C) por el que este realice la gestión. Para llegar a dicha con-
clusión se toma en cuenta que en este caso no está surgiendo un segundo negocio
jurídico entre (B) y (C), sino que (C) está sustituyendo a (B) como sujeto pasivo del
ya existente.
38
Calvo Baca: ob. cit., p. 686.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 191

cualquier caso que la ley no lo prohíba textualmente, o donde no se entienda


que, por la naturaleza o materia en que la gestión sea prestada, esté excluida
implícitamente dicha posibilidad.

En nuestra opinión, dicha exención podrá realizarse, de acuerdo a la au-


tonomía de la voluntad, en cualquier momento; desde antes de iniciada la
gestión hasta después de concluida, siendo posible incluso en cualquier ins-
tancia del juicio de cuentas, teniendo por única limitante la mencionada en
el párrafo anterior.

2.3.3. Legitimación en casos comunes de rendición de cuentas


Persiguiendo el fin de ser lo más pedagógico posible, corresponde en el pre-
sente segmento realizar una somera síntesis de las situaciones donde más
comúnmente se puede dar un caso de rendición de cuentas, indicando en
ellos quiénes serían, en tales hechos o negocios, el sujeto activo y pasivo de
la obligación de presentar balances sobre la gestión realizada.

Sin embargo, antes de pasar a describir las referidas situaciones, parece


pertinente aclarar el carácter de enunciativo del artículo 673 del Código
de Procedimiento Civil; ya que considerar que los casos allí previstos son de
numerus clausus, excluiría un sin fin de negocios jurídicos que también po-
drían conllevar la obligación de rendir cuentas. Al respecto, Calvo Baca,
concluye, luego de citar a Feo, que, a la enumeración dispuesta por la ley,
«… puede agregarse a cualquiera que hubiere estado encargado de inte-
reses ajenos…», ya que todos ellos revestirían el carácter de mandatarios,
en un sentido general, subsumiéndose así en la obligación de rendir cuentas
establecida en el artículo 1694 del Código Civil39.

Esta tesis ha sido adoptada incluso por el Tribunal Supremo de Justicia, el


cual, en distintas decisiones, ha reiterado lo siguiente:

En cuanto a las personas que pueden ser legitimados pasivos en el juicio


de cuentas, la enumeración contenida en el artículo 673 del Código de

Ibíd., p. 674.
39
192 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Procedimiento Civil es de carácter enunciativo y no taxativo; en razón de


ello, pueden ser legitimados pasivos el tutor, el socio, el administrador, el
apoderado, el encargado de intereses ajenos, los herederos que tengan la
posesión provisional de los bienes del declarado ausente, el albacea tes-
tamentario, los padres que ejercen la patria potestad, el curador de la he-
rencia yacente, los gestores de negocios, el depositario, el síndico de la
quiebra, los copartícipes que hayan administrado la herencia durante
la comunidad; y, en general, todos los otros casos en los que se trate de la
administración de bienes de otro40.

Superado lo referente a este particular, pasaremos ahora a realizar la referida


síntesis, sobre las diversas situaciones donde la obligación de rendir cuentas
puede estar presente.

i. Mandatario: Es el sentido más dilatado de gestor de asuntos o bienes


ajenos, regulado en los artículos 1684 y siguientes del Código Civil vigente
en nuestro territorio. Vale mencionar que podrá tratarse de un mandato con
poder o sin poder, pero instintivamente el mandante tendrá el derecho de
exigir cuentas de las gestiones realizadas. Es en el artículo 1694 eiusdem
donde se establece, como ya se había mencionado, la obligación general de
todo mandatario de dar cuentas de sus operaciones.

ii. Administrador: En sentido amplio, cualquiera que administre bienes o pa-


trimonio ajeno tiene, al menos en principio, la obligación de rendir cuentas
ante la persona que le encargó dicha gestión. Entre esos casos se puede nom-
brar, por ejemplo, al administrador ad hoc en medidas innominadas, admi-
nistrador de herencias, administrador de sociedades irregulares, entre otros.

Existe un caso en el que es menester ahondar un poco más; se trata de la


controversia que existe respecto a cuál sería el facultado para recibir
–o exigir– las cuentas cuando el obligado a rendirlas es el administrador de
una sociedad de comercio.

40
TSJ/SCC, sent. N.º 193, de 25-04-03.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 193

Desde incluso antes de entrada en vigencia la Constitución de 199941 hasta


tres ignominiosas decisiones –dictada la primera por la Sala Constitucional42
y luego interpretada esta por dos más de la Sala de Casación Civil, hace poco
más de un lustro43– nuestro Tribunal Supremo de Justicia fue tajante en su
criterio, según el cual la legitimación para ejercer la acción de rendición de
cuentas «en contra de los administradores y su ejercicio corresponde exclu-
sivamente a la asamblea de la sociedad a través del comisario o de personas
que nombre especialmente a tal efecto»44.

Las mentada decisión de la Sala Constitucional, en una tonalidad bastante


populista, comenzó la referida desnaturalización de la legitimación activa
en estos procedimientos al declarar parcialmente con lugar un recurso de nu-
lidad interpuesto contra el artículo 291 del Código de Comercio45 y modifi-
cándolo de manera que quedara facultado cualquier socio de una compañía
para acudir a los tribunales de comercio, en caso de fundadas sospechas de
graves irregularidades en el cumplimiento de los deberes de los administra-
dores y comisarios; esto, ha de insistirse, con una argumentación de abun-
dante demagogia respecto al derecho a la igualdad, así como al acceso a la
justicia y a una tutela judicial efectiva46.

A fines de no divagar sobre temas distintos al que atañe este artículo cien-
tífico, evitaremos ahondar en el asunto del acceso a la justicia de los socios
minoritarios, limitándose el presente trabajo a respaldar la postura de dis-
tinguidos mercantilistas, quienes consideraban ya garantizado el derecho de
41
CSJ/SCC, sent. N.º 304, de 10-10-86 (caso Alfonso Hernández Reyes vs. Agustín
Expósito González).
42
TSJ/SC, sent. N.º 585, de 12-05-15.
43
TSJ/SCC, sents. N.os 162, de 11-03-16; y 853, de 07-12-16.
44
TSJ/SCC, sent. N.º 151, de 30-03-09.
45
«Artículo 291.- Cuando se abriguen fundadas sospechas de graves irregularidades
en el cumplimiento de sus deberes por parte de los administradores y falta de vi-
gilancia de los comisarios, un número de socios que represente la quinta parte del
capital social podrá denunciar los hechos al tribunal de comercio, acreditando debi-
damente el carácter con que proceden», Código de Comercio, Gaceta Oficial de la
República de Venezuela N.º 475 extraordinario, de 21-12-55.
46
TSJ/SC, sent. N.º 585, citada supra.
194 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

estos accionistas a controlar las actividades de la sociedad con los mecanismos


establecidos en el Código de Comercio vigente, por lo que la modificación
mencionada fue totalmente justificada.

Retomando ahora el tema central, es necesario traer a colación lo que dispuso


la Sala de Casación Civil en interpretación de la decisión anteriormente ci-
tada, donde consideró extensible el criterio allí sentado a lo dispuesto en el
artículo 310 del Código de Comercio47, considerando que «… los socios no
pueden quedar desprotegidos frente a supuestas irregularidades en la admi-
nistración de la empresa»48, sentencia esta respecto a la cual nos reservamos,
en el presente, nuestras consideraciones sobre su constitucionalidad.

Fundamentada en esta extensibilidad del mentado criterio, la propia Sala


de Casación Civil –en lo que podría considerarse la más execrable decisión,
de las tres mencionadas– confundió de una forma inexplicable la supresión
realizada, por las decisiones anteriores, sobre los requisitos establecidos en
los artículos 291 y 310, referidos al porcentaje mínimo que deben ostentar
quienes pretendan ejercer las acciones de control que allí se regulan (25 %
y 10 %, respectivamente), con una supuesta modificación en la regla ge-
neral que establece el primer párrafo del artículo 310, al disponer que los ad-
ministradores responden únicamente ante la asamblea de accionistas, como
órgano deliberante y máxima autoridad de la sociedad. Así, termina la
Sala Civil, extendiendo el ámbito de aplicación del ya cuestionable criterio,
a una materia que poco tenía que ver con el fundamento de lo dictado por la
Sala Constitucional; pues, en el juicio de cuentas, no se trata de accionistas
mayoritarios o minoritarios en el ejercicio de la acción, sino de la asamblea

47
«Artículo 310.- La acción contra los administradores por hechos que sean respon-
sables compete a la asamblea, que la ejerce por medio de los comisarios o de per-
sonas que nombre especialmente al efecto. Todo accionista tiene, sin embargo, el
derecho de denunciar a los comisarios los hechos de los administradores que crea
censurables, y los comisarios deben hacer constar que han recibido la denuncia, en
su informe a la asamblea. Cuando la denuncia sea hecha por un número de socios
que represente por lo menos la décima parte del capital social, deben los comisarios
informar sobre los hechos denunciados».
48
TSJ/SCC, sent. N.º 162, citada supra.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 195

como órgano societario, totalmente distinguible, como un todo, de los


socios que la conforman49.

Es nuestra postura que dicho criterio debe ser abandonado, pues no tiene un
fundamento lógico ni legal lo suficientemente sólido para aplicarse a todos
los casos análogos que se presenten ante los tribunales de la República.

Por el contrario, debe prevalecer el criterio que venía aplicándose, y en-


tender así, como único legitimado activo para exigir cuentas, a lo largo de
la existencia de la sociedad, a la asamblea de socios; siendo la única excep-
ción el que la misma se encuentre en liquidación, caso en el cual serán los
liquidadores los facultados para recibir las cuentas por parte de los ahora
exadministradores.

En favor de tal criterio se ha pronunciado la más célebre doctrina mercan-


tilista, autores como Morles Hernández, quien comenta que «la acción
“compete a la asamblea” (artículo 310 del Código de Comercio), es decir, re-
quiere una deliberación y una decisión válida de este órgano (…) En nuestro
ordenamiento jurídico, los accionistas, no pueden, individualmente, ejercer
acción contra los administradores…»50. O como Goldschmidt, para quien
«el ejercicio de la acción social de responsabilidad contra los administra-
dores compete a la asamblea que la ejerce por medio de los comisarios o de
personas que nombre especialmente al efecto»51.

iii. Liquidadores: En estos casos habría que distinguir en relación con las
regulaciones del Código Civil y las del Código de Comercio al respecto,
que aplicarán dependiendo de si se trata de una sociedad de carácter civil
o mercantil, claro está.

49
TSJ/SCC, sent. N.º 853, citada supra.
50
Morles Hernández, Alfredo: Curso de Derecho Mercantil. T. ii. UCAB. Caracas,
2017, pp. 422-426.
51
Goldschmidt, Roberto: Curso de Derecho Mercantil. Ediar Venezolana. Caracas,
1979, pp. 317-319.
196 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

En el caso de las sociedades civiles, se regirá la liquidación por lo previsto


en los artículos 1680 y siguientes del Código Civil, donde se regulan las re-
glas concernientes a la partición de herencia y a la liquidación de sociedades.
Estas normas disponen el que la liquidación se realice por todos los socios,
por un liquidador nombrado por unanimidad o, en caso de desacuerdo, por
uno designado por el juez competente.

Por otra parte, en el artículo 348 del Código de Comercio, se disponen dis-
tintas regulaciones según el tipo de sociedad que se vaya a disolver. En caso
de las compañías en nombre colectivo o comanditas, podrán continuar, salvo
contradicción, encargándose de la liquidación los administradores de la
sociedad. Más, ante la negativa de alguno de los socios, deberán escogerse
los liquidadores por reunión de socios o, a falta de acuerdo, por el juez com-
petente. En cambio, en cuanto a las sociedades en comandita por acciones
y anónimas, se dispone que estos serán elegidos expresamente en la misma
asamblea que resuelva emplear la liquidación.

Claro está que estas regulaciones aplicarán subsidiariamente a los estatutos


sociales, en cuanto no se halle regulación en estos sobre algún o ningún
aspecto de la forma en que la liquidación ha de realizarse.

En ninguno de los casos se prevé expresamente la obligación que los liqui-


dadores tendrán, en principio, de rendir cuentas sobre las gestiones hechas
para la liquidación de la sociedad, sino que esta derivará, directamente, de la
naturaleza de la administración que estarán realizando sobre el patrimonio
de esta y del principio general según el cual todo mandatario debe rendir
cuentas sobre el mandato realizado.

En ambos casos, es criterio adoptado en el presente trabajo el que pueda cual-


quier socio exigir, legítimamente, que se le presenten las referidas cuentas
por parte de los liquidadores.

iv. Curador: Esta figura puede encontrarse en distintas disposiciones del Có-
digo Civil, donde cumple un papel de coadyuvante en la administración de
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 197

un patrimonio –como es el caso del menor de edad emancipado o al que se


instituye heredero–, o de administrador per se –función que ocupa en el caso
de herencia yacente–.

En general, está el curador obligado a rendir cuentas de su gestión en todos


los casos; aunque nada obsta que se pueda eximir de dicha obligación en
ciertos casos, especialmente en el de la herencia, legado o donación en favor
de un menor o entredicho, donde el artículo 311 del Código Civil lo permite
expresamente.

v. Tutor: En los artículos 376 y siguientes del Código Civil52 se dispone todo
lo relativo a la rendición de cuentas sobre la tutela ejercida, tratándose así
este caso de una obligación legal. En este particular, el legitimado pasivo será
aquel que haya ejercido la tutela; el activo será el próximo tutor, en caso de
que esta cese antes de que el menor de edad adquiera la mayoridad, o el propio
tutelado, en caso de cumplir la mayoría de edad o de emanciparse. Es opi-
nión del presente trabajo que dicha obligación deberá entenderse extendida
también al protutor.

vi. Condominio: Establece Álvarez, respecto a esta figura, encontrando jus-


tificación en los artículos 761 y 762 del Código Civil, que «el administrador
de la cosa común, sin oposición de los demás, se presume mandatario de
éstos, por lo que debe prestar cuentas»53. En este caso, sería facultado para
exigir la rendición de cuentas, cualquier otro propietario de la comunidad,
ya sea que actúe por separado o en conjunto con el resto de comuneros.

vii. Sociedad conyugal y concubinato: En ambos casos –como lo ha afir-


mado la Sala Constitucional desde hace ya más de una década54 –, existe una
comunidad de bienes, que se rige, debido a la equiparación que realiza el ar-
tículo 77 de la Constitución sobre la unión estable de hecho y el matrimonio,
por las normas del régimen patrimonial matrimonial.

52
Vid. Gaceta Oficial de la República de Venezuela N.º 2990 extraordinario, de 26-06-82.
53
Álvarez: ob. cit., pp. 283 y 284.
54
Vid. TSJ/SC, sent. N.º 1682, de 15-07-05.
198 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Siendo así, resulta aplicable a ambos casos, el criterio proferido por


Á lvarez al exponer que «… solo después de disuelta la sociedad conyugal,
puede un cónyuge accionar al otro para exigir la presentación de cuentas»55,
agregando que es allí, al proceder su liquidación, cuando «puede surgir la
necesidad de esclarecer las situaciones relacionadas con la administración
de bienes ajenos»56.

viii. Síndicos y administradores judiciales: Este caso se puede observar,


como ya se mencionó anteriormente, al dictar medidas cautelares innomi-
nadas que se traduzcan en el nombramiento de uno o varios adminis­tradores
que preserven, por ejemplo, el giro común de una sociedad mientras se
decide la cuestión principal sometida a los tribunales de la República.

En este caso, la obligación de rendir cuentas se desprende directamente del,


ya en varias ocasiones citado, artículo 1694 del Código Civil. En esta oca-
sión, corresponde la facultad de exigir cuentas tanto al accionante como al
sujeto pasivo de la medida innominada, siendo factible, incluso, que lo exija
el propio juez, de oficio.

Mismo caso se presenta en cuanto a los síndicos nombrados en el marco


de un procedimiento de quiebra, llevado conforme a las disposiciones del
Código de Comercio (artículo 977), incluso se les exige a los síndicos defi-
nitivos, cuando sean distintos a los provisionales, a exigir cuenta de la ad-
ministración de estos últimos. En el mismo tenor, establece el artículo 989
eiusdem que en todos los casos los síndicos salientes rendirán inmediata-
mente cuenta de su administración. Además de lo mencionado sobre los sín-
dicos definitivos, la facultad para exigir cuentas, en cualquiera de los casos
referidos, correspondería tanto a los acreedores como al fallido, o incluso al
juez actuando de oficio.

Además de estos casos, se pueden traer a colación otros, como el de los socios,
consorcios, fideicomisos, ventas por consignación, albaceas testamentarios y,

55
Álvarez: ob. cit., p. 284.
56
Ibíd., p. 287.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 199

en fin, un sinnúmero de situaciones en que esté de por medio la gestión de pa-


trimonio ajeno; pues, ha de insistirse, lo dispuesto en el artículo 673 del Código
de Procedimiento Civil tiene un carácter meramente enunciativo.

2.4. Competencia
En todo cuanto respecta a la competencia por cuantía y materia, aplican
a este procedimiento las reglas generales del Código de Procedimiento Civil
y las dispuestas en leyes especiales.

Ahora, en lo referente a la competencia por el territorio, autores como


Álvarez57 y Dubuc58 realizan una distinción entre la acción por rendición de
cuentas que podría intentarse de forma incidental o accesoria –que pudiera
surgir en procedimientos de quiebra, divorcio o cuando mediante medida in-
nominada se designa administrador ad hoc, entre otros ejemplos– y la acción
autónoma por rendición de cuentas que dispone el artículo 673.

Distintos casos contemplan el Código de Procedimiento Civil y otras leyes


especiales, en que las partes pueden, por vía incidental, exigir la rendi-
ción de cuentas. En estos, como acertadamente comenta Dubuc, «… cada
vez que sea necesario pedir rendición de cuentas incidentalmente (…) hay
que verificar primero si existe procedimiento especial a seguir…»59; a falta
de este, se aplica lo establecido en los artículos 673 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil.

En todos estos casos, la regla general será que conozca de la incidencia el


mismo tribunal que tramita la acción principal, y en caso de intentarse ante
un juzgado distinto, aplicarán las normas de conexión establecidas en los
artículos 51 y 52 eiusdem.

57
Ibíd., pp. 290 y 291.
58
Dubuc: ob. cit., pp. 297-300.
59
Ibíd., p. 299.
200 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

En la segunda circunstancia, en que se tramita la acción por rendición de


cuentas de forma autónoma, la regla general sería la dispuesta por el artículo
45 del Código de Procedimiento Civil, en los siguientes términos:

Artículo 45.- La demanda de rendición de cuentas de una tutela o de una


administración se propondrá ante la autoridad judicial del lugar donde se
hayan conferido o ejercido la tutela o la administración o ante el tribunal del
domicilio, a elección del demandante. Esto sin perjuicio de lo establecido
en el último aparte del artículo 43.

Así, se establecen tres opciones, respecto a las cuales el demandante podrá


acudir alternativamente: i. la circunscripción judicial donde se haya confe-
rido la tutela o administración; ii. aquella donde se haya ejercido o esté ejer-
ciendo dicha gestión, o iii. el domicilio del demandado, siempre teniendo en
cuenta lo establecido en el artículo 43 respecto a los litisconsortes pasivos60.

Al respecto, precisa Dubuc que poco importa quién sea el accionante, si es


acreedor para que se le presenten las cuentas o el obligado para que se le re-
ciban las cuentas a presentar, pues «de uno u otro modo aquella autoridad
[establecida conforme al artículo 45] será competente»61.

3. Procedimiento

Realizadas ya las pertinentes precisiones sobre distintos conceptos fundamen-


tales que rodean el juicio por rendición de cuentas, corresponde ahora aden-
trarse plenamente en el procedimiento por el cual se tramita esta acción. Para
ello, tomaremos lo dispuesto en el, ya mencionado, artículo 673 del Código de
Procedimiento Civil y las disposiciones siguientes, ya que es el aplicable en
la gran mayoría de los casos, se trate de acciones autónomas o incidentales.

60
«Artículo 43.- (…) La competencia que establece este artículo no excluye la
del domicilio, pero, siendo más de uno los demandados, deberán todos tener un
mismo domicilio para que pueda proponerse la demanda ante el tribunal a que ese
domicilio corresponda».
61
Dubuc: ob. cit., p. 298.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 201

3.1. El acto de intimación


En la acción por rendición de cuentas que se introduzca ante el tribunal,
una vez verificado por el juez el cumplimiento de todos los requisitos esta-
blecidos en los artículos 340 y 673 del Código de Procedimiento Civil, este
«… ordenará la intimación del demandado para que las presente en el plazo
de veinte días, siguiente a la intimación».

Cómo bien lo expone Jedlicka, parafraseando a Pineda León, este acto


se realiza en la misma forma que la citación prevista en el procedimiento
ordinario del Código de Procedimiento Civil62.

Al respecto, cabe precisar, como atinadamente lo hace Calvo Baca, que la


intimación y la citación se diferencian solo en el motivo por el cual el tri-
bunal en cuestión emplaza el demandado; así, mientras la citación es una
orden de comparecencia para presentarse ante la autoridad, en la hora y día
correspondientes, la intimación es «la orden judicial para el cumplimiento de
una obligación de dar, hacer o no hacer y que casi siempre lleva implícito un
requerimiento, o sea, orden de cumplir una obligación procesal»63.

De esta manera, se comprende que sean aplicables las mismas normas tanto
a la citación del juicio ordinario como a la intimación de este procedimiento
ejecutivo, pues ambas contienen un llamamiento al tribunal; ya sea para
poder defenderse u oponerse o, en todo caso, allanarse a las pretensiones del
demandante o cumplir con lo ordenado por la autoridad, según corresponda.

Conforme a ello, se intentará, en primer lugar, la intimación personal; poste-


riormente, por carteles y, en caso de que no tuvieran éxito ninguna de ellas,
se le designará al intimado un defensor ad litem.

Una vez verificada la intimación, en los términos ya dispuestos, el lapso de


emplazamiento para concurrir al tribunal, ya sea a cumplir con lo ordenado

62
Jedlicka: ob. cit., p. 243.
63
Calvo Baca: ob. cit., pp. 339 y 340.
202 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

o a oponerse a ello, comenzará a transcurrir. En caso de que fueren varios los


intimados, este se podrá computar solo y únicamente al día siguiente de que
conste en autos la intimación del último de ellos.

3.2. Circunstancias que se pueden presentar según la conducta


adoptada por el intimado
Dentro del lapso de emplazamiento, correspondiente a veinte días de des-
pacho, el demandado podrá optar por, al menos, tres conductas: el intimado
se opone; apela el decreto de intimación emitido por el juez, se allana en
el requerimiento y presenta las cuentas o, en última instancia, ni se opone
este ni presenta los balances requeridos. A su vez, estas formas de proceder
podrán derivar en distintas circunstancias. A continuación, se realizará un
análisis de cada una de estas posibles situaciones y sus eventuales efectos.

3.2.1. El intimado se opone


El mentado artículo 673 del Código de Procedimiento Civil establece lo que
aparecen como límites, a los que el demandado deberá atenerse al realizar
su oposición:

Artículo 673.- (…) el juez ordenará la intimación del demandado para


que las presente en el plazo de veinte días, siguiente a la intimación.
Si dentro de este mismo plazo el demandado se opone a la demanda
alegando haber rendido ya las cuentas o que éstas corresponden a un
período distinto o a negocios diferentes a los indicados en la demanda;
y estas circunstancias aparecieren apoyadas con prueba escrita, se sus-
penderá el juicio de cuentas, y se entenderán citadas las partes, para la
contestación de la demanda…

Siendo así, la oposición a la intimación podría argumentarse solo en dos sen-


tidos: i. las cuentas ya fueron rendidas, o ii. es incorrecto el período o ne-
gocios indicados en la demanda. Además, deberá respaldar sus alegatos en
prueba escrita para que el juez pueda valorar admisible dicha oposición, y
se proceda, en este caso, a suspender el procedimiento ejecutivo y abrirse un
procedimiento ordinario para que las partes diluciden lo controvertido.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 203

Al respecto, se ha presentado, tanto a nivel doctrinario como jurispruden-


cial, un debate sobre si los medios enunciados por la mencionada norma
deberán entenderse de carácter taxativo o enunciativo y si, por consiguiente,
se podrían admitir defensas distintas a estas. Expone Baumeister Toledo,
sobre este particular:

Durante muchos años, apegados a la interpretación literal de la ley, nues-


tros jueces solo admitían como fundamento de la oposición, que o bien el
demandado no estuviere obligado a cuentas, o que el período por el cual
se le pedían no se correspondía realmente con el demandado en la preten-
sión o, finalmente, que no era el negocio sobre el cual se pretendía derivar
aquella, al que se aludía en el libelo64.

Aunque autores como Araujo Parra o Dubuc hayan adoptado postura en


favor de considerar taxativas las defensas expresadas en el artículo 673, dis-
poniendo que lo que allí se prevé no es una oposición pura y simple, sino
una oposición formal fundada en alguna de las alternativas ya descritas65, ya
autores como Borjas adelantaban, desde el siglo pasado y aun antes de la vi-
gencia del Código actual, la visión de que podría el demandado desvirtuar la
prueba del accionante, que se tiene por auténtica, al demostrar, por ejemplo,
que él no es el legitimado activo para ejercer la acción; abriendo así una ven-
tana a la posibilidad de oponer defensas no previstas en el ahora artículo 67366.

Comenta Baumeister Toledo, al respecto, que, ya antes de la vigencia de


nuestra Constitución actual, la Sala de Casación declaró –y ratificó en dis-
tintas decisiones– «que las defensas enumeradas por la ley no eran únicas,
ni la determinación de las mismas era taxativa», alegando que considerarlas
así conllevaría un agravio al derecho a la defensa67. En este sentido, es po-
sible traer a colación decisiones de la Sala de Casación Civil, como la número
65/1989, donde se expresó:

64
Baumeister Toledo: ob. cit. (segunda parte), pp. 163 y 164.
65
Dubuc: ob. cit., pp. 309 y 310.
66
Borjas: ob. cit., pp. 47 y 48.
67
Baumeister Toledo: ob. cit. (segunda parte), pp. 163 y 164.
204 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Según el texto del artículo 673 del Código de Procedimiento Civil (antes
artículo 654), pareciera entenderse que el demandado por rendición
de cuentas solo puede oponer: a. el haber rendido ya las cuentas; y b. que
éstas corresponden a un período distinto o a negocios diferentes a los indi-
cados en la demanda. Sin embargo, tanto la doctrina acerca del derogado
artículo 654 del Código de Procedimiento Civil de 1916, como la juris-
prudencia que lo interpretó, coinciden en no atribuirle carácter taxativo
a la enumeración de las defensas que hace la ley, pues de ser así, se crearía
una situación de manifiesta indefensión, en razón de lo cual se admitió
que el demandado pudiera oponer en esta clase de procedimiento otras
excepciones, previas o de fondo, con la única condición de que compro-
bara su alegación de modo auténtico. A estas defensas se les dará entonces
la tramitación procesal pertinente, según su naturaleza suspendiéndose
por consiguiente el juicio especial de cuentas y entendiéndose citadas las
partes para el acto de contestación68.

Esta decisión fue valorada, por la propia Sala, en vigencia de la Constitución


de 1999, en el entonces ya reformado Tribunal Supremo de Justicia. En esta
oportunidad, fue igualmente atinado el juzgador al disponer:

La anterior decisión se apega perfectamente al espíritu de la vigente


Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, pues tiende
a garantizar el derecho a la defensa y a la celeridad procesal en toda su
máxima expresión.
En consecuencia, de conformidad con el criterio anteriormente expuesto,
esta Sala de Casación Civil determina que en el juicio de rendición de
cuentas puede el demandado, al momento de la oposición, alegar otras
cuestiones previas o de fondo. Interpretar lo contrario, implicaría una
violación al derecho a la defensa del demandado, pues éste solo podría
oponer cuestiones previas o de fondo en caso de que su oposición proce-
diera por alguna de las causales previstas en el Código de Procedimiento

68
CSJ/SCC, sent. N.º 65, de 29-03-89 (caso Alfonso Velazco vs. Jesús Enrique Novova
González).
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 205

Civil, con lo cual se desvirtúa el carácter saneador y previo al contradic-


torio propio de esta clase de defensa69.

El presente trabajo se adhiere a la postura que ya extensamente se ha desa-


rrollado, por considerarla ampliamente garantista de los principios propios
del Derecho Procesal y, muy especialmente, del derecho a defenderse opor-
tuna y eficazmente; pues, si bien es cierto que bajo una interpretación li-
teral del artículo 673, donde solo se admitieran como oposición válida, los
alegatos antes descritos, le daría al demandado cierta oportunidad de defen­
derse, esta sería tan limitada y excluiría tantas situaciones de hecho y de
derecho, que, aunque virtualmente el accionado pueda oponerse, material-
mente se le negaría la oportunidad de hacer uso de la amplia gama de de-
fensas previas o de fondo que pudiera invocar, siempre que pueda sustentarlas
mediante prueba escrita70.

Conforme a lo desarrollado, entonces, podrá el intimado oponer cualquier


defensa previa o de fondo que considere oportuna, siempre que se sustenten,
como lo exige el artículo 673, en prueba escrita.

Ahora, dispone el artículo 675 del Código de Procedimiento Civil que: «Si
la oposición del demandado no apareciere apoyada con prueba escrita, o si
el juez no la encontrare fundada, ordenará al demandado que presente las
cuentas en el plazo de treinta días…». De acuerdo a esto, si el juez, valorando
la oposición del demandado y las pruebas con que la acompañe conforme a la
sana crítica, considera que es insuficiente para refutar el título ejecutivo pre-
sentado por el demandante, deberá desechar dicha oposición y proseguir con
el juicio de cuentas, ordenándole, una vez más, al accionado, que presente los
balances exigidos71.

69
TSJ/SCC, sent. N.º 114, de 03-04-03. Criterio confirmado, además, en TSJ/SCC,
sent. N.º 369, de 07-06-05.
70
El criterio expuesto ha sido sostenido también en decisiones más recientes: TSJ/
SCC, sent. N.º 30, de 16-02-17.
71
Vid. infra donde se analizarán los distintos escenarios en que puede derivar esta si-
tuación, ya sea que presente las cuentas (3.2.3.), no lo haga (3.2.4.) o decida apelar
del decreto de intimación (3.2.2.).
206 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

3.2.1.1. Cuestiones previas


Sobre este particular, se presentan dos discusiones que se hace necesario di-
lucidar. La primera, es entorno a la posibilidad de oponer cuestiones previas
en el marco del procedimiento ejecutivo de rendición de cuentas, cuestión
que consideraremos superada, pues, como se ha expuesto supra, el deman-
dado podrá incluir cualquier defensa, siempre que se desprenda de documento
escrito, en su escrito de oposición.

Superada la primera controversia, ha derivado de la posibilidad de oponer


estas defensas, una segunda discusión, centrada esta vez en la forma en que
las cuestiones previas deberían ser presentadas y tramitadas.

En este sentido, se presentan dos opciones. En primer lugar, bajo interpre-


tación de las decisiones de la Sala de Casación Civil, sobre el contenido
que puede albergar el escrito de oposición, cuando indica que «A estas de-
fensas se les dará entonces la tramitación procesal pertinente, según su
naturaleza»72, podría entenderse que, opuestas las cuestiones previas a modo
de oposición, deberá abrirse y tramitarse una incidencia conforme a los ar-
tículos 346 y siguientes del Código de Procedimiento Civil, continuando el
juicio de cuentas una vez resuelta dicha incidencia, al menos que su decla-
ratoria con lugar acarreara la extinción del proceso. Sin embargo, conside-
ramos acertado el criterio de Jedlicka en este aspecto, donde considera que el
tramitar cuestiones previas propiamente dichas, en el marco de un juicio de
cuentas, alteraría completamente la naturaleza propia de este procedimiento
y atentaría contra el debido proceso73.

Resulta menester aclarar que no es que no se puedan oponer defensas previas


en el juicio de cuentas, sino que, presentadas estas, no se deberán tramitar
conforme al procedimiento incidental de cuestiones previas que establece el
Código de Procedimiento Civil.

CSJ/SCC, sent. N.º 65, citada supra.


72

Jedlicka: ob. cit., pp. 256-258.


73
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 207

En todo caso, el demandado podrá oponer todas defensas previas y de fondo


que considere pertinentes y, verificado por el juez que la oposición cumple
con las exigencias legales, se limitará a suspender el procedimiento y dar
paso al juicio ordinario que determina la ley, siendo en la oportunidad que
tendrá, entonces, el accionado de contestar la demanda, donde podrá decidir
si opone cuestiones previas propiamente dichas, que en este caso sí serán tra-
mitadas conforme al capítulo referente a las cuestiones previas que dispone
el libro segundo del Código de Procedimiento Civil.

3.2.1.2. Contestación
Dispone la parte in fine del artículo 673, que, verificado que la oposición
cumple los extremos legales, de acuerdo a su valoración motivada, «… se
suspenderá el juicio de cuentas, y se entenderán citadas las partes, para la
contestación de la demanda, la cual tendrá lugar dentro de los cinco días si-
guientes a cualquier hora de las indicadas en la tablilla a que se refiere el
artículo 192, sin necesidad de la presencia del demandante, continuando
el proceso por los trámites del procedimiento ordinario».

Así, si el juez encuentra la oposición lo suficientemente fundamentada


como para suspender el juicio de cuentas, y el demandado no opta por pre-
sentar cuestiones previas dentro del lapso fijado para la contestación de
la demanda, como establece el artículo 346 del Código de Procedimiento
Civil, deberá este presentar su contestación en los términos que establece el
artículo 361 eiusdem.

De igual forma deberá obrar una vez resueltas las cuestiones previas, te-
niendo para ello en cuenta los lapsos previstos en el artículo 358 del Código
de Procedimiento Civil, dependiendo de la o las defensas previas que hayan
sido interpuestas. Esto, claro está, se presentará siempre y cuando no se
declare con lugar una cuestión previa que acarree la extinción del proceso.

Así, terminarán dilucidándose los hechos controvertidos entre las partes por
medio del procedimiento ordinario, al que no se hará extensa referencia en el
presente artículo científico, por ser ajena al tema central que nos atañe.
208 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Para dar por concluida esta sección, es suficiente con advertir que, aun ha-
biéndose presentado el escrito de oposición previamente, consideramos que,
con la no contestación de la demanda o su extemporaneidad, se deberá en-
tender por verificado el primer requisito establecido en el artículo 362 del
Código de Procedimiento Civil, respecto a la confetio ficta.

Para llegar a esa conclusión, entendemos que, con el sobreseimiento del


juicio de cuentas que conlleva la oposición del demandado, precluye la fase
ejecutiva de esta acción y se abre una nueva instancia que se tramitará de
acuerdo a la regulación del procedimiento civil ordinario. En este sentido,
es un principio básico del proceso en general, el que, aunque el demandado
no esté obligado a contestar la demanda, sí conlleva esto una carga para
él, pues la no contestación acarrea en su contra la prenombrada institución,
adoptada en nuestro ordenamiento jurídico por el artículo 362 del Código de
Procedimiento Civil.

El pretender desaplicar esta norma, cuando a un caso de rendición de cuentas


se refiera la causa, conllevaría una grave distorsión del proceso, que será
siempre inaceptable en un Estado de Derecho y que, en efecto, repudian
nuestra Constitución y leyes. De cualquier forma, todavía sería necesario que
se verificaran los otros dos requisitos para que la confetio ficta tenga lugar.

3.2.2. El intimado apela del decreto de intimación


La oportunidad de recurrir el decreto de intimación, que emana del juez al
valorar verificados los requisitos establecidos en el artículo 673 y ordenar la
intimación del demandado, se encuentra dispuesta en el artículo 674 del Có-
digo de Procedimiento Civil, el cual establece: «Contra la determinación del
juez, cuando haya presentado el actor la prueba auténtica de la obligación
y de su extensión, solo se oirá apelación en el efecto devolutivo».

Al respecto, ha de entenderse que el demandado puede optar, incluso si-


multáneamente, por oponerse a la demanda y, además, apelar contra el auto
emanado del tribunal, pues estas conductas revisten distintas defensas para
el accionado.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 209

Sobre el tema, la Sala Constitucional se ha pronunciado en decisión de


N.º 3517/2003, adoptando su criterio, también, la Sala de Casación Civil, en
los siguientes términos:

Aunque pudiera pensarse que el artículo 674 del Código de Procedimiento


Civil se refiere a la apelación del auto que suspende el juicio de rendición
de cuentas, dicha conclusión no se ajusta al texto de ese ar­tículo pues éste le
concede apelación a la decisión que tome el juez cuando el demandante pre-
sente prueba fehaciente de la obligación y su extensión, lo que nada tiene
que ver con la medida que adopta el juez cuando el demandado se opone a
la rendición de cuentas pues, como puede verse una y otra decisión tienen
su origen en la actuación de diferentes sujetos de la relación procesal.
En consecuencia, el artículo 674 del Código de Procedimiento Civil reco-
noce la apelación contra el decreto intimatorio (…) En refuerzo de esta con-
clusión la Sala observa que es el artículo 675 del Código de Procedimiento
Civil el que regula la apelación contra la sentencia que declare sin lugar la
oposición y no el artículo 674 eiusdem como planteó la parte actora.
En atención a lo señalado, resulta determinante aclarar el objeto de la ape-
lación prevista en el artículo 674 del Código de Procedimiento, y, siendo
que la «… determinación del juez…» la constituye el decreto intima-
torio, orden ésta que presupone el examen del sentenciador al documento
auténtico presentado por el intimante para acreditar la obligación del
demandado de rendir la cuenta que se exige, por efecto del recurso pro-
cesal de apelación ejercido contra tal intimación, corresponde entonces
al segundo grado del conocimiento, pronunciarse con respecto a la sufi-
ciencia de la predicha prueba auténtica de la obligación y de su extensión,
sin tener que hacer ninguna otra consideración, pues de existir alguna,
la misma deberá ser alegada en la oportunidad de formular oposición, ya
que como se señaló supra, no se trata de causales taxativas, contra cuya
resolución en caso de resultar desestimada la oposición, igualmente se
encuentra previsto el doble grado de jurisdicción, de conformidad con el
artículo 675 eiusdem74.

74
TSJ/SCC, sent. N.º 1037, de 19-12-06.
210 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Con esta esclarecedora doctrina jurisprudencial, queda nítido el objeto que


persigue el recurso de apelación contra el decreto de intimación, el cual ata-
cará la decisión del tribunal de considerar probada, mediante documento
auténtico, la obligación que tiene el demandado de rendir cuentas, así
como el período y el negocio o los negocios determinados que estas deben
comprender, en los términos establecidos por el artículo 673 del Código de
Procedimiento Civil.

Ahora, el hecho de que la apelación pueda ejercerse simultáneamente con


la oposición a la demanda, deriva de dos hechos fundamentales: el primero,
que el 674 dispone el trámite de la apelación a un solo efecto, entiéndase esto
como oírse ella sin suspender por eso el procedimiento principal; en segundo
lugar, se desprende de la naturaleza distintas que revisten los alegatos que
podrán hilvanarse en ambos casos, siendo que, mientras en la apelación, el
ad quem conocerá sobre si, verídicamente, el documento fundamental que
acompaña la acción cumple con los extremos de ley, en la oposición, mien-
tras tanto, el juez de la causa decidirá sobre las excepciones a las que hace
alusión el artículo 673, o cualquier otra defensa, previa o de fondo, que tenga
a bien presentar, mientras conste por escrito.

Así, el declarar con lugar el recurso de apelación implicaría una declaratoria de


inadmisibilidad de la acción por rendición de cuentas, mientras que, al verifi-
carse que la oposición cumple lo requerido por el artículo 673, se daría paso al
trámite mediante el procedimiento ordinario de las controversias suscitadas.

Por otro lado, existe una propuesta doctrinaria, según la cual debería caber
la posibilidad, cuando la demanda haya sido admitida y el decreto de intima-
ción emitido, sin que conste para ello una acreditación auténtica, de ejercer
el recurso de apelación contra dicha decisión en ambos efectos, entiéndase
efecto devolutivo y suspensivo75.

Respecto a esta postura, consideramos necesario expresarnos en forma ne-


gativa, ya que, aunque su fundamento es loable y garantista, en el sentido de

Jedlicka: ob. cit., pp. 245-246.


75
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 211

que pretende evitar que una decisión manifiestamente infundada se ejecute,


dando continuidad al juicio de cuentas, resulta, en la práctica, poco factible
el que el propio juez que dictó la decisión, al momento de admitir el recurso
de apelación, decida que se oiga en ambos efectos por haber incurrido él en
excesos o violaciones.

En todo caso, el admitir la acción conlleva que el tribunal haya valorado lo


presentado y considerado verificados los extremos exigidos por ley. Enten-
demos que la redacción del artículo 674, contrario a lo expresado por el autor
en cuestión76, deriva, en todo caso, de que el presupuesto de dicho recurso es,
siempre, que el juez haya valorado que el actor probó auténticamente la obli-
gación del accionado y su extensión, emitiendo con fundamento en ello el
decreto de intimación.

Se observa indeterminado, el que resulte manifiesto que el actor no presentó


prueba auténtica, como presupuesto para que el recurso de apelación deba oírse
en ambos efectos. Además, se prestaría para retardar maliciosamente este
procedimiento, lo que desnaturalizaría completamente su carácter ejecutivo.

3.2.3. El intimado presenta las cuentas


El otro supuesto posible en el trámite del procedimiento objeto de este tra-
bajo es que el intimado se allane en la pretensión del demandante y el impe-
rativo del decreto de intimación, acudiendo al tribunal a presentar las cuentas
exigidas voluntariamente.

También es posible llegar a este punto, declarada sin lugar la apelación del ac-
cionado contra el decreto de intimación o desechada, por el juez, la oposición
a la demanda que hiciere el demandado.

«Ahora bien, de la lectura de ese mismo artículo 674, debe concluirse también que
76

cuando la demanda ha sido admitida y librado el decreto de intimación, sin


que conste en autos dicha acreditación auténtica por parte del actor, pensamos que
resulta igualmente apelable la determinación del juez, pero en este caso la apela-
ción deberá oírse libremente, esto es, tanto en el efecto devolutivo como en el efecto
suspensivo», ibíd., p. 245.
212 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Cualquiera sea el caso, el intimado deberá atenerse a lo dispuesto en el ar­


tículo 676 del Código de Procedimiento Civil: «En todo caso la cuenta
debe presentarse en términos claros y precisos, año por año, con sus cargos
y abonos cronológicos, de modo que pueda examinársela fácilmente, y con
todos los libros, instrumentos, comprobantes y papeles pertenecientes a ella».

Se desprende de esta disposición, como bien explica Calvo Baca, el que las
cuentas deben presentarse en términos realmente claros y precisos, además
de fáciles de analizar y comprender por el tribunal y accionante, incluyendo
cada detalle pertinente y los libros, instrumentos, comprobantes y papeles
que vengan al caso, prestando especial atención a los comprobantes, facturas
o recibos que sustentan cada operación77.

A propósito de la conducta adoptada por el demandado en estos casos,


entendemos que ella se deberá considerar un convenimiento en la demanda,
en cuanto la pretensión que define a esta acción es la de que el accionado
cumpla con la obligación de rendir cuentas.

Contra ello, se podría alegar que no hay un convenimiento total, pues se es-
tila que el accionante pretenda el pago de lo adeudado según sus propias es-
timaciones de las cuentas a rendir. No obstante, no consideramos ello como
suficiente fundamento para rechazar hablar de convenimiento, puesto que,
como se ha comentado en segmentos anteriores, la pretensión de pagar el
saldo positivo que haya derivado de las gestiones realizadas está sujeta inexo-
rablemente a que los balances rendidos por el demandado correspondan con
las estimaciones realizadas en el libelo por el demandante.

3.2.3.1. Examen de las cuentas por el demandante


En todo caso, presentadas las cuentas por el demandado, se procederá
conforme a lo establecido en el Código de Procedimiento Civil:

Artículo 678.- Presentada la cuenta por el demandado, con sus libros, ins-
trumentos, comprobantes y papeles correspondientes, el demandante la

77
Calvo Baca: ob. cit., pp. 687 y 688.
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 213

examinará dentro de los treinta días siguientes a su presentación, debiendo


manifestar en ese mismo plazo su conformidad u observaciones. Si no hu-
biere acuerdo sobre la cuenta, se procederá a la experticia prevista en el
capítulo vi, título ii del libro segundo de este Código y a este efecto el juez
fijará día y hora para proceder al nombramiento de los expertos.

Así, podrá adoptar el demandante dos conductas: i. acepta las cuentas rendidas,
habiéndose de conducir el tribunal como indica el artículo 684, al disponer que
se dará por terminado el juicio y deberá procederse como en ejecución de sen-
tencia, o ii. manifiesta su disconformidad con los balances presentados, de-
biendo en este caso realizarse una experticia en los términos que dispone la ley.

En la circunstancia de que las cuentas sean presentadas y el demandante


no manifieste su disconformidad o aprobación dentro del plazo de treinta
días siguientes, consideramos, aunque no haya disposición expresa de ello,
que se deberán tener los balances por aceptados y procederse conforme al
primer parágrafo del artículo 684 del Código de Procedimiento Civil, ya
mencionado anteriormente.

3.2.3.1.1. El demandante no acepta las cuentas


Sobre este supuesto, observa Calvo Baca que podrá, el demandante, hacer
sus «observaciones sobre el orden de las cuentas o sobre la legitimidad de las
partidas o cualquier objeción»78.

Como ya fue mencionado, el artículo 678 dispone que, en caso de que no haya
acuerdo entre las partes sobre las cuentas presentadas, deberá realizarse una
experticia de las mismas. Al respecto, dispone Álvarez, muy acertadamente,
que «por la misma naturaleza del proceso de rendición de cuentas la prueba de
experticia es el mecanismo fundamental para la comprobación de los hechos»79.

No entrará el presente trabajo en un análisis profundo de la institución de la


experticia per se, limitándonos en este aspecto a referir a los artículos 451

Ibíd., p. 689.
78

Álvarez: ob. cit., p. 297.


79
214 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

a 471 del Código de Procedimiento Civil, donde esta encuentra su regula-


ción. Sin embargo, sí se estudiarán, a continuación, las particularidades de
este procedimiento, en cuanto al juicio por rendición de cuentas se refiere.

El capítulo concerniente al juicio de cuentas establece que la recusación de-


berá realizarse dentro de los tres días siguientes a la aceptación del experto
(artículo 680). Asimismo, dispone que estos deberán limitarse a ordenar
las cuentas según los conocimientos que tienen de su profesión, debiendo
concluirlas aun cuando se presentaren dudas sobre algún aspecto en el trans-
curso de la elaboración, debiendo anexar en este caso, un pliego separado con
todas sus dudas u observaciones (artículo 681).

El tiempo para elaborar las referidas cuentas deberá ser establecido por el juez,
quien podrá prorrogarlo de ser necesario. Por el contrario, si se retrasan y no
media prórroga por parte del tribunal, dispone la Ley un apremio que consiste
en una multa «de quinientos bolívares por cada día de retraso» (artículos 682
y 683), sanción totalmente irrisoria al menos que se considere la posibilidad de
omitir las reconversiones monetarias que han acontecido en el país, lo cual con-
sideramos sería incorrecto. Al respecto, el remedio más oportuno apreciamos
que sería una reforma del Código de Procedimiento Civil, donde este tipo de
sanciones se establecieran en unidades tributarias, para salvaguardarlas de la
inflación y que puedan cumplir su propósito a lo largo del tiempo; misma crí-
tica y recomendación observamos en los comentarios que Calvo Baca realiza
sobre esta disposición en su obra, considerando que la unidad tributaria «tiene
la ventaja de estar en permanente actualización en lo que a su valor se refiere»80.

Resulta relevante, respecto a este tiempo para elaborar las cuentas, la preci-
sión que sobre ello realiza Calvo Baca, indicando que deberán «las partes so-
licitar este alargamiento antes de que se venza el término fijado inicialmente,
ya que cuando el plazo está fenecido no es posible la obtención de prórroga,
no puede pues, ser extendido un lapso que ya no está vigente»81.

Calvo Baca: ob. cit., p. 684.


80

Ibíd., p. 691.
81
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 215

Siguiendo el curso del trámite mediante el cual forman las cuentas los
expertos, establece el Código de Procedimiento Civil:

Artículo 684.- (…) Presentada la cuenta formada por los expertos,


las partes formularán sus observaciones dentro de los quince días si-
guientes. Si se hicieren observaciones sobre el orden de la cuenta se
pasarán a los expertos para su informe y reforma de la cuenta si se en-
contraren exactas las observaciones, lo que harán dentro de los quince
días siguientes; pero si éstas recayeren sobre la legitimidad de las par-
tidas o sobre cualquiera otra cosa de que deba responder el demandado,
éste deberá contestarlas también.
Si el demandado no contestare las observaciones formuladas por el
demandante, se tendrán por admitidas.
Si los expertos no dieren su contestación en el plazo fijado se les
apremiará con multas conforme al artículo 683.

Se desprende de lo anterior, que ambas partes podrán realizar observaciones


sobre los balances presentados por los expertos, caso en el cual, siempre que
dichos comentarios sean sobre la forma u orden de las cuentas, estas serán de-
vueltas a los expertos, quienes deberán responderlos o, si es pertinente, reformar
las cuentas, dentro de un plazo de quince días desde la realización de estas.

También pueden realizarse observaciones, en este caso por el demandante,


sobre la legitimidad de las partidas u otras cuestiones que atañan al accio-
nado. En este caso, el lapso que tendrá el demandado para contestar será el
mismo que el establecido para los expertos, con la vital discrepancia de que
su contumacia no acarreará la írrita multa destinada a estos últimos, sino el
convenimiento tácito de lo que tuviera a bien alegar el accionante.

Una vez resuelto, de cualquiera de las formas expuestas en este apartado, lo


referente a las cuentas ordenadas por los expertos, procederá el juicio a fase
de sentencia, a menos que alguna de las partes solicite la apertura de un lapso
probatorio, circunstancias que se valorarán infra en el presente trabajo.
216 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

3.2.3.1.2. El demandante acepta las cuentas


Este caso se regula en el primer párrafo del artículo 684 del Código de Pro-
cedimiento Civil: «Si el demandante aceptare la cuenta presentada por el de-
mandado, se dará por terminado el juicio y se procederá como en ejecución
de sentencia».

Esta será la consecuencia de que el accionante acepte las cuentas una vez
presentadas por el demandado, o que ambas partes presenten las cuentas des-
pués de ordenadas por los expertos nombrados a tal fin. En tal caso se deberá
proceder como lo indica el artículo 685 eiusdem, para poner fin así al proce-
dimiento mediante una sentencia que emane del juez y se pueda posterior-
mente proceder, como dice el artículo, «como en ejecución de sentencia»,
pues mal podría llegarse a tal punto sin mediar antes un pronunciamiento del
tribunal, así sea para homologar el convenimiento del demandante respecto
a lo alegado y presentado por el demandado.

Lo que sí consideramos que no deberá proceder en esta oportunidad es, en todo


caso, la articulación probatoria. Pues, presentadas las cuentas por el deman-
dado y aceptadas estas por el demandante, no quedaría hecho controvertido
alguno que las partes pudieren querer respaldar mediante la presentación de
pruebas. Ello no obsta, claro está, para que el juez lo pueda otorgar si alguno
de ellos lo solicita con una sólida justificación, a consideración del tribunal.

3.2.4. El intimado no se opone ni presenta las cuentas


Este es el último supuesto de hecho en que pudiere amoldarse la conducta del
intimado, el de hacerse contumaz en el procedimiento. Como bien se sabe, esta
conducta está regulada en el artículo 362 del Código de Procedimiento Civil,
respecto al juicio ordinario. En cuanto al de cuentas, lo propio se establece en
el artículo 677 eiusdem, que dispone:

Si el demandado no hiciere oposición a la demanda, ni presentare las


cuentas dentro del lapso previsto en el artículo 673, se tendrá por cierta la
obligación de rendirlas, el período que deben comprender y los negocios
determinados por el demandante en el libelo y se procederá a dictar el
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 217

fallo sobre el pago reclamado por el actor en la demanda o la restitución


de los bienes que el demandado hubiere recibido para el actor en ejer-
cicio de la representación o de la administración conferida, si el deman-
dado no promoviere alguna prueba, dentro de los cinco días siguientes al
vencimiento del lapso de oposición. La sentencia la dictará el juez dentro
del lapso de quince días, contados a partir del vencimiento del lapso de
promoción indicado en este artículo.
Si el demandado promoviere pruebas en el lapso indicado éstas se eva-
cuarán dentro del plazo de veinte días después de admitidas por el tri-
bunal, salvo que se trate de la prueba de experticia, caso en el cual
se procederá como se indica en el capítulo vi, título ii del libro segundo de
este Código. En estos casos, la decisión del tribunal será dictada dentro
de los quince días siguientes a la conclusión de las pruebas. De la decisión
se oirá apelación libremente.
Las disposiciones contenidas en el presente artículo se aplicarán también
cuando el demandado no presente las cuentas en el plazo previsto en el
artículo 675, si la apelación que en él se concede resultare desestimada.

En la disposición citada, se presentan varias particularidades. En primer lugar,


observamos que en este caso deberá abrirse de oficio, sin mediar solicitud al-
guna de las partes como sí se exige en el artículo 685 del Código, un lapso
probatorio de cinco días, siguientes al vencimiento del lapso de oposición.

Esto no es una arbitrariedad impuesta por la ley, para coadyuvar en la de-


fensa del demandado contumaz. Al contrario, es una adecuación del proce-
dimiento de forma que se puedan dar todos los presupuestos requeridos para
que opere la institución de la confetio ficta, que sagazmente hilvanó el le-
gislador de manera que no pudiera alegarse alguna violación en el derecho
a defenderse del accionado, sino que pudiera imponérsele la sanción en los
términos dispuestos por el artículo 362: «Si el demandado no diere contesta-
ción a la demanda dentro de los plazos indicados en este Código se le tendrá
por confeso en cuanto no sea contraria a derecho la petición del demandante,
si nada probare que le favorezca».
218 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Así, se vislumbra que es necesaria la concurrencia de tres presupuestos para


que esta figura pueda operar: i. que el demandado no diere contestación –que
en este caso se traduciría en oponerse o presentar las cuentas–; ii. que nada
pruebe que le favorezca, y iii. que no sea la pretensión del demandante, con-
traria a derecho. Resulta imperante, en este punto, citar lo que ha sido criterio
reiterado del Tribunal Supremo de Justicia desde larga data, en este caso
proferido por su Sala Constitucional:

En tal sentido, cuando se está en presencia de una falta de contestación


o contumacia, por la circunstancia de inasistir o no contestar la demanda,
debe tenerse claro que el demandado aún no está confeso; en razón de
que, el contumaz por el hecho de inasistir, nada ha admitido, debido
a que él no ha alegado nada, pero tampoco ha admitido nada, situación
ante la cual debe tenerse claro, que no se origina presunción alguna en su
contra. De tal manera, que hasta este momento, la situación en la que se
encuentra el demandado que no contestó la demanda, está referida a que
tiene la carga de la prueba, en el sentido de probar que no son verdad los
hechos alegados por la parte actora…
Para la declaratoria de procedencia de la confesión ficta, se requiere la ve-
rificación de los otros dos elementos como lo son, que la petición no sea
contraria a derecho y que el demandado en el término probatorio no
probare nada que le favorezca.
Siguiendo este orden de ideas, el hecho relativo a que la petición no sea
contraria a derecho, tiene su fundamento en el entendido que, la acción
propuesta no esté prohibida por ley, o no se encuentre amparada o tu-
telada por la misma; por lo que, al verificar el juez tal situación, la cir-
cunstancia de considerar la veracidad de los hechos admitidos, pierde
trascendencia al sobreponerse las circunstancias de derecho a las fác-
ticas, ya que aunque resulten ciertos los hechos denunciados no existe
un supuesto jurídico que los ampare y que genere una consecuencia
jurídica requerida…
En cambio, el supuesto relativo a si nada probare que le favorezca, hace
referencia a que el demandado que no dio contestación a la demanda,
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 219

podrá promover cuantas pruebas crea conveniente, siempre y cuando


vayan dirigidas a hacer contraprueba a los hechos alegados por el actor82.

Con lo expuesto en esta decisión, consideramos suficientemente explicados


los presupuestos para que la confesión ficta opere. Bastándonos señalar, al
respecto, lo atinado de que el Tribunal Supremo de Justicia haya adoptado la
postura de que el demandado podrá dar uso de su acervo probatorio, en estos
casos, para contradecir todo lo que el accionante haya tenido a bien alegar
en su libelo; desechando acertadamente el criterio, que postulan algunos ju-
ristas, según el cual solo podría el demandado probar, en estas circunstan-
cias, que no concurrió a contestar la demanda por un hecho no imputable a él.

Realizado este somero resumen sobre la figura de la confetio ficta, se presta


más comprensible lo establecido en el artículo 677. Como ya se había refe-
rido, el hecho de que se disponga la apertura de oficio, de un lapso proba-
torio, va ligada a que se puedan verificar todos los presupuestos necesarios
para que opere dicha institución.

Así mismo, el resto de los señalamientos realizados por la norma, no hacen


sino confirmar los requisitos establecidos por el artículo 362 del Código de
Procedimiento Civil y desarrollados ampliamente por la jurisprudencia.

Sobre la promoción y evacuación de pruebas que allí se dispone, deberá en-


tenderse entonces, conforme a la jurisprudencia transcrita, que esta podrá re-
vestir solo contradicción a los hechos que el demandante ha dispuesto en su
libelo, no estando permitido para el demandado contumaz el traer nuevos he-
chos al proceso mediante su acervo probatorio, pues el momento dispuesto
para ello, precluye con la contestación a la demanda, o en este caso, con
la oposición que no presentó oportunamente o fue desechada por el tribunal
de la causa.

Finalmente, sobre esto último, debe prestar el litigante especial atención


a la parte in fine de esta norma, ya que establece que lo dispuesto en ella, será

82
TSJ/SC, sent. N.º 2428, de 29-08-03.
220 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

aplicable también a los casos en que el demandado no presente las cuentas en


el plazo previsto por el artículo 675 del Código, ya sea que se haya ejercido o
no, el recurso de apelación contra la declaratoria del juez de que la oposición
es infundada.

Así, podrá operar la confesión ficta no solo en caso del demandado que fue
contumaz en no presentar su oposición, sino también en cuanto esta haya
sido desechada por infundada y el accionado se negare a presentar los
balances exigidos.

3.3. Promoción de pruebas


Establece el artículo 685 del Código de Procedimiento Civil la oportunidad
de abrir un lapso probatorio luego de examinadas las cuentas presentadas,
siempre que medie previa solicitud de alguna de las partes al respecto.

Este caso es distinto a lo previsto en el artículo 677 eiusdem, pues, como


se indicó anteriormente, este trabajo adopta la postura de que en tal caso
deberá el demandado hacer uso del acervo probatorio solo en la medida que
pueda contradecir los alegatos del demandante, sin traer al procedimiento
nuevos hechos.

En cambio, entendemos en este punto que podrán versar los medios probato-
rios que se lleven al proceso, sobre cualquier hecho alegado por las partes en
su oportunidad correspondiente, que se quiera sustentar o refutar, siendo esta
la ocasión para hacerlo.

Esta articulación probatoria no tendría cabida en caso de aceptar el deman-


dante las cuentas presentadas por el demandado, o de aceptar ambas partes las
ordenadas por los expertos –sin que estos hayan presentado ninguna duda en
los términos del artículo 681–, pues en este caso estarían conviniendo estas
en los balances presentados, no siendo posible que luego pretendieran volver
sobre ellas, toda vez que el artículo 689 establece la prohibición de revisarlas
nuevamente una vez aprobadas. En este caso, debería simplemente proceder
el juez a dictar sentencia, homologando tal convenimiento y ordenando al
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 221

demandado que pague el monto correspondiente al saldo positivo o devuelva


los bienes en su posesión, si se presentare alguna de estas circunstancias.

Es postura adoptada por nosotros, pues, que solo cabría la apertura de una ar-
ticulación probatoria en caso de que, llegado el procedimiento a esta instancia,
quedara aún algún hecho controvertido que dirimir.

3.4. Sentencia
Bien señala R engel Romberg que hay varios supuestos de hecho en los que
el procedimiento objeto de este artículo científico llegará a estado de dictarse el
fallo sobre la causa:

i. El demandado no realizó oposición a la demanda ni presentó las cuentas


dentro del lapso previsto, sea que probare algo que le favorezca o no (artículo
673 del Código de Procedimiento Civil, apartado 3.2.4. del presente trabajo).

ii. Realizada la experticia, una vez presentadas las cuentas sin que haya
acuerdo sobre ellas (artículo 678 eiusdem, apartado 3.2.3.1.1. del presente
trabajo) 83.

Y, agregaríamos nosotros, aceptadas las cuentas por el demandante; con


la consideración de que, en este caso, se limitaría el tribunal a homologar
el convenimiento de este antes de pasar a fase de ejecución de sentencia
(artículo 684 del Código, apartado 3.2.3.1.2. del presente trabajo).

Sobre la sentencia, dispone el Código de Procedimiento Civil su regulación


en los artículos 685 y 686. En primer lugar, el 685 establece el lapso para
que esta sea dictada, el cual será de quince días que comenzarán a compu-
tarse una vez examinadas las cuentas, o precluida la fase probatoria a la que
se hace referencia en el apartado anterior, siempre que esta se haya solicitado
por las partes y efectivamente concedida por el juez. El artículo 686, por su
parte, establece el deber del tribunal de resolver, en la sentencia, todas las

R engel Romberg: ob. cit., p. 354.


83
222 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

dudas y observaciones que se hubieren presentado, esto aun cuando nada se


hubiere contestado sobre ellas.

En sus comentarios a este artículo, Calvo Baca trae a colación la posibilidad


de que se presentaren informes conclusivos antes de entrar en el lapso para
que el juez dicte sentencia, caso en el cual este también debería valorarlos
en la misma. Arguye el autor: «No dice la norma nada sobre la presentación
de informes, sin embargo, creemos que se pueden presentar que estos no se
pueden impedir sin prohibición expresa de la ley, ya que lo contrario, signifi-
caría coartar el derecho a la defensa»84.

En todo caso, el contenido principal de esta sentencia, será pronunciarse


sobre el eventual quantum de una obligación pecuniaria que derivaría del
saldo positivo evidenciado en las cuentas, siempre que lo hubiere; o sobre la
orden de devolver al accionante, o a quien corresponda, los bienes que pro-
ducto de la gestión siguieren en posesión del demandado, en los casos que
esto aplique.

Resulta menester, llegados a este punto, citar lo dispuesto por Dubuc sobre el
imperativo que el 686 del Código de Procedimiento Civil establece sobre
el juez, de forma que considera:

… la sentencia puede modificar la cuenta eliminando partidas no justifi-


cadas o asientos objetados y llenando de igual modo aquellas que dejaron
de poner los expertos en aplicación del artículo 681 del prenombrado
Código, expresando el balance que arroje la reforma y fijando el reliquat
o el déficit definitivos85.

Sobre lo dispuesto por el autor, aunque se considera acertado, es menester


agregar que dicha modificación deberá atenerse siempre a lo dispuesto por
los expertos, o alegado y probado por las partes, pues interpretar algo dis-
tinto, como que el juez podría hacerlo de oficio según su parecer sobre las

Calvo Bacca: ob. cit., p. 693.


84

Dubuc: ob. cit., pp. 314 y 315.


85
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 223

cuentas, tendría como consecuencia una franca e inadmisible violación del


principio dispositivo y, por consecuencia, del debido proceso.

Pronunciándose el juez en alguno de esos sentidos y quedando firme la


decisión, al no ejercerse contra ella recurso alguno, se convertirá esta en un
segundo título ejecutivo, esta vez judicial, ya no continente de la obligación
del accionado de rendir cuentas, sino ahora del imperativo jurisdiccional,
mediante el cual el juez le ordena pagar la suma de dinero derivada de las
cuentas o entregar los bienes en cuestión86.

3.5. Recursos
Respecto al recurso de apelación previsto en el artículo 674 del Código
de Procedimiento Civil, que podrá ejercer el demandado contra el decreto de
intimación dictado por el tribunal, vease supra (3.2.2).

Ahora, nos atañe analizar el resto de los recursos que cabe ejercer a lo largo
del juicio de cuentas, como el establecido en el artículo 675 del Código de
Procedimiento Civil, que se oirá solo en efecto devolutivo únicamente, al
igual que la establecida en el artículo 674 eiusdem.

En ambos casos, la disposición del legislador de que este tipo de recursos sea
oído en un solo efecto deriva de la naturaleza ejecutiva del procedimiento
y del título que en él se invoca. Esto porque, el reconocimiento por parte
del juez, sobre el carácter de documento auténtico que tenga el medio proba-
torio que acompañe el accionante con la demanda, presupone una valoración
adelantada del tribunal de dicha prueba.

Revestida esta prueba de certeza, por su naturaleza propia, y reafirmada esta


por la decisión del juzgador de admitirla, sería un contrasentido conocer del
recurso de apelación en ambos efectos –devolutivo y suspensivo–, pues este
es presumido auténtico salvo que el demandado demuestre lo contrario ante
el tribunal de alzada (presuntio iuris tantum).

Álvarez: ob. cit., pp. 297 y 298.


86
224 Revista Venezolana de Legislación y Jurisprudencia • N.o 18 • 2022

Ahora, respecto a un recurso extraordinario de casación que se pretendiera


intentar contra cualquiera de las decisiones prenombradas, Baumeister
Toledo señalaba ya en su oportunidad:

En ya reiteradas oportunidades nuestra Corte Suprema en Sala de Casa-


ción ha venido negando el recurso extraordinario inmediato contra tales
providencias, en tanto reputa no ponen fin al juicio (si bien con ello con-
cluye esta etapa especial) y por cuanto no niega al recurrente continúe en
el ejercicio de sus defensas en la nueva etapa del juicio87.

En el presente trabajo, al igual que Baumeister Toledo, consideramos acer-


tado este criterio de la máxima autoridad en Casación, toda vez que, creemos,
bien podrá el accionado ejercer recurso de casación contra ello una vez se
dicte la sentencia definitiva, siempre que se cumpla con los presupuestos para
acceder a este recurso extraordinario.

Por otro lado, contra la sentencia definitiva que se dicte, poniendo fin al pre-
sente procedimiento, conforme al artículo 688 del Código de Procedimiento
Civil, se oirá —en este caso sí— recurso de apelación en ambos efectos.
Cabiendo, además, siempre que el quantum del juicio lo permita, el recurso
extraordinario de casación, de acuerdo a lo previsto en el artículo 312 eiusdem,
siempre que se cumpla con los presupuestos establecidos para acceder
a dicha instancia.

Además de otorgársele a la parte parcial o totalmente vencida, todos los re-


cursos ordinarios y extraordinarios previstos en la ley, conforme al artículo
prenombrado, el artículo 689 no niega la posibilidad de que las partes, en caso
de «… errores, omisiones, falsedades o duplicación de partidas…», puedan
proponer por separado sus demandas. Respecto a esta eventualidad, vale traer
a colación las acertadas consideraciones de Calvo Baca, al establecer:

Para que pueda tener lugar la rectificación no basta un error cualquiera:


se requiere un error de hecho ocurrido involuntariamente en la sentencia

Baumeister Toledo: ob. cit. (segunda parte), p. 162.


87
Consideraciones sobre el juicio por rendición de cuentas… 225

que aprueba las cuentas, es decir, según Mattirolo, que se ha escapado


de la atención de los jueces. Igualmente, en lo que atañe a las omisiones
y falsedades, es necesario que no hayan sido materia de disputa, ni deli-
beradamente efectuadas por la voluntad de las partes88.

Así, es de observar que no podrá pretenderse mediante esta vía que otro tri-
bunal conozca sobre lo que ya se ha debatido en este procedimiento y sobre
lo cual se ha obtenido un pronunciamiento jurisdiccional. Se trata esta de una
posibilidad muy limitada, que se basa en errores bastantes específicos, los
cuales, es nuestra consideración que deberán entenderse como taxativos.

Al no establecerse en dicha disposición un procedimiento especial para in-


tentar dicha demanda, deberá atenerse el accionante de esta a lo dispuesto
por el artículo 338 del Código de Procedimiento civil: «Las controversias que
se susciten entre partes en reclamación de algún derecho, se ventilarán por el
procedimiento ordinario, si no tienen pautado un procedimiento especial».

Conforme a la norma, deberá intentarse la demanda de rectificación mediante


el procedimiento civil ordinario y tendrá el demandante que cumplir con todos
los extremos legales exigidos para tramitar la acción a través de este.

***

Resumen: La intención del presente trabajo de investigación es


coadyuvar en el estudio y entendimiento del juicio ejecutivo por
rendición de cuentas, en los términos establecidos por nuestro
ordenamiento jurídico, así como en la precisión de circuns-
tancias que el legislador ha omitido o regulado de modo muy
somero y, finalmente, en un análisis crítico y científico de la
manera en que nuestra doctrina y jurisprudencia han interpre-
tado y hecho evolucionar –o involucionar– lo antes mencionado.
Palabras clave: procedimiento especial, procedimiento ejecu-
tivo, juicio de cuentas. Recibido: 16-12-21. Aprobado: 21-01-22.

Calvo Baca: ob. cit., p. 695.


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