Monografía Historia
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Monografía Historia
TEMA:
CURSO:
Ciencias Sociales
INTEGRANTES:
DOCENTE:
2022
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DEDICATORIA
Agradecer a toda la plana docente por sus enseñanzas, a Dios por su compañía en este
proyecto y a todas las fuentes por brindarnos la información necesaria, gracias.
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INTRODUCCIÓN
En 1991 la violencia política se había acentuado en los centros urbanos del país, en
particular en Lima. El Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL) se
replegaba de las zonas rurales y en la búsqueda de crear condiciones de la ruptura del
estado de derecho incrementaba la cantidad y las modalidades de sus acciones subversivas
a través de asesinatos políticos de dirigentes vecinales o mediante atentados urbanos con
coches cargados con alta cantidad de explosivos, así como con "paros armados". El
Gobierno del ex presidente Alberto Fujimori deslizaba en la opinión pública la necesidad
de una "mano dura" contra la subversión como preludio al golpe de estado que dio el 5 de
abril de 1992. Asimismo, en noviembre de 1991, el ex presidente Fujimori, presentó al
Congreso, para su aprobación, un conjunto de leyes "antiterroristas", que fueron
posteriormente observadas y recortadas en el Parlamento por considerarlas que eran
inconstitucionales al transferir mayores atribuciones y poderes a las Fuerzas Armadas y
Policiales.
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BARRIOS ALTOS
En caso no fue investigado judicialmente hasta el 19 de abril de 1995, casi cuatro años
después de los hechos. Sin embargo, esta no se llevó a cabo sin dificultad ya que el
congreso promulgo dos leyes de amnistía apoyada por los tribunales militares que
impidieron el desarrollo de las investigaciones por un tiempo. Estas leyes acabaron siendo
rechazadas por la jueza Saquicuray, quien lleva el caso, y eventualmente, también por la
comisión Interamericana de Derechos Humanos.
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LA CANTUTA
En la madrugada del 18 de julio de 1992, miembros del grupo Colina, cuerpo adscrito al
Servicio de Inteligencia Nacional del Perú, irrumpieron en los dormitorios de la
Universidad Nacional Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta), secuestrando y
desapareciendo a nueve estudiantes y a un profesor, a las afueras de la ciudad de Lima, para
después asesinarlos y sepultarlos en fosas clandestinas.
Una información del servicio de inteligencia señalaba que algunos de los estudiantes habían
participado en ese atentado. Los estudiantes y el profesor fueron extraídos de la universidad
y llevados a un descampado en Cieneguilla donde fueron acribillados y enterrados. La
búsqueda de los familiares captó la atención de la prensa y del Congreso donde se formó
una Comisión Investigadora luego de que llegara al congresista Henry Pease un informe
anónimo señalando que el autor del secuestro fue el Grupo Colina. En 1993 los cuerpos de
los estudiantes y el profesor fueron encontrados y plenamente identificados.
A pesar de las denuncias e investigaciones realizadas por los órganos judiciales del Perú, y
a causa de una Ley de Amnistía, los condenados por las desapariciones y ejecuciones de
La Cantuta quedaron en libertad. Esto llevó a que los familiares de tres de las víctimas
presentaran una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Luego se sumaron como representantes CEJIL, la Asociación Pro Derechos Humanos
(APRODEH) y el centro de estudios y acción para la Paz (CEAPAZ), quienes litigaron el
caso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).
El fallo de la Corte señaló que las leyes amnistía dictadas eran contrarias a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y por lo tanto que no tenían validez. El caso refleja
cómo el estado cometió crímenes de lesa humanidad mediante operaciones encubiertas.
Este punto ha contribuido a cancelar las amnistías como instrumentos para garantizar
impunidad a los responsables de las violaciones de derechos. La relevancia de esta
sentencia se extiende a otros países de la región.
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MUERTE EN EL PENTAGONITO
Allí, relata el asesinato del sargento primero de la Fuerza Aérea de Ecuador (FAE) Enrique
Duchicela, en 1988, acusado de espionaje. La edición de la revista Caretas del 9 de
diciembre del 2004 dice al respecto:
“El hecho, tal y como está relatado en el libro, es escalofriante: Duchicela y uno de sus
informantes peruanos habrían sido torturados, muertos y calcinados simultáneamente en un
horno del sótano del SIE, donde, además, en 1992 habrían sido cremados dos estudiantes”.
Es bueno recordar que, cuando los restos de estos últimos fueron hallados en
Cieneguilla, en 1993, algunos estaban calcinados, La versión oficial fue que les
rociaron kerosene en otro lugar, pero esto no ha quedado claro.
Además de esta mención, se da cuenta de la respuesta del Ejército sobre los hornos,
que supuestamente eran usados “para quemar papeles”.
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CONCLUSIÓN
Los dos casos llegaron a la Corte IDH y en ambos, el Estado peruano reconoció su
responsabilidad por los hechos. Estos fueron calificados por el tribunal interamericano
como violaciones graves a los derechos humanos, en el caso Barrios Altos, y como
crímenes de lesa humanidad, en el caso La Cantuta. La Corte estableció que, como tales,
resultaba inadmisible la aplicación de leyes de amnistía o cualquier otro tipo de excluyente
que obstaculizara la investigación y sanción de los responsables. En ese sentido, señaló en
el caso Barrios Altos que las leyes de amnistía dictadas durante el gobierno de Fujimori,
que sirvieron para exonerar a los responsables de este tipo de violación de derechos
humanos, carecían de efectos jurídicos.
Han pasado más de 20 años desde los sucesos, y las víctimas aún esperan que se haga
justicia.