Nunca Mas Trabajo Práctico Final
Nunca Mas Trabajo Práctico Final
Nunca Mas Trabajo Práctico Final
demonios?
Hasta la derrota militar argentina en la guerra de Malvinas, los intentos por construir una verdad
alternativa a la voz oficial sobre las violaciones a los derechos humanos tuvieron un escaso impacto
en la opinin pblica. Las denuncias fueron neutralizadas con relativo xito por la dictadura y la
dirigencia de la sociedad poltica y civil, que conocan su contenido. Tras la guerra, se abri un nuevo
escenario poltico. La dictadura qued aislada internacionalmente, perdi el apoyo de las clases
medias, que ahora consideraban falaz su discurso y denostaban su autoritarismo, su incapacidad de
garantizar el consumo y contener la inflacin, y se manifest de manera abierta la protesta sindical,
reprimida con violencia das antes de comenzar la guerra.
En este contexto se produjo la ruptura del silencio pblico sobre las desapariciones. A partir de
octubre de 1982, pero de manera especialmente notoria en el verano de 1983-1984, la prensa poco
antes favorable a la dictadura- difundi intensamente, y con un cariz sensacionalista, las
exhumaciones de tumbas NN efectuadas tras las denuncias de familiares de desaparecidos; public
testimonios de sobrevivientes, informes de los organismos de derechos humanos y declaraciones de
los perpetradores relatando sus crmenes. As, las desapariciones se instalaron como tema central de la
informacin pblica.
En ese escenario, los organismos de derechos humanos (como por ejemplo La Liga Argentina Por Los
Derechos del hombre (LADH), el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), la Asamblea Permanente de
los Derechos Humanos (APDH), el Movimiento Ecumnico por los Derechos Humanos, entre otros)
canalizaron buena parte del repudio al rgimen y se erigieron en un actor difcil de soslayar en la
escena poltica. Los denunciantes no clamaban venganza, no manifestaban odio ni expectativas de
cambiar el orden social, sino que exigan justicia al estado por las violaciones sufridas.
El 31 de octubre, tras el triunfo electoral de Ral Alfonsn, los organismos de derechos humanos
volvieron a solicitar la constitucin de una comisin investigadora parlamentaria que estableciese las
responsabilidades polticas del terrorismo de estado con su colaboracin y asesoramiento.
El decreto presidencial 187 del 15 de diciembre de 1983, que creaba la CONADEP, supona la
intervencin efectiva de los poderes del estado a travs de la dependencia de la Comisin del
Ejecutivo y de la participacin de los legisladores, y tambin la intervencin de la sociedad civil; as,
de algn modo, la CONADEP se volva una interseccin entre el estado y la sociedad civil. Su
creacin alumbr la desconfianza del gobierno sobre la capacidad de los poderes del estado de
derecho, como el Parlamento, y de la dirigencia poltica como marco y actores para elaborar una
verdad compartida sobre las desapariciones, aun en un momento de refundacin institucional.
Sus integrantes eran figuras pblicas prestigiosas en una diversa gama de actividades. Los religiosos
eran representantes de tres cultos significativos: el catlico, el protestante y el judo, y el resto eran
reconocidos en el mundo del periodismo, el derecho, la cultura y la ciencia. Entre los que la
integraban se encontraba:
Ernesto Sabato (1911-2011), un reconocido escritor y fsico progresista. Fue elegido presidente de la
comisin por el resto de sus miembros.
Ricardo Colombres (1921-1998), abogado y ex rector de la Universidad de Buenos Aires.
Ren Favaloro (1923-2000), respetado mdico y creador del baips coronario. Renunci en
desacuerdo a que la comisin no estuviese facultada a investigar los crmenes de la Triple A.
Hilario Fernndez Long (1918-2002), maestro e ingeniero. Decano de la Facultad de Ingeniera y
lleg a ser rector de la UBA.
dependencias militares, policiales y civiles de casi todo el pas y se ampli el saber sobre centros
clandestinos importantes, como Campo de Mayo, del cual haba slo un testimonio al formarse la
CONADEP. Por ltimo, estas declaraciones permitieron detectar el trnsito de desaparecidos entre
distintos centros y probar, de esta manera, su integracin en un mismo sistema.
La CONADEP opt por clasificar este vasto material testimonial por centro clandestino. Esto permita
responsabilizar a quienes haban actuado en esos centros por conjuntos de casos y, a la vez, sintetizar
las presentaciones. Tambin, sirvi para detectar especificidades de determinados centros, como
Automotores Orletti, donde fueron recluidos desaparecidos de pases limtrofes; as, se pudo probar
la coordinacin represiva entre las dictaduras de la regin. Mediante esta decisin, la Comisin
invirti de raz, sin proponrselo, el carcter del espacio estratgico de la desaparicin. El no lugar
que constituy el centro clandestino se transform en el eje para reconstruir la materialidad de las
desapariciones.
La CONADEP decidi adelantar las conclusiones preliminares de su investigacin mediante la
emisin de un programa televisivo. Ruiz Guiaz y Gerardo Taratuto, quien integraba el grupo de
abogados de la Secretara de Asuntos Legales y era, a la vez, dramaturgo y realizador televisivo,
asumieron su preparacin. Segn Taratuto, su ttulo, Nunca Ms, fue idea de Ruiz Guiaz.
La CONADEP deba, por ltimo, escribir un informe con una explicacin detallada de los hechos
investigados. La Comisin interpret rpidamente que ste debera conjugar dos intervenciones
simultneas: expresar una condena moral contempornea del sistema de desaparicin y constituirse en
un legado a futuro que ayudara a evitar su reiteracin. Como expres Sabato, el informe servira de
recordatorio a las generaciones venideras de la gran tragedia vivida en la Argentina, sera un
monumento simblico, pequeo, porque no tiene que ser grandioso, a la barbarie y a la represin
desatada para que nunca ms vuelva a suceder.
En un acto pblico transmitido por televisin el 20 de septiembre de 1984, Sabato entreg el informe
de la CONADEP al Presidente en la casa de gobierno. sta sera la primera y nica vez que todos los
miembros de la Comisin participaron de un acto vinculado al Nunca Ms. Setenta mil personas se
reunieron en Plaza de Mayo, convocadas por la mayora de los organismos, los partidos polticos
incluso aquellos opuestos a la Comisin y grupos estudiantiles y sociales que, tras el acto,
marcharon a Tribunales reclamando la jurisdiccin de la Justicia Civil y pidiendo al Congreso la
comisin bicameral.
Un da despus, Alfonsn dispuso publicar el informe de la CONADEP por la Editorial Universitaria
de Buenos Aires. La consigna del acto Despus de la verdad, ahora la justicia, la multitud y su
heterognea composicin, ilustraban la legitimidad alcanzada por la CONADEP. Sin embargo, las
explicaciones sobre este xito eran divergentes. Para uno de sus mentores, Carlos Nino, la Comisin
result til a la estrategia del gobierno al atender las necesidades de las vctimas y aplacar a los
grupos de derechos humanos. Para algunos observadores, en cambio, el resumen del informe
entregado a la prensa caracterizaba las desapariciones como crmenes de lesa humanidad, desestimaba
la teora de los excesos y contradeca el objetivo oficial de inculpar slo a las cpulas militares.
Lo cierto es que la entrega del informe puso fin a la estrategia oficial de autodepuracin de las
Fuerzas Armadas. Un da despus del acto, el Consejo Supremo pidi una nueva prrroga para su
labor, calific de inobjetables los decretos y rdenes con los cuales las Fuerzas Armadas
enfrentaron a la subversin y precis que los comandantes slo podan ser acusados de no haber
controlado los presuntos ilcitos de sus subordinados cuyos actos deban ser investigados. stos
constituan el cuerpo de oficiales en actividad, segmento que el gobierno pretenda excluir de la
investigacin judicial. Se sealaba, adems, que deba investigarse si los damnificados haban
cometido delitos; de este modo, se propona examinar los actos de los desaparecidos. A raz de ello, el
humanos. Fue una guerra, dicen convencidos. Fue una guerra sucia, aclaran;; En una guerra hay
excesos y mueren inocentes. Y encima (de acuerdo con los dos demonios) hubo excesos de los dos
lados y murieron inocentes de ambos bandos. El circulo cierra, lo que dicen ellos ahora es que piden
perdn por los excesos y errores cometidos, y reconocen que se equivocaron y ahora buscan
reconciliarse con todos para hacer una Argentina mejor.
La siguiente frase de Ernesto Sabato en el prlogo al informe Nunca ms se suele aludir como
representativa de esta visin imperante durante el juicio a las juntas:
"Durante la dcada del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provena tanto desde la
extrema derecha como de la extrema izquierda, fenmeno que ha ocurrido en muchos otros pases. As
aconteci en Italia, que durante largos aos debi sufrir la despiadada accin de las formaciones
fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nacin no abandon en ningn
momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los
tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantas de la defensa en juicio; y en
ocasin del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al
General Della Chiesa torturar a un detenido que pareca saber mucho, le respondi con palabras
memorables: Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura. No fue
de esta manera en nuestro pas: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con
un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con
el podero y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres
humanos."
Ernesto Sabato.
De todos modos, la distincin fundamental entre la respuesta legal y la ilegal en Italia, hace que el
escritor en ningn modo justifique, sino que condene, el plan sistemtico de represin ilegal montado
desde la dictadura.
La investigadora Elizabeth Jelin afirma respecto de la versin original del prlogo que "all se habla
de las dos violencias, pero no en trminos de equivalencias (interpretacin habitual -a mi modo de ver
equivocada- que dio lugar a la "teora de los dos demonios") sino en trminos de "escalada de
violencias": hubo una violencia guerrillera que despert una represin mucho ms brutal. Y se trataba
de un momento en que el clima poltico-cultural era de condena a la violencia".
El Premio Nobel de la Paz Adolfo Prez Esquivel ha afirmado al respecto:
"[...] No podemos dejar de sealar que en varios pases del continente y en la Argentina haba
guerrillas. Estas deberan haber sido contenidas a travs de las leyes vigentes y dentro del marco del
estado de derecho."
A pesar de que hay gente que cree firmemente en sta teora, hay otros que sostienen que estos dos
demonios son incomparables, que no deberan considerar que los guerrilleros estaban a la altura de
los militares en cuanto a las atrocidades y delitos que cometan. Hay quienes opinan que los
desaparecidos y torturados durante la ltima dictadura militar no eran considerados subversivos y
hay quienes desacuerdan afirmando que el trabajo de los militares era correcto y aquellas personas
caracterizadas como peligrosas deban ser eliminadas. Por supuesto que al momento de debatir este
tema siempre habr un choque de opiniones, pero la teora de los dos demonios propone un punto
medio entre el incesable tema de quines eran los malos y quines eran los buenos.
Modificacin del prlogo del 'Nunca Ms'.
En la edicin del ao 2006 del Nunca ms se agreg un nuevo prlogo que cambi la posicin
expresada por Sabato, lo cual origin la reaccin de miembros originales de la CONADEP Comisin
Nacional sobre la Desaparicin de Personas, cubierto por algunas fuentes periodsticas.
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/raul_alfonsin/la_historia_politica_del_nunca_mas.php
http://www.jus.gob.ar/derechoshumanos/publicaciones/informe-nunca-mas.aspx