Feral As A Cat (Sons of Wonderland #3) - Kendra Moreno - CDFC - SL
Feral As A Cat (Sons of Wonderland #3) - Kendra Moreno - CDFC - SL
Feral As A Cat (Sons of Wonderland #3) - Kendra Moreno - CDFC - SL
Este trabajo fue hecho sin fines de lucro, por lo cual nadie
obtiene un beneficio económico del mismo, por eso mismo te
instamos a que ayudes al autor comprando su obra original,
ya sea en formato electrónico, audiolibro, copia física e
incluso comprar la traducción oficial al español si es que
llega a salir.
Vayamos a la guerra...
◊ BLACKTH➰RN ◊ Lovelace
◊ Emma Bane ◊ Nea
◊ Haze ◊ -Patty
◊ ♡Herondale♡ ◊ Roni Turner
Capítulo 1 Capítulo 16
Capítulo 2 Capítulo 17
Capítulo 3 Capítulo 18
Capítulo 4 Capítulo 19
Capítulo 5 Capítulo 20
Capítulo 6 Capítulo 21
Capítulo 7 Capítulo 22
Capítulo 8 Capítulo 23
Capítulo 9 Capítulo 24
Capítulo 10 Capítulo 25
Capítulo 11 Capítulo 26
Capítulo 12 Capítulo 27
Capítulo 13 Capítulo 28
Capítulo 14 Capítulo 29
Capítulo 30 Capítulo 46
Capítulo 31 Capítulo 47
Capítulo 32 Capítulo 48
Capítulo 33 Capítulo 49
Capítulo 34 Capítulo 50
Capítulo 35 Capítulo 51
Capítulo 36 Capítulo 52
Capítulo 37 Capítulo 53
Capítulo 38 Capítulo 54
Capítulo 39 Capítulo 55
Capítulo 40 Epílogo
Capítulo 42 Agradecimientos
Al tío Mark
Ojalá hubieras estado aquí para burlarte de mis libros.
Ojalá hubieras elegido quedarte. Te amamos.
RIP Mark Salsberry 1966-2019
Feral as a Cat incluye descripciones de sangre, violencia extrema y
sexo. Siempre quiero que leas mi libro y te unas a mí en el País de las
Maravillas, pero por favor, cuídate primero.
Traducido por Roni Turner
Corregido por Nea
Editado por Banana_mou
Cheshire se mueve a través de los gruesos árboles, sus pies son silenciosos,
todo su cuerpo está tenso y alerta. Puede notar un hormigueo en los brazos, el
conocimiento de que nunca podrá saber de dónde viene, haciendo que su vello
se ponga en punta.
Les están más que llamando. La sensación de temor que recorre la espina
dorsal de Cheshire casi le hace temblar. Si fuera otra criatura diferente, hubiera
tenido que correr en otra dirección. Sin embargo, echa los hombros atrás y se
prepara para desvanecerse. Su cola se mueve de adelante hacia atrás, detrás
de él, y ya se ve su esfuerzo en aumento, su primer indicio de que lo que verían
al otro lado no será agradable.
—No creo que sea una llamada normal —susurra Cheshire, sin atreverse a
alzar la voz.
—¿Crees que tiene que ver con el regreso de Alicia? —pregunta Danica.
Cheshire no responde. No lo necesita. Ambos saben que todo tiene que ver
con el regreso de Alicia. Regresa como una mujer vengativa, llena de odio.
Cheshire la vio arrancando el corazón del pecho del Sombrerero por cometer el
error de pensar que era la misma niña que fue antaño. La niña ya no está, y
nadie sabe qué pasó entre el pasado y el presente.
—Qué lindo que te unas a mí —arrulla Alicia, con sus ojos oscuros
apuntando hacia Cheshire y Danica. Danica eleva su mentón, incluso más alto,
y desenvaina su espada desde su espalda. El rol de Danica como la Portadora
de la Esperanza es extraño. Mientras Cheshire es el castigador, Danica inclina
la balanza a su favor con amabilidad. Su rol siempre es incentivar un cambio en
el corazón.
—Alicia, ¿en qué te has convertido? —pregunta Danica con voz fuerte, pero
hay una punzada en ella, un hilo de tristeza que Cheshire casi no logra captar.
—¿Dónde está Alexander? —añade Danica, cuya voz es tan silbante que
Cheshire arruga su frente ante ella. El papel de Danica no es enfadarse. Su papel
es razonar, persuadir. Es el suyo enfadarse.
—El príncipe está a salvo —dice—. Sin embargo, me temo que está más
bien perdido en sí mismo. El rey y la reina, bueno, perdieron la cabeza.
Alicia suelta una risita y el sonido parece tan inocente como si fuera una niña
de nuevo. La hacía más peligrosa y Cheshire se dio cuenta de que algo iba
terriblemente mal. Alex no dedicó ni una simple mirada a los hermanos, como si
no los reconociera.
—No creo que sea el Alex de siempre —le dice Cheshire, pero Danica no
escucha, su rostro se transforma en completa furia.
—No sé de lo que hablas —gruñe Cheshire—. Pero morirás por los crímenes
que has cometido contra el País de las Maravillas.
No está contraatacando.
—Bribón —llama Alicia, y el príncipe vuelve uno ojo azul hacia ella—. Acaba
con ella.
Hay un parpadeo de algo en los ojos del príncipe, quizá algo del hombre de
antes, pero cualquier cosa que sea eso, no es suficiente. Se gira, casi en cámara
lenta, hacia Danica y levanta su espada.
Danica mira a los ojos del príncipe, las lágrimas brotando por su cuenta y
deslizándose sobre sus pestañas.
—Alex, despierta. Tienes que despertar. Por favor. —Está susurrando algo,
algo que Cheshire no puede oír con sus agudos sentidos, incluso aunque esté
corriendo en su dirección.
—Te mataré, así sea la última cosa que haga, te arrancaré la cabeza de tu
cuerpo de cuajo.
Cheshire ve que sus pies dudan por un segundo y sus manos se cierran en
puños.
—He dicho, acércate, Bribón —gruñe Alicia, golpeando el pie como quien
llama a un perro.
Cualquier lucha que el príncipe haya tenido abandona su cuerpo y se gira
como una marioneta para seguir a su ama.
Cheshire mira hacia donde Danica yace entre sus brazos. Las respiraciones
son cada vez más lentas cuando abandonan sus labios, y sus ojos se vuelven
vidriosos.
Danica, despierta…
Traducido por Roni Turner
Corregido por Nea
Editado por Banana_mou
—Firma.
—Odio este sitio —suspira Atlas hacia mí cuando firma por ambos.
—Vayan. —Ni siquiera nos mira esta vez mientras señala hacia el
pasillo por el que hemos pasado miles de veces.
—Me temo que no son buenas noticias —dice el Dr. Frank, y sus ojos
encuentran los míos en un intento de hacerme llegar la información.
Estoy segura de que entra en contacto con los pacientes y sus familias
que se rehúsan a escuchar, pero no tiene que preocuparse por mí.
Escucho cada palabra.
El Dr. Frank suspira y corre una mano por su pelo. Puedo imaginar
que esta parte no es fácil.
Puedo ver las lágrimas relucir en los ojos de Attie y me esfuerzo para
no derramarlas sobre mis propias pestañas.
Pero eso no ha vuelto a pasar en meses. Está bien. Podemos con ello.
Lo haremos.
—Haremos que funcione —le digo, con las manos tan apretadas en
mis bolsillos que duelen—. Debemos hacer que funcione.
Traducido por Nicola♡
Corregido por Nea
Editado por Banana_mou
Me rio, sabiendo bien que los chicos se burlan de él por ello. No estoy
preocupada sobre el acoso. Mi hermano tiene un gran grupo de amigos,
a todos los que he conocido, antes. De hecho, recientemente uno de ellos
había tenido el coraje de preguntar mi número. Me había reído y pregunté
si necesitaba una niñera. El chico se había sonrojado tan fuertemente
que pensé que explotaría.
Yo había sido el único rostro que todos ellos habían visto en los
últimos años, la enfermedad de mi mamá es de conocimiento general
alrededor de la ciudad.
Nosotros supimos que ella había tenido demencia unos cuantos años
antes del sanatorio, pero no había sido extremo. Ella se olvidaba de qué
calle tomar, olvidaba qué cosas necesitaba en el supermercado. Una vez,
consiguió todo para hacer hamburguesas, excepto la carne. Esas eran las
pequeñas señales. Una vez, se perdió y terminó a más de tres ciudades,
intentando meterse en la casa de alguien más que ella juraba que era la
suya.
—No, ella ni siquiera sabe que existo. —Attie mira al piso, indiferente.
Cuando los ojos de Attie se encuentran con los míos, me doy cuenta
de que no necesito entrar en detalles después de todo, no ahora mismo.
Él sabe. Él sabe que mamá no vuelve a casa porque esté mejorando.
Entiende que la noticia no es buena. Mi hermano de quince años solo
asiente con la cabeza y trepa en la parte posterior de la motocicleta. Sigo
su ejemplo y la pongo en marcha.
Cheshire
Bostezo, estirando mis brazos sobre mi cabeza hasta que mis huesos
crujen.
—Lo sabrás sin tener que meterte en sus bragas —dice White. Es la
misma línea que le he escuchado decir desde que vinimos a este mundo
e ignoro. Dudo que haya allá afuera una mujer que sea tan perfecta para
mí, lo cambiaría todo. No es posible. Mi suerte no llega tan lejos. No tengo
urgencia en entregar más sentimientos solo para que me los quiten—.
Levántate —ordena White nuevamente—. Tengo esta sensación. Estamos
cerca. Esta pequeña y tranquila ciudad es prometedora.
Extiende su mano hacia el otro lado de la cama pero, cuando abre los
ojos para buscarme, yo ya me he ido.
Traducido por Nicola♡
Corregido por Nea
Editado por Banana_mou
El sonido del rock clásico hace eco alrededor del taller mecánico,
ambos sonidos, reconfortantes y suaves, compitiendo con el de los
ventiladores de alta potencia intentando mantener el taller fresco. Mi
taller mecánico es de un tamaño decente, cuatro hangares para
estacionar los vehículos, pero hoy, hay solo un proyecto.
Le echo una mirada al reloj y me doy cuenta de que ya son las tres de
la tarde. Normalmente, habría tomado un descanso alrededor de las dos
para recoger a Attie de la escuela. Le gusta pasar el rato en el taller a
veces y hacer sus deberes. Pero recientemente su mejor amigo había
sacado su licencia, así que había estado dando un paseo con él. Me
pregunto si finalmente invitó a la chica que le gusta a salir con él.
Con nada mejor que hacer, y el taller cerrándose en unas pocas horas,
limpio mis manos y arrojo mis herramientas de vuelta en su caja.
—Estoy bien. Solo voy a trabajar en Bertha hasta cerrar y luego volver
a casa.
Lo aparto.
—Ve a casa con ese encantador nieto tuyo. Dale a Timmy un beso por
mí.
Rob está muy emocionado de tener a su hijo y nieto en casa con él.
Adora al bebé, y a ese niño nunca le faltará nada. Demonios, incluso soy
conocida por aparecer con un juguete o dos cuando los fondos lo
permiten. Es tan adorable como para no consentirlo.
A Jerry le gusta pensar que su taller es superior al mío, pero eso es,
honestamente, porque es un hombre. Cerdo sexista no son las palabras
suficientes para describir al hombre de pie junto a mí. La verdad es que
yo dirijo un taller mecánico honesto, mientras que a Jerry le gusta robar
a sus clientes en la cara. He tenido que arreglar algunas de sus
«reparaciones» cuando los clientes han venido a mí después del desastre
de su taller. Una mujer había venido después de dejar tres mil dólares en
el taller de Jerry porque ellos le dijeron que necesitaba pistones nuevos,
solo para traerlo a mí. Ella solo había necesitado una puesta a punto. No
se lo cobré; nunca lo hice si eran las «reparaciones» de Jerry. Siempre
me siento tan mal de que ellos hayan tenido que pasar por eso; Jerry es
una víbora.
—Vi a Rob irse. Pensé que podría venir a comprobar que estás bien
aquí toda sola. —Una grotesca mirada lasciva tira de sus labios y tengo
que pelear con la urgencia de hacer una mueca de disgusto. Jerry es
conocido por acosar a las mujeres. El hecho de que esté en el mismo
campo profesional que él, y exitosa, no le sienta bien. Para él, una mujer
pertenece a la cocina y a la cama. Nada más. Maldito bastardo. Si hay
alguien a quien odie en el mundo, es este hombre.
—A menos que estés aquí para pagarme algo del dinero que me debes
por arreglar tus metidas de pata, tú mismo puedes acompañarte a la
puerta.
Este hombre definitivamente no está aquí por ese carro. La dueña del
Impala es una dulce mujer mayor que viste una bufanda alrededor de su
cabeza con gatos en ella. Ella no tiene hijos, me había contado la historia
de su vida cuando vino por primera vez, así que este no podía ni siquiera
ser su hijo o un miembro de su familia. Él está usando el carro como una
excusa pero, realmente, no necesito su ayuda.
Me encojo de hombros.
—¿Es así como intentas montarme una cita? —Hay algo fuera de
lugar en la forma en que lo preguntó, casi como si no estuviese esperando
una cita, pero también queriendo que lo sea. No puedo captarlo en su
tono, sin embargo.
Él asiente con la cabeza y, sin una palabra más, se gira para irse.
Ojalá mi papá estuviera aquí para hablar. Siempre había sabido las
cosas correctas que decir. Había sido asesinado por un conductor ebrio
cuando yo tenía diecinueve años. Attie solo tenía cinco años. Había sido
un shock para mamá; habían sido los amores de la vida del otro, perfectos
el uno para el otro y, sin embargo, completamente opuestos.
—No.
No puedo sostener el resoplido que sale y Rob levanta una ceja hacia
mí.
—Está bien, está bien —digo, sonriendo—. No eran tres hombres. Solo
mi llave inglesa y yo.
—¡Lo sabía! —gruñe—. ¿Qué hizo ese imbécil después de que me fui?
—Timmy tuvo una noche difícil. —Se frota la nuca—. Con todo su
llanto esta mañana, olvidé tomar el desayuno. Iba a ir a por un burrito al
otro lado de la calle. También puedo comprarte uno.
—Por supuesto.
—¿En serio?
Estoy tentada a decir que no, a apegarme a mis instintos, pero White
me ayudó, y parece tan serio que me encuentro asintiendo con la cabeza.
—Bájate de mi motocicleta.
Esta vez, White realmente se ríe en voz alta y lo miro. Hay una alegría
absoluta en su rostro, y arrugo la frente.
—¿Qué tipo de broma es esta? —Miro entre los dos hombres, tomando
sus oídos de nuevo, la confusión se apodera de ellos.
—Todo. Es solo una máquina. —Él pone los ojos en blanco y tengo la
repentina necesidad de golpearlo boca arriba en la cabeza con mi llave
inglesa. «Respira profundo, Cal. No quieres ir a la cárcel hoy».
—¿Qué carajo?
—Si no quieres que un ojo morado coincida con esa nariz rota, te
sugiero que te muevas. —Mi voz es tranquila, a pesar de que me duele la
mano por el golpe, y mi ira se encona debajo de mi piel. White ríe más
fuerte.
Suspiro y me enderezo.
—No salgo en citas —agrega Cheshire con ayuda, pero sus ojos siguen
mi cuerpo de una manera que sugiere que hace otras cosas.
Frunzo el ceño.
Miro entre los dos hombres, confundida, antes de que la risa burbujee
de mis labios.
—Oh, lo entiendo ahora —me las arreglo para decir entre risas—. Para
eso están los oídos, ¿verdad? El conejo blanco y el gato de Cheshire.
Todos ustedes tienen demasiado tiempo en sus manos.
—Calypso, espera.
Sacudo la cabeza.
Júpiter
—Lo más probable es que esta sea la parte más difícil de la profecía.
Sacudo la cabeza.
—¿Por qué la mirada triste, Calypso? —dice con voz áspera, el ruido
del tanque de oxígeno casi se lleva el sonido.
—Lo sé, cariño. Lo sé. Me temo que esta vieja enfermedad me está
pateando el trasero. Incluso ahora, puedo sentirlo arrastrándose en el
borde de mi mente. Han crecido tanto, los dos. —Su voz casi se ralentiza
cuando habla, como si estuviera luchando una batalla perdida en su
cabeza. Me aterra a dónde va mi madre cuando no está bien, contra qué
prisión lucha.
Esta vez, no puedo evitar que las lágrimas goteen sobre mis pestañas
libremente. Tomo la mano de mi madre en la mía y la sostengo tan
firmemente como me atrevo.
Sacudo la cabeza.
Sus palabras se alejan, sus ojos se alejan, mientras mira justo por
encima de nuestros hombros. Attie se aleja y vuelve a sentarse al otro
lado del sofá. Mi madre me mira directamente a los ojos, viendo, pero sin
ver.
Cheshire
White me mira entonces, sus ojos buscando algo para lo que no tengo
nombre.
—¿Lo sentiste?
—El clic.
Aparto la vista de los ojos cómplices de White para volver a entrar por
la ventana. Cal deja que su hermano lleve a su madre por el pasillo a lo
que sospecho que es su habitación. Cal se toma un momento para entrar
en la cocina y observo cómo se derrumba, sus hombros temblando con
las emociones que mantiene ocultas a su familia. Esta cepa la está
desgastando.
Sus palabras me golpean tan fuerte que apenas soy capaz de contener
las emociones. Enojado por haber sido forzado a esta situación, enojado
porque esta es la única manera, enojado conmigo mismo incluso por
venir aquí, levanto la mano y coloco una sola garra contra el vidrio. No
espero que Cal mire hacia arriba mientras lo hago. No espero que sus
ojos se encuentren con los míos, como si pudiera verme, antes de volver
a apartar la vista.
Siento que las piedras se endurecen alrededor de mi corazón, la
crueldad del mundo en el que he crecido llevando la crueldad a mis
labios.
Los sábados son los días en los que me relajo usualmente, pero con
todo lo que está sucediendo en casa, es difícil aliviar la tensión en mis
hombros. Attie quiso pasar el día con mamá y no pude negarle eso, no
cuando le habían robado gran parte de su infancia. Yo había tenido la
suerte de ser una adulta cuando la enfermedad llegó. Attie no lo había
hecho y se había perdido de tanto que yo no podía darle. Entonces, la
enfermera y Attie llevaron a mamá a su parque favorito, un día para
sentarse junto al estanque para alimentar a los patos y comer sus
comidas favoritas.
Había estado casi agradecida cuando Attie sugirió pasar el día con
mamá. Siempre puede leerme tan bien, y sabe que me duele el corazón,
no importa cuánto trate de ocultarlo.
Frunzo el ceño.
—¿Disculpa?
Levanto la ceja.
Se encoge de hombros.
—¿De dónde sacas orejas y una cola tan creíbles? Nunca he visto
nada así.
Sonríe.
Cheshire gruñe ante mi apodo para él, pero cuando hago la pregunta,
la tristeza pasa sobre su rostro tan rápido que casi lo extraño, antes de
que sea reemplazado por esa mirada engreída nuevamente.
—No lo sé. —Respiro con los ojos aún cerrados. No sé de qué otra
manera responder a la pregunta. No soy nadie especial, solo una mujer
que intenta criar a su hermano pequeño. Nada extremadamente especial
sobre mí.
La única señal de que había estado allí es el aroma del humo de leña
y la madreselva silvestre que cuelga en el aire.
Traducido por ~Kvothe
Corregido por ♡Herondale♡
Editado por Banana_mou
El Sombrerero
Me pongo de pie en el salón del té, tan ansioso como todos los demás.
Clara está a mi lado y Doe y Júpiter están a su lado mientras todos
dirigimos nuestros ojos a las puertas dobles. Doe dijo que el Flamenco
está llegando y es un aliado que necesitamos desesperadamente en esta
guerra.
Flam solía tener una inclinación por los problemas, todavía la tiene,
pero sus poderes se salieron demasiado de control, incluso como para
que él los controlara. Así que había ido con el Rey y la Reina y les pidió
que suprimieran algunos de sus poderes, dentro de sí mismo. Sigue
siendo poderoso más allá del conocimiento, pero elige tener menos cada
día. Eso es lo que lo redimió a los ojos del País de las Maravillas.
Flam sigue siendo malo, sigue siendo poderoso, pero ahora tiene una
razón para amar, algo de lo que un Jabberwocky nunca podría ser capaz.
Y, sin embargo, el Flamenco vive.
Sus ojos escanean a nuestro grupo hasta que caen sobre Doe, una
amplia sonrisa en sus labios. Él irrumpe hacia adelante y toma a Doe en
sus brazos, balanceándola. Ella se ríe, pura alegría en el sonido, y lo
envuelve fuertemente en sus brazos.
—Solo han pasado unos días —le recuerda, mirándola a los ojos,
adoración reflejada en los suyos.
—He escuchado muchas cosas sobre ti, Niña de Fuego. Escuché que
eres la que salvó a mi chica.
Observo cómo Júpiter se lanza sobre sus pies, un ligero rubor se eleva
a sus mejillas.
Y luego Flam hace algo que nunca esperé, algo que nunca he
presenciado. Camina hacia Júpiter y se arrodilla frente a ella. Ella da un
paso atrás, vacilante, pero por lo demás, se mantiene firme. Yo, por otro
lado, tropiezo hacia atrás y jadeo tan fuerte que resuena en la habitación.
Clara me mira confundido pero no puedo decirle que nunca he visto al
Flamenco de rodillas por nadie más que por Doe, al menos no puedo
decirle eso en este momento.
Mi jadeo, esta vez, trae una risa a los labios de Clara, y me distrae.
De repente quiero besarla. Esta es una ocasión monumental.
¡Deberíamos celebrar!
Flam sonríe en respuesta antes de que sus ojos se posen sobre Doe.
A las personas buenas les pasan cosas malas. Lo sé. Mi papá había
sido una persona honesta, cariñoso y amable. Se había ofrecido como
voluntario los fines de semana en el comedor local. Ni siquiera decía
malas palabras. Y, sin embargo, se lo llevaron demasiado joven gracias a
un conductor ebrio.
Mamá va por el mismo camino. Ella solía hacer ropa para los niños
en el hogar de acogida en la calle, al ver que sus padres adoptivos
gastaban el dinero en cualquier cosa menos en ellos. Ese era el tipo de
personas que eran mis padres.
Esta noche, ella está catatónica. Attie tiene que colocarla en su silla
de ruedas y ajustarla. Ni siquiera se inmuta o siquiera se da cuenta. Ella
solo mira felizmente a la luna sobre nosotros. No puedo culparla. La luna
está llena esta noche y brilla tan intensamente que lo lava todo con su
palidez. Combinado con el sonido de las ranas croando y los insectos de
verano, es una noche agradable. Por alguna razón, inmediatamente me
pone nerviosa.
—Calypso.
Lo miro.
Mis cejas se disparan, mirando entre los dos. Empujo a Attie un poco
más detrás de mí, asegurándome de que mi espalda lo proteja tanto a él
como a mi madre. White arroja la pequeña tarjeta blanca al suelo y todos
los ruidos del verano se detienen. Los grillos dejan de cantar. Las ranas
dejan de croar. Los árboles dejan de crujir con el viento.
Observo cómo una luz brillante parpadea y parpadeo con fuerza para
despejar la ceguera repentina, antes de que alguna fuerza comience a
tirar de mí hacia adelante. No grito. No creo que pueda. Simplemente me
doy la vuelta y empujo a Attie con fuerza, tratando de alejarlos. No
funciona. Todos nos deslizamos un poco más cerca y un miedo real se
extiende por todo mi cuerpo.
—¡Te dije que no tengo tiempo para tus cuentos de hadas sin sentido!
Tengo gente que depende de mí. —Me doy la vuelta y señalo a mi familia
aún inconsciente—. Dependen de mí. Y mi mamá está enferma. Necesita
medicina. Necesita cuidados. Y Attie tiene escuela el lunes.
—No creo que me vayas a quedar como un traje —dice, esa sonrisa
lenta se extiende por sus labios—. Demasiado pequeño. Pero hay otras
formas en las que podría usarte.
Cheshire se levanta.
—¿Qué coño fue eso? —respiro, mis ojos todavía fijos en Cheshire.
—Fantástico —refunfuño.
—No. No toques la mesa, Attie —le digo antes de que pueda acercarse
demasiado—. Estoy bastante segura de que el mantel está hecho de piel
podrida.
—¿Qué demonios?
—No preguntes —le digo—. Aparentemente, no es una historia
agradable. Y cuida tu lenguaje.
—Te preocupas.
Resopla.
—Ya viene, estoy seguro. Podría ser tú más o menos. —Mueve su ceja.
Hace un gesto en mi dirección, dejando claro que cree que soy una de
las variables débiles. Intento no ofenderme por ello. Realmente no sé en
qué me estoy metiendo o lo que me espera detrás de la puerta blanca.
Supongo por la reacción de Cheshire que no es una buena puerta para
cruzar.
—¿Qué tal si me dicen de qué están hablando, para que pueda dar
mi humilde opinión? —interrumpo, levantando la ceja—. No tengo ni idea
de qué es la espada Vorpal o por qué creen que la necesito, pero estaría
bien saber al menos lo que está pasando.
—Eres mucho más que eso, Calypso. Eres la última oportunidad que
tenemos de salvar el País de las Maravillas. Estás profetizada para
completar la tríada y derrocar a la Reina Roja.
—Ah, rayos. Pensé que íbamos a ser como Batman y Robin. —No
sonrío. Me cruzo de brazos y lo miro—. ¿Scooby Doo y Scrappy? —Se me
tuerce el labio—. ¿Macarrones y Queso? —No puedo evitar la carcajada
que estalla esta vez. Alargo la mano y le alboroto el pelo.
—No del todo. Pero podemos hablar de eso más tarde. El primer
problema es que solo hay una espada que puede matar a un
Jabberwocky, y superar los poderes de un Jabberwocky.
—La espada Vorpal —interrumpe mamá con una sonrisa—. Solía leer
ese libro para mi hija, Calypso, cuando era un bebé. Ahora es mayor y no
le interesan esas cosas. Adolescentes.
—Es rápida, venenosa, y la cosa más fea que tus ojos verán. —El labio
de Cheshire se curva ante la afirmación, como si algo de lo que ha dicho
fuera gracioso. No le veo la gracia.
—¿Y qué pasa con mi madre y Attie? Alguien tiene que protegerles.
White suspira.
—Protegeré a Diana y a Atlas con mi vida. Tú sólo tienes que
preocuparte por conseguir la espada de la Reina Blanca, Calypso. Cuanto
antes cumplas tu destino, antes podrás volver a casa.
—¿Qué aspecto tiene la espada? —No estoy segura de si debe ser una
espada o una daga. Las historias clásicas parecen tenerlo intercambiado.
Espero que sea una espada. ¿Qué tan genial sería eso?
White
Observo las bromas entre Cheshire y Calypso, mis ojos los siguen
como si realmente estuvieran lanzando una pelota de un lado a otro.
Ninguno de los dos parece ser consciente del resto de nosotros, de pie a
un lado. La madre de Calypso está de pie justo junto a mí, con una
sonrisa de felicidad en su rostro. Attie está a unos pasos, con el ceño
fruncido que se extiende por sus labios.
Diana se inclina más hacia mí mientras Cheshire dice algo que hace
que Calypso se erice.
—Esos dos van a ser pareja pronto —susurra Diana, con buen humor
en cada palabra.
—¿Hmm?
—Esos dos, hay una profecía escrita sobre ellos. Están destinados el
uno para el otro, aunque no lo sepan.
Júpiter
Flam y Doe se sientan frente a mí, con los dedos entrelazados como
si tuvieran miedo de separarse. No puedo culparlos. Doe ha estado
atrapada en su forma de pájaro dodo durante más de cien años antes de
que yo llegara y rompiera el encantamiento. En ese momento, no sabía la
importancia de lo que había hecho. Ahora, viendo a los dos girar uno
alrededor del otro, como si uno no pudiera existir si el otro, me hace feliz
de una manera que nunca esperé. El pájaro dodo y el flamenco.
Realmente quiero escuchar su historia de amor algún día.
—Ya es fuerte. —El Sombrerero revuelve su té, con los ojos clavados
en el remolino líquido—. Fue capaz de proteger a White mientras
caminaba en sueños. Evitó que Alicia le hiciera daño.
—Claro que sí —murmuro, ¿por qué no? ¿Por qué no iba a ser la
Reina Blanca rápida y venenosa? Ahora todo lo que sigo imaginando es
una araña con una corona. Seguro que no es eso a lo que nos
enfrentamos. La Reina Blanca se supone que es la hermana de la Reina
Roja original, magnánima y amable. Por supuesto, esto no es el libro de
cuentos—. ¿Necesito un arma? —Realmente no quiero entrar ahí sin
nada en mis manos.
—No, gracias —digo, con un tono burlón en las palabras—. Tengo los
míos.
Casi le digo que no estoy segura de que nada de esto sea mi destino.
Jesús, no estoy destinada a ser la salvadora de nadie. Ya es una lucha
solo asegurarse de que Attie está bien. Sin embargo, no digo nada de eso.
Siento el peso de las palabras de White, como si pudiera sentir la profecía
de la que habla. Con esa sensación, me vuelvo hacia la engañosamente
bonita puerta y respiro profundamente.
Muy fácil.
Traducido por Nea
Corregido por Haze
Editado por Banana_mou
Cheshire
No, mejor mantener esa parte oculta por ahora. Hasta que no pueda,
la protegeré a ella y a su familia, la ayudaré a salvar el País de las
Maravillas, y luego la enviaré a casa a vivir su vida.
La Reina Blanca cae del techo con un silencioso golpe, sus pies ligeros
mientras aterrizan en la representación de lo que solía ser. No se podría
decir que son la misma cosa. Me congelo y me aprieto con fuerza contra
Cheshire. Miro por encima de su hombro, pero el impulso de correr fluye
por mi cuerpo. Lo reprimo. Es obvio que eso es lo que quiere, y me cogería
en segundos. Ella esperó a que estuviéramos más adentro antes de
aparecer. Sabe que nos tiene en desventaja.
—¡No se abre! —grito justo cuando Cheshire se lanza fuera del camino
de las garras de la Reina Blanca. La golpea en el hombro mientras se va,
enojándola aún más.
—¡Prueba tu sangre!
—¿Qué demonios?
—Tienes que coger la espada. Cuanto más tiempo estemos aquí, más
peligro corremos.
Cuando Cheshire se mueve de nuevo, noto por primera vez las venas
negras que se extienden de la herida, la carne abierta y destrozada. Es
relativamente pequeña comparada con las pinzas de la Reina Blanca,
pero la sangre roja brota del agujero. La piel alrededor es un poco verde.
Habían dicho que la Reina Blanca era venenosa. Y Cheshire ha sido
mordido. Tarda un momento en asimilarlo, pero cuando lo hago..., el
pánico se apodera oficialmente de mí.
Cheshire
—¡Mierda! te mordió. Dijiste que era venenosa —dice Cal, con pánico
enroscado en cada palabra.
Mis labios se curvan cuando las cejas de White se elevan, sus ojos
bailan de risa.
—¿Qué?
—No podemos morir. —Se vuelve ante mis palabras y me mira a los
ojos—. Pero si quieres continuar, tengo algo más de donde sé que puedes
extraer veneno.
—¿Sacaste el veneno?
—La Espada Vorpal solo canta para un guerrero elegido por el País de
las Maravillas. —Se encoge de hombros—. Probablemente me daría un
desagradable mordisco si la toco.
—Eso es interesante.
Cuando tropieza con una raíz más pequeña, White se inclina y la toma
en sus brazos, quitándole la carga por completo.
—Fantástico.
—Solo puedo correr rápido si llevo a una persona, y las quimeras son
rápidas. Sin duda habrá un Bandersnatch patrullando en el bosque.
Cheshire los mantendrá a los dos a salvo. No te preocupes, Calypso.
—Te tengo.
Se oye el chillido otra vez, más cerca, y Attie me presiona. Puedo sentir
su renuencia a seguir avanzando. Me inclino hacia atrás y toco
suavemente su mano, haciéndole saber que está bien.
—No, gracias.
Digo esas palabras pero no las siento. Incluso en este momento siento
ganas de unirme a la refriega, de clavar la Espada Vorpal entre las
costillas de la criatura. Pero Attie necesita protección también, entonces
me paro vigilante frente a él y observo la danza mortal entre la criatura
de mis pesadillas y el Gato de Cheshire, al que me está comenzando a
importar lo que le suceda.
—Aquí, déjame.
Hay un fuego allí que me atrae y, a pesar de que todavía está cubierto
de sangre, me siento tentada a inclinarme y encontrar sus labios. Levanta
su mano, aquella que está cubierta de sangre, y alza mi barbilla. Justo
cuando creo que me va a besar, Attie se aclara la garganta detrás de
nosotros e interrumpe el momento.
Me aclaro la garganta.
—Tengo una mejor idea. —Cheshire sonríe—. Ahora que solo están
ustedes dos, puedo desvanecernos hasta la casa del Sombrerero.
El Sombrerero
—¿Te arriesgarías?
—Aún no. Solo tenemos que estar atentos a los demás. White y
Cheshire llegarán con la tercera integrante y ella es la más importante de
la tríada. Ella completa la profecía. —Tiene tanto peso sobre sus hombros
y probablemente ni siquiera lo sepa aún.
—¿Terminó de purgar?
Él asiente.
—Absolem a veces nos deja con la duda, ¿habremos hecho mal de vez
en cuando y nos hemos ido separando? —Hago una mueca cuando la
rima se me escapa y Flam me mira. Esos ojos de color fucsia brillan y
amenazan con hipnotizar. No tengo ninguna duda de que puede hacer
más que eso.
—Es la primera vez que escucho tu locura desde que llegué —dice.
Me quito el sombrero y me paso la mano por el pelo agitadamente.
—Entiendo.
Un chillido resuena a través de los árboles otra vez y tanto Attie como
yo nos tapamos los oídos con las manos, el sonido envía agudos
pinchazos de dolor a través de ellos. Cheshire ni siquiera se mueve para
tapárselos y veo cómo la sangre comienza a gotear por su cabello. Sus
oídos se sacuden ante la sensación.
—No dejaré que algo te pase, Attie —le digo—. Y Cheshire también
nos protege. —Disminuyo el sonido de mi voz, aunque estoy segura de
que Cheshire aún puede oírme. Tiene orejas de gato, después de todo—.
Y entre tú y yo, él es un hijo de puta aterrador. ¿Lo viste destrozar al
Chernóbil?
—Me estoy muriendo —se queja Attie, envolviendo su cintura con sus
brazos—. Tenme piedad y mátame ahora.
Lo miro alarmado.
—Tranquilizador —murmuro.
Cheshire gruñe.
Me encojo de hombros.
El Sombrerero se ríe.
—Oh, ahí estás. Estaba muy preocupada. —La voz de mamá resuena
en la entrada y todos nos volvemos hacia la mujer encorvada que carga
un tanque de oxígeno.
No puedo evitar que una sonrisa aparezca en mis labios. Una que
responde a las curvas que aparecen en los suyos.
—Sí, puedo ver cómo eso ayudaría. —Hago una pausa por un
momento para reunir coraje—. ¿Cuál es la última cosa buena en la que
te enfocaste?
Nos miramos el uno al otro por un momento y hay tantas cosas que
me gustaría decir y, sin embargo, no se me ocurre nada. Al clásico estilo
del País de las Maravillas, nada tiene sentido y ni siquiera puedo retener
un pensamiento. Pero no apartamos la mirada. No puedo hacerlo. Este
momento se siente colmado de posibilidades y, antes de darme cuenta de
lo que estoy haciendo, me aparto de la pared y camino hacia adelante. No
me detengo hasta quedar frente a él y me acerco lo suficiente hasta que
apenas queda espacio entre nuestros pechos.
Flam sonríe.
—Es gracioso que elijas para involucrarte al único chico que no tiene
interés en tener una pareja.
—Nunca dije nada sobre tener una pareja. —Lo miro a los ojos—. Que
solo quiera follar con alguien no significa que me esté comprometiendo.
Flam se ríe.
Quiero preguntarle qué es lo que eso significa, por qué tengo más
posibilidades, pero en vez de eso, pregunto:
—¿Qué eres?
—Oye, Elegida.
—Cállate —murmuro.
—¿De dónde viene toda esta gente? —le pregunto a Attie en voz baja,
preguntándome si ya lo ha averiguado en su investigación de historia.
Attie asiente.
—Llegó al País de las Maravillas como una niña —añade Clara—. Pero
se fue. Cuando volvió, era una mujer llena de desprecio y venganza.
—¿De qué hablas? ¿El País de las Maravillas decide quiénes pueden
estar juntos y quiénes no?
—Si voy a ser manejada como una marioneta, al menos podría pasarla
bien haciéndolo —susurro.
—Si un buen rato es lo que quieres, prueba estos. —Guiña el ojo hacia
mí.
Aceptando el riesgo que es, tomo un pastelito y lo muerdo. Sus labios
se curvan mientras me mira.
Intento pensar en algo que decir, algún gran gesto para decirles que
me voy. En su lugar, me convierto en una colegiala levantándose de la
mesa.
—¿Me podrían disculpar?
—Claro, adelante.
No voy lejos. Mis pies están un poco inestables para caminar el techo
entero. Solo avanzo lo suficiente para poder sentarme cómodamente sin
caerme y recostarme contra la grava tibia.
El cielo está oscuro como siempre. Pareciera que nunca hay sol acá,
incluso cuando se supone que debe ser de día. Júpiter dijo que tiene algo
que ver con la Reina Roja, que aquí nunca fue brillante, pero tampoco
tan oscuro. No sé si creo eso. La oscuridad parece calzar en este mundo.
—Sí.
—Mi mamá solía decir que las estrellas son luciérnagas que se
quedaron atascadas en el cielo, así que hacen un espectáculo en lugar de
apagarse.
Sonrío.
—Pero para mí, esto es normal. —Se encoge los hombros—. Tú eres
la que sobresalta en este mundo.
Me rio.
—Espero que caigas en tu trasero —le grito, sin siquiera saber si aún
puede oírme.
Una pequeña sonrisa se forma en mis labios cuando una risita suave
llega a mis oídos.
Maldito Gato.
Traducido por Tati Oh
Corregido por BLACKTH➰RN
Editado por Banana_mou
—¿Por qué Cheshire y yo? Pensé que solo yo era parte de la tríada.
—Suéltalo.
—¿Por qué tenemos que caminar por el bosque? ¿Por qué no puedes
desvanecerte? —Paso por encima de otra raíz pero esta se eleva más de
lo que esperaba y atrapa mi dedo del pie. Me tropiezo y casi me caigo de
bruces. Afortunadamente, logro sostenerme. Los árboles se ríen de mí,
su sonido amaderado irrita mis nervios.
Se encoge de hombros.
—¿Sobre qué?
—Ningún sexo vale la pena si eres un idiota —le digo y continúo sin
dar la vuelta. No puedo, porque sería aceptarlo como el desafío que es.
—¿Qué carajo…?
Cheshire no tiene por qué ser un caballero. Yo no tengo por qué ser
una dama. Solo tengo una cosa en mente y, por primera vez, no me siento
juzgada por mi agresión. Por el contrario, solo parece alimentar los
ánimos de Cheshire aún más, bajos golpes de su pecho me hacen saber
que está tan enojado como urgido.
Enrollo una mano alrededor de su espalda y bajo lo suficiente para
rozar la base de su cola. Se tensa contra mí pero no se detiene, no hasta
que mi otra mano sube por su pecho para envolverse alrededor de su
cuello. Su tacto es suave, lo suficiente para acunarse en él, pero
interrumpe el beso de todos modos y me mira a los ojos. Ambos estamos
jadeando pesadamente, aspirando grandes bocanadas de aire. Siento que
no puedo respirar y, sin embargo, al mismo tiempo, siento como si tuviera
demasiado aire en mi cuerpo.
Los ojos de Cheshire se abren como los de un gato cuando mis dedos
se mueven por su cuello, y los suyos se aprietan en mi pelo hasta que
siento sus garras raspar mi cuero cabelludo.
Frunzo el ceño, sin saber cómo responder. ¿Soy una asesina? No,
pero mataría por proteger a los que amo. Cheshire no representa una
amenaza para Attie o para mi mamá, pero representa una amenaza para
mí. Es el chico malo del que las madres siempre te advierten, aquellos a
los que querrás cambiar pero es inútil porque hace mucho que son de
esa manera. Las palabras de mi madre susurran en mi mente.
—¿Qué te hace pensar que seré yo el que grite? —se burla, una sola
garra raspando mi espina dorsal.
—Será mejor que tengas cuidado con lo que haces, Cal. —La mano de
Cheshire se aprieta mi pelo.
Me burlo.
—Esto no significa nada —digo en voz alta, más para mí que para
Cheshire. Ninguno de los dos comenta la mentira que es. Puedo sentirlo,
el cambio del que habló Cheshire, pero no me concentro en eso. Control.
Tengo el control.
El beso es igual que antes, una batalla por el dominio sin que ninguno
esté dispuesto a ceder. Es violento, nuestros dientes chocan en nuestra
lucha. Contra mi espalda, la corteza raspa mi piel, probablemente
haciéndola pedazos, pero no me importa. El dolor se mezcla con el placer
hasta que lo beso más fuerte, mis pulmones se quedan sin aire.
Cuando sus labios sueltan los míos me hace girar de nuevo pero no
le doy la oportunidad de ponerme en otra posición. Prácticamente lo
derribo al suelo, esperando que la sorpresa sea suficiente. Terminamos
en un lío de extremidades en el suelo del bosque, mi cuerpo encima del
suyo. Una sonrisa se extiende por sus labios.
Resoplo, tentada a pasar por alto el área, pero fue mi objetivo desde
el principio. Él cree que tiene el control. Saco la lengua y la paso por la
cabeza, su respiración sisea. No le doy ningún aviso antes de cerrar mis
labios alrededor de él y tomar todo lo posible.
—Ríndete —gruñe.
—No.
—Está bien, Gatito. —Sus ojos se mueven a los míos—. Está bien. —
Me levanto y envuelvo mi brazo alrededor de su cuello, girando para
pellizcar su mandíbula—. No te detengas. —Se retuerce dentro de mí y
yo vuelvo a apretarme contra él. Me estiro entre las piernas y toco la base
de su verga, presionando contra él, gimiendo—. Di mi nombre. —No es
una orden, sino un recordatorio del juego que estamos jugando.
Funciona.
No estoy segura de lo que esperaba con esas palabras. Tal vez nada
en absoluto. Su mano suelta mi cabello para envolverla alrededor de mi
cuello y lo aprieta lo suficientemente fuerte como para restringir
seriamente mi flujo de aire. Mi corazón golpea en mi pecho, un poco presa
del pánico, mientras Cheshire golpea más fuerte dentro de mí,
castigándome, mostrándome exactamente de lo que es capaz. Por el
rabillo del ojo, veo el pelaje que se extiende a lo largo de sus hombros y
baja a lo largo de sus brazos, hasta su mano, donde acaricia brutalmente
mi seno.
—No dijiste el mío. —Me echo para atrás, con voz ronca.
Una pequeña sonrisa curva sus labios y coinciden con los míos.
Estoy harta de esta tensión. Estoy harta de este bosque. Solo quiero
decirle a Absalom que lo necesitamos y volver con Attie y mamá.
―Absalom ―dice.
Desde la cima y echando humo, casi parece invitarnos a seguirlo.
Estoy segura de que en realidad lo hace, si tomo como guía las otras
rarezas alrededor del País de las Maravillas. Cheshire me hace un gesto
para que empiece a subir y yo le obedezco, aunque solo sea porque no
quiero estar en el suelo más tiempo del necesario. Odio este bosque con
pasión.
Desde una puerta abierta entra una mujer y frunzo el ceño. Su piel
es ligeramente azul, con manchas azules más oscuras que salpican su
piel como pecas. Su pelo parece musgo, con pequeños bichos y criaturas
enhebradas en los mechones. Está completamente desnuda, sin
preocuparse de que yo pueda ver sus partes privadas. Miro confundida a
Cheshire que solo parece divertido.
―Es la primera vez que te veo como mujer ―dice Cheshire mientras
se mueve alrededor del árbol hueco. Ella coge una taza de la cocina y
regresa dando zancadas hacia nosotros. Intento no notar demasiado que
sus pechos no parecen moverse con la acción. Como si apenas se
moviera―. Debe haber sido una gran purga.
―¿Perdón?
―Sí. Ven, niña. ―Ella hace un gesto hacia las almohadas alrededor de
la hookah y tomo asiento frente a ella―. Tú también, Cheshire.
―No, gracias.
Niega con la cabeza, así que me inclino hacia adelante y coloco mis
labios en la boquilla. Cuando me acerco, el olor a vainilla y flores asalta
mis sentidos, el humo me llena. Libero la boquilla y soplo el humo en el
centro entre nosotros, como había visto que hacía ella. De alguna
manera, no me derrumbo en un ataque de tos cuando el humo sale de
mi cuerpo. Algo hace que parezca que ni siquiera toca mi cuerpo, más
como un cosquilleo que fumar algo.
―¿Es eso cierto? ―Respiro, mis ojos se encuentran con los suyos.
Aprieto la tela de mis vaqueros entre los dedos en un intento de detener
el temblor que empieza en mí cabeza. No sirve de nada. Siento como si
un escalofrío me llegara hasta los huesos. Mis dientes empiezan a
castañear.
―El País de las Maravillas rara vez se equivoca. Para vencer a Alicia,
debes comprometerte con el País de las Maravillas por completo.
―Debes aceptar todos tus roles para tener éxito. ―Absalom sigue mi
mirada―. Cheshire es una parte especial del País de las Maravillas, pero
ha sido víctima de ella también.
―¿Una víctima cómo?
Las lágrimas empañan mis ojos pero no las dejo caer. Todavía no. Un
salvador no debería llorar…
—Algo se acerca.
—No hay tiempo para eso. Tienes que irte —me apremia.
—¿Quién? —Me encuentro con sus ojos, el miedo que hay en ellos
hace que el pánico me recorra el pecho.
—No lo sé. —Mira detrás de ella hacia la oscuridad. No hay nada más
allá de las paredes que gotean—. Pero es malo. Puedo contenerlos pero
no sé cuánto tiempo pueden durar mis poderes. Todavía son nuevos.
Puedo darte unos minutos, como mucho. Pero tienes que darte prisa. Te
estás quedando sin tiempo.
Me pongo en pie, mucho más torpe y tan tensa que empiezo a temblar
de la fuerza.
Cheshire salta del árbol sin previo aviso y caemos al suelo del bosque.
Aterriza en cuclillas, completamente inconsciente de que tiene el peso de
mi cuerpo añadido en sus brazos. Y entonces empieza a correr en
dirección contraria al choque.
—No hasta que esté fuera del círculo de Absalom. —Cheshire apenas
parece ser consciente de la cúpula dorada que nos envuelve, que nos
protege, mientras serpentea entre los árboles.
Algo ruge detrás de nosotros y miro temblorosamente por encima del
hombro de Cheshire, temiendo lo que pueda encontrar.
El crujido del tronco de un árbol me hace ver que está mucho más
cerca que antes. Lo que sea que nos persigue es rápido, más rápido que
todo lo que conozco. Parece que la criatura está atravesando el bosque
completamente como un tornado. El rugido vuelve a sonar, y esta vez se
le unen una serie de chillidos que solo pueden pertenecer a un tipo de
criatura.
Absalom elige ese momento para echar humo por la boca, ocupando
el lugar del truco de Júpiter, y mantiene a raya a las criaturas.
Esta vez, no dudo en enhebrar mis dedos entre los suyos, su calor
me reconforta tanto como espero que el mío lo haga con él.
—Solía tener una hermana —dice, en voz tan baja que casi la echo de
menos. Llevamos horas sentados, escuchando los sonidos del bosque. No
me gustan especialmente los siseos de los árboles ni las flores que
intentan pellizcarte cuando te acercas demasiado, pero los sonidos son
un poco relajantes.
—¿Solías?
—Ella murió, cuando Alicia regresó por primera vez al País de las
Maravillas. Ambos fuimos elegidos por el País de las Maravillas para
cumplir con roles. Éramos un equipo. Yo soy las Manos de la Justicia.
Danica era la Portadora de la Esperanza. Juntos, íbamos cuando éramos
llamados. Donde mi papel es ser el hacha, Danica era la negociadora.
Antes de que se derramara la sangre, ella intentaba remediar la situación.
Si no había esperanza, entonces se hacía justicia. Pero ella cometió un
error.
Espero un momento a que continúe, escuchando atentamente.
Cuando no continúa, pregunto:
—Un día nos llamaron al castillo, los poderes que llevamos dentro
nos gritaban que fuéramos. Cuando llegamos, era un baño de sangre. La
justicia me exigía actuar pero, incluso entonces, no podía tocar a Alicia.
Ni siquiera lo sabía aún. No habría negociaciones. La Portadora de la
Esperanza se unió a las Manos de la Justicia, y tratamos de cumplir con
nuestros deberes. —Hace una pausa, con tal ira cruzando su rostro que
tengo el impulso de alejarme—. Danica pensó que podría llegar a su
príncipe, pensó que el amor sería más fuerte. Al final, se quedó allí y se
negó a levantar la espada mientras el Bribón la ensartó. Murió en mis
brazos.
Cheshire asiente.
Miro a los árboles que hay sobre nosotros con el pecho apretado.
—Demasiado tiempo. Tuve que criar a Attie desde los diez años,
cuando ya no era seguro que viviera en la casa con nosotros. Una noche
nos apuntó con una pistola, pensando que éramos extraños en su casa.
Nada te prepara para eso, para que la luz abandone sus ojos.
—Tuve que aprender muchas cosas. Tuve que averiguar cómo ganar
suficiente dinero para mantenernos alimentados. Tuvimos momentos
difíciles en los que no pude cenar porque solo tenía dinero para comprarle
a Attie algo pequeño. Y los adolescentes comen mucho. Nunca olvidaré el
momento en que comprendió por lo que estábamos pasando. Tenía trece
años, le di una manzana y le dije que tenía que ir a buscar otra cosa
porque los armarios estaban vacíos. Pensaba no comer… saltarse las
comidas no es tan malo cuando se bebe mucha agua… pero él cogió un
cuchillo y cortó la manzana por la mitad. —Cheshire me mira desde
donde me he envuelto alrededor de él—. Ese chico de trece años me miró
y me dijo: «Hermana, sé que te has estado saltando las comidas. Tú
también necesitas a alguien que te cuide, como lo haces conmigo». A
duras penas conseguí no llorar porque había crecido demasiado rápido,
porque por mi culpa había perdido su infancia. Pero hicimos un trato.
Fuimos la roca del otro e hicimos que funcionara.
Nos quedamos así hasta que el brillo del hongo se atenúa, antes de
que Cheshire nos desvanezca de vuelta a casa.
Traducido por Giova
Corregido por Giova & -Patty
Editado por Banana_mou
Cheshire
O el principio de ella.
Cal levanta la vista y me mira a los ojos, y veo el tormento que siente
al darse cuenta de que su madre no va a volver a casa, de que su viaje va
a terminar en un mundo extraño, rodeado de extraños. Siento su sollozo,
más que oírlo, el dique que se rompe antes de que pueda detenerlo. Rodea
con sus brazos a su hermano pequeño y lo abraza mientras sus
emociones se unen a las de ella. Todos los demás salen de la habitación
para darles privacidad y dejarles llorar en soledad, pero yo me quedo
junto a la puerta. Diana duerme, pero sus recuerdos están encerrados en
algún lugar de su mente. Puede que su cuerpo le falle, pero lo menos que
puedo hacer es encontrar una forma de que recuerde a sus hijos en sus
últimos momentos. Lo menos que puedo darle a Cal es un último
momento con su madre mirándola con amor.
—March puede ayudar —susurro, pero Cal oye. La visión de sus ojos
rojos, de las lágrimas que recorren sus mejillas, me mata, pero no aparto
la vista de su dolor. No puedo. Se lo quitaría si pudiera, si me dejara.
—Puede que tenga una manera de que podamos traer a March aquí
—susurra Flam, lo suficientemente bajo como para que Cal no pueda
oírlo. Despertar las esperanzas de cualquiera sería algo muy malo—.
Sígueme.
—No dejes que el destino decida por ti, Cheshire —susurra—. Pero no
dejes que tu terquedad arruine tu oportunidad de ser feliz.
—¿Qué quieres decir? —pregunto, con una pizca de sarcasmo en la
voz, mientras mi cola se agita en señal de agitación. Mantengo mi
máscara en su sitio, sin revelar nada, pero Flam la ve de todos modos.
No esperaba menos del flamenco.
Lanzo una última mirada hacia la puerta azul, deseando poder alejar
el dolor que se filtra en mi interior.
Traducido por Giova
Corregido por Giova & -Patty
Editado por Banana_mou
Miro a Attie donde sostiene la mano de mamá, con los ojos tan rojos
como estoy segura de que están los míos.
—No lo sé.
Abre la puerta por completo y veo bien quién está detrás de él. Me
pongo de pie, empujando a Attie detrás de mí.
—¿La Liebre de Marzo? —¿Quién más podría ser con un nombre como
March? Sin embargo, lo miro con recelo—. Has dicho que puede ayudar,
pero has dicho que no puede salir de su cabaña.
—Es mucho más profundo que eso, Gatito. Sí, lo es, oh, sí, lo es...
Esta vez no hay locura en sus palabras, como si fuera una persona
completamente diferente. Enhebro mis dedos entre las manos de mamá
en el otro lado, y Attie toma la otra. Los dos observamos cómo March toca
con una suave palma su frente. Gruñe de dolor por un momento pero,
antes de que ninguno de nosotros pueda reaccionar, la mirada
desaparece y es sustituida por la concentración.
March se queda así durante largos minutos, con sus dedos tocando
graciosamente la frente de mamá. Sus párpados comienzan a moverse
rápidamente, su respiración se acelera un poco. Agarro con fuerza la
mano de Attie, asustada por lo que está haciendo March. No sé si la está
lastimando o si se está filtrando en su mente.
—Para vivir.
—¿Mamá?
—Me acuerdo de todo. Debo decir que es muy reconfortante saber que
hay un mundo con magia, Sombrereros y Gatos de Cheshire. —Sus ojos
se dirigen a los míos—. Un Gato, en particular.
—Es un imbécil.
No corrige mi lenguaje ni me da un golpe en la mano como solía
hacer.
En cambio, sonríe.
—Siempre importa.
O en un solo segundo.
Clara
—¿Qué ha pasado?
Cal y Cheshire se tensan y sé que ellos lo sabían, pero por los eventos
que están por venir, no pueden decírnoslo. Cheshire no se había movido
del pasillo mientras Cal y Attie se despedían de su madre, salvo para
regresar a March a su cabina.
—Ella nos salvó —dice Cal, encontrándose con los ojos de Absalom.
No pregunto cómo el viejo hombre que conocía ahora es una mujer. Puedo
preguntarle más tarde al Sombrerero, pero sospecho que tiene algo que
ver con la purga.
Mi dulce Sombrerero.
La fiesta del té es tan dolorosa como fue ver la luz de los ojos de mi
madre desvanecerse. Ahora está sentada a mi lado, sus ojos tan brillantes
y claros que me hacen feliz. Así es como la recordaré, hablando con una
criatura mitad cocodrilo, mitad hombre, intercambiando historias de los
pantanos de Luisiana que visitó una vez. Su cabello está recogido en un
desordenado moño y lleva el vestido con el que conoció a mi papá. He
visto las fotos. Sé exactamente lo que significa ese vestido azul y blanco
con lunares. Mamá está yendo a casa. No sé si el Más Allá del País de las
Maravillas es lo mismo que el cielo de la tierra, pero espero que lo sea.
Espero que mamá sea feliz del otro lado.
—Has criado a unos niños tan poderosos —ella dice—. El País de las
Maravillas estará en deuda contigo por siempre.
Absalom sonríe.
—Por supuesto, Diana. Me encantaría mucho hablar contigo en el
Más Allá.
—Los amo a los dos —dice él, y juro que puedo sentir su abrazo
incluso desde el otro lado de la habitación. Sé que Attie lo siente también,
cuando me estrecha contra él. Ambos vemos a papá ofrecerle su brazo a
mamá y ella lo toma, de modo que está conectada con el Sombrerero y
con él.
Todo.
—Esfuérzate más.
No me da ninguna advertencia antes de blandir su espada contra mí,
su brillo púrpura me hipnotiza. Desde el primer momento en que la vi
había estado enamorada de ella. Ahora no puedo soportar su vista.
—¡No sé qué demonios significa eso! —Clash. Mis brazos ceden bajo
la fuerza del Sombrerero, pero me concentro en mantener los codos
arriba, la espalda recta, los pies plantados antes de moverme lejos.
Giro mi cabeza y conecto la vista con sus ojos eléctricos, tan brillantes
incluso en la oscuridad de este mundo.
—No. El País de las Maravillas escoge a sus hijos, justo como los
mundos escogen a sus hijos. Él decide quién servirá para cada trabajo. Y
si eres escogido, sabrás que cualquiera de los sueños que hayas tenido
probablemente no se hará realidad.
Pero está bien. Después de todo, tengo que dar todo lo que tengo.
—Lo que sea que pase —me detengo, tratando de encontrar las
palabras—. No importa qué me pase, debes llevar a Attie de regreso a
casa.
—Lo prometo.
Traducido por AS
Corregido por –Patty
Editado por Banana_mou
Ha pasado un mes desde que mamá murió y parece que fue ayer. La
casa está llena de criaturas y personas que White ha traído de vuelta,
todos los aliados se reúnen para luchar contra la Reina Roja.
—Todavía hay una cosa más que no has hecho y que deberías hacer
—dice Clara desde su lugar a mi lado. Observa cómo el Sombrerero hace
pasar a un grupo de criaturas a través de un taladro. Parece que, aunque
la mayoría de la gente parece demasiado extraña o blanda para la guerra,
manejan las armas con habilidad, tan peligrosos como cualquier otro ser.
Por supuesto que sí. Clara no saca nada a relucir sin que sea
importante. Tiene la mente más analítica que he visto, lo que la hace una
extraña pareja para el Sombrerero, a mis ojos. Pero incluso yo he visto
sus ojos destellar con oscuridad en momentos, como si al ahuyentar la
locura del Sombrerero ella absorbiera un poco en sí misma.
—¿Sentir qué?
—¿Y?
Su oreja se agita.
—Estoy ocupado.
—Qué pena. Vamos. Quiero irme y volver antes de que caiga la noche.
Me he acostumbrado a sentarme en el tejado todas las noches, mi
tiempo lejos de la locura. Casi todas las noches, Cheshire se une a mí.
Las que no lo hace, puedo sentirlo cerca, escondiéndose justo fuera de la
vista, como si tuviera miedo de acercarse demasiado.
—Dos formas, tres para perder, nada tan difícil como tener que elegir.
—Más risitas.
—Por supuesto que sí. No hay otra razón para que vengas. —Hay una
pizca de resentimiento en sus palabras y miro a Cheshire. Él no parece
notar eso o no le importa. No estoy segura de cuál.
—¿Qué?
—Uno está muerto. Dos está engendrado. Tres está solo. Y Cuatro
está olvidado.
—Prepárate, Cal.
Esas son las últimas palabras que oigo antes de que el mundo se
vuelva negro.
La mujer levanta la cabeza y, por primera vez, la veo, tan frágil, sus
brazos tan delgados que duelen.
—S-sí.
—¿A dónde vas con un cuchillo tan grande, niña? —pregunta él,
tan tranquilo ante esta niña armada con un cuchillo ensangrentado.
—Voy a hacer que todos paguen. —Su voz es tan pequeña, tan débil,
que apenas puedo oírla por encima de los gritos, pero sostiene el cuchillo
frente a ella. Se lanza hacia él, con el cuchillo levantado, pero no llega
muy lejos.
—Solo puede haber una Alicia, niña. —Las lágrimas pinchan mis ojos
mientras él deja caer su cuerpo sin vida en el suelo, como si no valiera
más que la basura.
—Han pasado años y años, Alicia. —La voz del hombre es tensa, sus
ojos mirando hacia el lado donde el rey y la reina son retenidos, sus
coronas en el suelo junto a ellos—. Esperé, pero nunca volviste.
—Dani, despierta.
—Dani, despierta.
Alicia está sentada frente a un espejo con una bata roja de seda que
la envuelve, con ojeras bajo sus ojos. Se agarra el pecho en agonía, las
lágrimas gotean de sus ojos.
—Eres mucho más que eso, mi amor. —Se encuentra con sus ojos en
el espejo—. Eres una rompedora de mundos.
—Lo hice.
Me agarra del brazo y tira de mí para que me detenga, los sonidos del
Bandersnatch lo suficientemente lejos como para que mis oídos ni
siquiera se estremezcan cuando chillan.
—No es tu culpa.
Esas palabras las digo en serio. Nada de esto es culpa suya. Estaba
enfadada, muy enfadada cuando aterrizamos en el País de las Maravillas,
pero ahora me doy cuenta de que White tenía razón al traerme aquí,
aunque no estuviera en mis planes. Attie se está divirtiendo como nunca
en su vida y, aunque perdimos a mamá, pudimos pasar sus últimas
horas con ella sabiendo quiénes éramos. Eso no habría ocurrido en casa.
Cheshire ha hecho todo lo posible para que estemos cómodos, aunque
no lo admita. El gato se esconde detrás de su máscara, siempre evitando
las emociones, a la vez que se siente atraído por ellas.
—Por ser tú. —Toco con mis dedos el lado de su cuello, acariciando,
burlándome.
—Estoy cansada de las buenas ideas. Necesito una mala. —Le doy un
pellizco en la garganta, y un suave rugido sale de su pecho.
—Vale...
—Es fácil para ti decirlo —gruño—. No estoy hecha para los árboles.
—Te dije antes que te iba a castigar. —Sus palabras son tan
claras... que me levanto lo suficiente como para mirarle de la forma más
seca posible. Se ríe mientras su cola se mueve en el aire vacío y se enrosca
suavemente alrededor de mi cuello, como una boa de plumas.
Ese es mi error.
—¿Qué coño?
—Todo.
—Di mi nombre.
—Calypso.
Traducido por Jenny MV
Corregido por –Patty
Editado por Banana_mou
—No me amas.
—He salido con suficientes imbéciles como para saber la diferencia
entre querer follar con alguien y querer un para siempre —gruñí—. Si
dices que no es cierto, no lo hace menos cierto.
—Esa es la peor idea que has tenido. —Hay tanto dolor en su voz que
quiero dar un paso hacia adelante. En cambio, empujo con más fuerza
contra el árbol, hasta que la corteza muerde mi piel.
—¿No crees que lo sé? —le susurro—. ¿No crees que he agonizado por
esto mismo? ¿No me conoces lo suficiente a estas alturas como para
saber que luché contra eso en cada paso del camino? Pero no importó,
aún así me enamoré de ti, incluso con tu actitud de imbécil y tu molesta
necesidad de alejarme. No importó, porque todavía sucedió. No te estoy
pidiendo que me ames de vuelta. —Mi voz se apaga, porque eso también
es una mentira. Quiero que Cheshire me ame también. Necesito que lo
haga. En cambio, digo—: No tienes que decirlo. Esto no cambia nada.
Sus ojos se mueven rápidamente hacia los míos por última vez, hay
tanta agonía escrita allí, reflejándome su respuesta antes de que hable:
—No puedo.
No sé cuánto tiempo me quedé allí, sin saber qué camino tomar, pero
resulta que ni siquiera necesitaba empezar a caminar. Como por arte de
magia, las criaturas me rodean, vestidas con armaduras numeradas por
juegos de cartas, sus rostros lisos. Entonces uno de ellos abre la boca y
yo miro hacia otro lado, demasiado asustada por los dientes que hay.
—El País de las Maravillas no sabe nada —me gruñe Alicia en la cara.
Hay una luz malvada en sus ojos cuando dice las palabras, y me doy
cuenta de que cree que está siendo sexy. Qué cerdo.
—Mejor vete con tu amo —le digo, y un fuego se enciende en sus ojos,
sus profundidades brillan con un amarillo enfermizo.
—¡Jab!
White
No responde a la pregunta.
—¿Por qué la has dejado sola en el bosque con todo lo que está
pasando? —exige el Sombrerero, entrando en el arco de balanceo de
Cheshire. La hoja no llega a su pecho por poco y Cheshire le gruñe,
haciendo el siguiente arco un poco más cerca—. ¡Ella es la clave final,
Chesh!
Doy un paso adelante, con la ira en mi alma, listo para golpearlo tan
fuerte como sea posible en la cara. Se merece algo mucho peor. La mano
de Júpiter en mi estómago es lo único que me detiene.
—Y solo tú lo destruirás.
Traducido por Majo L
Corregido por –Patty
Editado por Banana_mou
Cheshire
—Un Hijo del País de las Maravillas no puede morir —repito como un
reflejo.
Atlas resopla.
Júpiter
Flam había salido a buscar a Cal yendo justo donde Cheshire había
dicho que la había dejado. Debería haber regresado bastante rápido y el
hecho de que no lo hiciera era la señal reveladora de que algo había ido
mal. Por supuesto, cuando Flam regresó, confirmó que ella ya no estaba
y que había olor a Bandersnatch y a rosas.
Hay ira en sus ojos cuando habla con Cheshire, su ceño se arruga.
Me acerco y aliso la arruga y él me mira, con adoración clara en sus ojos.
—Que todo el mundo se calme. Cheshire, deja de pasearte. —
Inmediatamente se detiene ante mis palabras y me mira—. Necesito estar
completamente relajada, y no puedo hacerlo con todos ustedes
discutiendo y paseando.
Cuando vuelvo a abrir los ojos, estoy en un lugar conocido y Cal está
de pie en la esquina.
—Cal.
—No. No han vuelto desde que me dejaron aquí. —Sus ojos se dirigen
a la puerta donde hay un guardia. Afortunadamente para nosotros,
parece desinteresado en los rumores de un prisionero loco.
Una luz salvaje entra en sus ojos, haciéndome ver lo perfecta que es
para el Gato de Cheshire.
—Hay todas las razones para hacerlo —dice Alicia y baja la mano en
un movimiento hacia adelante. Una Carta avanza con un garrote
levantado sobre su cabeza.
—¿Por qué? ¿Por qué hacer esto? ¿Por qué matar a tanta gente
inocente? —Mi voz es fuerte, aunque mi cuerpo se sienta débil.
Alicia se ríe.
—¿Y así deberían morir todos? ¿No hay nadie que te importe?
Alicia parece dudar por un momento, mirando a Jab que no hace más
que sonreír, el bastardo engreído. Se sacude de encima el pensamiento y
me gruñe:
Cheshire
Antes de que Alicia regresara, había sido más que las Manos de la
Justicia, liderando los viejos ejércitos del Rey y la Reina, liderando el
ejército de la Reina Blanca cuando era necesario. Había sido el general
de todos. Me toco el pequeño tatuaje de la Espada en mi hombro con el
recuerdo, la marca que me habían dado como general. Pero ya no soy el
general, porque he fracasado. El antiguo Rey y la Reina están muertos.
El Príncipe está muerto.
La había dejado allí, con el brazo extendido, sin pedir nada más que
me abriera.
Y yo la había dejado.
—Y por el futuro.
Los Tweedles están de pie a un lado, vestidos con sus trajes normales,
con sonrisas en sus rostros. Los miro, casi esperando que se sumen a la
proclamación.
—Sólo estamos aquí por los tratos —dicen y yo niego con la cabeza.
Miro los rostros de cada uno de ellos y veo el valor y la fuerza reflejada
en mí. No hay otros soldados con los que preferiría marchar a la batalla
que con ellos.
Me río, la acción hace que me duelan las costillas, pero mi risa solo
se hace más fuerte. Puedo manejar el dolor.
—Es un viejo truco, pero tienes razón. Quiero ver la expresión del
rostro de Cheshire cuando pase mi mano a través del pecho de su
compañera. Qué vista tan gloriosa sería esa.
—No, mi Reina.
—Tráiganla.
Alicia se ríe.
—Mira, yo solía pensar que las profecías eran para los débiles —dice,
sus ojos se encuentran con los míos pero luego vuelve a mirar a Alicia—
. Hasta que conocí a cierta diosa que cambió mi opinión.
—¿Una diosa? —se burla Alicia—. Ella no es más que una pequeña
humana débil.
Antes de que Alicia pueda gritar u ordenar a sus Cartas que ataquen,
ya nos hemos ido, Cheshire entrando y saliendo tan rápido que nadie
sabe lo que pasó hasta que estoy parada al otro lado del campo de batalla,
escuchando el grito de rabia de Alicia.
—Yo…
—No sabemos si ella podría reconocer por qué lado luchar —dice el
Sombrerero a mi lado—. Desafortunadamente, ella está perdida para
nosotros.
—Sigue mirándome así, Gato —le advierto. Solo guiña un ojo y puedo
sentir todos sus sucios pensamientos sobre la armadura. ¿Quién hubiera
pensado que me sentiría más sexy completamente cubierta?
Sin otra palabra, Doe cambia ante mis ojos hasta que toma la forma
de un pájaro Dodo gigante, sacudiéndose como los demás. Le faltan la
mayor parte de sus plumas y tiene muchas cicatrices. Cuando sus ojos
se encuentran con los míos, su pico se encrespa en una sonrisa que me
pone nerviosa. Es tan intimidante como su gran esposo rosado.
—Lindo conejito.
—Lo tengo.
Clara y Júpiter se acercan y unen sus brazos con los míos, sonriendo.
Clara se vuelve hacia los Tweedles que están a un lado. Ambos miran
a su alrededor, con clara hambre en sus rostros.
—En caso de que no esté claro —les dice—, todos en el lado opuesto
son enemigos. No toquen a nadie de nuestro lado, destruyan el ejército
de Alicia.
—Será mejor que tengas cuidado —le digo—. Quédate con alguien en
todo momento.
—No seré yo el que muera hoy, hermana —dice—. Además, solo soy
el respaldo.
Me siento tentada a preguntar qué quiere decir pero no hay tiempo.
Detrás de nosotros el ejército de Alicia dice su grito de batalla mientras
comienzan a correr hacia adelante.
—He esperado tanto para ver morir a este mundo —dice Alicia,
sacando una espada desde su espalda. No reacciono excepto por una
inclinación de cabeza—. Qué agradable será verlo mientras todos están
reunidos en un solo lugar. Voy a tener el placer de matarte, Calypso.
Alicia parpadea una vez más como mujer antes de establecerse como
niña, sus ojos tan azules que me duele el pecho. La Espada Vorpal le
atraviesa su pequeño pecho, sangre negra corriendo alrededor de la
herida. Cuando sus ojos se mueven hacia el Sombrerero es cuando todos
dan un paso adelante y esos ojos azules se ponen vidriosos. La espada
cae al suelo, un jadeo áspero abandona su garganta.
Me tapo la boca con horror y me doy la vuelta solo para ver al ejército
de la reina colapsando en polvo a nuestro alrededor. Mueren con su
Reina, su poder es la única cosa que los mantiene en este plano.
—¡No!
Cheshire.
Veo con horror cómo enrosca una garra hacia dentro, atravesando
el pecho de Cheshire.
Está igual que yo, cubierta de sangre y trozos de carne, con el pelo
colgando en mechones alrededor de su cara manchada de suciedad.
Júpiter se ríe de mis palabras y mis ojos se dirigen a los suyos. Está
un poco más limpia que Clara, pero no mucho. Lleva el pelo
completamente suelto de la trenza, fluyendo alrededor de sus hombros
como una llama.
—Ven aquí, niñita —hablan como uno solo, acercándose cada vez más
a nosotros.
Júpiter gruñe:
Ellos dudan.
—Pruébame.
Observo al Sombrerero.
Solo hay dos sillas vacías en toda la sala y ambas están a mi lado.
—Calypso.
Su vocecita me hace soltar la primera lágrima sobre las pestañas,
pero no me muevo para apartarla.
—Por hacer que vuelva a formar parte del País de las Maravillas.
—No lo creo, pero si alguien puede encontrar una solución, serías tú,
Portadora de Esperanza.
—Creo que debería ser Clara —habla Atlas, encontrándose con los
ojos de todos—. Tiene sentido. Ella es la que manda desde que llegué
aquí.
—Una emperatriz suena muy bien —dice, con ese tono infantil que
resuena en la habitación—. Emperatriz del País de las Maravillas.
Me relajo con una sonrisa en la cara.
Una sonrisa se extiende por la cara del Sombrerero, tan tonta que no
puedo evitar reírme. Se levanta y salta sobre la mesa, con sus botas de
combate haciendo sonar los platos al apartarlos.
Clara no está mucho mejor. Se ríe junto con todos los demás, con
deleite en sus ojos cuando él patea la vajilla de la mesa. Cuando agita los
brazos como una gallina y emite un sonido en su garganta tan parecido
al de un gallo que es una locura, Clara se cae de su asiento, con lágrimas
en los ojos.
—Está bien, hermana —me dice Attie al oído—. Hemos ganado. Y así
es como debe ser.
—Clara Bee, estás hecha para mí. ¿Quieres ser mi esposa? ¿Serás
mi... Emperatriz? —Clara ríe mientras él desliza una gran piedra púrpura
en su dedo, la piedra parece brillar desde dentro.
—Mi querido Sombrerero, ya es hora. Te quiero completamente, con
o sin la rima.
Cheshire
Para ser sincero, me siento aliviado de que no sea yo quien ocupe sus
lugares. Mi vida ya está lo suficientemente restringida.
—Lo sé.
Cal se muerde los labios y vuelve a mirar las estrellas. Cuando vuelve
a hablar, reconozco el pesado timbre de una profecía, las palabras se
hunden en mi alma:
—Tiene sentido —gruño en voz baja—. La Oruga nunca fue de las que
se rinden.
Cal vuelve a bajar la mirada y sus ojos oscuros se encuentran con los
míos. Hay tanta tristeza allí, incluso en un día en el que deberíamos estar
celebrando, pero sé que la batalla no es algo que desaparece. Veo a todas
las criaturas que he castigado. No me cabe duda de que Cal ve sus
propios castigos.
Cal desliza su mano entre las mías, sus dedos son cálidos. Miro hacia
abajo, donde nuestra piel se encuentra, y aprieto un poco, deseando
poder mantenerla aquí con esa simple acción. «Quédate, quédate,
quédate», me ruega mi corazón, pero no le doy tiempo al bastardo. No se
trata de mí. Se trata de Cal.
Espero una sonrisa, tal vez una pequeña. No estoy preparado para el
ceño fruncido que estropea sus facciones ni para la lágrima que se desliza
por su mejilla. Me duele el pecho al ver el curso de la gota, hasta que
gotea de su mandíbula. Mis manos acunan las caderas de Cal en mi
regazo, sueltas, suaves. No sé cómo reaccionar cuando cae otra lágrima.
—Cal...
Espero que solo hayan sido días después de imaginar el miedo que
debe sentir Rob ante nuestra desaparición. Se ha portado bien con
nosotros; no estaría bien que pensara que nos ha pasado algo cuando
estamos vivos y bien. El Sombrerero y Clara tienen una celebración, casi
como una fiesta de compromiso. Por una vez, el salón del té está lleno de
vivos, criaturas y personas sentadas a la mesa y chocando tazas de té.
Todo es un gran acontecimiento festivo, del que me hace feliz formar
parte.
—El Sombrerero usó sus poderes para que los que quisiéramos venir
a celebrarlo, pudiéramos hacerlo. No quería dejar pasar la oportunidad
de ver a mi hermano o a la mujer que capturó su corazón.
Sus brillantes ojos verdes brillan cuando se encuentran con los míos,
con una amplia sonrisa en su rostro.
—Ya sabes lo que quiero decir, Calypso, diosa del País de las
Maravillas. —Mira hacia el techo, donde otro cuadro representa a las
criaturas de este mundo. De nuevo, nadie parece darse cuenta, nadie
aparte de los Hijos y yo—. ¿Te has preguntado alguna vez por qué puedes
ver las pinturas?
El bosque está vivo con los sonidos de las criaturas pero, por suerte,
ninguno de ellos hace sangrar mis oídos. No se gira para mirarme, apenas
reconoce mi presencia. La única señal de que sabe que estoy allí es un
movimiento de su oreja en mi dirección.
—No es posible. —Su voz se endurece—. Soy parte del País de las
Maravillas.
—No hay felicidad para mí, pequeña diosa. —Sus palabras son tan
suaves que apenas puedo oírlas—. No soy alguien con quien vivir feliz
para siempre. No soy esa persona.
Cheshire
—Eso lo tengo que saber yo, hermano mayor. —Me burlo y pongo los
ojos en blanco. Su cara se pone seria por un momento y me mira a los
ojos—. Si lo encuentras, aférrate a él, Chesh. No querrás perderla.
—Quizás. Cuando Attie haya tenido una oportunidad de vivir, tal vez
podríamos hacerlo.
—¿Estás lista?
Attie aprieta mi mano con fuerza, tan ansioso como yo, y tomo un
profundo aliento, preparándome para el viaje que tengo por delante. Las
cosas siempre serán diferentes, nuestras vidas cambiaron para siempre,
todo por un Sombrerero, un Conejo Blanco y un Gato de Cheshire. ¿Cómo
nos las arreglaremos de nuevo con la normalidad? No lo haremos, pero
tendremos que hacerlo.
Voy a dar otro paso adelante, a moverme dentro del portal, cuando el
movimiento viene de mi derecha, y una mano se desliza en la libre.
Sonrío, volviéndome con una sonrisa hacia Cheshire, mi corazón da un
vuelco dentro de mi pecho. Mis ojos se nublan mientras observo su
chaqueta de cuero, esas increíbles orejas, esos ojos eléctricos.
FIN
Traducido por –Patty
Corregido por –Patty
Editado por Banana_mou
Clara
—Todo eso suena muy fácil cuando lo dices pero dudo que lo sea —
suspiro, frotando mi sien. Nunca pensé que estaría en esta posición, pero
al menos tener gente que me ayude es bueno—. Espero que cada uno de
ustedes esté en mi consejo. No puedo hacer esto sola —reprendo.
Flam salta ante las palabras del Sombrerero y asiente con la cabeza,
antes de salir corriendo de la habitación.
—¿Cuarto?
—Uno está muerto. Dos está engendrado. Tres está solo. Y Cuatro
está olvidado.
—Pero, ¿qué significa eso? —Siento que solo estoy haciendo una
pregunta tras otra. Necesito una respuesta clara. Estoy tan harta de
adivinar lo que significan las locas divagaciones de la Liebre de Marzo.
Cuando el País de las Maravillas sea llamado a defender
Me tenso.
No, no, no, no. No otra vez. Cal y Cheshire merecen su felicidad. Ellos
no merecen esta mierda.
Disfruta de tu estancia.
Mad as a Hatter
Late as a Rabbit
Feral as a Cat
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