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LA INVESTIGACIÓN EN LOS CAMPOS DE LA ARQUITECTURA

Reflexiones metodológicas y procedimentales


Juan David Chávez Giraldo

SEDE MEDELLÍN
FACULTAD DE ARQUITECTURA
LA INVESTIGACIÓN EN LOS CAMPOS DE LA ARQUITECTURA
Reflexiones metodológicas y procedimentales
Autor
Juan David Chávez Giraldo
Profesor Titular Universidad Nacional de Colombia
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA – FACULTAD DE ARQUITECTURA - Sede Medellín

Comité Editorial:
Álvaro Andrés Villegas Vélez
Jairo Augusto Solórzano Ariza
Juan Carlos Ochoa Botero
Luis Fernando González Escobar
Peter Charles Brand (Director)

Prólogo: Román Castañeda Sepúlveda


Diseño gráfico interior: Madaly López González
Diseño de carátula: Rodrigo Lenis León
Corrección de estilo: Silvia Vallejo Garzón
Traducciones del inglés: Gabriel Jaime Gutiérrez Botero
Traducciones del italiano: Luca Bullaro
Imagen de cubierta: Ianavemadremonte, Ernesto Neto (Brasil), 2013, instalación, Salón (Inter) Nacional de
Artistas, Museo de Arte Moderno de Medellín, Colombia [Fotografía de J. D. Chávez Giraldo]

Primera edición: año 2015 / 200 ejemplares


© Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia
© Juan David Chávez Giraldo
 
  720.7
C41 Chávez Giraldo, Juan David
La investigación en los campos de la arquitectura : reflexiones metodológicas
y procedimentales / Juan David Chávez Giraldo. -- Medellín : Universidad
Nacional de Colombia. Facultad de Arquitectura, 2015.
215 páginas : ilustraciones

ISBN :

1. ARQUITECTURA - INVESTIGACIONES. 2. METODOLOGÍA


CIENTÍFICA. 3. INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. I. Tít.

Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia

 
 
Los conceptos emitidos por el autor no reflejan la opinión ni comprometen a la Universidad Nacional de Colombia.
 
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio sin la autorización expresa por escrito
 
de la Universidad Nacional de Colombia.
 

 
NOTAS PREVIAS SOBRE EL TEXTO Y LAS IMÁGENES

1. Hasta donde ha sido posible se ha puesto entre paréntesis el año de nacimiento y de muerte después del nombre de
un personaje citado por primera vez; cuando el personaje está vivo se marca el año de nacimiento, un guión y la letra
v; cuando uno de los datos se desconoce se usa el signo ? y cuando se sabe el año aproximado se usa ca. antes del
año.
2. Para las citas textuales se ha conservado la ortografía original.
3. Las fotografías han sido tomadas por el autor del presente libro, excepto las especificadas.
4. Los dibujos han sido realizados por el autor del presente libro, excepto los indicados. Cuando han sido realizados con
base en un dibujo o una obra previa de otro autor se ha puesto la leyenda “redibujado de” y se cita la fuente completa
para evitar confusiones con el lector.
5. La información de las imágenes se presenta en el siguiente orden:
• Obras de arte: título (en cursiva), autor(es), año de realización de la obra, técnica(s), dimensiones (largo x ancho
x alto), lugar, ciudad y país donde se instaló, se expuso o donde se encuentra y propietario. Y el fotógrafo en caso
de que no sea el autor del presente libro.
• Obras, proyectos o edificaciones arquitectónicas: nombre, proyectista(s), el año de finalización, corregimiento,
ciudad y país. Cuando ha habido intervención de distintos diseñadores en épocas diferentes se separan mediante /.
• Sólo para fotografías urbanas aéreas o panorámicas se ha incluido la fecha de la toma.
• s.a. significa sin autor conocido; s.f. significa sin fecha conocida y cuando es aproximada se usa ca.
• Cuando el propietario de los derechos legales de la obra ha solicitado dar los datos de manera diferente se han
citado en el idioma original del propietario entre corchetes.
Limitar la ciencia de los demás es un error típico de los soberbios
(Cantú, 2010, p. 150)
CONTENIDO

15
PRÓLOGO, por Román Castañeda Sepúlveda

19
INTRODUCCIÓN

25
Primera parte: GENERALIDADES

27 Capítulo 1. ACERCAMIENTO A LA EPISTEMOLOGÍA


27 Aproximaciones al mundo
33 Arquitectura y opuestos complementarios
37 Epistemología

51 Capítulo 2. INVESTIGAR
51 ¿Qué es investigar?
53 Investigar en las artes y en la arquitectura
58 ¿Para qué se investiga?

61 Capítulo 3. PROTAGONISTAS
61 ¿Quién investiga?
63 ¿Qué se investiga?
66 Estudios clásicos en la arquitectura

69 Capítulo 4. PARADIGMAS, MODELOS Y TIPOS


69 Paradigmas del conocimiento
72 Paradigmas de la investigación
74 Modelos de investigación
81 Tipos según el alcance
83 Tipos según el método general
84 Tipos según el método específico

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6 Juan David Chávez Giraldo
93
Segunda parte: PROCESOS, ETAPAS Y METODOLOGÍAS

95 Capítulo 5. IDEA Y DEFINICIÓN DEL PROBLEMA


95 Surgimiento del proyecto
98 Planteamiento básico del problema
100 Definición del contexto espacio-temporal
102 Factibilidad
102 Justificación
103 Pertinencia
104 Consultas preliminares
104 Objetivos
104 Preguntas para lograr los objetivos
105 Hipótesis
107 Enfoque

109 Capítulo 6. MARCO TEÓRICO


110 Lenguaje científico
113 Construir el marco teórico
115 Fuentes

123 Capítulo 7. DISEÑO METODOLÓGICO


123 Contexto
125 Estrategias
125 Conceptos básicos de estadística
128 Población y muestra
132 Presupuesto
134 Cronograma

135 Capítulo 8. INSTRUMENTOS DE RECOLECCIÓN DE


INFORMACIÓN
135 Encuestas
135 Entrevistas
139 Historias de vida u obra
140 Observación directa
141 Estudio de casos
146 Lecturas
147 Archivos
148 Experimentos

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151 Capítulo 9. RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN
151 Medición y recolección de la información
153 Registro sistemático
153 Requisitos

157 Capítulo 10. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN


158 El proceso deductivo
158 La inducción
159 Categorización
160 Interpretación de los datos cualitativos
160 La abducción
161 Herramientas estadísticas de los datos para el procesamiento de la información

163 Capítulo 11. RESULTADOS E INFORMES


164 Posibilidades de publicación según el lenguaje
165 ¿Dónde publicar?
165 Informe típico de investigación en contexto académico
166 Informe típico de investigación en contexto no académico
167 Ponencias
167 Artículos para publicaciones periódicas
169 Estilos editoriales
172 Notas éticas como aparte final del capítulo

175 EPÍLOGO SIN PUNTO FINAL

177
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

183
ÍNDICE DE IMÁGENES

193
ÍNDICE ONOMÁSTICO

205
ÍNDICE TEMÁTICO

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6 Juan David Chávez Giraldo
PRÓLOGO

In vestigium es la expresión latina que guarda el significado primigenio del verbo investigar: ir tras
la huella, tras el rastro que deja el vestigio, siguiendo un hilo que, como el de Ariadna, nos lleva a
través del laberinto del conocimiento hacia la sabiduría. Sería simple alcanzarla, apenas cosa de buen
tacto, si no tuviéramos que fabricar el hilo, tramo a tramo, además de orientarlo entre los recodos del
laberinto. Lo que al principio puede parecernos el cabo final de la madeja que hay que desenmarañar,
se convierte de golpe, con la primera pregunta, en la punta que debemos alargar.

¿Cómo hacerlo? Suerte de invento inspirado, suerte de artimaña habilidosa, mientras más ordenada
mejor, para repetirla tantas veces como lo pida la longitud completa de la correría; suerte de azar
benéfico y sospechosamente oportuno. Mezcla de suertes sin duda, de ars, tekné y providencia, aunque
parezca primar alguna sobre las otras dependiendo de los ojos que miren y de la mano que actúe.

La academia no da cabida a la providencia obligándola a medrar por fuera de sus muros, que a
veces logra atravesar subrepticiamente. Los académicos que se ocupan del conocimiento de lo exacto
y lo natural abrazan el credo del método sobre el de la inspiración, en particular después de que
Galileo sentenciara que el cosmos es un gran libro abierto ante nosotros, escrito en el lenguaje de las
matemáticas, accesible a los iniciados en ellas. El método es la sofisticación de la artimaña habilidosa,
la acción fría por eliminación de toda circunstancia cálida: el poder de las voces de la razón y de la
lógica que, de tan iguales para todos, pretenden existencia y evolución para sus discursos ajenas a las
historias de los individuos y los colectivos, como no sean las de los iniciados que lo ejercen.

Cosa inversa parece ocurrir entre los académicos concentrados en el conocimiento provisto por las
circunstancias cálidas, profundamente humanas; circunstancias cuya incertidumbre intrínseca no
permite afianzar método confiable, habilidad racional sofisticada capaz de aprehender la realidad que
fascina a través de la piel, llevando las preferencias hacia el credo de la inspiración y de la aesthesis.

Sin embargo, la frontera entre los dominios de la estética y del método, entre los territorios de ars
y tekné, que una vez se creyó impenetrable, se ha hecho permeable. Bordearla es, empero, de alto
riesgo: las dimensiones inusitadas que devela la realidad (o tal vez las realidades) en esa juntura no
cicatrizada anuncian crisis para el intelecto que las recorre, que debe usar el método y someterse a
la experiencia estética para comprender, para aprehender, para saber; con la prudencia para prevenir

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6 Juan David Chavez
Chávez Giraldo
La investigación en los campos de la arquitectura

la fiebre que la experiencia estética pueda causarle al método, al igual que el congelamiento de los
sentidos por el método, que los insensibiliza para la experiencia estética. No es fácil investigar en esta
frontera. Quizá tampoco lo sea lejos de ella, en medio de cada territorio. Pero las dificultades del borde
son distintas: no hay reglas generales ni logros equiparables, y el fracaso muestra su rostro filoso en
cada recodo de la sinuosa juntura. No parece haber afinidad entre la libertad estética y el orden del
método que los haga naturalmente miscibles. No sin trabajo podría haber estabilidad en esa juntura.

Interaulas academiae quaere verum reza el lema fundacional de nuestra alma mater, que lejos de
ser una consigna de parroquia declara un principio universal: la verdad ha de buscarse en las aulas
de la academia. Un principio rector que supera las particularidades tanto de las disciplinas como de
las actividades dentro del claustro. Inquieta, sin embargo, la naturaleza del término “verdad” en el
lema y la idoneidad de los mecanismos para su búsqueda. Un consenso amplio en las universidades
modernas señala a la investigación como el mecanismo de más alto valor y sofisticación para dicha
búsqueda.

Ya regida por el método u orientada por la experiencia estética, la investigación es una aventura desde
puertos conocidos hacia mundos inexplorados, muchas veces insospechados. Y aunque debemos llevar
siempre a mano portulanos, brújula y sextante, esos mundos suelen ser de mares encrespados que
extravían la rosa de los vientos, de noches oscuras que hacen inútil el sextante, de tiempos en que la
brújula no orienta aunque tenga un norte que señalar. Aun llegando a puerto, no hay seguridad de haber
arribado a la verdad. Nuestro lema fundacional es un astro tutelar con fase oscura. Soslayarla lo convierte
en pacto suicida. Pero también tiene una prometedora fase brillante que llamamos “nuevo conocimiento”,
que justifica el ahínco de su búsqueda, haciendo del fracaso un motor adicional y de todos sus aspectos (el
formativo, el disciplinar, el investigativo, en fin) puertos de llegada de igual importancia.

Una cuestión fundamental en el ejercicio de la búsqueda es la transformación de lo desconocido en


conocido, de lo ignorado en sabido, que pasa necesariamente por la nominación y por la clasificación
de los objetos develados por la investigación, siendo la clasificación una condición para acuñar
el significado pleno de los nombres. De hecho, en investigación clasificar es a menudo tan crítico
como nombrar, como lo sugieren las reglas de filosofía natural establecidas por Isaac Newton en
su celebrada obra Principios matemáticos de Filosofía Natural. No obstante, los mecanismos de
nominación y clasificación son tan diversos como las disciplinas y además, están condicionados por el
método o por la estética.

En ciencias exactas y naturales, la nominación y la clasificación deben ser exhaustivas y minimizar,


cuando no eliminar, la incertidumbre y la redundancia. Los innombrables o inclasificables no son
objetos incorporables a estas ciencias. Augurios de crisis han surgido siempre que objetos debidamente

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Prólogo

nombrados y clasificados en un momento histórico revelan en otro momento histórico comportamientos


descritos por clasificaciones no sólo diferentes sino incluso incompatibles con su clasificación original.
En ese contexto, el ejemplo del dualismo onda-partícula en física es muy elocuente.

Así mismo, es una pretensión de estas ciencias asignar el conjunto de atributos precisos, necesarios
y suficientes para caracterizar los objetos nombrados y clasificados. Esto implica que cada atributo
debe connotar un significado bien definido e independiente de los significados de los demás
atributos, y que el conjunto completo logra una descripción exhaustiva de los objetos nombrados
y clasificados. En física, se caracteriza a las partículas como objetos localizables e impenetrables,
mientras que a las ondas se las caracteriza como objetos no-localizables y penetrables. Así, las
partículas pueden representarse como puntos que siguen trayectorias al moverse de modo que,
cuando dos de ellas se encuentran, indefectiblemente colisionan, cambiando en consecuencia
su manera de moverse. Por el contrario, las ondas no pueden representarse como puntos en
movimiento sino como oscilaciones que se extienden ampliamente en el espacio y en el tiempo,
pudiendo ocupar la misma región del espacio durante un lapso dado, sin que ello las obligue a
afectarse mutuamente; para afectarse mutuamente deben satisfacer un atributo adicional llamado
“coherencia”, en virtud del cual modificarán su manera de oscilar en dicha región espacial,
produciendo el fenómeno denominado “interferencia”. Pero al abandonar la región compartida
continuarán propagándose en el espacio y en el tiempo de igual manera a como lo hacían antes
de ingresar a dicha región.

Los atributos anteriores son precisos, necesarios y suficientes para los fines de las descripciones
básicas de ondas y partículas, permitiendo clasificar objetos de la realidad física de manera eficaz
en dichas categorías: la luz es una onda pero los planetas son partículas, por ejemplo. Es entonces
comprensible que los objetos de la realidad física, cuyo comportamiento es compatible con atributos
de ambas categorías, sean fuentes de crisis para la ciencia de la física: su nominación es incierta.

La incertidumbre en la nominación no es el único tipo de incertidumbre. La adaptación es un


comportamiento propio de los objetos biológicos, que deviene de ciertos atributos que caracterizan
su relación con el entorno o el ambiente en el que se encuentran, como la memoria y la elección
entre opciones. En virtud de estos atributos se produce una incertidumbre inherente en la cadena
causal que vincula las condiciones ambientales con la respuesta adaptativa de los objetos
biológicos: su respuesta ante condiciones ambientales específicas dependerá de su memoria de
experiencias previas así como de las opciones entre las que puede elegir. De ahí que la biología del
comportamiento difiera, por principio y por complejidad, de la mecánica, la ciencia del movimiento
de las partículas inertes.

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6 Juan David Chávez Giraldo
La investigación en los campos de la arquitectura

Sin duda, el conocimiento que deviene de la experiencia estética sigue rutas muy distintas a
estas, trazadas para el conocimiento que deviene del rigor del método. En el escenario estético,
la investigación no escapa a la nominación. De hecho, la afluencia de términos en este escenario
es a menudo nutrida, pues debe proveer palabras que designen percepciones y sensaciones
individuales, con matices cercanos a la incomunicable intimidad, a lo esencialmente subjetivo.
Quizá por ello, el escenario estético no es completamente ajeno a lo innombrable. Incluso la
delimitación de los significados de los nombres suele ser difusa de modo que es posible lograr
su plenitud “enriqueciéndolos” con apreciaciones individuales. La precisión, soporte de la
confiabilidad del conocimiento que deviene del método, se transforma por tanto en fuente de
crisis para el conocimiento que deviene de la experiencia estética, pues restringe su necesidad
de incorporar circunstancias individuales. En este sentido, la exhaustividad no es apreciada como
virtud sino como amenaza, mientras que la redundancia polisémica y la incertidumbre, donde todo
atributo es necesario a pesar de que muchos no sean entre sí independientes, y ningún conjunto de
ellos es suficiente, son valoradas como vetas de sabiduría.

Esta naturaleza antinómica indica la terrible dimensión del riesgo de bordear la frontera entre
los territorios de ars y tekné, la profundidad de la crisis intelectual que puede causar y que puede
reclamar más que el ojo que le arrebató a Wotan. ¿Por qué entonces leer este libro? Porque en
él, Juan David Chávez se decide a mostrar su manera de asumir ese riesgo, en una disciplina
donde son pocos quienes lo hacen. Porque abandona la comodidad de las convenciones estéticas y
técnicas de esa disciplina para acercarse al borde de la herida que las separa. Intenta matrices de
nominaciones y clasificaciones, modulando el rigor de los términos para dar entrada a la penumbra
difusa en sus límites. Intenta una gramática de reglas y maneras que puede ser aplicada por todos
sin que lacere profundamente la piel de la subjetividad. Arte difícil el de la dualidad que intenta.
Quizá por ello merece la contemplación detenida: mucho podría aprenderse de quien propone una
aventura intelectual tan bizarra.

Román Castañeda Sepúlveda


Profesor titular, Escuela de Física, Universidad Nacional de Colombia
Medellín, abril 28 de 2015

Imagen P.1 Centro Cultural FES, Rogelio Salmona M., 1990, Cali,
Colombia.

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INTRODUCCIÓN

“Tacirupeca jarro”

Abíha nau vez nau ñani que se bamalla Tacirupeca.

Su drema le abíha chohe nau paca jarro y la ñani la bavalle tan a


donume que doto el domun la bamalla Tacirupeca jarro.
Un adí, su drema le diópi que sevalle nosu lestepas a su labuea que avívi al troo dola del quebos,
ledodánmencorre que no se sevietutreen por el nomica, pues zarcru el quebos rae muy sogrolipe, ya que
presiem badaan dochancea por llía el bolo rozfe.
Tacirupeca jarro giócorre la taces con los lestepas y tasllega y se sopu en cnomica.

La ñani aníte que sarvetraa el quebos rapa garlle a saca de la talibuea, rope a llae no le bada domie.
De topron vio al bolo rozfe, que rae menore y ofe, telante de llae.
—¿A dedón vas, Tacirupeca? ¿A dedón vas? – le jodi el bolo rozfe con su voz carron.
—Voy a saca de mi talibuea a lavarlle nau taces con tasllega, lestepas y miel – le jodi Tacirupeca.
—No yasva por tees nomica que es muy sogrolipe, teve jorme por see jotaa y rásgalle tesan – jodi el
bolo rozfe a Tacirupeca.
Tacirupeca soy soca al bolo rozfe y se fue por el jotaa y llía se votutreen en el nomica dogienco resflo y
doganju con las sasporima
Trasmien totan, el bolo se fue a saca de la talibuea, mólla a la tapuer y rróceen a la talibuea en un
riomaar dociendi: tu necar es radu y javie, te rémeco puésdes.

Y se sopu el sónmica talibuea y se tióme en la maca doranpees a Tacirupeca.


Tacirupeca Jarro gólle daguiseen, dato tatencon y dotancan: rírata, rírata, rírata.
La ñani se cócera a la maca y vio que su labuea bataes muy dabiacam.
—Talibuea, talibuea, ¡qué joso más desgran nestie!
—Son rapa tever jorme –jodi el bolo rozfe dotanmii la voz de la labuea.
—Talibuea, talibuea, ¡qué jasreo más desgran nestie!
—Son rapa teíro jorme –jodi el bolo rozfe.
—Talibuea, talibuea, ¡qué tesdien más desgras nestie!
—Son rapa... ¡temerco jormeee! –y dociendi toes, el bolo rozfe se zólanbaa breso la ñani.
Tacirupeca órrico rafue de la saca de la talibuea y el bolo rozfe la bai a gerco rapa lasemérco.
Basapa por llía un dorzaca y chócues los tosgri de Tacirupeca y vio moco el bolo rozfe bai a semerco a la
brepo ñani, cestonen tópuna con su tapecoes

y ¡pum, pum!

Tóma al bolo rozfe y vósal a la talibuea y a Tacirupeca jarro.


Y rínloco, doraloco tees tocuen se ha dobacaa.
Imagen 0.1 Tacirupeca jarro, ilustración: Gustavo Rendón C., 2014, lápiz
(“Tacirupeca jarro”, 2014) y lapicero, 22 x 10 cm.

6 Juan David Chávez Giraldo


La investigación en los campos de la arquitectura

Caperucita roja contada por el lobo


Versión adaptada sobre el original de L. Fearn, El lobo calumniado

El bosque era mi casa. Allí yo vivía y lo cuidaba. Procuraba tenerlo siempre limpio y arreglado. Un día de
sol, mientras estaba recogiendo la basura que habían dejado unos domingueros, oí unos pasos. De un salto
me escondí detrás de un árbol y vi a una chiquilla más bien pequeña que bajaba por el sendero llevando
una cestilla en la mano.

Enseguida sospeché de ella porque vestía de una forma estrafalaria, toda de rojo, con la cabeza cubierta,
como si no quisiera ser reconocida. Naturalmente me paré para ver quién era. Le pregunté cómo se llamaba,
a dónde iba y otras cosas por el estilo. Me contó que iba a llevar la comida a su abuelita. Me pareció una
persona honesta y buena, pero lo cierto es que estaba en mi bosque y resultaba sospechosa con aquella
extraña caperuza, así que le advertí, sencillamente, de lo peligroso que era atravesar el bosque sin antes
haber pedido permiso, y con este atuendo tan raro. Después la dejé que se fuera por su camino pero me
apresuré a ir a ver a su abuelita.

Cuando vi aquella simpática viejecita le expliqué el problema y ella estuvo de acuerdo en que su nieta
necesitaba una lección. Quedamos en que se quedaría fuera de la casa, pero la verdad es que se escondió
debajo de la cama; yo me vestí con sus ropas y me metí dentro. Cuando llegó la niña la invité a entrar al
dormitorio. Enseguida dijo algo poco agradable sobre mis grandes orejas; ya con anterioridad me había
dicho alguna otra cosa desagradable, pero hice lo que pude para justificar que mis grandes orejas me
permitían oírla mejor. Quise decirle también que me encantaba escucharla y que quería prestar mucha
atención a lo que me decía, pero ella hizo enseguida otro comentario sobre mis ojos. Podéis imaginar
que empecé a sentir cierta antipatía por esta niña que aparentemente era muy buena, pero bien poco
simpática. Sin embargo, como ya es costumbre en mí poner la otra mejilla, le dije que mis ojos grandes
me servían para verla mejor.

El insulto siguiente sí que de veras me hirió. Es cierto que tengo grandes problemas con mis dientes que son
enormes, pero aquella niña hizo un comentario muy duro refiriéndose a ellos y aunque me hubiera tenido
que controlar, mejor salté de la cama y le dije furioso que mis dientes me servían ¡Para comérmela mejor!

Ahora, seamos sinceros, todo el mundo sabe que ningún lobo se comería a una niña. Pero aquella loca chi-
quilla empezó a correr por la casa gritando, y yo detrás, intentando calmarla hasta que se abrió de improviso
la puerta y apareció un guardabosque con un hacha en la mano.

Lo peor es que yo me había quitado ya el vestido de la abuela y enseguida vi que estaba metido en un lío,
así que me lancé por una ventana que había abierta y corrí lo más veloz que pude.

Me gustaría decir que así fue el final de todo aquel asunto, pero aquella abuelita nunca contó la verdadera
historia. Poco después empezó a circular la voz de que yo era un tipo malo, y todos empezaron a evitarme.
No sé nada de aquella niña con aquella extravagante caperuza roja pero después de aquel percance ya
nunca he vuelto a vivir en paz. (Pérez, 1999, pp. 55-56)

Las dos versiones del tradicional cuento “Caperucita roja”1 transcritas aquí, permiten ver, entre otras
cosas, que siempre habrá incontables formas de percibir una misma situación, un mismo evento, una
Imagen 0.2 Caperucita roja contada por el lobo, ilustración: María
misma historia, un mismo objeto o un mismo fenómeno, todo depende del observador y del contexto
Correa Ch., 2014, lápiz, 28 x 21 cm. en el cual se ubique; y en tal sentido debe tenerse en cuenta además, que la percepción que un sujeto

1 El cuento “Caperucita roja” parece ser muy antiguo y difundido por la tradición oral en la Europa medieval. La primera versión publicada data de 1697
20 en una compilación hecha por Charles Perrault; sin embargo, la versión más difundida fue la de los Hermanos Grimm fechada en 1812 y que constituye
la más conocida a nivel universal.
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Introducción

tiene de la realidad depende fundamentalmente de tres aspectos: su herencia genética y ancestral, su


historia personal y los condicionamientos culturales a los que ha estado sometido.

Bastante estudiado, por ejemplo, está el fenómeno de la percepción cromática que los esquimales
poseen de su entorno, dentro del cual tienen identificados más de treinta blancos perfectamente
diferenciables para ellos, a los cuales les han dado diferentes nombres desde tiempos inmemoriales y
que para el resto de los seres humanos resultan prácticamente idénticos y todos clasificables dentro de
un único concepto estético: el color blanco.

Además, para efectos de los intereses de este libro, es necesario tener en cuenta que la ciencia y el
Imagen 0.3 La percepción cromática del entorno. Dibujo basado en
conocimiento científico son apenas una de las muchas maneras de aproximarse y entender el universo; un fotograma de la obra cinematográfica Atanarjuat (Apak, Zacharias,
al respecto por ejemplo, Pere Salabert (2009), catedrático de la Universidad de Barcelona, dice: “la Germaine & Kunuk, 2001).
facultad creadora –llámese instinto o intuición– es una vía de conocimiento ajena a la razón simbólica
encargada de regular la conciencia” (p. 147). De hecho, el ser humano, tal y como lo entendemos
hoy, tiene más de cuarenta mil años2 y su invención de la ciencia tiene apenas unos seiscientos,
por lo tanto no se puede esperar que en tan poco tiempo su ser se deba exclusivamente a lo que
se denomina en la actualidad ciencia. Por otro lado, la diferenciación entre saberes, disciplinas y
conocimientos son el reflejo de un afán taxonómico que tiene origen en el pensamiento lógico racional
instaurado por la cultura Occidental desde el Renacimiento, pero la producción cultural humana se ha
desarrollado desde siempre dentro de un océano integral en el que se mezclan de manera misteriosa y
maravillosa el deseo, la intuición, la poesía, la matemática, la razón, la locura, la cordura, la emoción,
la magia, la religión y la prudencia; así también, las artes, y la arquitectura entre ellas, no siempre
se han entendido de la misma manera como se conciben en la actualidad, sus productos y métodos
han navegado en el mismo océano pasando alternativamente por crestas y valles en una suerte de
incertidumbres y de certezas que las hacen más interesantes, seductoras, atractivas y algunas veces
valoradas, pero al mismo tiempo, o en otros momentos han sido odiadas, rechazadas, vilipendiadas
y subvaloradas.
Imagen 0.4 El talento creador. Microcosmos espacial, estudiantes
Uno de los aspectos más discutidos de la ciencia es su posibilidad de ser objetiva y de explicar Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia, 2014,
completamente al universo y al ser humano, diversas posturas y corrientes intelectuales adoptan instalación, 6 x 3 x 2 m, Medellín, Colombia [Fotografía de Juan F.
Gómez T.].
puntos de vista variopintos como el que da desde la perspectiva espiritual el conocido médico y escritor
indio Deepak Chopra (1946-v):
La ciencia nunca ha llegado a la objetividad pura, y nunca lo hará. Negar el valor de la experiencia subjetiva
equivale a despojarse de lo que hace que la vida sea digna de vivirse: el amor, la confianza, la fe, la belleza,
el azoro, la maravilla, la compasión, la verdad, las artes, la moralidad y la mente misma. El campo de la
neurociencia ha dado por sentado que la mente no existe, sino que es un subproducto del cerebro. El cerebro
(una “computadora hecha carne”, como afirma Marvin Minsky, experto en inteligencia artificial) es nuestro
amo, y decide químicamente cómo nos sentimos, determinando genéticamente cómo crecemos, vivimos y

2 Aunque los humanos modernos se pueden ubicar desde hace 195.000 años de acuerdo con los restos más antiguos hallados hasta ahora en lo que hoy
es Etiopía, Leroi-Gurhan (1971, p. 388) demuestra que el cuerpo fisiológico del ser humano moderno tiene una antigüedad de cuarenta mil años.

6 Juan David Chávez Giraldo


La investigación en los campos de la arquitectura

morimos. Este panorama no es aceptable para mí, porque al hacer a un lado la mente, eliminamos nuestro
portal al conocimiento y a la introspección. (Chopra y Mlodinow, 2012, p. 25)

Y a su vez, la ciencia asume una noción racionalizadora del conocimiento y de las relaciones que el
ser humano establece, en la cual, como afirma el renombrado físico y matemático estadounidense
Leonard Mlodinow (1954-v):
Los científicos suelen guiarse por la intuición y por las sensaciones subjetivas, pero reconocen la necesidad de
ir más allá: eso se llama verificación. La ciencia procede de un círculo de observación, teoría y experimento.
El círculo se repite hasta que la teoría y la evidencia empírica están en armonía. No obstante, este método
fracasaría si los conceptos no fueran definidos con precisión y si los experimentos no fueran controlados
con todo rigor. Estos elementos del método científico son cruciales, y son precisamente estos elementos los
que hacen la diferencia entre la buena y la mala ciencia, o entre la ciencia y la pseudociencia. (Chopra y
Mlodinow, 2012, p. 31)

Hablar de ciencia, de conocimiento y por lo tanto de investigación, tanto en general como en el campo
de las artes y particularmente de la arquitectura, no es pues tarea fácil. Como se verá, y a pesar de la
divergencia y complejidad con la cual se entiende el mundo contemporáneo, los productos artísticos,
las obras arquitectónicas y todos los ámbitos que están relacionados con ellos portan un estigma de
rechazo entre las comunidades académicas y científicas que aún no ha sido superado. Una de las
razones por las cuales se presenta esta dificultosa situación es la incomprensión de la dimensión
holista de la arquitectura, condición que incluso ignoran aquellos que se dedican a ella desde un
aspecto práctico en el desarrollo profesional del oficio, o por los que ejercen su labor desde perspectivas
más teóricas como los investigadores, docentes y catedráticos; y ni qué decir de la frecuente falta de
profundidad epistemológica cuando se habla o se establece algún tipo de discurso sobre lo que puede
denominarse investigación en arquitectura, cuya cualidad la inscribe en un campo del saber que no
puede definirse exclusivamente como científico.

Pero aunque la importancia de esta reflexión del saber y el construir conocimiento dentro de la
arquitectura es indiscutible, este texto, pretende atender de manera general los aspectos epistemológicos
y centrarse, de manera más extensa, en los asuntos metodológicos y procedimentales para promover
en los arquitectos, estudiantes y estudiosos de la arquitectura una visión sobre la investigación en
la disciplina y la profesión de la arquitectura tratando de establecer puentes de entendimiento y
valoración justa, así como bases de rigor y objetividad dentro de los estudios que pueden hacerse
desde y para la arquitectura. Se espera también contribuir con el desarrollo de la arquitectura misma
en el ámbito global y por lo tanto de la calidad de vida de los usuarios, habitantes o visitantes de ella
al pretender que los arquitectos interesados o los futuros arquitectos tengan un panorama amplio de
Imagen 0.5 La dimensión holista de la arquitectura. Edificio de Interés
Arquitectónico, declarado por Barbados National Trust, Holetown, lo que implica adelantar proyectos de investigación arquitectónica; así quizás se abra tajo para hacer
Barbados. aportes significativos a los innumerables problemas que la arquitectura contemporánea tiene.

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FACULTAD DE ARQUITECTURA
Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín
Introducción

La estructura del libro parte de una aproximación global al mundo de la epistemología y la investigación
mostrando las particularidades de la arquitectura; posteriormente se plantea el panorama general de
aspectos, protagonistas y conceptos involucrados en el conocimiento arquitectónico para ilustrar las
diversas fases o etapas que pueden comprender una investigación en dicho campo; y finalmente
se exponen algunas maneras de difundir los resultados de una investigación dentro de la dinámica
contemporánea del conocimiento. No sobra advertir que aparentemente surge una contradicción al
mostrar una posible metodología investigativa, ya que simultáneamente se plantea la relatividad y
flexibilidad que exigen la arquitectura y sus objetos investigativos; pero lo que se pretende, tal y como
sucede en el ámbito formativo de las artes, es que el aprendiz decida el mejor camino, el que mejor
se adapte a sus capacidades y destrezas, así como también el que considere ideal para el contexto que
determine en su trabajo.

Como bien se afirma, el conocimiento es una aventura que “[…] conlleva el riesgo del error y de
la ilusión” (Morin, 2001, p. 21) y la investigación es una odisea que permite al hombre acercarse a
su autocomprensión en beneficio de las generaciones presentes en el presente y de las que vendrán
después. Así también, debe tenerse en cuenta que una de las características fundamentales de la
arquitectura es que en ella participan de forma permanente las polaridades complementarias del
universo, y la investigación dentro de sus fronteras es una experiencia significativa y apasionante pues
la creatividad es clave y la inagotabilidad multivalente de su interpretación abre horizontes infinitos
para navegar entre certezas e incertidumbres que hacen más excitante el viaje, pero para ello hay
que estar preparado, tener un buen arnés, un equipaje liviano aunque sólido, cómodo pero seguro, la
mirada atenta y el corazón dispuesto para disfrutar el placer de descubrir lo impensable pues como lo
manifestaba el poeta trágico griego Eurípides (480-406 a. C.) “los dioses nos dan muchas sorpresas:
lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta”.

Imagen 0.6. La apertura de horizontes. Cementerio, s.a., s.f., Villa de


Leyva, Colombia.

6 Juan David Chávez Giraldo

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